¿Qué mundo tendríamos si mantuviéramos la soberanía de nuestras mentes?
UN
PRIMER PASO PARA CAMBIAR EL MUNDO
Este
artículo está dedicado a toda esa gente fanatizada y programada
mentalmente, que sin tan sólo conocer las teorías que expone
Fernando Conde Torrens (y cuyo primer artículo al respecto es EL
FRAUDE DEL CRISTIANISMO (1/5)),
le han atacado, vilipendiado e insultado gratuitamente, sin esperar a
que expusiera sus pruebas, paso previo y necesario para luego
articular una discusión sana, racional y enriquecedora al respecto.
Sinceramente,
no espero que los que habéis actuado así, lleguéis a comprender el
sentido de lo que expongo a continuación, puesto que el máximo
grado de comprensión que podéis alcanzar, es el que ofrece un
linchamiento o una quema de herejes.
En
todo caso, estas reflexiones van destinadas a aquellas personas que
sí pueden llegar a comprenderlo, aunque finalmente no compartan mis
puntos de vista.
Es
una pregunta crucial que debería hacerse cualquier persona que
quiera cambiar el mundo: ¿realmente
estoy dispuesto a dar el primer paso?
¿Estoy
dispuesto a dejar de ver la realidad tal y como me han dicho que es,
para empezar a verla tal y como es realmente?
Porque
en eso consiste precisamente este primer paso para cambiar el
mundo: en
cambiar nuestra percepción de la realidad.
Y
es que tal y como venimos advirtiendo en Gazzetta
del Apocalipsis desde
hace bastante tiempo, vivimos en una realidad paralela que solo
existe en el interior de nuestras cabezas.
Cualquier
persona que realmente quiera cambiar el mundo, debe comprender la
existencia de esta realidad paralela y conocer los pilares que la
sostienen en pie.
Por
esa razón, en este artículo expondremos una serie de conceptos que
resultan cruciales para empezar a distinguir esa ficción y conseguir
separarla de la auténtica realidad.
Y
para realizar esta tarea, vamos a poner como ejemplo un asunto del
que todo el mundo ha hablado durante días y que ha provocado horas y
horas de debates, discusiones y opiniones escritas de todo tipo.
Estamos
hablando de la prohibición del Burkini en algunas playas francesas,
aunque advertimos que éste no va a ser el foco central del artículo,
sino solo una excusa para exponer conceptos que creemos que son
importantes.
Al
fin y al cabo, hablar sobre la prohibición o no del burkini, en los
términos en que lo ha hecho la mayoría de gente, resulta
infructuoso: entran en juego los prejuicios ideológicos y la mayoría
de personas muestran una incapacidad evidente para volar por encima
de los muros que compartimentan su mente.
Por
esa razón, vamos a abordar el tema desde un punto de vista
radicalmente diferente, porque de hecho, lo que ha sucedido en esas
playas francesas y la discusión que se ha generado a su alrededor,
(en la que se han utilizado los habituales términos grandilocuentes
para estos casos, como “libertad”, “ley”, “cultura”,
“discriminación”, “racismo”, “derechos”, etc…), es un
reflejo perfecto de lo que es en realidad el Sistema y cómo domina
por completo todas nuestras acciones y pensamientos.
Como
veremos más adelante, el espectro de visión de los acontecimientos
cambia radicalmente dependiendo de si los observamos “desde
dentro” del
Sistema o “desde
fuera”de
él.
Analizar
los hechos desde dentro del Sistema (lo que ha hecho todo el mundo),
implica sumergirse en una realidad abstracta virtual que sólo existe
dentro de nuestras mentes, mientras que analizarlo desde fuera, sin
embargo, significa tomar conciencia de todas esas abstracciones
ficticias y ir a la auténtica raíz del asunto.
Por
esa razón, intentaremos analizarlo todo desde la segunda opción.
Sin
embargo, para poder hacerlo, antes debemos poner sobre la mesa
algunos conceptos…
QUIÉN
DOMINA A QUIÉN
Para
empezar, debemos tomar conciencia de la influencia que tienen sobre
nosotros los sistemas de creencias, sean de carácter político o
religioso, y nuestros hábitos y costumbres, de carácter cultural.
Lo
primero que debemos comprender es que las creencias, las ideologías
y la identidad cultural, solo existen dentro de nuestra psique.
Son
paquetes de información muy parecidos a un programa informático
instalado en una computadora: son meros mecanismos psíquicos de
programación mental.
Y
la percepción distorsionada que tenemos de ellos y de su relación
con nosotros, es muy parecida a la percepción distorsionada que
tenemos de un programa informático instalado en una computadora.
Por
ejemplo, pensemos por un momento en un programa como el célebre
Photoshop, un editor de gráficos que nos permite retocar fotos.
De
forma inconsciente, tendemos a pensar que la computadora, por ser un
elemento físico tangible, es “la que utiliza” el Photoshop para
editar las imágenes.
Pero
en realidad no es así: es el Photoshop, el programa informático, el
que utiliza a la computadora, un dispositivo físico, para cumplir
con su función.
Puede
parecer una tontería, pero verlo de una forma u otra, cambia por
completo la visión de la realidad.
Pensémoslo
bien: la computadora no ha sido creada con la función de retocar
fotos o editar imágenes; es un dispositivo complejo, repleto de
grandes posibilidades, pero que solo tiene la opción de retocar
imágenes si alguien instala en su interior el programa informático
adecuado, creado para esa función específica.
En
cambio, el programa Photoshop sí ha sido creado con dicha función.
Es su razón de ser y de existir: editar imágenes.
Y
aunque no esté instalado en una computadora, ese software llamado
Photoshop, sigue existiendo y conservando todas las capacidades
potenciales para las que fue creado.
Puede
estar “inerte”: guardado en un CD, en un DVD, en un pendrive, en
un disco duro, o en un servidor en la nube, esperando a que alguien
lo instale.
Pero
esté donde esté, el programa ya tiene todo lo que necesita para SER
lo que ES, porque aunque no tiene conciencia de sí mismo, sí
dispone de una función específica que cumplir, que determina su
existencia.
En
todo caso, la computadora, con su enorme capacidad de procesamiento,
es el elemento subyugado, aunque indispensable, para que ese programa
informático pueda plasmar circunstancialmente sus funciones en la
realidad tangible.
En
definitiva: las computadoras “crean” programas informáticos con
los que programar a otras computadoras o a sí mismas; y esos
programas, permiten realizar determinadas funciones, que finalmente
se plasman en la realidad a través de las propias computadoras.
