© INVENTARIO DE LOS PLACERES DE LA VIDA
No cuesta mucho hacer este inventario porque tenemos mucho material al alcance.
En el mundo disponemos de tres elementos básicos: tierra,
agua y aire que nos dan servicio y al mismo tiempo placer. Los mismos elementos
nos proporcionan lo que necesitamos y un plus de placeres que debemos reconocer.
El agua nos sacia a la vez que nos refresca, nos hidrata y
nos relaja (pensemos sino en un buen baño sea en el mar, en la piscina o en
cualquier lugar donde el líquido elemento está presente.
El aire es nuestro ingrediente vital. Su inhalación nos mantiene vivos y si practicamos la respiración consciente, nos calma y sosiega.
La tierra es la que nos sostiene, la que nos ofrece sus
frutos. La tierra alimenta todo lo que nos rodea formando la biosfera que
contiene toda la vida de este mundo.
Aquí habría que añadir un elemento primordial: el sol. Sin
él poco podríamos hacer porque es la energía que todo lo mueve, todo lo
calienta, todo lo ilumina.
Por lo que respecta a nuestro propio cuerpo, contamos con el
corazón, que además de su servicio específico de bombear la sangre que riega
todos nuestros órganos, nos hace de caja de resonancia de las emociones y
sentimientos.
Tenemos nuestros cinco sentidos: la vista, el oído, el
olfato, el gusto y el tacto cada uno con sus cualidades que son nuestra
comunicación con el entorno en el que nos interrelacionamos. Vale la pena
detenernos un poco y valorar su importancia:
- La vista nos permite admirar la belleza que nos rodea
- Con el oído podemos disfrutar de una bella sinfonía y de
los sonidos de la naturaleza
- El olfato nos ofrece captar los múltiples y deliciosos
aromas
- El gusto reúne la posibilidad de deleitarnos con los
manjares diversos de los que disfrutamos
- En fin, con el tacto alcanzamos la capacidad de expresar
ternura acariciando al ser querido.
Y yendo más allá de lo visible, encontramos el factor que
nos hace humanos: la conciencia. Con ella vamos guiados, instruidos y
arropados. Una herramienta imprescindible para movernos en esta realidad.
Todo ello un buen fajo de placeres que, de tenerlos tan a
mano, nos pasan desapercibidos y quizás muchas veces subestimados y no debería
ser así pues suponen grandes dones que se nos han otorgado en esta vida.
Además de valorarlos como es debido, es de justicia
agradecerlos. Pensemos que nada de todo esto podríamos ir a comprar al
supermercado. Ninguno de estos dones tiene precio y es cosa nuestra darles su
verdadero valor.
La apreciación de las innumerables maravillas de que
disponemos es una tarea útil y necesaria por muchas razones: Hacerlo nos llena
de gratitud y admiración ante el prodigio que suponen.
Que nosotros seamos los depositarios y usufructuarios de
este montón de dones nos debe hacer sentir queridos y protegidos por un poder
superior, sea cual sea el nombre que le demos.
O así me lo parece
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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 26 agosto
2024
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