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15.3.16

Todo son ficciones que solo existen dentro de nuestras cabezas y que programan nuestras existencias y nuestros sueños

SUEÑOS DE BORREGO

Definitivamente, estamos todos locos.

Las señales de la locura colectiva en la que estamos inmersos las podemos ver por todas partes, a nuestra alrededor.

No se trata de señales puntuales de enajenación que se manifiestan de repente, como una anomalía en medio de la cordura generalizada: lo cierto es que la demencia forma parte integral de nuestra existencia cotidiana.

Es nuestro modus vivendi.

En realidad no hay ninguna diferencia entre las ficciones que pueblan la mente de “un loco” y que configuran su “demencial” concepción de la realidad y las ficciones que hay en la mente de “un cuerdo” y que configuran su “sensata” visión de las cosas.

La sensatez y la demencia se diferencian por una mera definición; porque en realidad, ambos, tanto los cuerdos como los locos, vivimos en una ficción que solo existe dentro de nuestras cabezas.

Hace unos días pudimos ver un ejemplo de ello; una pequeña noticia del mundo del deporte que es un auténtico compendio de la locura colectiva en la que estamos ahogándonos todos como individuos.


Se trata de una carta que un joven aficionado argentino ha enviado a un periódico y en la que expresa cuál es su “gran sueño”: conocer a la estrella del fútbol mundial, Lionel Messi.

Primero vamos a leer la carta, publicada en el diario argentino Clarín y después vamos a tratar de analizar, no solo lo que dice superficialmente, sino cuál es su significado secundario y las implicaciones que tiene.

Esto es lo que dice el aficionado…

“Ojalá que Messi lea mi carta”

Tengo el sueño de conocer personalmente a Lionel Messi y nadie me ayuda a cumplirlo. Algo es seguro: nadie es capaz de ponerse en mi lugar. ¿Qué saben de las veces que me encerré en mi habitación y lloré al enterarme que alguna vez se puso en duda la continuidad de Lio en la Selección, por ejemplo? ¿O cuando lo culparon por no coronarse en el Mundial ni en la Copa América? ¿O acaso la guerra la gana un sólo soldado? En este momento, no me importa tener lo que un joven de mi edad generalmente anhela. Un auto, dinero para salir el sábado con amigos, el amor de una chica. La verdad es que a mí me alcanza con esperar los fines de semana para verlo jugar a Lio: eso me hace la persona más feliz de este planeta.

Por eso sufrí como propia aquella lesión que lo alejó un tiempo de las canchas y me alegró tanto su quinto Balón de Oro. Y este presente por el que atraviesa. He escuchado que a los sueños se los debe perseguir, pero a veces dudo. De tanto pensar en que pueda conocerlo, no logro aportar un granito de arena para llevar a cabo esa ilusión tan grande de estar cara a cara con él. Por todo eso, por lo que él me inspira es que me decidí a escribir estas palabras. Podría hablar de muchas cosas más, pero hay algo que me preocupa como ser humano y son las personas.

A veces me siento rodeado de gente conformista. Parece ser que las personas se olvidaron de soñar, les alcanza con llegar a fin de mes y tener su montoncito de dinero para comprar sus “cositas” … ¿Por qué será que tenemos esa mala costumbre de ponernos límites y conformarnos con poco? ¿Qué sería de este mundo si las personas se atrevieran a soñar en gigante? Imagínese si los demás tuvieran el poder de superación que tuvo Lio de niño, que su falta de crecimiento no le impidió convertirse en el mejor … Muchas veces nos ponemos excusas, pero él no las tuvo ni las buscó jamás. ¡Simplemente, decidió ser quien es!

Llevo en mi piel lo que me hace ser la persona más feliz y soñadora del mundo. Es un tatuaje con la imagen del más grande futbolista de la historia. Para que me lo graben en mi piel insumí cinco horas corridas, el dolor fue lo de menos: me ponía contento el hecho de que llevaría marcado en mi cuerpo a quien quiero tanto en mi vida.

También quiero decirles que estoy embarcado en un proyecto solidario dedicado a Lio, ya que fue la persona que me inspiró a realizarlo. Mi proyecto lleva como nombre “Arte solidaria” y tiene como objetivo no sólo el hecho de llevar un dibujo a las personas, sino también compartir momentos, escuchar sus historias y, por sobre todo, motivarlas a que luchen por sus sueños. Nada de esto hubiera sido posible si no fuera por Lio, ya que él fue quien me motivó a llevar a cabo la idea de procurar cambiar el mundo con pequeñas y a la vez grandes acciones.