Pero
una vez creados esos programas, una vez EXISTEN en forma de paquetes
de información, ya no son las computadoras las que los utilizan para
realizar determinadas funciones, sino que son los programas los que
UTILIZAN a las computadoras, como un instrumento para plasmar sus
capacidades en el entorno real.
Puede
ser que a muchos lectores, lo que acabamos de decir les parezca un
giro absurdo, un conjunto de elucubraciones sin sentido o una forma
de ver las cosas retorcida que no lleva a ninguna parte.
Pero
como decíamos antes, ver las cosas de una forma o de otra cambia
radicalmente la concepción de nuestra realidad.
Lo
que estamos diciendo, es que nosotros (las computadoras), creamos
todas nuestras creencias, nuestras ideologías e identidades
culturales (programas de software) y que una vez creadas, esas
ideologías, creencias y conceptos culturales, NOS UTILIZAN a
nosotros mismos para expresarse en el entorno real y no al revés.
Dicho
de otra manera: somos
esclavos de nuestras propias creaciones psíquicas, que toman control
de nuestras vidas y nos usan como instrumentos a su servicio, para
intervenir sobre la realidad de forma tangible.
Sí,
es una visión chocante, anti-intuitiva y que incluso puede parecer
absurda, fantasiosa o hasta terrorífica: pero si lo analizamos bien,
veremos que es la auténtica realidad en la que vivimos.
Pongamos
un ejemplo.
Imaginemos
a dos personas, A y B, educadas desde pequeñas (es decir,
programadas mentalmente) con dos ideologías opuestas.
Por
ejemplo, A ha sido educado para ser un fascista, mientras que B ha
sido educado para ser un comunista.
Cuando
esas personas A y B coinciden y empiezan a intercambiar información,
es altamente probable que sientan rechazo o incluso odio el uno por
el otro.
¿Y
por qué?
Bien,
pues porque los programas que llevan instalados en su mente (fascismo
y comunismo), entre sus funciones principales tienen la de luchar o
rechazar a la ideología opuesta, a la que consideran una competencia
directa, o en este caso, directamente “un enemigo”.
Ahora
supongamos otra posibilidad: que esa misma persona B, en lugar de
haber sido educada como comunista, ha sido educada desde pequeña
como fascista, al igual que A.
¿Qué
sucederá cuando se encuentren A y B y empiecen a intercambiar
información?
Pues
que muy posiblemente tenderán a considerarse “colegas” y ese
odio cerval que surgía en el primer caso por razones políticas, no
existirá, porque sus programaciones mentales son similares.
¿Y
qué demuestra eso?
Pues
que la raíz del rechazo o el odio entre A y B, no surge de la
naturaleza de los propios individuos A o B; los individuos en sí
mismos, no son la fuente original de esos sentimientos de odio o
rechazo mutuo.
A
y B no se odian.
Son
el programa “fascismo” y el programa “comunismo” los que se
rechazan entre sí y UTILIZAN a las personas A y B, en las que han
sido “instalados”, como instrumentos para expresar su rechazo
mutuo en un entorno físico real, llegando a inducir en las mentes de
A y B un sentimiento de odio del uno hacia el otro.
Es
la programación mental la que UTILIZA a
la persona para manifestarse y no al revés.
De
la misma manera que es el programa Photoshop el que utiliza a la
computadora para plasmar sus funciones en un entorno real y no al
revés.
Sí,
es difícil de asimilar, porque es anti-intuitivo: estamos hablando
de simples conglomerados de información, en forma de programa
mental, sin voluntad propia ni aparente conciencia de sí mismos, que
son capaces de dominar a seres pensantes y conscientes, hasta
convertirlos en esclavos a su servicio.
¡Y
lo más sorprendente es que son precisamente individuos pensantes y
conscientes los que, gracias a sus mentes creativas, han engendrado
de la nada esas programaciones mentales que al final los acaban
dominando!
En
este blog, llamamos Sistema (con
“s” mayúscula) al conjunto de todos esos mecanismos de
programación mental, que instalados en nuestras psiques, nos dominan
y esclavizan por completo.
Y
llamamos sistema (con “s” minúscula) a todo el conjunto de
estructuras de organización política, social y económica (aquello
que habitualmente la gente conoce como “el sistema”), que no son
más que una plasmación externa de carácter comunitario, de lo que
es el Sistema implantado
en la mente de todos los individuos.
Ahora,
antes de continuar, necesitamos explicar de forma condensada otro
concepto que nos permitirá comprender cómo esos mecanismos mentales
consiguen apoderarse de nosotros.
EL
MECANISMO CLAVE: LA IDENTIFICACIÓN
Antes
hemos expuesto un ejemplo metafórico y simplificado, en el que
teníamos a dos individuos, A y B, educados (programados) como un
fascista y un comunista, respectivamente.
Decíamos
que las programaciones mentales de carácter ideológico-político
instaladas en sus psiques, eran las que les inducían a generar en su
interior un sentimiento de odio mutuo.
Y
nos preguntamos: ¿cómo pueden conseguir simples mecanismos de
programación mental, es decir, meros conglomerados de información
sin voluntad propia, que los individuos se odien y se maten los unos
a los otros, sin que los propios individuos se percaten de que sus
acciones han sido inducidas por mecanismos mentales implantados,
ajenos a su propia naturaleza?
Bien,
pues lo consiguen generando un mecanismo de IDENTIFICACIÓN.
Los
individuos “programados” con ideologías o creencias, se
identifican plenamente con ellas, borrando en su mente, de forma
inconsciente, las fronteras entre su propia identidad individual y
aquello “en lo que creen”.
¿Qué
le dice alguien que ha abrazado el comunismo como ideología
política? Le dice: “YO SOY COMUNISTA”
¿Qué
le dice alguien que ha abrazado el cristianismo como religión? Le
dice: “YO SOY CRISTIANO”
No
se limitan a decirle: “yo
sigo circunstancialmente las doctrinas comunistas o cristianas”,
trazando una frontera entre su yo y la programación mental recibida,
sino que se IDENTIFICAN con
el programa instalado en su psique, y al hacerlo, pasan a
considerarse a sí mismos como una MANIFESTACIÓN
FÍSICA del
propio programa mental.
Así
es como estos mecanismos psíquicos, consiguen convertirnos en sus
esclavos.
Esclavos
físicos de un mecanismo psíquico.
Una
vez el mecanismo de programación ideológica instalado en la mente
de A (en nuestro ejemplo, el fascismo), consigue que A se identifique
como “Fascista”, es decir, como “representación física del
fascismo”, pasa a identificar a B como un “comunista”, es
decir, una “representación física del Comunismo” y entonces
desaparece toda restricción, tanto en A como en B, para destruirse
físicamente el uno al otro.
