¿Tiene
sentido preguntarse sobre el origen de la conciencia? El catedrático
y fundador de Vida Coherente, Carlos Enrique Delfino, explica por qué
la conciencia no se deriva de ningún proceso, como afirma la ciencia
oficial, pues no existe nada que sea anterior a ella, de allí que es
imposible definirla y, de ser así, afuera del cerebro debería haber
objetos, lo cual es rotundamente negado por la neurociencia de
vanguardia.
Como
afirma el catedrático Francisco J. Rubia Vila: “El mundo es una proyección cerebral,
afuera hay una serie de energías que inciden sobre los receptores de
los sentidos, los cuales convierten esas energías en electricidad,
único lenguaje que entiende el cerebro. Pero no hay objetos allí
afuera, es el observador quien crea su propia realidad.” [9]
Esta
afirmación es admitida por la mayoría de los neurocientíficos,
aunque sin duda hay muchos todavía anclados a la antigua
programación materialista y buscando siempre hipótesis que chocan
de frente contra la realidad comprobada de que no existen objetos
fuera del cerebro. Pero, como ya sabemos, nuestra actividad con la
conciencia no es analizarla, sino expandirla todo lo posible en esta
y en cualquier otra frecuencia de realidad donde tengamos la
oportunidad de tener experiencias.
El
mundo es una proyección cerebral
Los
doctores Stuart Hameroff y Sir Roger Penrose, trabajaron desde 1996
en una teoría cuántica de la conciencia [1], según la cual ésta
se encuentra contenida en estructuras denominadas microtúbulos que
componen el citoesqueleto de las neuronas cerebrales.
Hasta
allí todo está bien. Pero el oficialismo, siempre malicioso y
atento, aprovechó un par de revisiones que realizaron Hameroff y
Penrose en 2014, cuando se dio a conocer el trabajo del Dr. Anirban
Bandyopadhyay, [2] para divulgar artículos de este tipo:
“Descubrimiento de vibraciones cuánticas en microtúbulos dentro
de las neuronas respalda controvertida teoría de la conciencia”
[3] (como epifenómeno de la evolución neuronal).
Es
decir que interpretan todo el trabajo de más de 20 años de
Hameroff-Penrose, como una prueba que la conciencia deriva, desde el
nivel más profundo, desde las actividades a escala de Planck, dentro
de las neuronas del cerebro.
Esas
conclusiones apresuradas no son válidas, ya que los mismos autores
hasta hoy se siguen preguntando:
«¿Ha
evolucionado la conciencia a partir de los cálculos complejos entre
las neuronas del cerebro, como la mayoría de los científicos
afirman? ¿O la conciencia, en cierto sentido, ha estado aquí todo
el tiempo, como sostienen los enfoques espirituales?», se
preguntan Hameroff y Penrose en la revisión actual.
«Esto
abre una potencial caja de Pandora, pero nuestra teoría toma en
cuenta estos dos puntos de vista, lo que sugiere que la conciencia
deriva de las vibraciones cuánticas en los microtúbulos, polímeros
de proteína dentro de las neuronas cerebrales, que gobiernan tanto
las funciones neuronal como la sináptica, y conectan los procesos
cerebrales con los procesos de auto-organización a la escala fina,
la estructura cuántica ‘proto-consciente «de la realidad.»[4]
Otro
descubrimiento reciente es el de una sencilla proteína llamada
tubulina. [5] Esta proteína, junto con la anestesia, establece
interacciones cuánticas débiles con frecuencias de oscilación
específicas que, sencillamente, no permiten que actúe el proceso
llamado Reducción Objetiva Orquestada. Este proceso es análogo al
colapso de función de onda en el experimento de la doble rendija. Es
decir que esas neuronas quedan temporalmente inhabilitadas para
interactuar con la conciencia.
Lo
que nunca explican, pues no todos lo tienen resuelto, es el llamado
“proceso de medición cuántica.” En mecánica cuántica el
proceso de medición altera de forma incontrolada la evolución del
sistema. Constituye un error pensar dentro del marco de la mecánica
cuántica, que medir es revelar propiedades que estaban en el sistema
con anterioridad.
