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16.12.15

¿Acaso no merecemos lo que sí meritan los franceses, los italianos o nuestros hermanos los portugueses?

META DE ESPAÑA (20-D): III República y librarse del gobierno sionista

El actual Estado Español es una máquina de quemar dinero sin otro objeto que su propia subsistencia y la de las personas y entidades a las que cobija:  funcionarios,  partidos políticos, sindicatos,  patronales, bancos y  grandes empresas que medran parasitando la pocilga nacional.

El Estado no se preocupa ni un instante por la suerte de los españoles, sino de obtener dinero. Y lo extrae de abajo, expoliando al pueblo, y de arriba, financiándose de la élite internacional bancaria, de los Goldman Sachs, JPMorgan, Deutsche Bank… Siempre ha sido así, y mucho más desde que perdió la capacidad de hacerse su propia moneda cuando le falta liquidez.

La entrada en el Euro es la mayor traición que los políticos del postfranquismo monárquico-parlamentario han perpetrado a los españoles. España jamás cumplió las condiciones para su integración en la moneda única. Goldman Sachs pergeñó el fraude contable mediante ingeniosos credit swaps para que la España de Aznar  bajase a los infiernos del Euro. Lo mismo que hizo con Grecia, Italia, Portugal o Irlanda. Con la moneda única, los partidos han desarmado a los españoles y han  asolado al propio Estado, entregándolo a la corrupción de las finanzas internacionales

Por eso esta es la verdad que más se oculta de todas: por eso, hasta el supercalifragilísticoespialidoso líder Pablo Iglesias (y me alegro de que exista, os lo aseguro) se siente europeo. Porque le paga Europa para que se sienta así. Todos los partidos en España son europeístas. Y los que no lo son no salen de los pequeños blogs. Porque no tienen financiación ni presencia mediática, como sí la ha tenido  Podemos. ¡Que no me parece el peor partido de España, al contrario! Habrá que seguir su evolución hasta las Generales de 2015. El resto de partidos son la peste. Todos, de izquierdas y de derechas, se han vendido al internacionalismo capitalista  aun al precio de poner en peligro la propia subsistencia de millones de familias  españolas.


Que la derecha venda España a pedazos, como si fuera carne de vaca, era de esperar. Pero lo que es vergonzoso, humillante, es que la izquierda española  desprecie la idea de España como nación de esta manera tan escandalosa. A ver, yo pregunto: ¿Quién ha dicho que no se puede ser patriota y de izquierdas? Me refiero a un patriota lúcido, un patriota que no piense que su patria es la mejor, por supuesto, sino que es la suya, la quiere y punto. Como sabe que su esposa no es la más sexi, pero es la suya, la quiere y es lo que hay. Como sabe que sus hijos no son los más listos, pero son los suyos, los quiere y no hay nada que discutir…Un sencillo patriota que sea además hombre de izquierdas, pues prefiera luchar por la justicia social (la llamada democracia social) que por ciertas “libertades individuales” (¿por qué los think tanks de la derechona contraponen la libertad individual y la justicia social? ¿Qué clase de “libertades” son esas que se toman con nosotros que resultan tan socialmente injustas?)

Y añado más… ¿Por qué si digo que soy un patriota español de izquierdas corren los creadores de opinión a identificarme con un fascista, pero si digo que soy un patriota de izquierdas catalán (de ERC), o que soy un patriota de izquierdas vasco (de Bildu) se me tolera o hasta se me considera un paladín de la libertad? ¿Acaso ya no se acuerda nadie de que el discurso fascista era: “No somos de derechas ni de izquierdas” ¡Pues yo soy bien de izquierdas!, estoy incluso contra la propiedad privada de bancos y empresas estratégicas, y creo en el justo reparto de beneficios y cargas sociales y en unos impuestos geométricamente más gravosos para los que más tienen. Y amo a España porque quien no ama a su propia madre, por fea que sea, es un hijo de puta.

Oídme, españolitos de a pie: O resucitamos España o nos entierran con ella. Por debajo, nos come la escoria del postizo cantonalismo nacionalista, más falsificado que la factura de la luz; y por encima, las toneladas de mierda del internacionalismo financiero: El neoliberalismo (como lo fue el comunismo de la URSS), es internacionalista  y sus élites (judías, cristianas, sintoístas y hasta musulmanas, que no es cosa de religión ni de etnia) son sionistas. Pues todo internacionalismo es un apoyo descarado al establecimiento de un Gobierno Mundial Único sobre las ruinas de los estados, sea en forma de una ONU venida a más o por el advenimiento del Rey del Mundo, me la sopla. Porque viene a ser lo mismo: que las élites financieras posean el planeta Tierra con todo lo que contiene: tierras, animales y personas.

Españolito: ¿Quieres ser propiedad de alguien? ¿O quieres formar parte de una nación de hombres libres? Si es lo primero, sal a celebrar el advenimiento de la era filiposextista. Vete al bar y tómate unas cervezas con los socialistas y peperos de tu barrio. Si es lo segundo, si quieres ser libre, la primera providencia es descerrajar este Estado opresor, esta máquina de aplastar voluntades y libertades, este extractor de riqueza que solo respeta la voluntad superior de quienes lo financian cuando el Pueblo Español, exhausto, no puede ya pagar más impuestos.