Esto
permite que los distintos mecanismos de programación mental (en este
caso ideologías políticas), puedan combatirse los unos a los otros
a través de sus subyugados (las personas programadas), en el entorno
físico; de esta manera, los individuos pasan a convertirse en algo
parecido a piezas sobre un tablero, en lo que vendría a ser una
partida de ajedrez entre dos mecanismos de programación mental;
ambos mecanismos de programación tratan de eliminar físicamente las
fichas controladas por el oponente, porque cada una de esas piezas
representa una posibilidad de propagación de la ideología opuesta,
en el mundo real.
Por
eso es tan importante el mecanismo de IDENTIFICACIÓN y es lo primero
que “se instala” en nuestra mente cuando somos programados
(educados) culturalmente, religiosamente, o cuando somos inducidos a
abrazar una ideología política concreta.
Si
no existiera este mecanismo de identificación, en cualquier momento,
tanto A como B, podrían tomar conciencia de que ellos y las
creencias que tienen instaladas en la cabeza, no son la misma cosa; y
entonces, podrían tomar conciencia de que el presunto opositor al
que tanto “odian”, en realidad es una persona como ellos, que
simplemente, ha sido programada con otra ideología y que por lo
tanto, no hay ninguna justificación real para odiarlo, combatirlo o
hacerle daño físico.
La
función del mecanismo de IDENTIFICACIÓN pues, es impedir que pueda
producirse esa toma de conciencia.
Y
este es un paso crucial, porque si no existiera este mecanismo de
IDENTIFICACIÓN, las guerras por ideologías, patrias, o religiones,
serían imposibles.
De
hecho, sería imposible que el Sistema siguiera en pie, al menos
mediante las estructuras que hasta ahora hemos conocido.
Pero
la importancia capital del mecanismo de Identificación no termina
aquí, pues genera una serie de efectos colaterales que cambian por
completo nuestra visión de la realidad.
LA
REALIDAD ABSTRACTA PARALELA
En
el mismo momento en el que firmamos ese contrato psíquico de
IDENTIFICACIÓN, (algo parecido a venderle el alma al diablo), en el
que aceptamos identificarnos a nosotros mismos como una manifestación
física de un programa mental instalado ( recordemos esas expresiones
de identificación tan típicas: “yo soy comunista”, “soy
cristiano”, “soy francés”, “soy heavy metal”, “soy
merengue”, etc…), en ese preciso instante, abandonamos el mundo
real para entrar en un mundo abstracto de ficción que solo existe en
el interior de nuestra mente.
¿Por
qué?
Pues
porque el mecanismo de identificación, no nos lo aplicamos solo a
nosotros mismos, sino a todo lo que nos rodea.
Es
así como todas las personas únicas, con identidades individuales y
diferenciadas que vemos a nuestro alrededor, pasan a ser
identificadas, en el interior de nuestra mente, como “moros”,
“conservadores”, “perroflautas”, “argentinos”, “gringos”,
“culés”, “ciudadanos de clase media”, “inmigrantes”,
etc…
Se
genera así un mundo paralelo en el que las personas son clasificadas
mediante multitud de estereotipos y etiquetas superpuestas de toda
índole, que conforman una nueva realidad abstracta, una suerte
de “realidad
aumentada”que
solo existe en el interior de nuestra psique y que confundimos con la
auténtica realidad tangible.
Por
si eso fuera poco, esa realidad paralela del Sistema, viene
acompañada de toda una panoplia amplísima de conceptos que sirven
para justificar todas esas ficciones y cuya lógica interna depende
por completo de que permanezcamos sumergidos en esa realidad
ficticia, en la que ahora creemos vivir.
Es
algo parecido a lo que sucede con la lógica interna de un sueño:
que solo tiene sentido mientras estás soñando. El propio sueño
incorpora todo un paquete de mecanismos lógicos inherentes que le
dan sentido a algo que en realidad no lo tiene.
Lo
que dentro de la realidad ficticia del Sistema nos parece
“completamente lógico y razonable”, desde fuera del Sistema lo
veríamos como “totalmente absurdo e insensato”.
Es
algo parecido a cuando despiertas del sueño y recuerdas asombrado lo
contradictoria que era la “lógica
onírica” en
la que estabas sumergido y que tanto sentido parecía tener.
¿Cuántas
veces nos ha sucedido?
Pues
bien, este “despertar” es muy similar al que experimentamos si de
repente tomamos conciencia plena de lo que es en realidad el Sistema
y de lo absurdos que son sus presuntos “principios lógicos de
funcionamiento”, por los que la gente entrega literalmente la vida.
RESUMEN
DEL PROCESO DE DOMINIO
Así
pues, a modo de resumen, el proceso de dominio que tienen los
mecanismos de programación mental sobre nosotros, evoluciona
mediante las siguientes fases:
-INSTALACIÓN:
Se
“instala” en nuestra mente un mecanismo de programación mental
(creencia religiosa, ideológica, cultural, etc…), generalmente a
través de un proceso educativo o por influencia del entorno social o
familiar.
-IDENTIFICACIÓN:
A
medida que somos programados con este mecanismo de programación
mental, se va desarrollando en nuestra mente un proceso
de identificación con
el programa mental, y se difuminan las fronteras entre nuestro yo y
la programación mental instalada.
Con
ello, el programa mental obtiene un dominio completo sobre nosotros,
pues pasamos a considerarnos de forma inconsciente como
una Manifestación
Física del
programa mental.
Este
proceso de identificación está compuesto de diversos niveles.
A-VÍNCULO
EMOCIONAL:
Mientras
se consolida el proceso de identificación, se genera en la mente un
mecanismo crucial: un SENTIMIENTO
DE IDENTIFICACIÓN,
es decir, una vinculación de carácter emocional con el programa
mental, que sirve para cimentar nuestra IDENTIFICACIÓN con dicha
programación mental.
Este
sentimiento extiende raíces y establece vínculos relacionados con
el conjunto de sentimientos propios de la vida personal de cada
individuo. De hecho, se nutre de ellos.
Por
ejemplo, si nos IDENTIFICAMOS como Alemanes, la existencia de ese
SENTIMIENTO de Identificación, nos llevará, no solo a considerar el
himno alemán como algo con lo que nos identificamos y que nos
representa, sino que además, cuando lo escuchemos sentiremos
emoción.