Actualmente,
la misma mecánica cuántica está tomando distancia de este tipo de
descubrimientos tan impresionantes como la conciencia humana, para
investigar ahora los límites del pensamiento humano (epistemología)
y no la esencia de la realidad (ontología). El catedrático de la
universidad de Barcelona, José Ignacio Latorre [6], afirma que:
“Si
en cuántica el hecho de observar afecta y transforma lo que observo,
entonces tengo que plantearme qué significa saber o conocer, porque
no conozco la realidad, en verdad la perturbo, luego mi conocimiento
no es el de la realidad es de otra cosa. Por lo tanto, no existe la
posibilidad de saber cómo es la realidad desde la cuántica.”
Fue
desde allí, en 2017, que empezamos a utilizar con éxito el
PARADIGMA HOLOGRÁFICO de la física, que parte de que todo lo
dividido es una ilusión, mientras que la
Totalidad es
la verdadera realidad. Fue David Bohm, refiriéndose al fenómeno del
entrelazamiento de partículas subatómicas, quien propuso una
hipótesis que hasta hoy sigue firme. Todo ya estaba conectado desde
siempre, TODO ES UNO. [7]
Ahora
bien: ¿Esas interpretaciones materialistas, como las del artículo
antes mencionado [3], tienen algo que ver con el origen de la
conciencia? ¡No! El mismo Sir Roger Penrose en su última visita a
México (2015) admitió, frente a los periodistas que su hipótesis
con Hameroff, verificada otra vez en 2014, a partir del
descubrimiento de vibraciones cuánticas a temperaturas cálidas [8],
puede servir para fundamentar las dos opiniones contrarias sobre el
origen de la conciencia y la realidad:
1.
La conciencia es un fenómeno de las neuronas y
2. Toda la realidad es un fenómeno de la conciencia.
2. Toda la realidad es un fenómeno de la conciencia.
La
conciencia no se deriva de ningún proceso, como afirma ese titular
periodístico, pues no existe nada que sea anterior a ella, de allí
que es imposible definirla y, de ser así, afuera del cerebro debería
haber objetos, lo cual es rotundamente negado por la neurociencia de
vanguardia.
“El
mundo es una proyección cerebral, afuera hay una serie de energías
que inciden sobre los receptores de los sentidos, los cuales
convierten esas energías en electricidad, único lenguaje que
entiende el cerebro. Pero no hay objetos allí afuera, es el
observador quien crea su propia realidad.” [9]
Esta
afirmación es admitida por la mayoría de los neurocientíficos,
aunque no tenemos dudas que muchos todavía estén con la antigua
programación materialista y buscando siempre hipótesis que chocan
de frente contra la realidad comprobada de que no existen objetos
fuera del cerebro.
No
se trata solo de aprender “cosas de la ciencia”, hay que tomarse
el trabajo de revisar la historia y evolución del conocimiento
humano. Son muy pocos los que saben que ya en 1927 el mismo Einstein
dijo: “Cualquiera que esté seriamente involucrado en la búsqueda
de la ciencia se convencerá que hay un espíritu que se manifiesta
en las leyes del universo, un espíritu inmensamente superior al ser
humano.”
Ese
espíritu no es una fuerza como la gravedad, electromagnetismo o las
fuerzas nucleares débiles o fuertes. El espíritu es conciencia. El
universo está vivo y nosotros somos parte de ello.
Fue
durante la 5ª conferencia de Física en ese Congreso, que una nueva
propuesta del principio mente sobre materia fue admitida para tratar
de resolver el inexplicable comportamiento en mecánica cuántica.
Con
las mentes más brillantes de los físicos asistentes tales como
Einstein, Pauli, Dirac, Bohr, Heisenberg, Broglie, Schrödinger solo
por mencionar algunos, el tema conciencia estuvo presente.
La
élite escondió la verdad acerca de lo que se reveló en ese
congreso de 1927 en Bruselas, porque sabían que no podrían después
controlarnos si conocíamos los verdaderos poderes de nuestras mentes
y de la conciencia colectiva.
Pero,
como ya sabemos, nuestra actividad con la conciencia no es
analizarla, sino expandirla todo lo posible en esta y en cualquier
otra frecuencia de realidad donde tengamos la oportunidad de tener
experiencias.
Expandir
la conciencia es el único camino posible para descorrer el velo de
la ilusión. El conocimiento que debemos incorporar a nuestra vida
para expandir la conciencia es el de la experiencia, el vivencial, y
es imposible avanzar por ese camino si mantenemos los bloqueos
energéticos y no atendemos sus causas y las consecuencias a nivel de
la salud física que, tratadas a tiempo, ayudan restablecer la salud
y la vida coherente, junto al proceso de manifestación consciente
(existen manifestaciones de las cuales no somos conscientes). El
proceso para que se ancle un bloqueo en nuestro campo energético,
sus consecuencias para la vida y, en especial, nuestra vida
consciencial, lo describiremos en otra instancia a la cual todos
pueden asistir.
