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30.12.19

El corazón se conecta a una inteligencia superior, más allá del tiempo y el espacio

¿EL ORIGEN DE LA CONCIENCIA?                         


¿Tiene sentido preguntarse sobre el origen de la conciencia? El catedrático y fundador de Vida Coherente, Carlos Enrique Delfino, explica por qué la conciencia no se deriva de ningún proceso, como afirma la ciencia oficial, pues no existe nada que sea anterior a ella, de allí que es imposible definirla y, de ser así, afuera del cerebro debería haber objetos, lo cual es rotundamente negado por la neurociencia de vanguardia.

Como afirma el catedrático Francisco J. Rubia Vila: “El mundo es una proyección cerebral, afuera hay una serie de energías que inciden sobre los receptores de los sentidos, los cuales convierten esas energías en electricidad, único lenguaje que entiende el cerebro. Pero no hay objetos allí afuera, es el observador quien crea su propia realidad.” [9]

Esta afirmación es admitida por la mayoría de los neurocientíficos, aunque sin duda hay muchos todavía anclados a la antigua programación materialista y buscando siempre hipótesis que chocan de frente contra la realidad comprobada de que no existen objetos fuera del cerebro. Pero, como ya sabemos, nuestra actividad con la conciencia no es analizarla, sino expandirla todo lo posible en esta y en cualquier otra frecuencia de realidad donde tengamos la oportunidad de tener experiencias.


El mundo es una proyección cerebral

Los doctores Stuart Hameroff y Sir Roger Penrose, trabajaron desde 1996 en una teoría cuántica de la conciencia [1], según la cual ésta se encuentra contenida en estructuras denominadas microtúbulos que componen el citoesqueleto de las neuronas cerebrales.

Hasta allí todo está bien. Pero el oficialismo, siempre malicioso y atento, aprovechó un par de revisiones que realizaron Hameroff y Penrose en 2014, cuando se dio a conocer el trabajo del Dr. Anirban Bandyopadhyay, [2] para divulgar artículos de este tipo: “Descubrimiento de vibraciones cuánticas en microtúbulos dentro de las neuronas respalda controvertida teoría de la conciencia” [3] (como epifenómeno de la evolución neuronal).

Es decir que interpretan todo el trabajo de más de 20 años de Hameroff-Penrose, como una prueba que la conciencia deriva, desde el nivel más profundo, desde las actividades a escala de Planck, dentro de las neuronas del cerebro.

Esas conclusiones apresuradas no son válidas, ya que los mismos autores hasta hoy se siguen preguntando:

«¿Ha evolucionado la conciencia a partir de los cálculos complejos entre las neuronas del cerebro, como la mayoría de los científicos afirman? ¿O la conciencia, en cierto sentido, ha estado aquí todo el tiempo, como sostienen los enfoques espirituales?», se preguntan Hameroff y Penrose en la revisión actual.

«Esto abre una potencial caja de Pandora, pero nuestra teoría toma en cuenta estos dos puntos de vista, lo que sugiere que la conciencia deriva de las vibraciones cuánticas en los microtúbulos, polímeros de proteína dentro de las neuronas cerebrales, que gobiernan tanto las funciones neuronal como la sináptica, y conectan los procesos cerebrales con los procesos de auto-organización a la escala fina, la estructura cuántica ‘proto-consciente «de la realidad.»[4]

Otro descubrimiento reciente es el de una sencilla proteína llamada tubulina. [5] Esta proteína, junto con la anestesia, establece interacciones cuánticas débiles con frecuencias de oscilación específicas que, sencillamente, no permiten que actúe el proceso llamado Reducción Objetiva Orquestada. Este proceso es análogo al colapso de función de onda en el experimento de la doble rendija. Es decir que esas neuronas quedan temporalmente inhabilitadas para interactuar con la conciencia.

Lo que nunca explican, pues no todos lo tienen resuelto, es el llamado “proceso de medición cuántica.” En mecánica cuántica el proceso de medición altera de forma incontrolada la evolución del sistema. Constituye un error pensar dentro del marco de la mecánica cuántica, que medir es revelar propiedades que estaban en el sistema con anterioridad.