Y
esa emoción, puede estar vinculada y puede verse potenciada por
elementos emocionales personales, como por ejemplo, que tus abuelos o
tus padres, te inculcaran ese sentimiento patriótico y que albergues
recuerdos concretos relacionados con ello. (Como por ejemplo, cuando
recuerdas ese día en que tu querido abuelito Hans te enseñó la
letra del himno alemán al llevarte de pesca al precioso lago
Barmsee, rodeado de nenúfares, bajo el maravilloso sol de la
primavera bávara)
Si
no existiera ese vínculo emocional programado en nuestra mente, que
cimenta el proceso de IDENTIFICACIÓN, la gente no llegaría a
indignarse cuando alguien quema su bandera o silba su himno.
B-IDENTIFICACIÓN
DEL ADVERSARIO:
A
medida que el programa mental consigue que nos identifiquemos con él,
instala a su vez en nuestra mente los mecanismos de identificación
necesarios para reconocer a todos aquellos mecanismos mentales que
puedan representar una competencia para su existencia o que resulten
potencialmente peligrosos.
Por
ejemplo, si somos programados con una ideología política, empezamos
a identificar las otras opciones políticas como posibles adversarios
o peligros potenciales o directos para la ideología con la que nos
identificamos.
Esos
potenciales adversarios van siendo clasificados en nuestra mente
según un conjunto de parámetros (ideológicos, políticos,
históricos, culturales, etc…), que determinan el rango de amenaza
que representan para el mecanismo mental que nos programa.
C-RECHAZO
EMOCIONAL DEL ADVERSARIO:
Mientras
se producen los procesos de identificación y clasificación de los
posibles mecanismos de programación adversarios, se van
desarrollando simultáneamente, sentimientos de rechazo hacia dichos
programas mentales “amenazantes”.
El
rango de amenaza con el que los clasificamos, determina a su vez el
nivel de sentimiento de rechazo o repulsión hacia cada uno de ellos.
Por
ejemplo: inicialmente, alguien de extrema derecha tenderá a sentir
menos repulsión por alguien de centro-derecha, que por alguien de
extrema izquierda, a no ser que haya factores históricos o
personales circunstanciales que influyan en dichas dinámicas.
D-TRANSMISIÓN:
Esta
es la fase culminante que cristaliza definitivamente el proceso de
IDENTIFICACIÓN.
Se
llega a este punto cuando el individuo programado e identificado
plenamente con su programación mental, se convierte en un foco de
transmisión de dicha programación hacia otras personas. (Algo
parecido a convertirse en un foco de infección)
Llegados
a esta fase, la persona programada no se limita a actuar
como manifestación
física de
la programación mental instalada en su mente, sino que además trata
de inocular esa
misma programación mental a otras personas.
Uno
de los ejemplos más habituales de foco
de transmisión,
lo encontramos cuando las personas intentan inocular sus
programaciones mentales a sus descendientes, aprovechando la
existencia de vínculos emocionales y de autoridad.
Cabe
destacar que cuando una persona se convierte en transmisor del
programa instalado, se genera inconscientemente en su psique una
nueva “capa” o “nivel” de identificación, que está
relacionado con la cantidad de tiempo que ese mecanismo de
programación mental lleva existiendo sobre la tierra y la cantidad
de generaciones a las que “ha infectado”.
Una
programación mental que lleva transmitiéndose de generación en
generación en un entorno concreto, puede pasar a considerarse
“tradición”, “costumbre”, “creencia”, etc…
Pues
bien, cuando alguien se convierte en foco de transmisión de un
programa mental tan antiguo, inconscientemente establece un nuevo
vínculo de identificación con dicho programa mental: ya no solo se
considera a nivel inconsciente como una manifestación
física de
esa programación mental (IDENTIFICACIÓN),
sino que además se considera inconscientemente como un eslabón más
en la cadena de transmisión o propagación de esa programación
mental a lo largo del tiempo (IDENTIFICACIÓN
TRASCENDENTE).
De
hecho, pasa a identificarse como un eslabón más de algo que
considera superior a sí mismo: una tradición, costumbre o creencia,
cuya antigüedad es más extensa que la duración de su propia vida.
Y
uno de los efectos que genera en los individuos la identificación
con una programación mental tan antigua y extendida entre grupos de
población, es que les provoca una sensación de “pequeñez” ante
el programa mental que les controla, pues como decíamos, es
percibido como una entidad que trasciende a sus propias existencias.
Por
ejemplo, una persona que se identifica como católico, considerará
el catolicismo como algo superior o más grande que él mismo, a
pesar de que no es más que una programación mental que lleva
instalada en la mente y que se ha propagado a lo largo de
generaciones, de forma similar a como lo haría una “infección
psíquica”.
Bien,
pues es precisamente esta percepción de la propia pequeñez ante el
programa mental “trascendente”, la que actúa como un resorte que
garantiza que el individuo tratará de transmitir a sus descendientes
la programación mental que le controla.
¿Por
qué?
Pues
porque a nivel inconsciente, la principal manera que tienen los
individuos programados de participar de esa “trascendencia”, es
convertirse en focos de propagación de dicha programación mental a
las nuevas generaciones; con ello generan en su mente la ilusión de
formar parte de la propagación temporal de un ente que de alguna
forma, perciben como “inmortal”. Es como si absorbieran parte de
esa “inmortalidad” para sí mismos.
De
ahí lo de IDENTIFICACIÓN TRASCENDENTE.
Como
podemos ver, es mediante mecanismos tan básicos como estos, que
actúan a nivel inconsciente, que algunas creencias y tradiciones
consiguen pervivir durante tanto tiempo.
CONSTRUCCIÓN
DE UNA REALIDAD PARALELA:
-GENERACIÓN
DE ARGUMENTARIO
Una
vez concluidas y consolidadas todas las fases del proceso de
Identificación, que vendrían a representar el armazón del proceso
de programación mental, se inicia un proceso de construcción de
discurso o ARGUMENTARIO,
que vendría a ser algo así como su recubrimiento o piel externa.
La
función del discurso o argumentario que acompaña a un proceso de
programación mental (de carácter ideológico, religioso o
cultural), es servir como escudo protector intelectual, ante la
amenaza que representan los mecanismos de programación adversarios,
a la vez que también sirve como arma de agresión intelectual hacia
ellos.
Y
ese argumentario no se genera a nivel individual, sino a nivel
social.
Pongamos
un ejemplo para verlo más claro:
Supongamos
a un Europeo cristiano y de raza blanca (lo llamaremos el “Europeo”),
que siente un profundo e incontenible sentimiento de rechazo cuando
ve a una mujer musulmana vestida con un Niqab que le cubre todo el
cuerpo, paseando por las calles de su ciudad.