El corazón
Las
neuronas del corazón son del mismo tipo que las del cerebro, la gran
diferencia es la cantidad, mientras que en el cerebro tenemos 90 mil
millones de neuronas, en el corazón apenas tenemos 40 mil.
Pero
la enorme importancia de este órgano no tiene mucho que ver con su
pequeño “cerebrito”. Lo impresionante es que despliega un campo
electromagnético toroidal de cinco metros de diámetro que nos
envuelve totalmente y determina, en gran medida, el correcto
funcionamiento de todos los procesos psicofisiológicos del
individuo.
De
igual forma, los intestinos con sus 100 millones de neuronas también
juegan un rol importante y los tres: cerebro, corazón e intestinos,
conforman una unidad íntimamente conectada por el nervio vago.
La
razón por la cual hay muchos científicos que señalan la
importancia del corazón, incluso por encima del cerebro, se basa
precisamente en la afirmación que Rollin Mc. Craty, director de
Investigación del Instituto Matemáticas del Corazón en California,
EE.UU., publicó en 2005 en su libro Corazón
Intuitivo [10].
Allí
fue donde, por primera vez, se dio a conocer el secreto de todos sus
años de investigación, que le otorgan al corazón el rango de
“Director de la Orquesta” entre todos los procesos vitales que
comienzan desde la energía. El corazón el enlace directo entre las
modalidades de energía de esta frecuencia de realidad y la misma
Conciencia Absoluta:
“El
corazón se conecta de manera directa a una inteligencia superior,
más allá del tiempo y el espacio donde todas las cosas son
posibles.”
Este
descubrimiento fue posible gracias a la constante actividad de
investigación experimental del Matemáticas del Corazón (Heart
Math). Simplemente se hizo evidente que la forma gráfica estándar
de un electrocardiograma conectado a una persona sana, sometida a una
imagen de alto impacto emocional, comenzaba a funcionar varios
segundos antes que la imagen apareciera en pantalla.
Como
sucedía constantemente, hubo que admitir que el corazón siente y
pre-siente con una exactitud impecable. Entonces: ¿Qué o quién es
la inteligencia superior que trasciende el continuo tiempo/espacio?
Desde
nuestra cosmovisión, la respuesta es: la Conciencia Absoluta
omniabarcante.
¿Y
por qué es superior si ya hemos dicho que nosotros somos la única
conciencia que existe en el Omniverso?
Aunque
la mayoría no lo recuerden (aunque hay muchos que sí), todos
nosotros decidimos circunscribirnos a una experiencia en particular
por voluntad propia, con lo que perdimos la facilidad de acceder al
panorama total.
Por eso tenemos más claro el panorama de nuestra
circunscripción en particular. Sin embargo, podemos acceder con
relativa facilidad a ´todo el panorama´ simplemente preguntando e
intuyendo la respuesta desde el mismo corazón, siempre y cuando esté
en coherencia.
¿Y qué es realmente la coherencia?
Son
muchos los que hablan de ella, pero no todos conocen su verdadero
significado. Con la misma raíz que cohesión, la coherencia facilita
la necesaria unidad entre humanos, al desplegar un proceso donde cada
paso se sigue de uno anterior pero no forzado, sino de manera natural
y lógica.
Pensar
con el corazón,
el tema base de VIDA COHERENTE, alude también a otros aspectos de
nuestra experiencia en esta frecuencia de realidad que hoy los
conocemos gracias a una gran cantidad de descubrimientos científicos
realizados por muchos profesionales serios y conscientes. Aquellos
científicos que han invertido décadas en estudiar este sorprendente
órgano que late en nuestro pecho, han llegado a conclusiones
realmente asombrosas.
El
Heart Math Institute (Instituto Matemáticas del Corazón) fue el
primero en medir el campo electromagnético toroidal que genera el
corazón. Con cinco metros de diámetro en promedio, este inmenso
toroide nos envuelve totalmente y, es por ello que el corazón es el
que está en mejores condiciones para recibir o enviar energía
directamente del Campo de Información Cósmica (CIC).
En
su libro, el Dr. Mc. Craty describe con precisión a qué se refería
cuando mencionó a una inteligencia superior más allá del tiempo y
el espacio:
«A
menudo hablamos sobre el «corazón intuitivo» y la «inteligencia
del corazón». Ambos términos se refieren a nuestro corazón
energético, que se combina con una parte más profunda del Ser.
