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13.3.15

Para pulsar esa luz, solo debemos ser felices con lo que somos y no tratar de cumplir ninguna expectativa

LA ILUSIÓN JERÁRQUICA DE LA LUZ


Partiremos desde la premisa, de la no existencia de ninguna jerarquía. No existen las jerarquías porque esto supone una violación de las leyes físicas, efectivamente son esas leyes que la física quántica ha descubierto recientemente y que el hermetismo guardó celosamente, pero que llevan ahí desde siempre. Las conciencias que habitan en las frecuencias mas altas de luz, no precisan ninguna jerarquía ya que esto supone poner a alguien por encima de alguien, lo cual contraviene todo tipo de estado superior de conciencia basada en el respeto y el amor al prójimo, por lo tanto, todo aquel que te hable de la jerarquía de la luz, o te engaña o tiene un interés oculto, alejado de cualquier intención positiva, o sea te está adoctrinando.  

Entonces si no existen las jerarquías, puedes pensar que el titulo induce a error, se puede dar el caso, pero verás como pronto lo comprendes todo. Como comienzo deberéis conocer mínimamente los principios de frecuencia y vibración que operan en el universo. Una vez entendemos que todo vibra (o late) y que según esa vibración o latido, es emitido por el Ser encarnado, en la forma que sea, constantemente y por defecto. Todo está en constante vibración, todo emite una pulsación y ese constante latir, puede ser medido, con lo cual, nos dará una frecuencia, que será mayor o menor según la longitud de onda que exista entre una pulsación y otra.

Para que nos hagamos una idea, la tensión arterial se mide por la frecuencia del latido, entre las pulsaciones de las sistólicas y la diastólicas, también podemos tomar como ejemplo las pulsaciones telúricas de la tierra y como son recogidas como medidas de resonancia. El planeta también late, y sus pulsaciones son recogidas de dentro afuera y de fuera a dentro, creando una frecuencia de vibración medible por tanto el planeta en si es como si se tratase de un gigantesco corazón. Nosotros estamos unidos a ese latido planetario y copiamos esa resonancia, para emitirla al compás.

Una vez entendemos que todo lo que vibra en una frecuencia puede ser medido, podremos crear una escala, en la que clasificar esas frecuencias y medirlas en grados, formando una escala, similar a la musical, en la que cada tono tiene un semitono y se subdivide en octavas, exactamente así, es como se forman los distintos tonos vibracionales. Cada frecuencia lleva consigo su tono o grado, desde el mas grave o denso, al mas agudo y sutil, según elevamos la frecuencia, la curva de la onda se hará mas pronunciada y su emisión mas frecuente, por lo tanto mas elevada.


Esto puede inducir a pensar, que cuanto mas elevada es la vibración, mas elevado es el Ser que la emite, pero eso es solo un error de percepción, ya que la frecuencia de emisión no tiene nada que ver con la esencia que alberga, o sea su luz. La luz es la misma, pero el pulsar de su frecuencia distinto, ni mejor, ni peor. Por eso, es sencillo caer en este error cuando se tiene cierto tipo de “contacto”. Por desgracia este error viene dado por el patrón que nos sirve de referencia, que no es otro que el nuestro. Somos seres emitiendo en una frecuencia tremendamente baja, por lo tanto todo lo que emita en una frecuencia mínimamente mas elevada, nos supondrá un autentico shock en todos nuestros sentidos.

Somos altamente sensitivos, recogemos fácilmente todas las frecuencias que nos llegan y las interpretamos bajo el patrón de vibración baja que actualmente somos, no podemos evitar sentir, todo nuestro cuerpo recoge y nos envía esas señales sensitivas, y las interpretamos bajo el prisma que nuestras creencias nos filtran, por lo tanto, entendemos que lo que emite en un rango de frecuencia superior al nuestro, es superior a nosotros jerárquicamente, casi un dios. Nuestras creencias se encargan posteriormente de encajar esa frecuencia dentro de una etiqueta, ya sean ángeles, maestros, guías, dioses… ya sea por inducción o por convicción, irremediablemente estaremos entrando en un callejón sin salida.