Anímate, españolito, que no es una tarea imposible: El actual Estado Español monárquico parlamentario tiene muchos puntos débiles. El más importante de ellos es que su Constitución no es ni se comporta como debe hacerlo: toda constitución es una carta de condiciones que el pueblo pone al Estado para el ejercicio del poder, es un contrato social. Y la Constitución del 78 es un contrato leonino que, por si fuera poco, el Poder Único vulnera cada vez que le viene bien. Y sus modificaciones son escandalosas, como la del 2 de septiembre del 2011, que avaló con los propios españoles, con todo lo que tienen, sus cuerpos y sus almas, los créditos contraídos con los acreedores de Deuda Pública; y cuyas interpretaciones corresponden a un oráculo llamado Tribunal Constitucional, engendro que no existe en ninguna democracia, que es el garante de que la corrupción siga amparada por los dioses.

El segundo punto débil es que ya no hay excusa para no consultar al pueblo sobre la forma de estado a la que prefiere someterse, monárquica o republicana. Franco murió hace casi 40 años y no queda ni un militar franquista que “amenace la democracia”. Decir que la República es incompatible con los españoles es despreciarnos hasta el escupitajo. ¿Cómo que no? ¿Acaso no merecemos lo que sí meritan los franceses, los italianos o nuestros hermanos los portugueses? Lo que es incompatible con la III República es la corrupción de las actuales élites de los partidos. Y nada más. Y una estructura político-social que se basa en falsedades puede caer en cuanto una chispa salte y electrice al pueblo. Hay que perseverar dándole al pedernal sin parar, hasta que la chispa acierte con la hojarasca y arda el chiringuito entero.

¿Cómo justifico, como patriota español, mi lucha por la III República? Como bien dice ácratas, “La verdadera democracia es la asamblearia, no la representativa. Pero el Estado es el último baluarte frente al poder global, el nuevo orden mundial. ¿Cómo resolver esa contradicción en pleno siglo XXI? Yendo siempre en la dirección de la máxima libertad”. A lo que añado yo: debemos ocupar el Estado y transformarlo en una República de corte libertario. Y si alguien cree que ambas posturas son incompatibles, es que ha leído poco y ha escuchado demasiado a los políticos, que son unos profesionales de la propalación de la incultura.

¡Viva España, entonces! Pero no cualquier España. No esta España. No la humillada ante la Sinarquía Financiera Internacional. No la España opresora de los españoles.

¡Viva España libre de hipócritas, de traidores, de sediciosos! ¡Viva España libre de las personas que no quieran pertenecer a ella! Si catalanes o vascos quieren irse, adiós y buen viaje. Pero con un referéndum claro: “¿Quieres una Cataluña con un estado independiente o quieres que Cataluña sea una región más de España, sin autonomía, sino colíder con el resto de regiones de la III República Española? Blanco o negro. Sin grises. No eso de “si no me sale, quiero seguir con mi derecho a medrar a costa de los españoles dinamitando su moral cada día”. Y para las minorías que no quieran ser españolas, estatuto de apátrida. Nadie debe ser obligado a ser español. Porque ser español debe convertirse en un honor, aunque sea un honor tan modesto que ruborice, no en una obligación. Libertad. Siempre la máxima libertad.

¿Y los partidos? Los partidos a existir fuera del Estado, sometidos a reglas democráticas internas obligatorias y a una censura de cuentas que impida la financiación ilegal por parte de las élites. El Parlamento fuera del Estado, pues es propiedad exclusiva del Pueblo. Es el Pueblo Español el que debe hacer las leyes que él mismo ha de respetar. Y las que debe respetar también el Estado, suma del poder Ejecutivo y el Poder Judicial (todos funcionarios). El Estado debe ser un Gran Funcionario al que pagamos entre todos, un funcionario que no tiene derecho a promulgar leyes. Porque un estado que se cocina sus propias leyes, que incluye en él a los partidos y al Parlamento, se convierte pronto en un estado opresor, en un representante de la oligarquía financiera y religiosa. Víctima de la corrupción, abierto a toda influencia extra-política. Y convierte al país, a la larga, en un gran campo de concentración. Que es lo que soportamos los españoles ahora mismo.

Por lo tanto, lo dejo claro: soy español, de izquierdas, revolucionario y patriota. De un humilde país llamado España, que no es el mejor del mundo, ni el que tiene la raza más bella, ni la mayor cultura. Pero que ES Y SERÁ SIEMPRE LIBRE, porque los españoles asumimos de una vez por todas que la diferencia entre ser un hombre o ser un animal es solo eso: LA LIBERTAD.

Y para decir esto no necesito a los fascistas ni a los liberales ni a los anarquistas. Me basta con saber que todos los ciudadanos por debajo de los Pirineos tienen el mismo problema que yo. Que son mis hermanos de desgracia.

Y si, una vez lograda la III República, los españoles deciden que la quieren comunista libertaria, pues mucho mejor. Y si prefieren votar a partidos como la democracia cristiana o los liberales, pues me conformaré. Pero asumir una monarquía partitocrática impuesta en pleno siglo XXI es renunciar a todo atisbo de libertad para los próximos mil años. A eso no me conformaré nunca. No sin un referéndum monarquía/república que lo avale



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