Actualmente, la misma mecánica cuántica está tomando distancia de este tipo de descubrimientos tan impresionantes como la conciencia humana, para investigar ahora los límites del pensamiento humano (epistemología) y no la esencia de la realidad (ontología). El catedrático de la universidad de Barcelona, José Ignacio Latorre [6], afirma que:

Si en cuántica el hecho de observar afecta y transforma lo que observo, entonces tengo que plantearme qué significa saber o conocer, porque no conozco la realidad, en verdad la perturbo, luego mi conocimiento no es el de la realidad es de otra cosa. Por lo tanto, no existe la posibilidad de saber cómo es la realidad desde la cuántica.”

Fue desde allí, en 2017, que empezamos a utilizar con éxito el PARADIGMA HOLOGRÁFICO de la física, que parte de que todo lo dividido es una ilusión, mientras que la Totalidad es la verdadera realidad. Fue David Bohm, refiriéndose al fenómeno del entrelazamiento de partículas subatómicas, quien propuso una hipótesis que hasta hoy sigue firme. Todo ya estaba conectado desde siempre, TODO ES UNO. [7]

Ahora bien: ¿Esas interpretaciones materialistas, como las del artículo antes mencionado [3], tienen algo que ver con el origen de la conciencia? ¡No! El mismo Sir Roger Penrose en su última visita a México (2015) admitió, frente a los periodistas que su hipótesis con Hameroff, verificada otra vez en 2014, a partir del descubrimiento de vibraciones cuánticas a temperaturas cálidas [8], puede servir para fundamentar las dos opiniones contrarias sobre el origen de la conciencia y la realidad:

1. La conciencia es un fenómeno de las neuronas y
2. Toda la realidad es un fenómeno de la conciencia.

La conciencia no se deriva de ningún proceso, como afirma ese titular periodístico, pues no existe nada que sea anterior a ella, de allí que es imposible definirla y, de ser así, afuera del cerebro debería haber objetos, lo cual es rotundamente negado por la neurociencia de vanguardia.

El mundo es una proyección cerebral, afuera hay una serie de energías que inciden sobre los receptores de los sentidos, los cuales convierten esas energías en electricidad, único lenguaje que entiende el cerebro. Pero no hay objetos allí afuera, es el observador quien crea su propia realidad.” [9]

Esta afirmación es admitida por la mayoría de los neurocientíficos, aunque no tenemos dudas que muchos todavía estén con la antigua programación materialista y buscando siempre hipótesis que chocan de frente contra la realidad comprobada de que no existen objetos fuera del cerebro.

No se trata solo de aprender “cosas de la ciencia”, hay que tomarse el trabajo de revisar la historia y evolución del conocimiento humano. Son muy pocos los que saben que ya en 1927 el mismo Einstein dijo: “Cualquiera que esté seriamente involucrado en la búsqueda de la ciencia se convencerá que hay un espíritu que se manifiesta en las leyes del universo, un espíritu inmensamente superior al ser humano.”

Ese espíritu no es una fuerza como la gravedad, electromagnetismo o las fuerzas nucleares débiles o fuertes. El espíritu es conciencia. El universo está vivo y nosotros somos parte de ello.

Fue durante la 5ª conferencia de Física en ese Congreso, que una nueva propuesta del principio mente sobre materia fue admitida para tratar de resolver el inexplicable comportamiento en mecánica cuántica.

Con las mentes más brillantes de los físicos asistentes tales como Einstein, Pauli, Dirac, Bohr, Heisenberg, Broglie, Schrödinger solo por mencionar algunos, el tema conciencia estuvo presente.

La élite escondió la verdad acerca de lo que se reveló en ese congreso de 1927 en Bruselas, porque sabían que no podrían después controlarnos si conocíamos los verdaderos poderes de nuestras mentes y de la conciencia colectiva.

Pero, como ya sabemos, nuestra actividad con la conciencia no es analizarla, sino expandirla todo lo posible en esta y en cualquier otra frecuencia de realidad donde tengamos la oportunidad de tener experiencias.