Necesito que alguien me diga cuál es el precio para que este sueño se vuelva realidad. Estoy dispuesto a lo que sea, a ir donde sea, todo por cumplir esto que tanto anhelo en mi vida. Quiero formar parte de aquellas personas que tuvieron la oportunidad y privilegio de tenerlo cara a cara y agradecerle todo lo que hizo por mí, sin ni siquiera saberlo.

Desde ya, muchísimas gracias a Clarín y a todos por tomarse el tiempo de leer mis palabras. Ojalá le lleguen a Lío. ¡Lo agradezco de todo corazón!

Bruno Paisio

Y este es el comentario que añade el periodista Osvaldo Pepe ante la misiva recibida:

Sueño de potrero siglo XXI

​El encantamiento adolescente de Bruno nos traslada en el tiempo y nos instala en otra dimensión. A su modo quiere cumplir con “El sueño del pibe”, pero del otro lado del mostrador. Aquel sueño mostraba, en tono de aspiración tanguera, el país de los años 40. Las ilusiones futboleras se acunaban con una “pelota de trapo”, esa hija de la pobreza hecha con medias viejas. Y que se pateaba como se podía en los potreros de las barriadas humildes, con pibes que aspiraban a crack. Setenta años después, Bruno no quiere ser un astro mundial, sólo conocer al más grande de todos.

La verdad es que podríamos estar horas destripando esta carta, párrafo por párrafo.

Habla de gran cantidad de cosas que están mal, no en la mente de este chico en concreto, sino en la sociedad en general. Lo primero que nos llama poderosamente la atención en este asunto, es lo que este joven argentino concibe como “sueño de su vida”…

NUEVOS Y VIEJOS SUEÑOS

Hasta ahora, cuando alguien tenía “un sueño vital”, fantaseaba con hacer “grandes cosas”: ser astronauta y viajar a la luna, ser explorador y dar la vuelta al mundo, ser un gran científico, un gran escritor, una estrella del futbol, un actor o un cantante famoso, o ser rico y acumular un gran poder.

Sí, es cierto: todos esos “sueños vitales” que hemos mencionado son sueños inculcados por el propio Sistema; metas esencialmente vacías, creadas por la sociedad y a las que mucha gente se ha entregado ciegamente, sin pararse a mirar lo que realmente llevan en su interior y sin llegar a comprender lo que tiene auténtico valor en la vida.

Pero la gran diferencia entre esos viejos sueños inculcados por la sociedad y el “nuevo” sueño que nos presenta este joven argentino de la actualidad, es que en los viejos sueños, el protagonista activo era siempre el propio soñador; en todos ellos, implícitamente, hay un desempeño, un esfuerzo o un talento que el soñador debe desarrollar para alcanzar el éxito que tanto cree anhelar.

En esos viejos sueños, el soñador no solo es el protagonista, sino que además es el que atesora las capacidades que le convierten en alguien “superior” a los que le rodean, lo que le permite “triunfar” según los cánones inculcados por el Sistema.

Sin embargo, en este caso, el joven no sueña con ser él un gran jugador de futbol, utilizando a Messi como referente o como meta a superar.

Este joven no anhela “SER” nada por sí mismo, sino que tan solo anhela acercarse a alguien que ya “ES”, para tratar de darle sentido a su propia existencia.

Y esta vuelta de tuerca nos dice muchas cosas del mundo actual y sobretodo del mundo futuro.

La primera cosa que nos dice es que el joven se concibe a sí mismo, a nivel individual, como un ser insignificante que “debe adquirir valor” acercándose a aquél a quien él ve brillar con luz propia.

Prácticamente podríamos decir que se ve a sí mismo como una polilla que sueña con acercarse revoloteando a la luz cegadora de una farola.

¿Cuánta gente en nuestra sociedad hace lo mismo?

¿Cuánta gente es capaz de hacer horas y horas de cola, solo por estar cerca de algún personaje célebre y conseguir, en el mejor de los casos, el “trofeo” de un autógrafo o de una foto con él, como si fuera un gran logro?

