NO ESTAMOS SOLOS: La batalla final
Ellos son reptiles,
nosotros humanos.
Ellos se ocultan de la
luz, viven a la sombra de su poder y de los traidores que los
protegen. Beben la sangre de los inocentes. Nos llaman estúpidos y
cerdos y se burlan de nosotros.
Otrora mirábamos al Sol
de frente, cantábamos y bailábamos con nuestros hermanos elfos y
hadas; reíamos y contábamos historias… éramos humanos.
Todo esto les molestaba.
Ellos necesitaban de las largas siestas para digerir sus banquetes de
carne y miedo. Ellos aman el orden, las cosas en fila, las ordenes
militares, las armas y la guerra.
Mientras, el humano se
deleitaba en las bellas curvas de la primavera, escribía versos y
admiraba el perfume de las flores.
Al vernos, se enfurecían.
Ellos aman la roca, el calor, los lugares cerrados y protegidos y
deben vigilar cada paso que dan, ordenar sus clones, programar sus
chips, anotar en sus agendas, transferir sus almas.
Idearon un mundo para
nosotros, uno de trabajo incesante y lecciones marcadas a fuerza del
látigo. Lograron que olvidáramos el poder que yace en nuestro
corazón celeste y nos atraparon en sus redes de avaricia.
Nos clonaron con genes de
sus bancos y nos dotaron de un cerebro reptil inferior. Para siempre
el humano habría de vivir siendo mitad reptil, mitad hombre.
Y allí se acentuó la
dualidad y tuvimos una mente y emociones y deseos carnales. Ya no
pudimos jugar como antes, el horror del orden y el trabajo oscureció
nuestro cielo para siempre.
Y comenzamos a creer que
necesitábamos rodearnos de piedra para sentirnos seguros… y así
nacieron nuestras ciudades.
Esa fue la forma en que
ganaron su guerra y nos impusieron su sistema.
Para mantenernos
controlados, propagaron la religión de Yahvé para los más
ignorantes y la de Lucifer para los más inquietos. Enseñaron que la
liberación venía a través del despertar de la energía serpentina
que yace en nuestro chackra muladara.
Y como no tomamos en
cuenta que el plano astral es dominado por ellos y los chackras son
los receptores de su programación, algunos consolidaron, así, su
contrapartida reptiloide.
Ahora, a pesar de su
desprecio por nosotros, necesitan que procreemos juntos, para dar un
híbrido y cumplir con sus planes. Para ello necesitan que eliminemos
nuestro ancestral desprecio por el sexo con las bestias. Ya vienen
por allí, con su agenda de lujuria, atrapando a los que entregan su
alma pura a cambio del placer. Los veras imponiendo con su propaganda
el sexo invertido, la pederastia y la zoofilia.
Sólo unos pocos están de
pie con sus espadas en mano, alertas y con el corazón ardiendo de
amor por la madre celestial.
Sólo esos pocos siguen
siendo humanos, haciendo del amor su poder, de la sencillez su
atavío, del poder interior su castillo, de la bondad su riqueza.
¿Podremos hacer tantos
amigos amorosos como para repoblar la tierra como otrora, de
solidaridad, honradez, honor y alegría?
¿Podremos volver a la
amistad con los árboles, a correr junto a las criaturas silvestres,
a compartir con elfos y ondinas?
Veras… ellos son
sólidos, duros, inflexibles. No les importa ni tu ni yo… ni
siquiera sus propios camaradas. Ellos fabrican máquinas,
inteligencias artificiales, robots, clones y nos hacen creer que todo
eso es una maravilla…
… Cuando nosotros
conocemos la maravilla de la magia y del amor que crea estrellas y
galaxias.
¿Cuando recordaremos?
¿Cuando volveremos a ser aquella estrella que una vez cayó del
Cielo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario