LA GRAN TRAMPA: ASÍ TE LLEVARÁN AL DINERO
ELECTRÓNICO
Es un hecho.
Ya empiezan a
atisbarse las maniobras que nos llevarán al uso generalizado del Dinero
Electrónico y al consiguiente control absoluto de toda la población.
En estos momentos
podemos afirmar que ya se ha iniciado el indispensable proceso de manipulación
mediática y ciertamente, debemos reconocer que los mecanismos escogidos para
instaurar el dinero electrónico por parte de la, crípticamente llamada élite,
son tan hábiles y sutiles que difícilmente conseguiremos impedirlo.
Porque la clave de
la maniobra radica en quién nos llevará hasta ahí y en las razones que ese
quién o quiénes esgrimirán para conseguirlo.
Una auténtica
trampa, tan ingeniosa y malintencionada que convertirá en enloquecido,
paranoico, retrógrado o directamente elitista al que la denuncie abiertamente.
Y es que,
desgraciadamente, cuando se generalice el uso del dinero electrónico y éste se
combine con las técnicas de Control Masivo ya establecidas, entraremos en una
nueva fase de la historia humana: la tecno-esclavitud, una suerte de neo
feudalismo sustentado en el control tecnológico del que jamás podremos
liberarnos.
Pero como decíamos,
el punto determinante radica en quién nos convencerá de la necesidad de
instaurar el Dinero Electrónico y en los argumentos, excusas y subterfugios,
que utilizará, hábilmente disfrazados de avance democrático, limpieza ética y
justicia social.
Estas últimas
semanas estamos asistiendo a los primeros actos de esta representación teatral,
aún algo tímidos, casi a modo de tanteo o inoculación previa de la idea.
Y los actores
escogidos para cumplir con tan crucial papel, proceden, como muchos temíamos,
del mundo mediático alternativo, de aquellos medios o ideologías que
supuestamente luchan más enconadamente contra las élites bancarias, el
latrocinio mundial y la injusticia social y económica.
Uno de los ejemplos
más claros de ello es Max Keyser, que a través de su cada vez más popular
programa “Keyser Report” en el canal RT, se ha convertido en el azote mundial
de los banqueros elitistas y corruptos.
Sin embargo, a pesar
de su carácter rabiosamente alternativo, fresco y casi revolucionario, Max
Keyser inocula en el espectador, de forma persistente, como una gota malaya, la
necesidad de adoptar una moneda electrónica virtual, el Bitcoin.
Y no se detiene
aquí, como pudimos ver en el programa 515 titulado “El fracaso de la
flexibilización cuantitativa”. Tras despotricar, como es habitual (y
justificadamente), de la mafia bancaria que domina la economía mundial, Max
Keyser entrevistó al profesor noruego Trond Andersen, Profesor de sistemas de
control con herramientas matemáticas para el modelado de sistemas dinámicos
aplicados a la macroeconomía (no lo pronuncien sin tomar aire).
Y en la entrevista, dicho
Profesor nos ofreció una “solución” para aquellos países que como Grecia,
España o Portugal se ven azotados por la crisis: la creación de una moneda
electrónica que actúe como divisa paralela al Euro, a la que se llamaría Divisa
Nacional para la Crisis.
En palabras del
profesor Trond Andersen:
“Gracias a la
electrónica y las redes móviles ahora es posible hacer esto en un país entero
de forma que los ciudadanos puedan realizar transacciones sin monedas ni
billetes. Si los países quieren implantar el sistema no tienen mas que empezar
a emitir dinero electrónico para pagar a sus empleados o pensionistas…”
Según el profesor,
el objetivo sería disponer de una divisa que pueda ser convenientemente
devaluada por el Estado que la adopte, a diferencia del Euro, con el cual es
imposible hacerlo.
Entonces, como nos
dice Andersen, gracias al uso del teléfono móvil, del que todos disponemos ya,
sería fácil establecer la circulación y uso de esa moneda electrónica para la
crisis, lo que además permitiría al Estado que la adoptara, aplicar impuestos
sobre las transacciones electrónicas que se realizaran y con ello garantizar el
pago de las pensiones y de los salarios de los funcionarios con la misma
moneda.
Una idea muy
oportuna y conveniente justo cuando crece en toda Europa el temor a dejar de
cobrar las pensiones en el futuro y el convencimiento, cada vez más
generalizado, de que está en peligro la llamada “Sociedad del Bienestar”.