LA MÁSCARA Y EL ESPEJO
Hipocresía y
Honestidad se encuentran al borde de un lago silencioso, bajo un cielo
crepuscular. El aire está pesado.
Hipocresía: Ah,
Honestidad, sigues siendo tan recta y rígida. Tienes ese talento único de
incomodar a la gente, ¿sabes? tu necesidad de ser franco en todas las
circunstancias es casi... irritante.
Honestidad: Puede
que le resulte irritante, pero necesario. Sin mí, la gente nunca sabría dónde
está ni quiénes son realmente.
Hipocresía: ¿Realmente importa? A la gente le gusta lo que les ofrezco. Una pequeña mentira aquí, un compromiso allá y de repente todo se vuelve más fácil. ¿Por qué imponerles la dura realidad cuando pueden vivir en una dulce ilusión?
Honestidad:
Porque esta ilusión nunca dura, termina desplomándose por su propio peso. Lo
que usted propone es sólo un respiro temporal, una farsa que, tarde o temprano,
conduce a la decepción.
Hipocresía: Me
subestimas. He sobrevivido durante siglos, en las cortes de los reyes, en los
dormitorios de los políticos e incluso en la mesa familiar. Le doy a la gente
lo que quiere escuchar. Sólo les ofreces lo que se niegan a ver. Mira a tu
alrededor, ¿quién de nosotros es el más amado?
Honestidad:
Confundes ser amado con ser necesitado. Puede que te prefieran en la superficie,
pero cuando están a solas consigo mismos, recurren a mí. Buscan la verdad para
liberarse de vuestras cadenas. Lo que llamáis tranquilidad es sólo una prisión
disfrazada.
Hipocresía: La verdad suele ser demasiado dolorosa. Lo sabes
tan bien como yo. ¿Qué haces cuando destruyes vidas al revelarlo todo? Les
permito seguir viviendo sin este dolor. Hay una especie de gracia en la
ilusión.
Honestidad: El dolor es el precio de la libertad. Quienes
eligen afrontarlo crecen, se hacen más fuertes. Contigo se estancan,
prisioneros de una mascarada que los agota a largo plazo. Estás impidiendo que
mejoren.
Hipocresía: Tal vez... pero los hago felices, al menos por
un tiempo. ¿Y qué es la vida sino una sucesión de momentos? Los míos son suaves
y llenos de comodidad. La tuya, brusca y muchas veces cruel.
Honestidad: La crueldad no viene de mí, sino de la realidad
que revelo. No lo creo, lo expongo. Quienes enfrentan la verdad terminan
encontrando una paz más duradera que tus sonrisas vacías.
Hipocresía: Entonces, ¿por qué nunca podré ser eliminada?
¿Por qué estoy siempre presente, en cada época, en cada momento? Quizás porque
en el fondo la gente me necesita tanto como a ti.
Honestidad: Quizás. Pero nunca deben olvidar que sin la
verdad su felicidad sigue siendo frágil. Sólo les estás vendiendo tiempo
prestado. Les ofrezco algo más, aunque les cueste.
Hipocresía: Ah, querida Honestidad, estamos condenados a
cruzarnos eternamente. Seguiré dando sueños, y tú... tú vendrás y los
despertarás.
Honestidad: Y es en este despertar donde reside su
salvación. Recuerda esto.
Hipocresía: Vamos, mira a tu alrededor. Este siglo, esta
era, todo lo que la gente hace y dice. Nunca han amado tanto la ilusión como
hoy. Redes sociales, apariencias, filtros… Todo está cuidadosamente calibrado
para que todos se sientan bien con sus mentiras. No soy yo quien los obliga a
esconder el rostro, son ellos los que lloran por mí.
Honestidad: Es sólo una máscara temporal. Con el tiempo
comprenderán que la verdad es esencial, aunque sea difícil de aceptar. Nadie
puede escapar de la realidad para siempre.
Hipocresía: ¡Ah, pero nunca habían tenido tantas formas de
escapar! Hablas como si la gente todavía estuviera buscando la verdad… ¡pero
mira! Se rodean de distracciones constantes: entretenimiento, mentiras
compartidas, me gusta y sonrisas falsas. ¿Por qué recurrirían a ti cuando les
ofrezco todo lo que quieren? Es mucho mejor seguirme. ¿Por qué afrontar la
realidad cuando simplemente puedes evitarla?
Honestidad: La verdad siempre los alcanza al final. Las
ilusiones, por muy seductoras que sean, no duran para siempre. Se desmoronan, y
cuando se desmoronan, la gente se enfrenta a un dolor aún mayor.
Hipocresía: Sí, tal vez, pero ¿cuántos están dispuestos a
admitirlo? ¿Cuántos están realmente dispuestos a afrontar este dolor? Dime...
¿no ves que hasta los más fervientes defensores de la verdad se doblegan bajo
el peso de sus propias contradicciones? Mírenlos, estos pensadores, estos
intelectuales... Abogan por la transparencia, pero en las sombras se cubren con
mis velos. Me utilizan porque, en el fondo, nadie quiere verlo todo, saberlo
todo.
Honestidad: Estas son debilidades humanas. Pero sigo
creyendo que algunos buscan algo más profundo, algo más allá de sus ilusiones.
Hipocresía: Quizás... pero estos pocos individuos no
cambiarán el mundo. Las masas no buscan el despertar. Busca consuelo,
tranquilidad. ¿Quién quiere cuestionarse constantemente? ¿Quién quiere sufrir
al mirarse al espejo sin maquillaje? Prefieren un reflejo embellecido, una
dulce ficción a una dura verdad. Aquí es donde entro yo y por eso triunfo.
Honestidad: Pero... ¡no pueden evolucionar sin enfrentarse a
la verdad!
Hipocresía: ¿Evolucionar? ¿Pero quién te dice que quieren
evolucionar? Quieren sobrevivir. Encontrar significado en un mundo que se ha
vuelto demasiado complejo y demasiado opresivo. La verdad sólo les ofrece más
angustia. Les doy una salida de emergencia. Un dulce sueño donde no tengan que
pensar en los escombros de sus propios fracasos.
Honestidad: Sólo los mantienes estancados, en parálisis.
Hipocresía: Y esta parálisis, este letargo... es tan
seductor. Míralos, pegados a sus pantallas, a sus falsas certezas. Preferirían
no despertarse nunca, porque el sueño es mucho más cómodo. Y yo soy el guardián
de este sueño. Sin mí, caerían en un pánico que nunca podrías aliviar.
Entonces, Honestidad… dime otra vez, ¿quién de nosotros es realmente más
necesario?
Honestidad: Quizás tengas razón... Este siglo no parece
estar preparado para aceptar la verdad. Tal vez incluso me haya convertido en
una carga.
Hipocresía: Ahí lo tienes... Lo sientes, ¿no? Ya no te
quieren, no ahora. La verdad es demasiado brutal para esta época. Lo que buscan
es una manera de continuar sin mirarse nunca a sí mismos. Y les doy exactamente
eso.
Honestidad: Quizás mi rol ya no tenga cabida aquí. Tal vez
necesito dar un paso atrás... por un tiempo.
Hipocresía: Exacto. Déjalos descansar, perderse un poco más
en mis brazos. Y cuando estén listos, realmente listos... volverás. Pero por
ahora me eligen a mí.
Honestidad: Sólo puedo inclinarme.
Amal DJEBBAR
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