Expandir la conciencia es el único camino posible para descorrer el velo de la ilusión. El conocimiento que debemos incorporar a nuestra vida para expandir la conciencia es el de la experiencia, el vivencial, y es imposible avanzar por ese camino si mantenemos los bloqueos energéticos y no atendemos sus causas y las consecuencias a nivel de la salud física que, tratadas a tiempo, ayudan restablecer la salud y la vida coherente, junto al proceso de manifestación consciente (existen manifestaciones de las cuales no somos conscientes). El proceso para que se ancle un bloqueo en nuestro campo energético, sus consecuencias para la vida y, en especial, nuestra vida consciencial, lo describiremos en otra instancia a la cual todos pueden asistir.

El corazón

Las neuronas del corazón son del mismo tipo que las del cerebro, la gran diferencia es la cantidad, mientras que en el cerebro tenemos 90 mil millones de neuronas, en el corazón apenas tenemos 40 mil.

Pero la enorme importancia de este órgano no tiene mucho que ver con su pequeño “cerebrito”. Lo impresionante es que despliega un campo electromagnético toroidal de cinco metros de diámetro que nos envuelve totalmente y determina, en gran medida, el correcto funcionamiento de todos los procesos psicofisiológicos del individuo.

De igual forma, los intestinos con sus 100 millones de neuronas también juegan un rol importante y los tres: cerebro, corazón e intestinos, conforman una unidad íntimamente conectada por el nervio vago.

La razón por la cual hay muchos científicos que señalan la importancia del corazón, incluso por encima del cerebro, se basa precisamente en la afirmación que Rollin Mc. Craty, director de Investigación del Instituto Matemáticas del Corazón en California, EE.UU., publicó en 2005 en su libro Corazón Intuitivo [10].

Allí fue donde, por primera vez, se dio a conocer el secreto de todos sus años de investigación, que le otorgan al corazón el rango de “Director de la Orquesta” entre todos los procesos vitales que comienzan desde la energía. El corazón el enlace directo entre las modalidades de energía de esta frecuencia de realidad y la misma Conciencia Absoluta:

El corazón se conecta de manera directa a una inteligencia superior, más allá del tiempo y el espacio donde todas las cosas son posibles.”

Este descubrimiento fue posible gracias a la constante actividad de investigación experimental del Matemáticas del Corazón (Heart Math). Simplemente se hizo evidente que la forma gráfica estándar de un electrocardiograma conectado a una persona sana, sometida a una imagen de alto impacto emocional, comenzaba a funcionar varios segundos antes que la imagen apareciera en pantalla.

Como sucedía constantemente, hubo que admitir que el corazón siente y pre-siente con una exactitud impecable. Entonces: ¿Qué o quién es la inteligencia superior que trasciende el continuo tiempo/espacio?

Desde nuestra cosmovisión, la respuesta es: la Conciencia Absoluta omniabarcante.

¿Y por qué es superior si ya hemos dicho que nosotros somos la única conciencia que existe en el Omniverso?

Aunque la mayoría no lo recuerden (aunque hay muchos que sí), todos nosotros decidimos circunscribirnos a una experiencia en particular por voluntad propia, con lo que perdimos la facilidad de acceder al panorama total. 
Por eso tenemos más claro el panorama de nuestra circunscripción en particular. Sin embargo, podemos acceder con relativa facilidad a ´todo el panorama´ simplemente preguntando e intuyendo la respuesta desde el mismo corazón, siempre y cuando esté en coherencia.

¿Y qué es realmente la coherencia?

Son muchos los que hablan de ella, pero no todos conocen su verdadero significado. Con la misma raíz que cohesión, la coherencia facilita la necesaria unidad entre humanos, al desplegar un proceso donde cada paso se sigue de uno anterior pero no forzado, sino de manera natural y lógica.

Pensar con el corazón, el tema base de VIDA COHERENTE, alude también a otros aspectos de nuestra experiencia en esta frecuencia de realidad que hoy los conocemos gracias a una gran cantidad de descubrimientos científicos realizados por muchos profesionales serios y conscientes. Aquellos científicos que han invertido décadas en estudiar este sorprendente órgano que late en nuestro pecho, han llegado a conclusiones realmente asombrosas.

El Heart Math Institute (Instituto Matemáticas del Corazón) fue el primero en medir el campo electromagnético toroidal que genera el corazón. Con cinco metros de diámetro en promedio, este inmenso toroide nos envuelve totalmente y, es por ello que el corazón es el que está en mejores condiciones para recibir o enviar energía directamente del Campo de Información Cósmica (CIC).

