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El filósofo ruso Aleksandr Dugin y el polímata alemán Oswald Spengler |
LA DECADENCIA DE OCCIDENTE
Nos estamos pudriendo. Pero en la podredumbre, algo se arrastra. Oswald Spengler miró a Europa y vio a una anciana, con los labios pintados para ocultar las grietas. Alexander Dugin mira al mundo y ve un campo de batalla, líneas trazadas con sangre. El hombre fáustico, el que va más allá, el constructor de catedrales, el ingeniero del apocalipsis: construyó demasiado, llegó demasiado lejos, y ahora se ahoga en el mismo océano que pretendía conquistar. ¿Qué nos queda? Una nueva guerra, no sólo una guerra de naciones, sino del Ser mismo. La Cuarta Teoría Política no llora por Occidente como Spengler. Se ríe. Afila su cuchillo. Declara muertas las viejas ideologías y arroja sus cadáveres a la tierra. Pide algo nuevo, algo más allá del liberalismo, más allá del comunismo, más allá del fascismo: un retorno, pero no a la tradición como pieza de museo. La tradición como arma.