¿ES VIABLE LA HUMANIDAD? Parte 2
Continuando
con nuestro articulo ¿ES
VIABLE LA HUMANIDAD?, analizaremos, ahora, otros aspectos para
conocer nuestras posibles alternativas futuras.
Ya vimos en
números y estadísticas nuestras posibilidades y recursos
disponibles. Esta demostración nos llevó a los siguientes
resultados:
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Estamos al borde de alcanzar el límite de nuestros recursos naturales.
-
El hambre en el mundo se debe a colaterales propios del manejo logístico de la cultura capitalista que sobrepone la ganancia al bienestar común.
-
El crecimiento poblacional ha llegado a su punto límite y pasamos ahora, naturalmente, a un período de decrecimiento, ya evidente en los países desarrollados.
-
Nuestra cultura deja mucho que desear mientras continúe en el sentido de satisfacer la comodidad y los requerimientos egoticos.
Gran parte de la
humanidad, más de un 70%, es una grotesca masa de individuos que
jamás se ha planteado la motivación de sus vidas, el crecimiento
espiritual y la apertura de sus consciencias; viven en una especie de
sueño egoísta que incluye obtener la mayor cantidad de comodidades
posibles; basados en el derecho a la propiedad, se adueñan hasta de
sus seres “amados”; creen que todo está para su solaz y no
sienten responsabilidad por el estado de su medio ambiente y sus
vecinos.
En sus
manifestaciones religiosas son, también, grotescos, no profundizan
en sus creencias, pero se creen con derecho a propagarlas a los
cuatro vientos, son invasivos e irrespetuosos.
Tenemos una gran
parte de la población, musulmanes y cristianos, que sostienen que
sus creencias son las únicas viables y todos los que no la sigan
serán castigados o exterminados, ya sea por Dios o por ellos mismos
(guerra santa). Por su lado, el pueblo judío, que es una extraña
sociedad cultural, cree lo mismo, pero con respecto a estas dos.
En oriente, por su lado, la idea es similar, pero no se habla de
ella.
La diferencia
siguiente reside en el desprecio que sentimos por personas de otra
raza o facción cultural. A veces la encubrimos diciendo que no es
rechazo por el color de la piel, sino por sus costumbres sociales,
mismas que, en realidad, no corresponden a su etnia, sino a la
cultura a la que pertenecen. Sin embargo, basta el mínimo
enfrentamiento, para que el vocabulario escale hasta su verdadero
significado: desprecio y miedo a lo diferente.
Con esto debiera
bastar, pero no, lo que sigue es la xenofobia o rechazo al inmigrante
o extranjero (aunque viva en su país). Es curioso, pero este parece
aumentar con respecto a los habitantes de países limítrofes e,
incluso, entre los que tienen costumbres casi idénticas.
Y podemos seguir
así hasta el infinito, de lo que sólo consideraremos las
diferencias y discusiones patológicas que se realizan en las redes
sociales, donde la imposición de egos resulta en una exhibición
penosa de carencia cultural y humanística, las luchas por violencia
de género, las generadas desde las comunidades gay, etc. etc. etc.
Desde la élite
oscura que parece tener el poder nos llegan incentivos para
enardecernos más unos contra otros, ya sea por el gobierno elegido,
el partido de soccer, o la nueva moda que llega desde New York para
los hombres y que revela su clara intención de femenizarnos hasta el
punto de anular el género.
Es evidente que
una sola chispa puede bastar para encender esta hoguera de leña
seca y hasta resulta extraño que todavía no haya sucedido.
Creo que es hora
de que cada uno, o junto con su familia, deje de relativizar el
desastre que se avecina y comience a evaluar la posibilidad de un
cambio desde lo individual, comenzando por las costumbres de consumo.
No tenemos que
renunciar a cosas importantes, todavía; pero si seguimos en la
costumbre de mirar hacia otro lado, pronto la emergencia nos tocará
a la puerta.
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