En su libro, el Dr. Mc. Craty describe con precisión a qué se refería cuando mencionó a una inteligencia superior más allá del tiempo y el espacio:

«A menudo hablamos sobre el «corazón intuitivo» y la «inteligencia del corazón». Ambos términos se refieren a nuestro corazón energético, que se combina con una parte más profunda del Ser. Muchos se refieren a esto como sus capacidades superiores. Es lo que el físico David Bohm describió como nuestro orden implicado, dentro de una totalidad indivisible. Varios científicos notables han propuesto que tales funciones operan principalmente en un campo de frecuencias fuera del tiempo y el espacio y han sugerido algunos de los posibles mecanismos que rigen cómo pueden interactuar con los procesos biológicos.» [10]

Campo de Información Cósmica (CIC)
En nuestra cosmovisión, a ese campo de información lo llamamos ´campo de información cósmica’ (CIC), tomando la palabra cosmos en su significado original, es decir, todo lo manifestado. El Dr. Jacobo Grinberg lo llamó el enrejado o la Laticce, que es pre-espacial/temporal. En realidad es supra temporal/espacial, ya que puede actuar también dentro del continuo tiempo/espacio. Para John Hagelin sería el mismo “campo unificado” que buscaba Einstein, y que no logró encontrar, aunque buscó incansablemente la super-ecuación que pudiera describir dicho campo de forma matemática.

El nombre es lo de menos, todos nos referimos a lo mismo. Se trata del aspecto informacional de la Conciencia Absoluta con el cual interactuamos para manifestar lo que sea que necesitamos o deseamos, pero a partir de una intención coherente y con la energía de la frecuencia más alta a la que podamos llegar.

Para ello, también deberíamos reconocer y eliminar esos bloqueos que no nos permiten avanzar. Tras cuatro años de trabajo, Vida Coherente ideó una metodología con la cual podemos quitar bloqueos de manera grupal y con el mismo nivel de eficacia que cuando lo hacemos de manera individual.

La conciencia es una sola y todo es uno. En esta frecuencia de realidad tenemos una experiencia de individualidad porque las experiencias son particulares y únicas en sí, pero todo lo que vemos que parecen objetos separados es una simulación. Ya advertimos que la neurociencia sabe que no hay objetos fuera del cerebro, solo energía e información.

Todos vemos las mismas cosas pues todos recibimos la misma información, pero la experiencia perceptual, la realidad circundante, la fabricamos cada uno de nosotros sobre la base de un proceso unificador específico llamado  sintergia, que fue diseñado de manera muy precisa por el misteriosamente desaparecido neurocientífico mexicano Jacobo Grinberg-Zylberbaum.

En nuestro bosquejo intentamos ejemplificar el proceso cotidiano de la percepción que funciona en el rango de los microsegundos y consiste en enviar una intención al Campo Informacional Cósmico (CIC) para que éste nos devuelva la información necesaria para fabricar hologramas dentro de nuestro cerebro y, acto seguido, proyectarlos mediante un proceso llamado “resonancia adaptativa de fase conjugada.” En realidad, no se trata de una proyección, sino del lugar donde colocamos cada objeto en el espacio, teniendo muy en cuenta que todos los llamados objetos no tienen existencia absoluta, sino que son conciencia.

Grinberg decía que el humano había olvidado la conciencia, sustituyéndola por el concepto teórico de materia; es decir sustituyendo algo que sí existe por algo que, como hemos visto, no existe.

El primer curso de la secuencia de Vida Coherente da a conocer nuestra cosmovisión coherente y fundamentada a través de resultados concretos referidos a la autosanación y a la autotransformación de las personas, que cualquiera puede comprobar. No somos curanderos ni sanadores. Cada uno se sana o se transforma a sí mismo. Nosotros solo orientamos y proporcionamos las herramientas energéticas para lograrlo.

Este curso está dividido en cinco temas, que son los cinco pasos del Método Vida Coherente, pero con un orden más preciso. Aquí encontrarás información relacionada con el Paradigma Holográfico, la Conciencia, el funcionamiento del cerebro, la realidad y estudios sobre la vida plena, entre otras muchas cosas.