¿Por
qué el “Europeo” siente ese sentimiento tan fuerte de repulsión?
Bien,
pues porque sus sistemas de programación mental de carácter
nacional, cultural y religioso, reaccionan al ver el reflejo físico
de una programación mental ajena; el programa mental instalado en la
mente del “Europeo”, considera esa programación mental ajena
como “una
amenaza invasiva” y
automáticamente, consigue generar en su mente un sentimiento de
rechazo hacia esa mujer, su vestimenta y todo aquello que cree que
representa; es decir, los mecanismos de programación instalados en
la psique del “Europeo” y con los que se IDENTIFICA, lo utilizan
como instrumento FÍSICO para defenderse ante lo que consideran un
mecanismo mental peligroso para su pervivencia (el mecanismo de
programación mental de carácter étnico-religioso instalado en la
mente de la mujer musulmana).
Ahora
supongamos que ese “Europeo”, llevado por la rabia, expresa su
sentimiento de rechazo de forma explícita hacia esa mujer musulmana,
insultándola en público.
El
“Europeo”, instrumentalizado por su programación mental, estará
expresando el sentimiento de rechazo que dicha programación le
induce…pero ¿qué sucederá si otro transeúnte, que se presenta
como “defensor de la multiculturalidad” (al que llamaremos el
“Tolerante”), decide defender a la mujer musulmana y le
espeta: “Usted
es un racista, un xenófobo y un anti-demócrata que no respeta la
libre expresión cultural de los individuos”?
Pues
simplemente, lo que tendremos es que el “Europeo” que se ha
dejado llevar por la rabia, estará en una clara inferioridad de
condiciones a la hora de JUSTIFICAR INTELECTUALMENTE sus acciones
ante el “Tolerante” que le ha reprendido por su actitud.
¿Y
por qué?
Pues
porque a diferencia del “Europeo”, que solo se ha dejado llevar
por una emoción inducida, el “Tolerante”, dispone de un
ARGUMENTARIO.
Su
argumentario (en este caso en su faceta atacante), consiste en
vincular el mecanismo de programación mental de ese “Europeo”
con valores comúnmente aceptados a nivel social como “negativos”,
como son el racismo, la intolerancia, la xenofobia, etc…
Es
decir, los argumentarios son conjuntos de mecanismos y conceptos con
lógica interna de carácter intelectual, que permiten defender las
propias programaciones y atacar las opuestas.
La
única forma de defenderse que tendrá el “Europeo”, será
disponer de su propio argumentario con el que justificar sus
acciones; en este caso, en una faceta defensiva: para ello podrá
esgrimir subterfugios como “la
libertad y los derechos de la mujer en la Europa Occidental que
tantos sacrificios nos han costado”,
o usar argumentos tan básicos como “Esto
es Europa y Europa es cristiana”, “su
vestimenta es un símbolo del islamismo radical”,
o quizás subterfugios lógicos más pedestres como “si
una mujer fuera a vivir a un país islámico debería vestir según
sus costumbres y su cultura y ella debe hacer lo mismo cuando está
en Europa”.
Esta
es la auténtica función del ARGUMENTARIO: es ARMAMENTO INTELECTUAL
para tratar de debilitar las programaciones mentales opuestas y
defender las propias.
Cabe
destacar que los argumentarios siempre tienen 2 características
fundamentales que no debemos ignorar:
1-Los
argumentarios son coherentes con la lógica interna de la
programación que defienden.
(por
ejemplo, es difícil que usted vea a alguien de “extrema izquierda”
utilizando conceptos como “patria”, “bandera”, “dios”,
“familia”, etc.. en la construcción de su argumentario, porque
serían incoherentes con la programación mental que representa.
Tendrá que buscar conceptos coherentes con su programa ideológico,
como “clases populares”, “multiculturalidad”, “feminismo”,
“proletariado”, etc…)
2-Los
argumentarios se construyen alrededor de los conceptos disponibles
más efectivos para cumplir con su función, con independencia
absoluta de la verdad y la honestidad.
(por
ejemplo, todo el mundo alude al concepto de libertad, pero ninguna
ideología la defiende realmente, sino que solo la esgrime porque es
un arma muy efectiva argumentalmente, para defender el
correspondiente programa mental ante el argumentario opuesto).
Este
segundo punto es el que quizás le cueste más de aceptar a la
mayoría de personas.
Y
es que no nos limitamos a afirmar que todas las discusiones
ideológicas están bañadas en la más absoluta hipocresía. Si solo
existiera la hipocresía que conocemos todos, la que podríamos
llamar “Hipocresía Explícita”, todo sería mucho más fácil.
No,
lo que decimos es aún peor: estamos hablando de un nivel
de hipocresía
inconsciente,
en el que la programación mental induce a la mente del huésped a
generar cualquier tipo de discurso lógico que le resulte útil; se
trata de una hipocresía de segundo nivel de la que los propios
individuos difícilmente toman conciencia.
Y
todo esto que estamos diciendo, lo hemos visto expuesto en el dichoso
asunto del burkini y en todas las discusiones que lo han rodeado.
Todo
el debate sobre este asunto, ha consistido únicamente en una
confrontación de argumentarios vacíos, que sólo tienen lógica
interna dentro de la ficción paralela del Sistema; aquello que antes
comparábamos con un “sueño”.
Sí,
lo estamos diciendo claro: todos estos argumentarios, con los que la
gente se pone tan seria, tan trascendente y se llena tanto la boca,
en realidad NO TIENEN NINGÚN SENTIDO.
Vayamos
a un ejemplo concreto.
¿Cuál
ha sido uno de los argumentos que más han esgrimido los contrarios a
la prohibición del burkini en las playas francesas, es decir,
aquellos que defienden el uso del burkini?
La
libertad.
Y
más concretamente, “la
libertad individual de la mujer de escoger cómo quiere vestirse”.
Todo
ello acompañado de un cierto tono solemne y de ese indescriptible
“brillo vacío” en los ojos, tan característico de las personas
imbuidas por el Sistema, que tanto nos asemeja a sonámbulos (ya ven
que me incluyo, todos estamos metidos en esto).
Porque
lo cierto es que defender el burkini como una “expresión
de libertad”,
solo tiene sentido cuando se está profundamente sumergido en
el “sueño
del Sistema”,
con sus absurdas “lógicas” oníricas
internas.
Y
si no, vamos a analizar el proceso mediante el cual, las mujeres
musulmanas han llegado hasta el uso del burkini.
