META DE ESPAÑA (20-D): III República y librarse del gobierno sionista
El actual Estado Español es una máquina de quemar dinero sin otro objeto que su propia
subsistencia y la de las personas y entidades a las que cobija: funcionarios, partidos
políticos, sindicatos, patronales, bancos y grandes
empresas que medran parasitando la pocilga nacional.
El Estado no se preocupa ni un instante por la
suerte de los españoles, sino de obtener dinero. Y lo extrae de abajo, expoliando al
pueblo, y de
arriba, financiándose de la élite internacional bancaria, de los Goldman
Sachs, JPMorgan, Deutsche Bank… Siempre ha
sido así, y mucho más desde que perdió la capacidad de hacerse su propia moneda
cuando le falta liquidez.
La entrada en el Euro es la mayor
traición que los políticos del postfranquismo
monárquico-parlamentario han perpetrado a los españoles. España jamás cumplió las condiciones para su integración en la moneda única. Goldman
Sachs pergeñó el fraude contable mediante ingeniosos credit
swaps para que la España de Aznar bajase a los
infiernos del Euro. Lo mismo que hizo con Grecia,
Italia, Portugal o Irlanda. Con la moneda única, los partidos han desarmado a los españoles y han asolado al propio Estado, entregándolo
a la corrupción de las finanzas internacionales
Por eso esta es la verdad que más se oculta de
todas: por eso, hasta el supercalifragilísticoespialidoso líder Pablo Iglesias (y me alegro de que exista, os
lo aseguro) se siente europeo. Porque le paga Europa para que se sienta así. Todos los partidos
en España son europeístas. Y los que no lo son no salen de los pequeños
blogs. Porque no tienen financiación ni presencia mediática, como sí la ha
tenido Podemos. ¡Que no me parece el peor partido de España, al contrario! Habrá que
seguir su evolución hasta las Generales de 2015. El resto de
partidos son la peste. Todos, de izquierdas y de
derechas, se han vendido al internacionalismo capitalista aun al precio de poner en peligro la propia subsistencia de millones de
familias españolas.
Que la derecha venda España a pedazos, como si fuera carne de vaca, era de
esperar. Pero lo que es vergonzoso, humillante, es que la izquierda española desprecie la idea de España como nación de
esta manera tan escandalosa. A ver, yo pregunto: ¿Quién ha dicho que no se puede ser patriota y de
izquierdas? Me refiero a un patriota
lúcido, un patriota que no piense que su patria es la mejor, por supuesto, sino
que es la suya, la quiere y punto. Como sabe que su esposa no es la más
sexi, pero es la suya, la quiere y es lo que hay. Como sabe que sus hijos no
son los más listos, pero son los suyos, los quiere y no hay nada que
discutir…Un sencillo patriota que sea además hombre de izquierdas, pues prefiera
luchar por la justicia social (la llamada democracia social) que por ciertas “libertades
individuales” (¿por qué los think tanks de la derechona contraponen la libertad
individual y la justicia social? ¿Qué clase de “libertades” son esas que se
toman con nosotros que resultan tan socialmente injustas?)
Y añado más… ¿Por qué si digo que soy un patriota español de
izquierdas corren los creadores de opinión
a identificarme con un fascista, pero si digo que soy un patriota de
izquierdas catalán (de ERC), o que soy un patriota de izquierdas vasco (de Bildu) se me
tolera o hasta se me considera un paladín de la libertad? ¿Acaso ya no se
acuerda nadie de que el discurso fascista era: “No somos de derechas ni de
izquierdas” ¡Pues yo soy bien de izquierdas!, estoy incluso contra la propiedad
privada de bancos y empresas estratégicas, y creo en el justo reparto de
beneficios y cargas sociales y en unos impuestos geométricamente más gravosos
para los que más tienen. Y amo a España porque quien no ama a su propia madre, por fea que sea, es un hijo
de puta.
Oídme, españolitos de a pie: O resucitamos
España o nos entierran con ella. Por debajo, nos come la escoria del postizo cantonalismo nacionalista, más falsificado
que la factura de la luz; y por encima, las toneladas de mierda del internacionalismo financiero: El neoliberalismo (como lo fue
el comunismo de la URSS), es internacionalista y sus élites (judías,
cristianas, sintoístas y hasta musulmanas, que no es cosa de religión ni de
etnia) son sionistas. Pues todo internacionalismo es un apoyo descarado al
establecimiento de un Gobierno Mundial Único sobre las ruinas de los estados, sea en forma de una ONU venida a más o por el advenimiento del Rey del Mundo, me la sopla.
Porque viene a ser lo mismo: que las élites financieras posean el planeta Tierra con todo lo que
contiene: tierras, animales y personas.
Españolito: ¿Quieres ser propiedad de alguien? ¿O quieres formar
parte de una nación de hombres libres? Si es lo primero, sal a celebrar el advenimiento de la era
filiposextista. Vete al bar y tómate unas cervezas con los socialistas y
peperos de tu barrio. Si es lo segundo, si quieres ser libre, la primera
providencia es descerrajar este Estado opresor, esta máquina de aplastar voluntades y libertades, este
extractor de riqueza que solo respeta la voluntad superior de quienes lo financian
cuando el Pueblo Español, exhausto, no puede ya pagar más impuestos.