Es habitual que en las experiencias de contacto, exista un ser que es luz y amor, que irradia y contagia esa luz y ese amor, que se puede sentir y se puede experimentar en las propias carnes, por lo cual, nadie que le diga que ese contacto, es solo un acto de egoísmo, tiene para ese contactado el mas mínimo crédito, porque lo que él ha sentido, no es eso. Esto es cierto y no es culpa del contactado, si no se percata de la artimaña, ya que el patrón con el que medimos cosas tales como el amor aquí en este plano, no son correctos, por eso es tan sencillo engañarnos. Nuestro entorno, nuestra educación y nuestras creencias, forman una férrea estructura muy difícil de derribar.

Un ambiente denso, donde la premisa es mantener tu frecuencia vibracional muy baja, tanto que cuando nos encontremos con un ser mezquino y egoísta, lo identifiquemos como un ser de luz y amor. El amor egoísta, hacia uno mismo, el amor ególatra, tiene una frecuencia vibracional y existe en el espectro lumínico que la energía del amor emite, es un amor de frecuencia baja y luz bastante pobre, pero a fin y al cabo es amor. Este escaparate puesto ante el ser humano que vibra en el miedo, la culpa, el menosprecio o el complejo, un ser humano apagado casi por completo, cuando finalmente se topa con un ente que emite la pobre luz que su ego y su amor ególatra le permiten, irremediablemente caeremos en la trampa, al pensar que estamos ante un ser superior, si este posteriormente nos muestra la tan ansiada etiqueta, prácticamente seremos pasto de los lobos.

Nuestra sociedad esta construida para que nos creamos inferiores a los seres más inferiores que existen en el universo, los parásitos. Aquellos que viven de las migajas, son los que controlan el pasto por el que campas a tus anchas. Igual que no verías lógico que un simple piojo tomase tu cabeza y tomara las decisiones por ti, no se por que vemos lógico que estos piojos dominen nuestro espíritu y controlen nuestra conciencia. No son superiores a ti, simplemente encontraron el interruptor y te apagaron, para ser ellos los únicos que emiten luz, esa falsa luz, que no es mas que falso amor, un amor que solo profesan hacia si mismos, una luz que no alumbra a nadie, mas que a si mismos. Estos dioses egoístas, estos maestros que no enseñan nada que no sepas, estos guías que solo muestran el camino a las fauces de estos parásitos, emiten una frecuencia superior, solo porque nuestra escasa luz, emite en una frecuencia tan baja y limitada, que apenas nos sostiene con vida, por eso enfermamos y por eso morimos. Nuestra luz es tan débil y los parásitos tienen tanta hambre que apenas nos queda energía para cubrir nuestras funciones más básicas.

Si tomamos como referencia los 33 grados de la masonería como ejemplo (no creáis que es casual que utilicen 33 grados para jerarquizar la “iluminación”), para medir las frecuencias vibracionales de la luz, nosotros estaríamos existiendo dentro de los grados más bajos, entre el 3 como mínimo y el 8 o el 10 como tope máximo. El sistema parasitario se encargaría de que nuestra frecuencia estuviera en los rangos mas bajos posibles (3-5), para que la frecuencia de estos parásitos de falsa luz que emite por lo general por encima del grado 10 de frecuencia, y así aparentar ser dioses, plenos de luz y amor, cuando en realidad son como peces abisales, una pequeña luz que esconde un depredador en un fondo pleno de oscuridad.