Al
fin y al cabo, han seguido las fases que antes hemos destacado:
Instalación, Identificación, Transmisión y construcción de
Argumentario.
INSTALACIÓN
Recordemos
el principio mediante el cual las mujeres musulmanas deben cubrirse
el pelo o la piel: todo procede de un mecanismo mental represivo, que
culpabiliza la exhibición del cuerpo femenino, convirtiéndolo en
motivo de provocación sexual hacia los hombres y por lo tanto, en
motivo casi “de pecado”. Las mujeres deben cubrirse pelo y piel
ante aquellos hombres que no son de su familia más cercana, porque
en el fondo, son consideradas “una propiedad de sus maridos”, los
únicos con el derecho adquirido de poder ver esas partes de su
cuerpo.
Por
lo tanto, cubrirse el pelo y la piel, parte, simple y llanamente, de
un mecanismo de represión sexual y social sobre las mujeres, que
viene especialmente incorporado en la programación mental musulmana
en múltiples formas, desde hace siglos.
Así
pues, desde sus inicios, cubrirse la cabeza no tiene nada que ver con
“la libertad”, sino con todo lo contrario.
IDENTIFICACIÓN
Una
vez se instaló esa programación mental mediante la cual las mujeres
debían ir cubiertas y “mostrarse modestas”, esas mujeres de
tradición musulmana fueron desarrollando un proceso de
identificación con dicho mecanismo represivo.
Una
vez el proceso de identificación se consolidó en la mente de las
propias mujeres durante varias generaciones, esa obligación
procedente de una programación mental, empezó a ser considerada por
las propias mujeres como un elemento cultural con el que se
identificaban y con el que establecían vínculos emocionales, en
lugar de seguir viéndolo como lo que era en realidad: un
mecanismo de represión;
con ello, las propias mujeres musulmanas, se convirtieron
en manifestaciones
físicas de
las restricciones mentales que les habían inoculado, aunque en su
mente programada y moldeada por el proceso de identificación, ahora
la restricción llevaba el nombre
de “costumbre”, “tradición” o “identidad
cultural”.
TRANSMISIÓN
Con
el paso de las generaciones, las propias mujeres musulmanas se han
convertido en el principal vehículo transmisor de ese mecanismo
mental represivo hacia sus descendientes; y con ello, como decíamos
antes, han pasado a verse a sí mismas como eslabones de la cadena de
transmisión de lo que interpretan como una tradición y una
identidad cultural, asentando con ello su proceso de identificación
mediante el subproceso de la Identificación
Trascendente,
que anteriormente hemos indicado.
Es
decir, se cubren la cabeza porque haciéndolo generan en su mente la
ilusión de que forman parte de algo más grande que ellas mismas,
algo que trasciende sus propias vidas, cuando en realidad, lo único
que hacen es actuar como “foco de infección”, propagando un
mecanismo de programación mental represivo.
Y
llegados aquí, es cuando se ha producido el “choque cultural”
entre ciertas personas de “programación
europea” y
esas mujeres, “defensoras
de sus costumbres” (programaciones
mentales), que rápidamente han echado mano
del Argumentario necesario
para defender su programación mental.
ARGUMENTARIO
¿Y
qué han esgrimido esas mujeres programadas con sus creencias
musulmanas, cuando se han visto atacadas por personas programadas con
mecanismos mentales diferentes?
Pues
lo que decíamos antes: han echado mano del argumentario más
adecuado para defender la pervivencia de su mecanismo de programación
ante el ataque de los mecanismos de programación ajenos.
¿Y
cuál es el paquete conceptual más adecuado para defender tu
programación mental cuando estás en una democracia occidental? Pues
utilizar los conceptos propios de la democracia a tu favor.
Así
ha sido como han esgrimido su derecho a “vestir
como quieran”, “su
libertad de expresión”, “la
libertad de las mujeres”, “la
defensa de la multiculturalidad y la tolerancia”,
etc…y de la misma forma, han utilizado un argumentario similar para
atacar a los “programados
oponentes”,
acusándolos de “xenofobia”,
“represión”,
“intolerancia”,
“racismo”, “imposición”,
etc…
De
hecho, han llegado a utilizar argumentos tan falaces como “forma
parte de nuestra libertad individual vestir como queramos”…¡Es
increíble la facilidad con la que todas las personas programadas
mentalmente, sean del bando que sean, echan mano del recurso de
la “libertad
individual” para
defender la programación mental que precisamente la atenaza!
Pero
ahora vayamos al otro bando y observemos qué argumentario han
utilizado los que quieren prohibir el burkini…¿Adivinan qué
subterfugio han utilizado?
(redoble
de tambores)
¡La
Libertad!
Hemos
visto a montones de políticos franceses, con expresión severa,
aduciendo: “el
burkini representa la represión sobre la libertad de la mujer, es un
símbolo del radicalismo islámico que tanto daño le ha hecho a
Francia, no representa los valores de libertad e igualdad de la
República Francesa, bla, bla bla…”
Como
vemos, la (presunta) libertad es el comodín de los argumentarios de
nuestro tiempo…
Aunque
ciertamente, debemos indicar que el concepto de Libertad solo lo han
esgrimido las personas con una programación mental “más
refinada”, es decir, personas que necesitan de varias capas de
programación mental para acabar siendo esclavizadas.
Porque
existen personas tan débiles
psíquicamente,
que pueden ser programadas mentalmente de forma básica, por no decir
directamente “primitiva” y “rudimentaria”;
esas personas apenas necesitan de argumentario…son los que
directamente afirman: “Esto
es Europa, somos cristianos y blancos y vosotros sois unos sucios
moros invasores”.
Este
tipo de seres humanos son “maravillosos”: obedecen a su
programación mental de forma fanática sin tan solo necesidad de
subterfugios intelectuales. ¡Qué simplicidad!
Y
en “el otro bando” también los tenemos…son aquellos que
dicen “sois
todos unos infieles y debéis morir”.
De
hecho, ambos grupos forman parte de ese tipo de personas que cada día
se esfuerzan en recordarnos que provenimos de las amebas…
Pero
volvamos de nuevo al absurdo debate sobre el uso del burkini.
Hagamos
un poco de repaso.
Más
o menos, ya conocemos los diferentes argumentarios usados en esta
discusión y todo el mundo probablemente se ha formado una opinión
al respecto.
Ahora
observemos el debate sin sumergirnos en las lógicas distorsionadoras
del Sistema, “desde
fuera del Sistema”;
analicemos la discusión teniendo plena conciencia de la existencia
de todos esos mecanismos de programación y de su efecto sobre cada
bando…
¿Qué
vemos entonces?