Qué es la realidad
Esta diapositiva, tal como la usamos en el taller “Pensar con el Corazón”, corresponde a un titular publicado por el diario “El País” de España que se refiere los trabajos de la neurociencia actual [11]: 


En enero de 2016, los neurocientíficos Facundo Manes, Raúl Rojas y Susana Martínez-Conde viajaron a Barcelona a dar una conferencia en la que explicaron que la realidad con la que convivimos no es “la realidad”, sino una simulación de nuestro cerebro. [12]

Actualmente, todos los “neurocientíficos de laboratorio” coinciden en que no hay objetos fuera del cerebro [13], que toda nuestra experiencia y toda la acción sucede dentro del cerebro y que la realidad tal como nosotros la vemos es una simulación, ni siquiera muy precisa, pues como el cerebro no puede gestionar la verdadera realidad debe generar un modelo de realidad.

La “realidad real” tiene características que el cerebro no entiende, por ejemplo: atemporalidad y no-localidad. Imaginen un mismo objeto en varios lugares a la vez. Es difícil de imaginar. Imaginen un objeto sin extensión, sin espacio. Esto es imposible de concebir en el estado actual del cerebro humano.

No sabemos si estas limitaciones fueron posteriores a la Gran Intervención de la raza humana —que es sostenida por una programación constante— o si siempre fue así, tal vez para experimentar un tipo diferente de vivencia. El caso es que el cerebro no puede gestionar las principales características de lo verdaderamente real.

Esta maqueta simplificada de realidad que se desarrolla dentro de los límites del cerebro (afuera solo hay energía e información) radica en el ámbito de la ilusión, es el “Velo de Maya” (Maya en sánscrito significa literalmente “lo que no es”), o “las sombras en la caverna de Platón” —otro símil muy acertado en la historia del pensamiento humano. La maqueta tiene un cierto nivel de realidad, existe como ilusión, y los sueños oníricos también existen, pero no tienen el nivel de “realidad real” sino que son realidades dependientes del sujeto que las proyecta. Si el sujeto no sueña o no duerme, no puede aparecer sueño onírico alguno. Son realidades irreales, ilusorias, dependientes, y nada se altera si no se manifiestan. De allí que se llamen contingentes.

La Realidad necesaria se suele llamar de varias maneras: Conciencia, Ser Necesario o Dios, con una diferencia enorme respecto a las religiones que adoran a un “dios externo” separado —algo contradictorio en sí mismo, pues se puede probar experimentalmente que todos somos uno, y por lo tanto, todos somos parte de la Realidad necesaria.

La Realidad contingente tiene muchos tipos y formas de manifestarse y, además, produce experiencias en la conciencia. Aunque su naturaleza es ilusoria, existe como ilusión. Su existencia es dependiente y consensual con respecto a las experiencias individuales, pero de todos modos nos afecta.

La realidad verdadera es la totalidad”, repetían constantemente los pioneros de este paradigma. Con todo un sistema de cálculos matemáticos, David Bohm concluyó que el llamado “entrelazamiento cuántico” no es una señal más rápida que la luz que sale de la Partícula “A” y viaja hasta la partícula “B”, como pensaron la mayoría de los físicos teóricos, sino que ambas partículas ya estaban conectadas entre sí.

Esa es la hipótesis fundamental del Paradigma Holográfico [14]. Y por si la afirmación de Bohm no fuera suficiente, tenemos a su contemporáneo mexicano, el Dr. Jacobo Ginberg [15], quien, con su experimento empírico del Potencial transferido demostró, sin lugar a duda, que todo está conectado de manera absoluta. ¡Todo es uno!

Aquí la solución experimental se junta con la solución matemática, de tal manera que negar que todo es uno, aunque diferente, sería una postura absurda e irracional. Estas son hipótesis científicas, no creencias sin fundamento. Por lo tanto, son refutables si otro investigador logra demostrar lo contrario.

La realidad holográfica

La realidad manifestada, es decir la realidad contingente, es holográfica. La mayoría de la gente cree que este conocimiento es vanguardista, pero desde los años cincuenta del siglo XX, el neurofisiólogo Karl Pribram ya sabía que el cerebro se comporta como un holograma.

