CONSIDERACIONES (8)
Hablaremos ahora del enemigo interior, la causa principal de
nuestra actual situación personal y de toda la manipulación sufrida por quienes
manejan esta realidad y nos conocen bien. Es sin duda el gran enemigo a vencer,
el que hace que todo siga igual y caigamos en los mismos errores, una y otra
vez, no permitiendo que salgamos de la octava recurrente, ni que exteriormente
las cosas puedan cambiar.
Ese enemigo, como deben saber, es el ego, un programa que forma parte de nosotros y al cual no podemos destruir, porque lo necesitamos para seguir interactuando con el exterior de esta realidad, pero sí lo podemos domar, someter y controlar para que no siga estando al mando y nos maneje llevándonos por la senda de los deseos e insatisfacciones permanentes, del dolor y el sufrimiento que nos hace influenciables y manipulables, previsibles máquinas que reaccionan siempre a los mismos estímulos de la misma manera.
El problema que existe al hablar de este tema es que, aunque
lo sepamos, fácilmente lo dejamos a un lado, en especial cuando nos dejamos
llevar por todo lo que acontece a nuestro alrededor, sea en lo político, en lo
económico, en lo social o religioso, pero también por nuestros problemas de
índole personal, esas tormentas emocionales que nos revuelcan y cautivan,
haciendo que nuestra atención se centre en todo lo que pasa a nuestro alrededor
y nos olvidemos de esa gran verdad de quien es nuestro verdadero enemigo.
También ocurre que no resulta cómodo apuntar hacia dentro,
siendo más fácil culpar a otros de nuestros problemas y desgracias, pues ello
implica un gran ejercicio de consciencia y responsabilidad al tener que
hacernos cargo de que somos nosotros los que permitimos, sea por acción u
omisión, que quienes nos gobiernan nos lleven a tanta miseria, pobreza y
desigualdad, y no me estoy refiriendo solo a lo económico, pues hay muchas
clases de miserias y pobrezas. No resulta cómodo asumir que somos
corresponsables de la situación actual, siendo nuestro ego el soporte que hace
posible la manipulación del sistema, y por medio del cual, nos dejamos
manipular a nosotros mismos.
Podemos seguir quejándonos de las injusticias, del sistema
político y financiero, podemos seguir esperando que venga alguien que cambie
las cosas, pero mientras nuestro querido ego siga intacto, haciendo y
deshaciendo a su antojo, seguiremos siendo las mismas ovejas manipulables de
las que cualquier pastor se puede aprovechar, porque verá que solo les gusta
pastar y ser conducidas.
Vencer a ese enemigo no es nada fácil, pues, después de
muchos años de ir por su cuenta, nos hemos convertido en su títere, perseguidor
y conseguidor de sus deseos, placeres y ambiciones. Se ha apoderado de nuestras
emociones, de nuestros pensamientos, de nuestros más bajos instintos, de
nuestras ilusiones, incluso ha puesto a su servicio nuestra voluntad, energía y
fuerza para conseguir sus propios fines, haciéndonos creer, confundidos e
hipnotizados, que son los nuestros. El ego es parte nuestra, pero siempre ha
ido por libre, y hemos creído que es lo que somos, cuando solo es un programa
que está destinado a cumplir una función, pero no somos nosotros, pues en el
fondo somos mucho más.
Está claro que lo primero es observarlo, darnos cuenta de su
juego y ver como utiliza los estímulos externos, las impresiones y los impulsos
reaccionarios para activar los resortes con que conseguir sus propósitos. Esta
observación es indispensable para conocernos a nosotros mismos y verificar una
realidad que no se puede negar: que el ego tiene su propia mente. Es más, cada
“yo” que lo compone tiene su propia mente y para nada le interesa las
intenciones de los demás debido a su fragmentación, pero, como no está
organizado ni unificado, todos pugnan por subirse al trono, por ser el
protagonista y satisfacer sus propios deseos. Este afán de protagonismo y
satisfacción de deseos tiene como base fundamental el miedo al rechazo, y como
fin, el agradar y ser reconocido por los demás. Así, siente un placer
momentáneo cuando lo logra y sufre cuando no lo consigue. Mientras tanto, se
nos va la vida en ello.
Cuando ya no tengamos que creer o no creer, porque lo hemos
verificado por nosotros mismos, es cuando llega el verdadero trabajo, el de
poner orden, orientar y unificar a todos esos yoes fragmentados para ponerlos
al servicio de la Voluntad y la Consciencia del Ser. Y aquí está el secreto,
hacer que la atención se centre en el verdadero Yo, el que somos realmente, el
Ser que trasciende toda existencia, consiguiendo que todos esos puntos focales
que miran hacia el exterior se dirijan hacia el verdadero Yo.
Esto no podría ser posible sin la disciplina del rigor y la
voluntad, pues los demás yoes se rebelarán y querrán seguir haciendo lo que
hacían, hasta que se den cuenta de cuál es su lugar, que acepten su rol y bajen
la cabeza ante la grandeza del Ser. Es entonces cuando el ego podrá ser acogido
con el Amor del Ser, pues sigue siendo necesario en esta realidad para cumplir
su función.
Mucho se dice de la necesidad de actuar para poder cambiar
las cosas, pues bien, quien esté trabajando su ego en realidad está actuando,
porque se estará desconectando del sistema y conectándose a su Ser, ya que es
el ego al que manipulan para que el sistema perdure y sin ese programa
controlable sería imposible de mantener. Pero es que, además, al mismo tiempo
estaremos recuperando nuestra individualidad para pensar y hacer por nosotros
mismos, cambiando nuestras vidas y nuestro destino, con el consecuente impacto
positivo en quienes nos rodean.
Hablar del enemigo interior no es tarea fácil y algunos
pueden sentir que se han tocado puntos sensibles que duelen, que cuesta admitir
y hasta puede que noten que se rebela algo dentro de sí. Sería necesario, no un
artículo ni varios, sino un libro entero para exponer al ego en profundidad,
pero he intentado resumir lo que considero algunas claves importantes para que
cada quien pueda comprender, empezar o profundizar en su trabajo. Lo que sí
queda claro es que no debemos perder de vista a ese enemigo interior nuestro,
si es que queremos avanzar y acercarnos al Ser que realmente somos.
La tarea es ardua y necesita continua atención y esfuerzo,
pero es el camino elegido por el iniciado que quiere recuperar su
individualidad y dejar de ser un puñado de personalidades fragmentadas con distintos
intereses. La tarea es ardua, pero también es grande la recompensa, pues la
sensación de paz, de libertad e integridad que otorga el contacto con el Ser
hará germinar flores en el prado donde antes solo había sequedad.
Ángel Hidalgo
CODICIA CONTRA ENVIDIA (Política reservada) https://anunnakibot.blogspot.com/2024/06/05-22-anunnakibot-codicia-contra.html
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