REALIDAD
VIRTUAL: Simular una recreación mental
SINOPSIS: con la presentación incipiente de
varios dispositivos de realidad virtual (RV) orientados al mundo de
los videojuegos, parece que el asunto empieza a encontrar
definitivamente su lugar entre el gran público.
En
adición al sistema Oculus
Rift para
PC presentado en marzo de este mismo año, en cuestión de días el
gigante PlayStation prepara su propio asalto a la realidad virtual de
la mano de su PS
VR.
Como
aficionado a los videojuegos confieso que jamás pude entender la
brecha temporal entre la primera versión de RV para PC allá por los
años 80 y su comercialización definitiva en 2016. Lo digo porque si
bien es evidente que la potencia gráfica de aquellas máquinas
resultaba ridícula comparada con las de hoy día, la metodología
sin embargo ya
existía,
aunque limitada ¿cómo no? a la tecnología de la época.
La
pregunta del millón es por qué, con tanto como prometía, el
interés por la RV no
avanzó en
el mundo del PC a la par que las aceleradoras gráficas, los
microprocesadores y las tarjetas de sonido.
Intuyendo
ya en la década de los 80 que cuando llegara esta tecnología al
gran público por fin la gente debería empezar a sospechar
de la
naturaleza virtual de nuestra atesorada “realidad” no cuesta
comprender, tal vez, por qué las grandes multinacionales no han
querido apostar definitivamente por la RV hasta la fecha… a las
“puertas” de la esperada Graduación misma del Espíritu del
Planeta.
Claro,
imaginad por un momento que el apabullante realismo
de los
modernos sistemas de RV consiguiera finalmente DESPERTAR entre los
usuarios aquella relación (para algunos ya imposible de ignorar)
entre los mundos virtuales representados hiperrealísticamente
en sus
dispositivos y su mundo “real”. Imaginad un día en que los
cascos comercializados incorporen además una cámara y un aplicativo
que convierta, por ejemplo, la imagen externa en un escenario virtual
completamente explorable a través del mismo sistema de RV e
indistinguible
del
mundo de la vigilia.
Sí,
ya sé que resulta redundante y que parece una gilipollez, pero
imagina por un instante que estás sentado en tu habitación delante
de tu consola y ves la pantalla, el escritorio, la pared, etc. Ahora
te colocas el casco, enchufas su cámara y empiezas a ver, a través
de la RV esta vez, una perfecta réplica
hiperrealista de
tu pantalla, tu escritorio… y tu pared. Y todo, casi, sin
posibilidad alguna de DISTINGUIR entre
ambas “realidades”. ¿Te lo puedes imaginar?
¿Estás seguro de que no empezarías a hacerte preguntas sobre la
verdadera naturaleza de la “realidad”?
Con
la nueva tecnología VR, lo que para mí fue siempre un “experimento
mental” como suele decirse, algún día no muy lejano se terminará
convirtiendo en conocimiento
fehaciente.
De ahí, sospecho, no ya que la industria del videojuego haya
conspirado para retrasar todo lo posible el lanzamiento de estos
productos, sino que han sido los
responsables mismos del Juego
quienes
han impedido que dicha tecnología llegara a los mercados antes
de tiempo tal
vez.
Total, no sería ésta la primera ocasión en la que interceden para
limitarle a los Secuenciales el uso y disfrute de determinada
maquinaria. De ahí que el imperio Romano, muy posiblemente, hubiera
de contentarse con su formación en “tortuga” en aquellos tiempos
o que ni siquiera el genial Leonardo pudiera materializar
apropiadamente sus tanques, submarinos y demás artilugios voladores
prestados de un futuro todavía lejano. ¡Jódete “marciano”!
Pensad
si no. ¿Y si a la vuelta de unas décadas buena parte de la
población mundial se percata
sin
remedio (gracias a la RV) de que se hallan inmersos en una especie de
VIDEOJUEGO?
Con
las actuales condiciones económicas que vinieron para quedarse
y
teniendo en cuenta el estado de neoesclavitud en el que nos han
sumido los gobiernos de nuestros gobiernos, llegado
el caso no
me cuesta imaginar a un buen puñado de Simultáneos SALTANDO literal
y voluntariamente por la borda de este barco inmundo en el que cada
día en mayor medida se convierte nuestro mundo.
Naturalmente,
si en algún momento de la Historia los protagonistas estelares de la
experiencia del Juego en la Tierra desaparecieran
pues
“mundo, ¿para qué te necesitamos?”. Y este mismo escenario que
hipotetizo parece ser ahora la preocupación de algunos ricachones de
Silicon Valley a tenor del enlace que hace unos días me hiciera
llegar “El Abuelo”. ¡Gracias por ello!