¡El cerebro es un holograma!, entendiendo como tal un sistema tan especial que cada elemento contiene la información de todos los otros elementos. Y esta no es una hipótesis como cualquier otra, sino que fue comprobada miles de veces en animales de laboratorio, aunque no siempre se publicó.

La realidad holográfica está en perpetuo movimiento, y por eso se le conoce rigurosamente como realidad holodinámica. Se trata de un tipo único de sistema que cuenta con esa característica, aunque no debemos confundirlo con “lucecitas de colores”, ni con ocurrencias extrañas. El único sistema capaz de mantener la realidad debe ser necesariamente holodinámico.

Entonces, lo que hace ese holograma que llamamos cerebro es recibir energía e información y generar una realidad holográfica allí dentro. Jacobo Grinberg se refería al cerebro de manera directa como “conciencia”, pues nada es materia, todo es conciencia. Ahora bien, si todo sucede dentro de la materia gris, ¿por qué vemos cosas afuera? Porque hay otro proceso que hace que las cosas “se proyecten afuera” aunque no estén allí. Por esa característica también podemos decir que el cerebro humano es holográfico, pues lo propio de un holograma es precisamente hacernos ver cosas que no están en ese lugar.

Si vemos un vaso delante de nosotros, pero luego nos informan que no es el vaso en sí, sino el holograma del mismo vaso, nosotros lo veríamos aquí, perfectamente tridimensional. No lo podríamos tocar, pero lo veríamos aquí. ¿Y de verdad está aquí? No, no está aquí. Está allá y está siendo proyectado con rayos láser.

Lo propio de los hologramas es hacernos ver cosas donde no están. En otro artículo explicaremos bien el proceso, que es un poco más complicado que una simple proyección y se llama Resonancia Adaptativa de Fase Conjugada. Pero por ahora lo que importa es que no hay objetos fuera del cerebro, lo cual es una prueba más de que la materia no existe.

La materia es simplemente una ilusión, o en todo caso una modalidad de la energía. La Dra. Susana Martínez-Conde cuenta con una gran cantidad de experimentos que demuestran que la realidad que vemos no es la verdadera realidad.

Las cosas no residen afuera, sino dentro del cerebro. Y se puede decir que son un engaño del cerebro, una simulación. Así es como se forma nuestra realidad circundante. ¿Y por qué vemos todos lo mismo si es nuestro cerebro el que simula la realidad? Si todo está allí adentro y si somos independientes, ¿por qué vemos todos lo mismo? Porque tenemos campos energéticos iguales y todos recibimos la misma información.

Lo primero que hay que entender es que no somos independientes en el sentido de autonomía, sino que es el ego lo que nos convence de una autonomía que no existe, como tampoco existe el mismo ego en el sentido de que no reside en ningún lugar, ni lóbulo ni región ni núcleo alguno en el cerebro. Como dice el Dr. Francisco J. Rubia Vila: “El ego no existe, es una construcción ilusoria de todo el cerebro, que intenta convencernos de que tenemos una autonomía que tampoco existe.”

Entonces, la importancia de conocer el proceso de cómo se conforma la realidad circundante radica en comprender que somos dueños de la realidad que proyectamos. Somos dueños de nuestro mundo personal circundante. A pesar de que recibimos la misma información que todos, también podemos hacer muchas cosas con esa misma información. La podemos pintar de negro, la podemos pintar de rosa, le podemos dar un matiz alegre, le podemos dar un matiz deprimente, podemos frenar la entrada de algunas cosas que nos molestan o que nos asustan. Podemos dejar entrar información basura que simplemente nos arruina la vida. Podemos hacer muchas cosas con nuestra propia realidad.

Todo está siendo constantemente observado, todo sucede dentro de la única conciencia. Cuando David Bohm empezó a desarrollar el paradigma holográfico dijo:

Voy a rehacer la mecánica cuántica con dos postulados totalmente distintos a la cuántica. El primero es que para que se manifieste una partícula no hace falta un observador. La partícula está allí, existe sin el observador. Y la segunda, es que toda la realidad no es probabilística como afirmaba Niels Böhr, sino matemática.”