Lo que este tipo de actitudes nos muestran es la sublimación de la miseria individual y de la asunción de la propia insignificancia; algo parecido a creerse inferior a nivel existencial respecto a otros individuos.

Es por culpa de mecanismos psíquicos demenciales como éste, que los seres humanos hemos aceptado durante siglos la existencia de reyes, nobles y “estirpes superiores”, y los hemos tratado como si estuvieran por encima del resto de los mortales por el simple hecho de que han llegado al mundo saliendo de una determinada vagina.

En el caso concreto del adolescente argentino que sueña con conocer a Messi, lo que tenemos es que el viejo sueño vital de “llegar a ser tal cosa”, se ha convertido en el sueño de “acercarse a tal persona”.

Lo que antes era una meta construida alrededor del propio ego, ahora pasa a ser una meta construida alrededor de un elemento externo, que en este caso concreto incluso puede posicionarse en el espacio y en el tiempo y determinarse con unas coordenadas concretas (el lugar y la hora de reunión con Lionel Messi) y en la que el propio ego es insignificante y prácticamente despreciable.

Es como si la polilla que aletea cerca de la farola, un buen día decidiera que el valor de su existencia ya no depende de las heroicas acrobacias aéreas que ejerce como insecto volador y a las que tanta importancia había otorgado hasta ese momento, sino que a partir de un determinado momento, su valor como polilla dependerá de si está más o menos cerca de la bombilla.

Puede parecer una tontería, pero lo que esto nos muestra es la culminación de un largo proceso ejercido por el Sistema y centrado en la destrucción, dentro de la propia mente, del concepto de individualidad y de su incalculable valor intrínseco.

Hasta ahora, cuando el Sistema nos inculcaba sueños vitales ficticios (ser rico, ser famoso, etc…), lo que en realidad hacía era desviar el foco de atención fuera de nosotros mismos y de nuestro valor intrínseco e incalculable como individuos, creando la ficción en nuestra mente, de que el valor que tenemos como individuos está en función de los logros obtenidos a nivel social.

Ahora, lo que nos muestra este nuevo mecanismo evolucionado, es que empieza a haber cada vez más individuos que han dado un paso más allá y que ya no se ven a sí mismos como posibles generadores de valor individual a través de sus propios logros sociales, sino como elementos inertes cuyo valor está íntegramente en función de la posición que ocupen respecto a puntos de referencia externos, con independencia de lo que ellos generen a lo largo de su vida.

Sólo así se explica que alguien pueda concebir la idea de que su “sueño vital” sea coincidir con una persona determinada en una habitación.

A uno le puede “hacer mucha ilusión” conocer a tal o cual persona, pero concebirlo como “el sueño de mi vida”, tiene implicaciones nuevas y bastante profundas.

Al principio, el Sistema manipulaba con programación social nuestro propio ego para alejarnos de nosotros mismos.

Ahora, ya ha dado un paso más y ya trabaja directamente en la demolición de nuestro ego, como paso previo a que dejemos de ser individuos diferenciados y pasemos a ser componentes integrales de una futura mente de colmena, en la que, como componentes suyos, tendremos más o menos valor en función de si estamos más o menos próximos a determinados puntos de referencia en un momento determinado, sean personas, lugares o eventos concretos determinados por el propio Sistema.

Otro aspecto que nos ha llamado la atención de esta carta, es la naturalidad con la que el periodista, Osvaldo Pepe, acepta y asume de forma inadvertida todo lo que hemos expresado hasta ahora, situándolo en el contexto de la sociedad argentina.

“…El adolescente (…) quiere cumplir con “El sueño del pibe”, pero del otro lado del mostrador. Aquel sueño mostraba, (…) pibes que aspiraban a crack. Setenta años después, Bruno no quiere ser un astro mundial, sólo conocer al más grande de todos”

Resulta impresionante y altamente inquietante ver como el periodista asume, de forma inconsciente y con plena naturalidad, que en 70 años, los jóvenes argentinos hayan pasado de soñar con convertirse ellos mismos en estrellas del futbol, a solo aspirar a conocer a su ídolo futbolístico.

Viendo que se produce un proceso de este tipo en una sociedad, quizás deberíamos preguntarnos: ¿qué triste futuro le espera a una nación en la que los jóvenes ya no sueñan con SER, sino que se conforman con ESTAR CERCA DE…?