Por
ejemplo, vemos que todos aquellos europeos que “atacan” a las
mujeres vestidas con burkini, lo único que hacen es defender
ciegamente la pervivencia de las programaciones mentales con las que
han sido educados (programados) e identificados desde pequeños, en
forma de cultura, tradición, costumbres y religión.
Sus
programaciones mentales, al sentirse amenazadas ante la presencia de
mecanismos mentales ajenos que pueden “robarles
su cuota de mercado”,
arrojan a sus esclavos psíquicos, cual perros rabiosos, a atacar a
los portadores de mecanismos peligrosos para su pervivencia.
Esta
es la triste realidad de aquellas personas que tan ofendidas se
sienten ante la presencia de “musulmanes
invasores”.
¿Pero
saben lo mejor?
Resulta
que esas personas “europeas y cristianas” creen que“defienden
su territorio” ante
algo que consideran una “invasión”…cuando
en realidad, lo que defienden es el territorio conquistado por la
programación mental que llevan instalada en sus cabezas.
¡Es
la programación mental la que los usa a ellos para defender “su
territorio”,
ante la amenaza de una programación mental ajena y no al revés!
Pero
están tan cegados por sus mecanismos de identificación, que son
incapaces de verlo…
Pero
esos “europeos” no son los únicos locos en este manicomio.
Si
seguimos observándolo todo desde fuera del Sistema, también seremos
capaces de ver, de forma diáfana, lo absurda que es la posición de
las personas del bando contrario, aquellos que defienden con tanta
vehemencia el uso del burkini.
En
el caso de las mujeres que lo visten, como ya hemos indicado antes,
vemos a personas profundamente esclavizadas por una programación
mental rígida, que no solo se auto engañan a sí mismas calificando
de “tradición” algo que no es más que un mecanismo de represión
mental de carácter hereditario,
sino que además tratan de utilizar cualquier subterfugio disponible,
por más contradictorio que sea, para defender dicha programación
mental a capa y espada.
Uno
de los ejemplos más claros y paradigmáticos de ello, lo tenemos en
la mismísma inventora del burkini, Aheda Zanetti, capaz de utilizar
un paquete de argumentos que solo pueden sostenerse dentro de
una “(i)lógica
onírica”.
En
el colmo de los retruécanos y del absurdo más total y absoluto, la
señora es capaz de decir, literalmente, que el burkini “es
libertad” porque
permite a las mujeres musulmanas “realizar
deportes o bañarse en la playa”,
respetando a la vez sus creencias, es decir, respetando las
restricciones con las que han sido programadas mentalmente.
O
sea, que estamos ante una invención (el burkini), cuyo objetivo
principal es mantener intactas y sin discusión todas las
restricciones que coartan la libertad de un grupo de individuos (en
este caso, mujeres)…¡y la llamamos “símbolo
de libertad”!
Es
como si alguien hubiera sido programado mentalmente para llevar
grilletes y una bola de hierro encadenada al pie durante toda su vida
y un buen día apareciera alguien y le dijera: “para
que puedas seguir llevando tus grilletes y la bola atada al pie ‘con
toda libertad’ cuando vayas a la playa, vamos a hacer que todas tus
cadenas, en lugar de hierro, sean de plástico, para que no te
hundas”.
¡Maravilloso!
¡Es
“libertad” en estado puro!
Es
una contradicción tan flagrante que solo puede adquirir sentido
cuando se está sumergido en las lógicas propias de un sueño.
Un
sueño ( por no decir una pesadilla ) en el que las personas están
encadenadas desde que nacen hasta que fallecen y en el que los
individuos son capaces de matarse los unos a los otros para defender
sus grilletes, al grito de “¡¡Nadie
me arrebatará la ‘libertad’ de llevar mis cadenas hasta la
muerte!!”
Es
así de demencial.
Esta
es la realidad del mundo en el que vivimos.
Sabemos
que todo lo que hemos dicho hasta ahora es difícil de
asimilar…¡porque es demasiado fácil de entender!
No
hacen falta sesudos tratados de filosofía, repletos de farragosas
referencias en griego o latín, para percatarse de que vivimos en una
realidad paralela que solo existe dentro de nuestras cabezas y del
profundo efecto que tiene sobre nosotros.
Lo
tenemos tan delante de nuestras narices que cuando nos enfrentamos a
ello, tendemos a pensar: “no,
no puede ser…es demasiado evidente, algo no cuadra…no puede ser
tan fácil”
Y
preferimos buscar cualquier entretenimiento que nos distraiga y nos
aleje de la evidencia: unos lo hacen a través de las distracciones
más mundanas; otros a través de todo tipo de “fantasías
alternativas” que deciden ver como “revelaciones liberadoras”
que los convierten en “despiertos”; y otros perdiéndose en los
más complejos laberintos conceptuales, creados por el Sistema, para
alejarnos de lo que es más que obvio.
Si
tuviéramos que elegir una imagen gráfica para describir lo que le
sucede a la humanidad, podríamos pensar en una película de terror,
en la que todo el mundo se ha visto afectado por un virus que le ha
vuelto loco y le hace creer que vive en una realidad alternativa,
como si el velo de un sueño continuo, les cubriera los ojos.
Es
como si todos estuviéramos “poseídos”.
Si
quieren saber lo que es una auténtica “posesión infernal”, no
es necesario que se pongan “El Exorcista”…salgan a la calle y
observen; acudan a un mitin político, a un campo de fútbol o entren
en un templo religioso…fíjense en la expresión de las personas,
en como se retuercen sus caras en muecas de odio, fanatismo o
emoción, dominados por completo por ideas que solo existen dentro de
sus cabezas…
O
escúchense a sí mismos, cuando defienden vehementemente una
ideología o una creencia en un debate o en una discusión…¿están
seguros de que son ustedes quienes hablan con tanta pasión…o hay
“algo” en su interior que está usando su voz para defenderse?
¿No
quieren creerlo?
¿No
quieren aceptar que están ustedes “poseídos”?
No
hay problema: hagan uso del instrumento más terrorífico jamás
creado por el hombre…
Mírense
fijamente al espejo…
Háganlo
cuando se sientan ofendidos por que alguien ha atacado alguna de sus
más profundas creencias…y verán claramente que hay “algo”,
agazapado en su interior, que está usando sus propios ojos para
mirarles con expresión de rabia…
COMENTARIO
ADICIONAL
Ya
sabemos que a estas alturas, habrá lectores inquietos, removiéndose
en sus sillas, buscando subterfugios para justificar sus respectivas
programaciones mentales. Quizás estén negando con la cabeza, con
una mueca de desprecio en la cara y un extraño estado de desazón,
que no probablemente no saben interpretar…
No
les culpamos.