En la cosmovisión Vida Coherente tomamos algunos elementos de la mecánica cuántica, pero ello no nos sirve para completar la totalidad, pues la cuántica se enfoca sobre todo al estudio las partes (partículas) y las fuerzas que influyen a escala de Planck (subatómica). La cuántica es necesaria para entender el comportamiento de los campos, pero no para la manifestación.

Las partículas no solucionan nada. A este nivel necesitamos una teoría de la totalidad, un estudio preciso de lo que los físicos teóricos llaman “teoría del todo”. Aunque también es cierto que es usual omitir fenómenos cruciales sólo a muy altas energías. Además, la inconsistencia entre la mecánica cuántica y la relatividad general implica que una de las dos debe ser remplazada por una teoría que incorpore la gravedad cuántica.

La gravedad universal y la gravedad cuántica se comportan de forma diferente, por lo que es necesario recurrir a esas omisiones. Por eso “la teoría del todo” tampoco puede afirmar algo sobre la totalidad.

Lo que une a las partículas subatómicas no es una “señal” que viaja más rápido que la luz, sino el hecho de que ya todo estaba unido en un sistema holodinámico en el que cada elemento contiene la información de todos los otros. Aquí la manifestación no tiene nada que ver con el famoso “colapso de función de onda”, sino que las distintas realidades se manifiestan gracias a una síntesis de energía (sintergia).

NOTAS:


[1] Aunque no todos siguen este criterio, cuando estamos hablando de la CONCIENCIA como objeto, la escribimos solo con “C”, cuando nos referimos a la CONSCIENCIA, como capacidad cognitiva, utilizamos “SC.” Tampoco utilizamos el sistema de referencias APA, ya que proviene de un disciplina específica (finalmente, para Hameroff específicamente y para nosotros conciencia es sinónimo de alma).

[2] Trabajo realizado por muchos años, del investigador Anirban bandyopadhyay, en el Instituto Nacional de Ciencias Materiales del Tsukuba, Japón.

[3] Eduardo J. Carletti: recuperado el 29 de noviembre de 2019 en la revista Noticias, 2014, Neurología.

[4] Stuart Hameroff, Roger Penrose. Reply to criticism of the ‘Orch OR qubit’ – ‘Orchestrated objective reduction’ is scientifically justified. Physics of Life Reviews, Volume 11, Issue 1, March 2014, Pages 104-112.

[6] José Ignacio Latorre. Cuántica, tu futuro en juego. Editorial Ariel. Barcelona, 2017. Página 26.

[7] David Bohm en la recopilación de Ken Wilber. El paradigma holográfico. Editorial Kairós. Barcelona 1987. Páginas 143 – 153.

[8] Aunque los derechos de autor de este trabajo pertenecen al investigador Anirban bandyopadhyay, del Instituto Nacional de Ciencias Materiales del Tsukuba, Japón. Actualmente, también trabaja en esto, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), institución líder en los EE.UU.

[9] Francisco J. Rubia Vila. Entrevista en directo: Tendencias21, 20 de febrero de 2015.

[10] Rollin Mc. Craty. Intuitive Heart, 2005, página 12. Heart Math Institute. California, EE.UU.

[11] Mediavilla, Daniel (2016). “La realidad con la que convivimos es una simulación de nuestro cerebro”, en: El País, 31 de enero de 2016.

[12] Susana Martínez Conde es Directora del Laboratorio de Neurociencia Visual del Instituto Barrow de Phoenix, en los Estados Unidos; Facundo Manes es neurocientífico y rector de la Universidad Favaloro de Buenos Aires, Argentina, y Raúl Rojas es experto en inteligencia artificial de la Universidad Libre de Berlín.

[13] Francisco J. Rubia Vila es Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid, y cuenta con una amplia formación en neurociencia alemana.

[14] Ken Wilber. El paradigma holográfico. Editorial Kairós. Barcelona, 1987. Páginas 16 – 17.

[15] Jacobo Grinberg. La Teoría Sinérgica: científicos mexicanos. Universidad Nacional Autónoma de México e Instituto Nacional para el estudio de la conciencia. México, 1991. Páginas 41 – 49.



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