Gocemos de lo que se nos ofrece y seamos conscientes del gran don que supone

© LA ENERGÍA DIVINA DESPLEGADA

Cuando estás tumbado en la playa a merced del sol radiante, aireado por la brisa marina y con el rumor de fondo de las olas te parece que estás en el paraíso...

De hecho, la divisa de un paraíso -digno de su nombre- es la existencia de dones naturales que nos ofrecen bienestar y salud sin ningún artificio que interfiera.

El principal, el aire que absorbemos de forma espontánea y que nos mantiene vivos, es quizás el don más trascendente, al nivel del agua que es su pareja natural.

He aquí lo simple y extraordinario que es nuestro “mantenimiento” vital básico e insoslayable: sol, aire y agua, la tríada de elementos que tenemos al alcance para nuestra vida.

Pero el sol es quien preside este podio de dones imprescindibles. Él es la fuente que propicia la fotosíntesis de las plantas que a su vez generan el aire -el oxígeno- que respiramos.

Volviendo al principio, la sensación de acogida y calor que proporciona entregarse a una exposición al sol no tiene parangón, ni precio... por eso es gratis, como la tríada básica para vivir.

Pensando en estos dones primordiales es cuando lo asociamos a la existencia de Dios -a una fuente divina- que lo tiene todo previsto y lo pone a nuestro alcance sin limitación alguna.

Nuestra actitud habitual no dedica mucha atención a la existencia y valoración de estas energías vitales. Sólo cuando nos faltan es cuando las recordamos.

La ciencia va desvelando algunos de los misterios que nos rodean pero el origen de estos dones indispensables y su permanencia y regulación -en tanto que son la base de nuestra existencia- queda aún por desentrañarse.

Ahora, en cambio, tratan de manipular todo lo que es natural para controlar a los seres humanos, ¿se saldrán con la suya? Eliminar al humano y sustituirlo por el trashumano es un plan condenado al fracaso.

El interés de transformar al hombre en un ser mecánico -por sofisticado que sea- es una tarea inútil porque la conciencia, que es su atributo principal, es inaprensible. Harán robots pero no humanos tecnificados.

Pese al poco o nada consciente que sea un ser humano no puede librarse de su rasgo idiosincrático, por eso, pese a su ineptitud, seguirá siendo portador de la conciencia que, en definitiva es la señal de que está vivo.

¡Por mucho que nos parezca que avanzamos hay cosas trascendentes que escapan a nuestra comprensión y no podemos hacer más que aceptarlas tal y como son y agradecerlas!

El esquema universal nos sobrepasa y ver (o intuir) su inmensidad nos sitúa en un lugar muy humilde. Nuestro Sol, fuente de la energía que nos mantiene vivos, no es más que una de tantas entre las infinitas estrellas esparcidas por el universo.

A veces se ha hablado de que todo es una proyección holográfica. ¿Cómo saberlo? Lo que sí es evidente es la magnitud y la “pulcritud” presente en todo este entramado tan bien cohesionado.

O sea que, para ir haciendo camino sin trastornarnos demasiado, gocemos de lo que se nos ofrece y seamos conscientes de los grandes dones que todo ello supone.

O así me lo parece

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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 8 mayo 2024

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