De no ser manipulados, nuestro rango de frecuencia vibracional estaría por encima del 30, porque el amor incondicional que profesamos debido a nuestra divina conexión con el universo, es lo más poderoso que existe, pero ellos están limitados a los rangos más bajos que emite esa luz de amor desconectado de todo. Desde esa posición, no pueden elevar su frecuencia, por lo tanto están anclados en esos rangos y mantenerlos supone una dedicación exclusiva a la parasitación energética constante sobre el Ser humano. Esto no es irreversible y ellos podrían volver a conectarse si quisieran, solo tras la toma de conciencia, podrían enmendar su error, para ello deberían encarnar y sufrir en sus carnes, el peso de la ley de causa y efecto, pero se niegan este derecho por miedo a esas consecuencias y prefieren seguir parasitando para alimentar esa pobre luz, engañándose, haciéndose sentir dioses, en vez de Ser Dios como todos los demás.

Podemos elevar nuestra frecuencia, podemos ser “jerárquicamente” superiores a ellos, de hecho lo somos, pero seguimos acomplejados y no nos creemos nada de esto. ¿Cómo va a ser verdad eso? Esta duda esta sobrevolándonos como un buitre constantemente, la sombra de la auto duda siempre nos impide ver la verdadera luz que esta ahí, esperando ser encendida. Vivimos en un estado constante de stand by. Para pulsar esa luz, solo debemos ser felices con lo que somos y no tratar de cumplir ninguna expectativa, amar al prójimo, a nuestra pareja, y a nuestros hijos, sin esperar que ellos llenen ningún vacío, sin esperar que cumplan ningún plan, ni alcancen ninguna meta.

Llegó el momento de contactar con tu Ser, ese es el único contacto que deberíamos  perseguir. Solo lograremos el salto quántico que explica la nueva ciencia, cuando logremos encender la luz, que tenemos casi extinta. Es una lastima que esto este empezando a sonar manido y manoseado, pero creo que aun muchos no han entendido o no han encontrado el cofre del tesoro que llevan dentro. Es fácil caer en los estupidismos de los que alientan la razón pura, la lógica de lo ilógico, como única vía para palpar algo, que esta bajo su piel, pero allá cada uno con sus decisiones.

Como decía al principio, no hay jerarquía, y pensar que eres más o menos que nadie es solo una ilusión inútil, pero continuamos comprando esa jerarquía de la luz, como una verdad absoluta y tangible. Ellos la usan y la enseñan por que es la única forma de sentirse superiores, sin llegar a caer en la cuenta de esa trampa de la que ellos mismos están también presos. Un escalón no te hace ni más alto, ni superior. Esa es la pantomima que nos están mostrando constantemente. Como niños ante un guiñol, los miramos con admiración y nos regodeamos ante su presencia, creyéndonos en contacto con seres superiores, cuando el único ser superior al que debes tener acceso desde ya, eres tú mismo.

Pocas son las personas que ponen en tela de juicio su contacto, sus complejos les lleva a verse arrastrados por ese fenómeno que los convierte en seres “especiales” tocados por la varita mágica de la luz divina. Tontos útiles que canalizan a un parásito, con el que congregar ganado a su menú del día. Si dudas de esto, es que no entiendes que ningún ser que te respete mínimamente, tratará de adoctrinarte con información que pueda encajonar tu razón en un sistema de creencias, por muy buena que sea su intención, esto es algo que todo ser positivo conoce, y se cuida mucho de retorcer deliberadamente tu libre albedrío. Hasta que esto no se entienda seguiremos con esta china en el zapato.

No se trata de reconocer tu oscuridad, porque ya eres oscuridad, vives en la total oscuridad y emites toda esa negrura a tu entorno, es por ello, que la historia humana y el mundo que la albergó, fue siempre un valle de lagrimas. Reconocer la oscuridad, creo que pasa por reconocer nuestra ignorancia, por reconocer lo estúpidos que fuimos al dejar que esa jerarquía nos pisara el cuello con todo su amor y su luz, solo a partir de reconocer esto, podremos pasar pagina, tirar toda esta creencia a la basura y empezar a brillar con luz propia, elevando la frecuencia de nuestro latir, siendo felices y en paz con nosotros mismos y con los que nos rodean, reconociéndonos como seres de luz y comenzando a manar una vibración que nos de una patada quántica en el culo de una vez por todas y salir de esta granja como un rayo.



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