¿Cómo puede ser que un periodista, que se supone que tiene una cierta capacidad de análisis de la realidad, no se percate del sentido profundo que tienen sus propios razonamientos y los pase completamente por alto, obviando además las consecuencias que implican a nivel social?

Lo cierto es que no es un problema específico de este periodista en particular, sino de toda la sociedad, cegada por la superficialidad más absoluta e incapaz de decodificar el auténtico sentido de sus propios razonamientos y su significado profundo.

Y que quede claro que no estamos hablando específicamente de la sociedad argentina.

Tan solo utilizamos el ejemplo de la carta del joven admirador enviada a Clarín, para poner sobre la mesa un problema que, poco a poco, empieza a manifestarse en todo el mundo a nivel psíquico y que forma parte de un largo proceso colectivo a nivel inconsciente.

LA LOCURA COLECTIVA

Al principio del artículo hablábamos de la locura colectiva y de los mecanismos demenciales que forman parte de nuestra vida cotidiana.

Para profundizar en ello, nos gustaría analizar por un momento los mecanismos mentales que han llevado a este joven adolescente a crear en su mente toda esa ficción vacía de contenido, que le lleva a convertir en sueño vital el simple hecho de conocer personalmente a un tipo que chuta un balón.

Esta persona, como a todos nosotros nos sucede bajo la programación mental del Sistema, ni tan solo es consciente de los procesos que su psique ha seguido para generar todo ese entramado ficticio.

Lo primero que le ha sucedido a este joven y que podríamos calificar como PRIMER nivel de ficción, es que ha dejado de observar la realidad tangible de los hechos y ha empezado a creer en una realidad paralela que solo existe dentro de su mente; la realidad tangible es que Lionel Messi es un tipo que juega maravillosamente bien al futbol, es decir, chutando un balón con los pies sobre el césped…y nada más que eso.

Sin embargo, la sociedad ha inducido al adolescente a re-programar su psique para que interprete ese divertido juego consistente en golpear un balón con los pies, como una actividad épica que merece ser admirada y aplaudida casi como una heroicidad; es decir, ha construido una realidad aumentada que solo existe dentro de su cabeza, que le lleva a distorsionar la valoración que debería tener sobre el propio juego del fútbol; y no le pasa solo a él, evidentemente: es algo que nos sucede a los millones de aficionados al fútbol o al deporte en todo el mundo.

Una vez creada esa épica ficticia alrededor de unos tipos que golpean balones con los pies y que se alimenta de otros mecanismos de programación basados en la identificación de grupo con un equipo (sea un club de fútbol o una nación), dentro de la mente se genera un SEGUNDO nivel de ficción sustentado en dicha base.

En este Segundo nivel de ficción mental, el joven adolescente ha creado una aureola mítica alrededor de una figura concreta, en este caso Lionel Messi, basada en la supuesta épica especial de sus acciones.

Inadvertidamente, el adolescente le ha otorgado una especie de poder abstracto a Messi que le convierte en algo parecido a una entidad superior que merece ser adorada por encima del resto de seres humanos, siguiendo un proceso parecido al de la mitificación de un gran líder o de un ser semidivino.

Y una vez fabricado en su mente ese segundo nivel de ficción, genera aún un TERCER nivel de ficción sentado sobre esa base, mediante el cual genera la fantasía inconsciente de que coincidir físicamente con Lionel Messi en un lugar concreto del espacio y el tiempo, intercambiar palabras con él o incluso tocarlo, representará un acontecimiento cuasi mágico.

De hecho, sin darse cuenta, el joven ejerce de parásito que trata de absorber parte de esa aureola mágica que él mismo ha creado alrededor de la figura de Messi en su propia mente.

Sin saberlo, el adolescente actúa como si acercándose a la figura que tanto idolatra, pudiera absorber parte de esa aureola ficticia para llenarse con ella como si fuera un jarrón vacío. ( ya hablamos de estos mecanismos en el artículo UN MUNDO DEMENCIAL)
Por último y ya como CUARTO nivel, el joven sublima esa coincidencia con el ídolo y genera una última ficción, esta vez basada en la nula percepción de su valor como individuo, mediante la cual, convierte el hecho de conocer a Lionel Messi en un sueño vital que dará sentido a su existencia.

Este conjunto de mecanismos ficticios que el joven argentino ha generado en su cabeza y que programan sus anhelos y sus sueños como individuo, son solo un ejemplo más del nivel de locura al que todos estamos sometidos.