Muchos se refieren a esto como sus capacidades superiores. Es lo que
el físico David Bohm describió como nuestro orden implicado,
dentro de una totalidad indivisible. Varios científicos notables
han propuesto que tales funciones operan principalmente en un campo
de frecuencias fuera del tiempo y el espacio y han sugerido algunos
de los posibles mecanismos que rigen cómo pueden interactuar con
los procesos biológicos.» [10]
En
nuestra cosmovisión, a ese campo de información lo llamamos ´campo
de información cósmica’ (CIC), tomando la palabra cosmos en su
significado original, es decir, todo lo manifestado. El
Dr. Jacobo Grinberg lo llamó el enrejado o la Laticce,
que es pre-espacial/temporal. En realidad es supra
temporal/espacial, ya que puede actuar también dentro del continuo
tiempo/espacio. Para John Hagelin sería el mismo “campo
unificado” que buscaba Einstein, y que no logró encontrar, aunque
buscó incansablemente la super-ecuación que pudiera describir
dicho campo de forma matemática.
El
nombre es lo de menos, todos nos referimos a lo mismo. Se trata del
aspecto informacional de la Conciencia Absoluta con el cual
interactuamos para manifestar lo que sea que necesitamos o deseamos,
pero a partir de una intención coherente y con la energía de la
frecuencia más alta a la que podamos llegar.
Para
ello, también deberíamos reconocer y eliminar esos bloqueos que no
nos permiten avanzar. Tras cuatro años de trabajo, Vida
Coherente ideó una metodología con
la cual podemos quitar bloqueos de manera grupal y con el mismo
nivel de eficacia que cuando lo hacemos de manera individual.
La
conciencia es una sola y todo
es uno.
En esta frecuencia de realidad tenemos una experiencia de
individualidad porque las experiencias son particulares y únicas en
sí, pero todo lo que vemos que parecen objetos separados es una
simulación. Ya advertimos que la neurociencia sabe que no hay
objetos fuera del cerebro, solo energía e información.
Todos
vemos las mismas cosas pues todos recibimos la misma información,
pero la experiencia perceptual, la realidad circundante, la
fabricamos cada uno de nosotros sobre la base de un proceso
unificador específico llamado sintergia,
que fue diseñado de manera muy precisa por el misteriosamente
desaparecido neurocientífico mexicano Jacobo Grinberg-Zylberbaum.
En
nuestro bosquejo intentamos ejemplificar el proceso cotidiano de la
percepción que funciona en el rango de los microsegundos y consiste
en enviar una intención al Campo Informacional Cósmico (CIC) para
que éste nos devuelva la información necesaria para fabricar
hologramas dentro de nuestro cerebro y, acto seguido, proyectarlos
mediante un proceso llamado “resonancia adaptativa de fase
conjugada.” En realidad, no se trata de una proyección, sino del
lugar donde colocamos cada objeto en el espacio, teniendo muy en
cuenta que todos los llamados objetos no tienen existencia absoluta,
sino que son conciencia.
Grinberg
decía que el humano había olvidado la conciencia, sustituyéndola
por el concepto teórico de materia; es decir sustituyendo algo que
sí existe por algo que, como hemos visto, no existe.
El
primer curso de la secuencia de Vida Coherente da a conocer nuestra
cosmovisión coherente y fundamentada a través de resultados
concretos referidos a la autosanación y a la autotransformación de
las personas, que cualquiera puede comprobar. No somos curanderos ni
sanadores. Cada uno se sana o se transforma a sí mismo. Nosotros
solo orientamos y proporcionamos las herramientas energéticas para
lograrlo.
Este
curso está dividido en cinco temas, que son los cinco pasos del
Método Vida Coherente, pero con un orden más preciso. Aquí
encontrarás información relacionada con el Paradigma Holográfico,
la Conciencia, el funcionamiento del cerebro, la realidad y estudios
sobre la vida plena, entre otras muchas cosas.
