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23.10.14

Es mas sencillo creer, que conocer: La mentira es suave, la verdad es osca y requiere de un esfuerzo para digerirla correctamente.

MENTIRAS, MEDIAS VERDADES, DESINFORMACIÓN…

La mentira, esa pequeña y gratuita herramienta que la experiencia nos ha enseñado, que bien usada es mas útil y eficaz que la verdad. Manipular, engañar y eludir los verdaderos motivos que nos impulsan, han sido sinónimos durante toda nuestra historia, de éxito seguro. Un defecto como es creer, es el principal motivo por el que la mentira crece y se multiplica. Creer y ser creído se ha convertido en un acto de fe, que transportado a los medios de comunicación, transforman la información en autos de fe, dogmas, que camuflados tras una cabecera y una praxis dudosa, vierte indiscriminadamente una pandemia vírica de ignorancia y confusión. Las mentiras tienen una vida escasa, son de corto recorrido, tienen las patas cortas, por así decirlo, por ello, son repetidas constantemente, para que sean asumidas como verdades, y así provocar al incauto, la total ausencia de sentido común, y convertir su sentido critico, en una acomodada, perezosa y conformista mentalidad de ganado bovino.

Es constante la sensación y así lo hacen constar, que el buscar la verdad suponga un esfuerzo, una lucha enconada e inútil por conseguir algo que quizás te duela demasiado, es la filosofía del uroboro, esa pescadilla que se muerde la cola que nunca logra nada con su esfuerzo, por eso es mejor no arañar nuestras gargantas con verdades toscas, cuando desde esa lisa y fina pantalla nos dan la suave y cálida papilla, que cucharada a cucharada, nos alivian del trabajo de tener que masticar demasiado esa dosis informativa. La mentira no es el delito de aquel que la trabaja, es el que la consume el verdadero culpable, ya que permite que su conciencia opte por la opción cómoda y poco comprometida, es mas sencillo creer, que conocer, la mentira es suave como el terciopelo, la verdad es osca y requiere de un esfuerzo para digerirla correctamente.


La media verdad es otra forma de mentir, una verdad incompleta hace mas daño que una mentira. Omitir partes de la verdad o camuflar la verdad entre mentira y mentira, como un vulgar bocadillo, que consumes rápidamente cuando la verdad cruda no da tiempo a ser cocinada. Permitimos que la verdad quede adulterada, camuflada o disfrazada, cuando la evidencia no puede ser ocultada con mentiras. La media verdad es peor que la completa mentira, ya que la mentira acaba por ser expuesta, pero la verdad incompleta acaba anulando nuestra capacidad perceptiva. El periodismo se ha convertido en el tonto útil de un sistema completamente inútil y esconde su inoperancia tras esos cancerberos sin bozal, ni código deontológico. El periodista se olvidó el ¿Por qué? Se olvidó el ¿Cómo? Omitió el ¿Qué? Y disimula cuando le conviene el ¿Quién? Centrándose practica y únicamente en el ¿Dónde? Hechos y mas hechos allí y aquí, sucesos, carnaza, sangre e indigestión, en una eterna y dilatada sobredosis. Lo que nos lleva a la desinformación.

Distintos puntos de vista de un mismo suceso, opiniones encontradas, repetición hasta lo absurdo e interés por ofuscar una parte de la historia, da como resultado una sobredosis desinformativa, que crea la sensación de saberlo todo y no entender nada. La sobre exposición abotarga y fatiga nuestro criterio y obliga a doblegarnos y aceptar ese empacho como la única verdad. Normalmente ofrecen debate y combate, acaloradas discusiones en la que dos actores, supuestos contrarios antagonistas, se enfrentan en pos de la verdad mas desinteresada y altruista, dándonos a elegir distintas versiones de una misma mentira, un menú del día barato y mal cocinado con el que engordar nuestra indignación y dejar muerta de hambre nuestra inteligencia.

La mentira finalmente es la versión oficial de cualquier información que a su vez es sinónimo de mentira. Esa versión oficial, es tintada de verdad única y cristalina, cuando en realidad esa oficialidad esconde un crimen de estado de lesa humanidad, ocultada tras uniformes “representativos” del ciudadano, protectores del delincuente de despacho y adalides de estrados salpicados de sangre inocente. Mentiras, medias verdades, desinformación y mas mentiras es lo que puedes esperar de aquellos se hacen llamar altavoces de la voz del pueblo, pues no son mas que los chaperos de la banca, la iglesia y la política. En ellos solo queda esperar el remordimiento de aquel que intuya su conciencia, por que a partir de ahí si escalamos hacia arriba, la conciencia vive por su ausencia y es requisito indispensable dejarla en casa, antes de ir a trabajar.



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