“Muchas
personas que trabajan en Silicon Valley (California, Estados Unidos)
se han
obsesionado con la hipótesis que presentaba la
película ‘Matrix’, según la cual ‘lo que
percibimos como la realidad realmente es algo
fabricado por las computadoras’, reza un
artículo
de la revista ‘The
New Yorker’ dedicado
a Sam Altman, el presidente de un fondo de inversiones que impulsa
empresas innovadoras llamado Y Combinator.
Esta publicación especifica que ‘dos
multimillonarios del sector tecnológico’ convencidos de esta idea
—cuyo nombre no menciona— ‘han llegado al extremo de financiar
en secreto a científicos para que estudien COMO LIBRARNOS de esta
SIMULACIÓN’.
“Dos
multimillonarios financian en secreto a científicos para salir de
«Matrix»”
De la lectura del artículo
se deduce por un lado que, efectivamente, hay cosas que Don Dinero es
incapaz
de
comprar: como la evolución espiritual. Y, por el otro, que ni la
imaginación ni la creatividad están en venta para que los minions
las adquieran por capricho. En cualquier caso la solución es bien
sencilla. ¿Quiere usted escapar de la simulación Don Ricachón?
Pues súbase a lo más alto de su ático en Manhattan, salte sin
paracaídas ni remordimiento y le juro que abandona usted la
simulación nada más tocar el cemento.
Me
parece la idea tan, tan ridícula, que solo me ocurre interpretar el
artículo que comento como una nueva oportunidad
para
hacernos a todos reflexionar
sobre
la verdadera naturaleza de nuestra “realidad”.
Cosa
que la moderna neurociencia, por cierto, ya no parece precisar. Y es
que hace días caía en mis manos la siguiente editorial publicada en
un portal web dedicado al estudio y la divulgación del fenómeno de
la percepción. El redactor es un tal Jaume Estruch cuyo currículum
a continuación comparto para que os deis cuenta de que quienes así
piensan no
es que
sean precisamente unos iletrados:
“Ingeniero
de procesos químicos y bioquímicos y editor científico, se ha
especializado en la gestión del conocimiento, la comunicación de la
ciencia y los proyectos de ciencia e
ingeniería sensorial. En este último campo ha
creado y desarrollado el proyecto Percepnet, dirige el portal de
contenidos científicos del mismo nombre y es el promotor de los
International Percepnet Symposium, de periodicidad bienal y de los
Simposios de Química Sensorial, trienales. Actualmente es presidente
de la Sociedad Española de Ciencias Sensoriales (SECS), cargo desde
el que impulsa la investigación en ciencias sensoriales, un programa
de educación sensorial para escolares y de formación y gestión del
talento para profesionales de los distintos sectores de la economía
sensorial, en colaboración la Universitat Politècnica de Catalunya
(UPC).
Y la parte que deseo destacar de su editorial dice así:
“La
realidad, como suelen decir los neurólogos mediáticos, es una
CONSTRUCCIÓN de la mente. Porque lo
único cierto es que NO HAY una realidad ahí fuera.
Solo impulsos de origen energético y molecular que nuestro sistema
sensorial procesa para confeccionar con ellos, y con diversos
ingredientes añadidos, un escenario que sea favorable a nuestra
SUPERVIVENCIA y/o confort [¿dónde,
ahí “FUERA”?… @|#~$&%!!!!…].
Por eso, no percibimos el mundo como [realmente]
es,
sino como somos nosotros.”
“Nuestro
cerebro no nos engaña. Y tampoco es «nuestro».”
Vayamos por partes.
De
entrada el Sr. Estruch afirma sin
dudar que
el mundo que experimentamos es una mera SIMULACIÓN MENTAL o un
simple subproducto de nuestra IMAGINACIÓN en otras palabras, que es
exactamente lo que viene a significar en román paladino aquello de
que “La
realidad […] es una CONSTRUCCIÓN
de la
mente”.
(Recordad las implicaciones lógicas de semejante afirmación: si
todo lo percibido como “material”
es
resultado de una manufacturación mental,
entonces mi cerebro físico por fuerza ha de reducirse a LO MISMO. De
ahí que ya vaya siendo hora de empezar a buscar al verdadero
responsable
de la recreación de la simulación en cualquier otro lugar FUERA
de ella, además de investigar sobre qué clase de SUPERFICIE se
proyecta como para parecernos a todos la “realidad” tan
auténtica.
[En
mi próximo libro encontraréis la posible solución al dilema]).
Seguidamente
el autor destruye en una simple frase el mito
de la
existencia de toda realidad física externa afirmando sin rodeos que
“lo único
cierto es que NO HAY una realidad ahí fuera”.
[Venga,
repetidlo para vosotros mismos… NO
HAY ninguna realidad ahí “fuera”, todo está en la MENTE
solamente, disfrutamos de un mundo IMAGINARIO…
porque las consecuencias son EXTRAORDINARIAS.]
