EL DOGMA OCCIDENTAL
“No existe Dios y
Darwin es su profeta”
En 1854, cinco años antes de la publicación de El origen de las especies, Schopenhauer previó que “el celo y la actividad sin igual que se muestran en cada rama de las ciencias naturales… amenazan con conducir a un materialismo burdo y estúpido” y a una “bestialidad moral”.
Veinte años después (1874), y tres años después de El origen del hombre del mismo Darwin, Nietzsche predijo que si tales ideas “se imponen a la gente durante otra generación, nadie debería sorprenderse si el pueblo perece de egoísmo mezquino, osificación y codicia”.
En 1920, Bernard Shaw previó el mismo peligro: el neodarwinismo en política ha producido una catástrofe europea de una magnitud tan espantosa y un alcance tan impredecible que, mientras escribo estas líneas en 1920, todavía está lejos de ser seguro si nuestra civilización sobrevivirá a ella”.