El joven ha creado un mundo paralelo dentro de su psique que orienta todos sus deseos y anhelos en una determinada dirección y que por tanto, domina su propia existencia.

Sumergido en esa realidad ficticia paralela, el adolescente olvida cuál es la auténtica realidad tangible sobre Messi: y es que Messi es un joven que simplemente sabe golpear el balón con los pies con una gran habilidad…y nada más.

Toda esa adoración cuasi religiosa hacia Messi se sustenta en la nada; es pura ficción sin base alguna.

Si no hubiera programado su mente con todas esas capas de mecanismos ilusorios de los que ni tan solo es consciente, para este chico la posibilidad de coincidir con Messi en una habitación tendría el mismo significado y valor que reunirse con el barrendero de la esquina o con el “gato que se rinde” y cuyas fotos han inundado las redes últimamente.

De hecho, no hay ni un solo aspecto lógico y razonable que justifique el anhelo de estar cerca de un personaje famoso, sea el que sea.

La única forma de “justificar” esa ansia de estar cerca de alguien célebre, es creando un nuevo nivel de ficción en nuestra mente (que en este caso sería el QUINTO nivel) y auto programarnos para creer que esa “ficción de justificación”, tiene una base real.

Por ejemplo, si yo ahora les dijera que cada vez que Messi lanza un caño, se salva un gatito de ser atropellado, cada vez que hace un regate, crece un árbol en el Amazonas y cada vez que mete un gol, se cura un enfermo, y que por todo ello debe ser venerado como un ser superior, todos ustedes me tildarían de loco.

Me dirían: “has generado una fantasía absurda en tu mente: ninguna de esas tonterías en las que crees sucede en realidad”

Incluso algunos me pedirían pruebas, burlándose de mi y considerándome un lunático.

Sin embargo, millones de personas en todo el mundo creen que orar ante la escultura de un hombre torturado y crucificado en una Iglesia, rezar ante el muro de un antiguo edificio en Jerusalén o dar vueltas alrededor de una piedra negra en La Meca, tiene un significado mágico ineludible que marca el sentido de toda una existencia.

Y hasta ahora, nadie les ha pedido pruebas…de hecho, se ha demostrado históricamente que hacerlo puede poner en peligro la integridad física del solicitante.

Así pues, ¿quiénes son los locos y quiénes son los cuerdos?

¿De verdad hay alguien que pueda demostrar que los mecanismos mentales de unos son ciertos y los de los otros ficticios?

Lo cierto es que lo único que diferenciaría realmente la presunta adoración sagrada a Messi y la adoración religiosa que encontramos en cualquiera de las religiones actuales, son las circunstancias sociales que acompañan a cada una de dichas creencias, traducidas en número de seguidores, localización, relación con el poder establecido y número de generaciones cuya mente ha sido infectada con dichos mecanismos psicológicos.

Si alguien consiguiera convencer (programar) al suficiente número de personas para que creyeran que Messi salva vidas con sus acciones futbolísticas y consiguiéramos extender el mito durante varias generaciones, habríamos sentado las bases para establecer una nueva religión.

Pero si abandonamos la idea humorística de la religión basada en Messi y volvemos a los argumentos que exponíamos antes, veremos que en realidad la adoración vacía hacia un famoso y la adoración religiosa hacia un ser divino imaginario, solo se diferencian por la existencia de un nivel más de programación, que de forma manipuladora es calificado como “tener fe en…” y que nos es inculcado por la fuerza a través de las diferentes doctrinas religiosas.

Todo son ficciones que solo existen dentro de nuestras cabezas y que programan nuestras existencias y nuestros sueños; ideas y fabulaciones mentales que se han apoderado de nosotros y que hablan a través de nuestras bocas, utilizan nuestras manos para que las plasmemos en papel, usan la fuerza de nuestros brazos para que les construyamos símbolos visuales en forma de templos, palacios, banderas o uniformes y hacen uso de nuestros puños para golpear a los que no han sido debidamente infectados con ellas.

¿De verdad somos esos seres racionales y superiores que creemos ser?

Por favor, que venga alguien y nos confirme que definitivamente no estamos todos locos…

Y sobretodo, que lo demuestre…

GAZZETTA DE APOCALIPSIS


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