Hace ya
mucho tiempo que no encuentro, ni en la literatura, ni en el cine o
la TV, relatos relacionados con la bonomía. Al parecer la bondad no
es comercialmente redituable. Preferimos los héroes violentos, ex
fuerzas especiales o directamente mafiosos.
El éxito
de las series y películas sobre mafiosos, narcotraficantes y chicos
malos es lo más frecuente, lo más buscado. Los jóvenes liberales y
mentalmente avanzados son representados con vicios tales como el
consumo de marihuana y alcohol.
El bien no
paga, es de tontos y débiles. Son tiempos de sicarios, bandas,
música agresiva… también de pedofilia y violencia…
El
depredador es admirado, nuestras virtudes reptilianas son más
atractivas que las naturales.
Nada de
esto es casualidad, sino parte de un plan cuidadosamente
desarrollado. El plan para una humanidad lujuriosa y depredadora.
Los jóvenes
son atrapados en esta mentira reforzada por el estilo musical
predominante, apologista de la delincuencia y el abuso de
género.
Así como
el mal es contagioso, el bien también lo es, por eso lo evitan a
como dé lugar.
Cabe
aclarar que hablamos del Bien Absoluto y no de su representación
relativa que forma parte de la mayoría de las religiones.
Y el Bien
Absoluto sólo es accesible a seres muy valerosos, porque acarrea
grandes dificultades.
Imagina,
nada más, lo que pudiera resultar en tu vida si únicamente dijeras
la verdad, si nunca mintieras… tu fila de enemigos sería inmensa.
Y tus amigos serían muy pocos, pero tan verdaderos y valerosos como
tú.
Y por esto
las antiguas gestas de caballeros los muestran unidos en hermandades,
reinos perfectos, órdenes o en fianna.
Durante las
cruzadas, los cristianos habían sitiado una ciudad amurallada, era
inexpugnable y en su interior esperaba un ejército formidable.
Varias órdenes de caballería participaban de la batalla, pero poco
avance habían hecho en su cometido de someter a la ciudad.
Entonces
llegaron ellos. Propusieron ir a la vanguardia y que las otras
órdenes los siguieran como refuerzos. Eran los Caballeros de la
Orden de lo Pobres Compañeros de Cristo, conocidos también como
templarios.
Atacaron la
fortaleza, derrumbaron un muro y penetraron… pero sus refuerzos
nunca los acompañaron, no tuvieron el valor, pero si tenían mucha
envidia en sus corazones.
Todos los
nobles caballeros fueron muertos por el enemigo dentro del castillo,
retroceder no era algo aceptable para ellos, su palabra no dependía
de las acciones de otros.
Luego, el
Bien no es para flojos, sino para guerreros capaces de enfrentar la
muerte.
El Bien no
es pasivo, es activo y penetrante, requiere un valor a toda prueba y
fuertes convicciones.
Genera
enemigos e insultos, pero, al mismo tiempo, amigos entrañables. Anam
Kara.
El hombre
de valor no necesita formar una “ganga“,
sigue siendo valeroso incluso en soledad y ante un enemigo más
numeroso. Es el “hombre solo de pie” (standing alone man), la
última resistencia, la primera vanguardia.
Su virtud
es de tal magnitud que incomoda a los corruptos, a los temerosos
hijos del mal.
El
caballero venciendo al dragón, montado sobre un caballo blanco, en
rescate de la dama. El dragón representa al mal, a los esbirros de
Yaldabaoth, el caballo blanco es el ego purificado, la dama es el
alma a rescatar de las garras del dragón, la lanza es la virtud y el
valor. “Antes de darnos una lanza, nos enseñan a ser virtuosos”,
es la declaración de Sir Galahad.
Las
virtuosas ordenes de caballería, los caballeros de la Tabla Redonda,
los Templarios, los Cátaros, las fianna celtas, el Quijote, hombres
virtuosos e invencibles en busca del santo grial, héroes de la
humanidad, olvidados del cine y la TV, presentes sólo en la memoria
de los que gozamos con sus sagas.
En
tiempos de Juan XXII, un maestro de teología alemán, de nombre
Eckhart, sostuvo públicamente y predicó que el mundo es eterno, que
cada hombre justo se transforma en la esencia divina, precisamente
como en el sacramento del altar el pan se convierte en el Cuerpo de
Cristo, y que un tal hombre creó las estrellas, y que Dios sin él
no sabría qué hacer, y que en la realidad divina no hay ninguna
distinción, ni en la esencia ni en las Personas, y que todas las
criaturas son una pura nada, y muchas otras cosas fantasiosas, no
tanto heréticas cuanto dementes, de ninguna manera sostenibles, ni
siquiera queriendo; pero este tal tenía muchos seguidores en
Alemania…
Ese maestro
era Maese Ekhart (1260-1328), perseguido y condenado por la
Inquisición, atacado por Papas, reyes y clérigos. Uno de los
grandes teólogos de su época.
Tan
alto y tan noble es el orden de caballería, que no le basta estar
formado de las personas más nobles, y que posea las más nobles
bestias y las armas más honradas; porque también ha sido
conveniente convertir a estos hombres que forman el orden de
caballería en señores de gentes. Y puesto que el señorío tiene
tanta nobleza, y la servitud tanto sometimiento, si tú, que tomas
orden de caballero, eres vil y malvado, ya puedes pensar en la gran
injuria que cometes contra tus vasallos, y también contra tus
compañeros buenos. Porque por la vileza en que te hallas, deberías
estar sometido; y por la nobleza de los caballeros que son buenos
caballeros, tú eres indigno de ser llamado caballero (El
Libro del Orden de Caballería, de Raimundo Lulio).
¿Es la
nobleza del carácter un objetivo lo bastante alto como para dar un
motivo válido a la existencia?
¿Es la
verdad un valor universal?
¿Es mi
vida algo más que ganarme la comida, defecar y reproducirme?
Eso depende
de una elección personal.
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