MENTIRAS, MEDIAS VERDADES, DESINFORMACIÓN…
La mentira, esa pequeña y gratuita herramienta que
la experiencia nos ha enseñado, que bien usada es mas útil y eficaz que la
verdad. Manipular, engañar y eludir los verdaderos motivos que nos impulsan,
han sido sinónimos durante toda nuestra historia, de éxito seguro. Un defecto como
es creer, es el principal motivo por el que la mentira crece y se multiplica.
Creer y ser creído se ha convertido en un acto de fe, que transportado a los
medios de comunicación, transforman la información en autos de fe, dogmas, que
camuflados tras una cabecera y una praxis dudosa, vierte indiscriminadamente
una pandemia vírica de ignorancia y confusión. Las mentiras tienen una vida
escasa, son de corto recorrido, tienen las patas cortas, por así decirlo, por
ello, son repetidas constantemente, para que sean asumidas como verdades, y así
provocar al incauto, la total ausencia de sentido común, y convertir su sentido
critico, en una acomodada, perezosa y conformista mentalidad de ganado bovino.
Es constante la sensación y así lo hacen constar,
que el buscar la verdad suponga un esfuerzo, una lucha enconada e inútil por
conseguir algo que quizás te duela demasiado, es la filosofía del uroboro, esa
pescadilla que se muerde la cola que nunca logra nada con su esfuerzo, por eso
es mejor no arañar nuestras gargantas con verdades toscas, cuando desde esa lisa y fina
pantalla nos dan la suave y cálida papilla, que cucharada a cucharada, nos
alivian del trabajo de tener que masticar demasiado esa dosis informativa. La
mentira no es el delito de aquel que la trabaja, es el que la consume el
verdadero culpable, ya que permite que su conciencia opte por la opción cómoda
y poco comprometida, es mas sencillo creer, que conocer, la mentira es suave como
el terciopelo, la verdad es osca y requiere de un esfuerzo para digerirla
correctamente.
La media verdad es otra forma de mentir, una verdad
incompleta hace mas daño que una mentira. Omitir partes de la verdad o camuflar
la verdad entre mentira y mentira, como un vulgar bocadillo, que consumes
rápidamente cuando la verdad cruda no da tiempo a ser cocinada. Permitimos que
la verdad quede adulterada, camuflada o disfrazada, cuando la evidencia no puede ser
ocultada con mentiras. La media verdad es peor que la completa mentira, ya que
la mentira acaba por ser expuesta, pero la verdad incompleta acaba anulando
nuestra capacidad perceptiva. El periodismo se ha convertido en el tonto útil
de un sistema completamente inútil y esconde su inoperancia tras esos cancerberos
sin bozal, ni código deontológico. El periodista se olvidó el ¿Por qué? Se olvidó
el ¿Cómo? Omitió el ¿Qué? Y disimula cuando le conviene el ¿Quién? Centrándose
practica y únicamente en el ¿Dónde? Hechos y mas hechos allí y aquí, sucesos,
carnaza, sangre e indigestión, en una eterna y dilatada sobredosis. Lo que nos
lleva a la desinformación.
Distintos puntos de vista de un mismo suceso,
opiniones encontradas, repetición hasta lo absurdo e interés por ofuscar una
parte de la historia, da como resultado una sobredosis desinformativa, que crea
la sensación de saberlo todo y no entender nada. La sobre exposición abotarga y
fatiga nuestro criterio y obliga a doblegarnos y aceptar ese empacho como la
única verdad. Normalmente ofrecen debate y combate, acaloradas discusiones en la
que dos actores, supuestos contrarios antagonistas, se enfrentan en pos de la
verdad mas desinteresada y altruista, dándonos a elegir distintas versiones de
una misma mentira, un menú del día barato y mal cocinado con el que engordar nuestra indignación y dejar muerta
de hambre nuestra inteligencia.
La mentira finalmente es la versión oficial de
cualquier información que a su vez es sinónimo de mentira. Esa versión oficial,
es tintada de verdad única y cristalina, cuando en realidad esa oficialidad
esconde un crimen de estado de lesa humanidad, ocultada tras uniformes
“representativos” del ciudadano, protectores del delincuente de despacho y
adalides de estrados salpicados de sangre inocente. Mentiras, medias verdades,
desinformación y mas mentiras es lo que puedes esperar de aquellos se hacen
llamar altavoces de la voz del pueblo, pues no son mas que los chaperos de la
banca, la iglesia y la política. En ellos solo queda esperar el remordimiento
de aquel que intuya su conciencia, por que a partir de ahí si escalamos hacia
arriba, la conciencia vive por su ausencia y es requisito indispensable dejarla
en casa, antes de ir a trabajar.
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