Y
después concreta que el universo que experimentamos cotidianamente
no es más que el subproducto de ciertos “impulsos
de origen energético y molecular que nuestro sistema sensorial
procesa” descodificados
siguiendo determinados protocolos internos (los “diversos
ingredientes añadidos”)
en la forma de este mundo que supuestamente nos acoge.
ATENCIÓN: nótese que en ningún momento del texto se afirma que
dicha “construcción” mental guarde PARECIDO alguno con ningún
otro genuino mundo alternativo.
El
problema
surge,
si acaso, con el uso habitual del término “simulación”, que es
quien acarrea por defecto la sensación de que el escenario que
experimentamos resulta ser una fiel “réplica”
de cualquier otro mítico mundo material externo. Cosa la cual,
advierto, ni
puede ser demostrada de
forma alguna, ni tiene por qué ser necesariamente cierta… ya que
bien podría ser que estuviéramos disfrutando un universo
meridianamente distinto
de la
Realidad maestra responsable en última instancia de su generación.
Lo
mejor del texto viene sin embargo después, cuando devuelve
extrañamente el argumento al ámbito de la supervivencia física.
Para quien no lo sepa, el colectivo de expertos materialistas (la
inmensa mayoría
del
estamento científico) se sigue aferrando con uñas y dientes a la
hoy ya ridícula
creencia
de que ahí “fuera” existe realmente un mundo físico,
tridimensional, objetivo y solidariamente compartido por todos y en
el cual debemos por imperativo biológico, según ellos, intentar
“sobrevivir”.
Sinceramente,
no soy capaz de pensar en nadie que no
vaya a
relacionar inconscientemente y por defecto el acto de sobrevivir
con el
paso del tiempo
y la
degradación del cuerpo,
con la trasnochada teoría de la evolución
y, por
tanto, con la mera existencia de un escenario FÍSICO y MATERIAL que
dé soporte al proceso evolutivo de Gaia al completo como
tradicionalmente nos vienen contando los libros de texto.
Que
es precisamente de lo que se trata si os dais cuenta, de que nos
olvidemos de los hechos
expuestos
sobre la “realidad” para devolvernos de nuevo al terreno de juego
que al Sistema más le interesa: el del mundo material físico,
inmutable y “externo”.
De
ahí tal vez que me confirmen primero que el mundo es una recreación
mental y
en la siguiente línea me aseguren que el objeto de dicha simulación
es nada menos que la disposición de “un
escenario […] favorable a nuestra SUPERVIVENCIA” (de
uno mismo y de la especie, lógicamente).
Ya…
de nuestra supervivencia ¿dónde?
¿Pero
no acaba de decirnos el experto que ahí fuera no
hay nada?
¿De qué “supervivencia” me hablan entonces?…
Mejor todavía, ¿de la “supervivencia” de QUIÉN?
Claro, si en verdad habito dentro de mi PROPIA simulación mental
¿QUIÉN se supone que soy “Yo” realmente?
Según
los neurocientíficos materialistas y localizacionistas (quienes
consideran que el órgano maestro es el alfa y el omega de todos los
fenómenos de la experiencia) cada nueva faceta descubierta del
cerebro humano se explicaría como alguna presunta solución de la
“Naturaleza” en respuesta a cualquier desafío evolutivo.
De una evolución, insisto, en un universo de carácter MENTAL en
exclusividad que por fuerza solo puede existir “dentro” de
nuestras cabezas.
Salta
a la vista, pues, que al menos tiene que ser uno ingeniero
para
afirmar sin perder el pelo que nuestro cerebro utiliza las
sensaciones de un mundo que NO EXISTE
para construir mentalmente otro en el que poder “sobrevivir”.
¿Vosotros entendéis algo? Yo sí.
-
Que cuando se nos menciona el tema de la supervivencia se dispara automáticamente nuestro sistema límbico, nos recuerda que “somos” mortales y, de paso, reaccionamos como simios al perder el control de nuestra capacidad de raciocinio impidiéndonos reflexionar sobre la gilipollez que acabamos de escuchar;
- Que todo lo que nos han contado sobre la “realidad” es MENTIRA y que, cuando algún experto se escapa con una verdad, pues corriendo se tapa él solito para que sigamos viviendo en los mundos de Yupi;
- Y que el Sistema tiene en nómina a toda suerte de agentes de formación intachable para decirnos a todos en qué cosas podemos creer y en cuales no, no vaya a ser, tal vez, que nos dé a unos cuantos por saltar por la ventana y se quede su puta madre en este mundo para seguir pagando los impuestos.
¡Que os den!
¡Animo!, que ya queda menos.
BIENVENIDOS A LA TIERRA.
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