Esta
diapositiva, tal como la usamos en el taller “Pensar con el
Corazón”, corresponde a un titular publicado por el diario “El
País” de España que se refiere los trabajos de la neurociencia
actual [11]:
En
enero de 2016, los neurocientíficos Facundo Manes, Raúl Rojas y
Susana Martínez-Conde viajaron a Barcelona a dar una conferencia en
la que explicaron que la realidad con la que convivimos no es “la
realidad”, sino una simulación de nuestro cerebro. [12]
Actualmente,
todos los “neurocientíficos de laboratorio” coinciden en que no
hay objetos fuera del cerebro [13], que toda nuestra experiencia y
toda la acción sucede dentro del cerebro y que la realidad tal como
nosotros la vemos es una simulación, ni siquiera muy precisa, pues
como el cerebro no puede gestionar la verdadera realidad debe generar
un modelo de realidad.
La
“realidad real” tiene características que el cerebro no
entiende, por ejemplo: atemporalidad y no-localidad. Imaginen un
mismo objeto en varios lugares a la vez. Es difícil de imaginar.
Imaginen un objeto sin extensión, sin espacio. Esto es imposible de
concebir en el estado actual del cerebro humano.
No
sabemos si estas limitaciones fueron posteriores a la
Gran Intervención de la raza humana —que es sostenida por una
programación constante— o
si siempre fue así, tal vez para experimentar un tipo diferente de
vivencia. El caso es que el cerebro no puede gestionar las
principales características de lo verdaderamente real.
Esta
maqueta simplificada de realidad que se desarrolla dentro de los
límites del cerebro (afuera solo hay energía e información) radica
en el ámbito de la ilusión, es el “Velo de Maya” (Maya en
sánscrito significa literalmente “lo que no es”), o “las
sombras en la caverna de Platón” —otro símil muy acertado en la
historia del pensamiento humano. La maqueta tiene un cierto nivel de
realidad, existe como ilusión, y los sueños oníricos también
existen, pero no tienen el nivel de “realidad real” sino que son
realidades dependientes del sujeto que las proyecta. Si el sujeto no
sueña o no duerme, no puede aparecer sueño onírico alguno. Son
realidades irreales, ilusorias, dependientes, y nada se altera si no
se manifiestan. De allí que se llamen contingentes.
La
Realidad necesaria se suele llamar de varias maneras: Conciencia, Ser
Necesario o Dios, con una diferencia enorme respecto a las religiones
que adoran a un “dios externo” separado —algo contradictorio en
sí mismo, pues se puede probar experimentalmente que todos somos
uno, y por lo tanto, todos somos parte de la Realidad necesaria.
La
Realidad contingente tiene muchos tipos y formas de manifestarse y,
además, produce experiencias en la conciencia. Aunque su naturaleza
es ilusoria, existe como ilusión. Su existencia es dependiente y
consensual con respecto a las experiencias individuales, pero de
todos modos nos afecta.
“La
realidad verdadera es la totalidad”, repetían constantemente los
pioneros de este paradigma. Con todo un sistema de cálculos
matemáticos, David Bohm concluyó que el llamado “entrelazamiento
cuántico” no es una señal más rápida que la luz que sale de la
Partícula “A” y viaja hasta la partícula “B”, como pensaron
la mayoría de los físicos teóricos, sino que ambas partículas ya
estaban conectadas entre sí.
Esa
es la hipótesis fundamental del Paradigma Holográfico [14]. Y por
si la afirmación de Bohm no fuera suficiente, tenemos a su
contemporáneo mexicano, el Dr. Jacobo Ginberg [15], quien, con su
experimento empírico del Potencial transferido demostró, sin lugar
a duda, que todo está conectado de manera absoluta. ¡Todo es uno!
Aquí
la solución experimental se junta con la solución matemática, de
tal manera que negar que todo es uno, aunque diferente, sería una
postura absurda e irracional. Estas son hipótesis científicas, no
creencias sin fundamento. Por lo tanto, son refutables si otro
investigador logra demostrar lo contrario.
La realidad holográfica
La
realidad manifestada, es decir la realidad contingente, es
holográfica. La mayoría de la gente cree que este conocimiento es
vanguardista, pero desde los años cincuenta del siglo XX, el
neurofisiólogo Karl Pribram ya sabía que el cerebro se comporta
como un holograma.
¡El
cerebro es un holograma!, entendiendo como tal un sistema tan
especial que cada elemento contiene la información de todos los
otros elementos. Y esta no es una hipótesis como cualquier otra,
sino que fue comprobada miles de veces en animales de laboratorio,
aunque no siempre se publicó.
La
realidad holográfica está en perpetuo movimiento, y por eso se le
conoce rigurosamente como realidad holodinámica. Se trata de un tipo
único de sistema que cuenta con esa característica, aunque no
debemos confundirlo con “lucecitas de colores”, ni con
ocurrencias extrañas. El único sistema capaz de mantener la
realidad debe ser necesariamente holodinámico.
