Para
entender este concepto es necesario primero comprender como piensa
el hombre; para ello retomemos nuevamente la analogía de la
computadora.
Si bien es sabido que los equipos informáticos no
piensan, la manera en que procesan los datos es muy similar a la
nuestra, como ya explique en los seis primeros artículos.
Supongamos que estamos navegando por internet visitando distintas
páginas; cada vez que ingresamos a una de ellas, esta descarga su
contenido (texto, fotos, vídeos, etc.) a la computadora para que
esta pueda procesar los datos y mostrar en la pantalla el resultado
final; estos datos se guardan en una carpeta que se llama “archivos
temporales de internet”, que como el nombre indica, son
temporales.
Mientras permanecen en la máquina, estos archivos son
usados para evitar el tener que descargarlos de nuevo cada vez que
se visita la misma página y solo los que hayan cambiado o sido
agregados desde la última vez son actualizados. Estos archivos se
usan mientras se necesitan y luego de un tiempo son automáticamente
eliminados, teniendo la computadora que volver a descargarlos cuando
se visita la página nuevamente.