Sus
programaciones mentales, cual serpientes amenazadas por el fuego, les
azuzan: “¡’Te
están’ atacando!¡Defiéndete!”,
aunque en realidad quieren decir “¡Defiéndeme,
esclavo! ¡Quieren destruirme!”
Y
ellos, desesperados, buscarán justificaciones para no enfrentarse al
hecho de que todo aquello que consideran sagrado: “sus
tradiciones”, su “cultura”,
sus “costumbres” o “sus
creencias”,
en realidad no son más que programación mental esclavizante.
Ya
podemos imaginar los argumentos que algunos de ustedes estarán
construyendo, para “desmontar” lo que decimos en este artículo…
Nos
dirán:
“el
concepto de libertad individual que defiende intrínsecamente este
artículo es una falacia, algo que no puede existir. La propia
naturaleza del ser humano lo lleva a convivir en sociedad y la propia
vida en sociedad conlleva la creación de esos conceptos que el
artículo, erróneamente, califica como ‘programación mental’
(costumbres, tradiciones, creencias, ideologías, etc…) y que
garantizan la cohesión de los grupos. Somos seres sociales y es
absurdo tratar estas ‘programaciones mentales’ como si fueran
algo malo, porque sin ellas no podríamos convivir los unos con los
otros, bla, bla, bla…”
Pero
amigos, este artículo no discute la utilidad de todos estos
elementos de cohesión social.
Además,
muchas veces vienen acompañados de bonitos sombreros, ropajes
coloristas, preciosos cuentos simbólicos y mitos sagrados que
celebramos con ritos de obligatoria repetición periódica…¡quién
puede discutir algo tan crucial para nuestra existencia!
Lo
que ponemos en tela de juicio es la relación de absoluto
sometimiento que
los individuos establecemos con estos mecanismos mentales.
La
renuncia que hacemos todos a nuestra libertad
individual básica,
considerándonos inferiores a lo que no son más que meros “programas
de software psíquico”.
Una
libertad individual que es vilmente asesinada cada vez que se produce
un proceso de identificación.
Lo
que queda después, ya no es libertad, solo es puro sometimiento
psíquico a la programación, aunque adquiera otro nombre y se le
llame “tradición”, “costumbre”, “ley” o “creencia”.
¿Y
cual es el resultado de esta terrible renuncia?
Observen
a su alrededor y verán en qué se ha convertido la humanidad,
construida en base a la obediencia ciega a los propios mecanismos
mentales que vamos creando los humanos.
¿De
verdad creen que el ser humano, con su inigualable capacidad para
crear “conceptos
de la nada”,
no podría haber construido un mundo mucho mejor que este?
¿Qué
mundo tendríamos si los individuos, en lugar de convertirse en
representaciones físicas de sus programaciones mentales mediante los
procesos de identificación, mantuvieran siempre la soberanía plena
sobre sus mentes?
¿Creen
que eso es imposible?
¿Por
qué?
¿Acaso
es imposible que una persona sea capaz de aprender y abrazar los
mejores valores o ideas del cristianismo, el budismo o el islam, sin
identificarse como “cristiano”, “budista” o “musulmán” y
caer en sus respectivas redes de adoctrinamiento y programación
mental y social?
¿Acaso
es imposible que alguien sea capaz de hablar y pensar en francés,
alemán o italiano y amar sus respectivas expresiones culturales, sin
identificarse como un “patriota” francés, alemán o italiano,
capaz de matar o morir por la dichosa bandera?
¿Qué
sucedería si ningún individuo se identificara jamás con ningún
mecanismo de programación?
¿Existirían
los nacionalismos? ¿Existirían los fanatismos religiosos e
ideológicos? ¿Existirían absurdos rituales de obligatorio
cumplimiento? ¿Soldados patriotas dispuestos a matar y morir por su
bandera? ¿Borregos fanatizados por el fútbol? ¿Tribus urbanas?
¿Grupos mafiosos? ¿Estúpidos seguidores de modas? ¿Partidos
políticos?
¿Cómo
sería el mundo si los individuos hicieran las cosas porque deciden
hacerlas por sí mismos, a cada momento, y no porque alguien les ha
inculcado que eso “toca
hacerlo porque siempre se ha hecho así”, “porque
es lo correcto según tal o cual doctrina” o “porque
lo hacen todos los demás”?
¿De
verdad alguien cree que no podríamos vivir en sociedad, de forma
armónica sin todas esas estupideces metidas en nuestras cabezas,
dominando todos y cada uno de nuestros actos?
¿Alguien
cree que nos mataríamos los unos a los otros por las calles si
nuestra realidad la dominaran nuestras conciencias individuales y no
las creencias que nos han inoculado?
¿Acaso
hay alguna creencia o ideología que nos inculque un amor, una
comprensión o una empatía que no podamos generar por nosotros
mismos, gracias a nuestra propia conciencia y naturaleza humana?
¿Alguien
cree que si dejáramos de seguir ciegamente tradiciones absurdas y
costumbres repetitivas sin sentido, se perderían los conocimientos y
la sabiduría acumulada por generaciones anteriores?
¿O
quizás habría más sabiduría porque habría mas gente pensando por
sí misma y explorando nuevos caminos y métodos cada día?
¿No
es lógico pensar que incluso habría más intercambio de
conocimientos porque no habría tantas fronteras y barreras ficticias
entre los individuos?
Y
sobretodo, ¿cómo lo harían todas esas personas ávidas de poder
para controlar a las masas si no dispusieran de esos paquetes de
creencias, ideologías e identidades patrióticas con las que
manipularlas?
¿Cómo
generarían odios y resentimientos artificiales?
¿Cómo
crearían enemigos a los que combatir bajo su “sagrado liderato”?
Se
quedarían sin sus principales instrumentos de dominación y
manipulación.
¿Empiezan
a ver cuál es la auténtica raíz de todos nuestros males?
Pero
tal y como nos preguntábamos al principio: ¿Estamos dispuestos a
dejar de ver la realidad tal y como nos han dicho que es, para
empezar a verla tal y como es realmente?
¿Cuántas
personas están dispuestas a dar ese paso decisivo?
Sabemos
que hacerlo no es fácil.
De
hecho, es peligroso…porque cuando das el paso, ya no tienes vuelta
atrás…
No hay comentarios:
Publicar un comentario