Anímate, españolito, que no es una tarea imposible: El actual Estado
Español monárquico parlamentario tiene muchos puntos
débiles. El más importante de ellos es
que su Constitución no es ni se comporta
como debe hacerlo: toda constitución es una carta de condiciones que el pueblo
pone al Estado para el ejercicio del poder, es un contrato social. Y la Constitución
del 78 es un contrato leonino que, por
si fuera poco, el Poder Único vulnera cada vez que le viene bien. Y sus modificaciones son escandalosas, como la del 2 de septiembre del 2011, que avaló con los
propios españoles, con todo lo que tienen, sus cuerpos y sus almas, los
créditos contraídos con los acreedores de Deuda Pública; y cuyas
interpretaciones corresponden a un oráculo llamado Tribunal
Constitucional, engendro que no existe en
ninguna democracia, que es el garante de que la corrupción siga amparada por
los dioses.
El segundo punto débil es que ya no hay excusa para no consultar al pueblo sobre la forma de
estado a la que prefiere someterse, monárquica o
republicana. Franco murió hace casi 40 años y no queda ni un militar
franquista que “amenace la democracia”. Decir que la República es incompatible
con los españoles es despreciarnos hasta el escupitajo. ¿Cómo que no? ¿Acaso no
merecemos lo que sí meritan los franceses, los italianos o nuestros hermanos
los portugueses? Lo que es incompatible con la III República es
la corrupción de las actuales élites de los partidos. Y nada más. Y una
estructura político-social que se basa en falsedades puede caer en cuanto una
chispa salte y electrice al pueblo. Hay que perseverar dándole al pedernal sin
parar, hasta que la chispa acierte con la hojarasca y arda el chiringuito entero.
¿Cómo justifico, como patriota español, mi lucha por la III
República? Como bien dice ácratas, “La verdadera
democracia es la asamblearia, no la
representativa. Pero el Estado es el último baluarte frente al poder global, el nuevo orden mundial. ¿Cómo resolver esa contradicción en pleno siglo XXI? Yendo
siempre en la dirección de la máxima libertad”. A lo que añado yo: debemos ocupar el Estado y
transformarlo en una República de corte libertario. Y si alguien cree que ambas
posturas son incompatibles, es que ha leído poco y ha escuchado demasiado a los políticos, que son unos profesionales de la propalación de la incultura.
¡Viva España, entonces! Pero no cualquier España. No esta
España. No la humillada ante la Sinarquía Financiera
Internacional. No la España opresora de los
españoles.
¡Viva España libre de hipócritas, de traidores, de
sediciosos! ¡Viva España libre de las
personas que no quieran pertenecer a ella! Si catalanes o vascos quieren irse, adiós y buen viaje. Pero con un referéndum claro: “¿Quieres
una Cataluña con un estado independiente o quieres que Cataluña sea una región
más de España, sin autonomía, sino colíder con el resto de regiones de la III
República Española? Blanco o negro. Sin grises. No eso
de “si no me sale, quiero seguir con mi derecho a medrar a costa de los
españoles dinamitando su moral cada día”. Y para las minorías que no quieran
ser españolas, estatuto de apátrida. Nadie debe ser obligado a ser español.
Porque ser español debe
convertirse en un honor, aunque sea un honor
tan modesto que ruborice, no en una obligación. Libertad. Siempre la máxima
libertad.
¿Y los partidos? Los partidos a
existir fuera del Estado, sometidos a reglas democráticas internas obligatorias
y a una censura de cuentas que impida la financiación ilegal por parte de las élites. El Parlamento fuera del Estado, pues es propiedad
exclusiva del Pueblo. Es el Pueblo Español el que debe hacer las leyes que él
mismo ha de respetar. Y las que debe respetar también el Estado, suma del poder
Ejecutivo y el Poder Judicial (todos funcionarios). El Estado debe ser un Gran Funcionario al que pagamos entre todos, un funcionario que
no tiene derecho a promulgar leyes. Porque un estado que se cocina sus propias
leyes, que incluye en él a los partidos y al Parlamento, se convierte pronto en
un estado opresor, en un representante de la oligarquía financiera y religiosa. Víctima de la corrupción, abierto a toda
influencia extra-política. Y convierte al país, a la larga, en un gran campo de
concentración. Que es lo que soportamos los españoles ahora mismo.
Por lo tanto, lo dejo claro: soy español, de izquierdas,
revolucionario y patriota. De un humilde país llamado España, que no es el
mejor del mundo, ni el que tiene la raza más bella, ni la mayor cultura. Pero
que ES Y SERÁ SIEMPRE
LIBRE, porque los españoles asumimos de una vez por todas que la
diferencia entre ser un hombre o ser un animal es solo eso: LA LIBERTAD.
Y para decir esto no necesito a los fascistas ni a los liberales ni a los anarquistas. Me basta con saber que
todos los ciudadanos por debajo de los Pirineos tienen el mismo problema que
yo. Que son mis hermanos de
desgracia.
Y si, una vez lograda la III República, los españoles
deciden que la quieren comunista libertaria, pues mucho mejor. Y si prefieren
votar a partidos como la democracia cristiana o los liberales, pues me
conformaré. Pero asumir una monarquía partitocrática impuesta en pleno siglo
XXI es renunciar a todo atisbo de libertad para los próximos mil años. A eso no
me conformaré nunca. No sin un referéndum monarquía/república que lo avale
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