Entonces,
lo que hace ese holograma que llamamos cerebro es recibir energía e
información y generar una realidad holográfica allí dentro. Jacobo
Grinberg se refería al cerebro de manera directa como “conciencia”,
pues nada es materia, todo es conciencia. Ahora bien, si todo sucede
dentro de la materia gris, ¿por qué vemos cosas afuera? Porque hay
otro proceso que hace que las cosas “se proyecten afuera” aunque
no estén allí. Por esa característica también podemos decir que
el cerebro humano es holográfico, pues lo propio de un holograma es
precisamente hacernos ver cosas que no están en ese lugar.
Si
vemos un vaso delante de nosotros, pero luego nos informan que no es
el vaso en sí, sino el holograma del mismo vaso, nosotros lo
veríamos aquí, perfectamente tridimensional. No lo podríamos
tocar, pero lo veríamos aquí. ¿Y de verdad está aquí? No, no
está aquí. Está allá y está siendo proyectado con rayos láser.
Lo
propio de los hologramas es hacernos ver cosas donde no están. En
otro artículo explicaremos bien el proceso, que es un poco más
complicado que una simple proyección y se llama Resonancia
Adaptativa de Fase Conjugada. Pero por ahora lo que importa es que no
hay objetos fuera del cerebro, lo cual es una prueba más de que la
materia no existe.
La
materia es simplemente una ilusión, o en todo caso una modalidad de
la energía. La Dra. Susana Martínez-Conde cuenta con una gran
cantidad de experimentos que
demuestran que la realidad que vemos no es la verdadera realidad.
Las
cosas no residen afuera, sino dentro del cerebro. Y se puede decir
que son un engaño del cerebro, una simulación. Así es como se
forma nuestra realidad circundante. ¿Y por qué vemos todos lo mismo
si es nuestro cerebro el que simula la realidad? Si todo está allí
adentro y si somos independientes, ¿por qué vemos todos lo mismo?
Porque tenemos campos energéticos iguales y todos recibimos la misma
información.
Lo
primero que hay que entender es que no somos independientes en el
sentido de autonomía, sino que es el ego lo que nos convence de una
autonomía que no existe, como tampoco existe el mismo ego en el
sentido de que no reside en ningún lugar, ni lóbulo ni región ni
núcleo alguno en el cerebro. Como dice el Dr. Francisco J. Rubia
Vila: “El ego no existe, es una construcción ilusoria de todo el
cerebro, que intenta convencernos de que tenemos una autonomía que
tampoco existe.”
Entonces,
la importancia de conocer el proceso de cómo se conforma la realidad
circundante radica en comprender que somos dueños de la realidad que
proyectamos. Somos dueños de nuestro mundo personal circundante. A
pesar de que recibimos la misma información que todos, también
podemos hacer muchas cosas con esa misma información. La podemos
pintar de negro, la podemos pintar de rosa, le podemos dar un matiz
alegre, le podemos dar un matiz deprimente, podemos frenar la entrada
de algunas cosas que nos molestan o que nos asustan. Podemos dejar
entrar información basura que simplemente nos arruina la vida.
Podemos hacer muchas cosas con nuestra propia realidad.
Todo
está siendo constantemente observado, todo sucede dentro de la única
conciencia. Cuando David Bohm empezó a desarrollar el paradigma
holográfico dijo:
“Voy
a rehacer la mecánica cuántica con dos postulados totalmente
distintos a la cuántica. El primero es que para que se manifieste
una partícula no hace falta un observador. La partícula está allí,
existe sin el observador. Y la segunda, es que toda la realidad no es
probabilística como afirmaba Niels Böhr, sino matemática.”
En
la cosmovisión Vida Coherente tomamos algunos elementos de la
mecánica cuántica, pero ello no nos sirve para completar la
totalidad, pues la cuántica se enfoca sobre todo al estudio las
partes (partículas) y las fuerzas que influyen a escala de Planck
(subatómica). La cuántica es necesaria para entender el
comportamiento de los campos, pero no para la manifestación.
Las
partículas no solucionan nada. A este nivel necesitamos una teoría
de la totalidad, un estudio preciso de lo que los físicos teóricos
llaman “teoría del todo”. Aunque también es cierto que es usual
omitir fenómenos cruciales sólo a muy altas energías. Además, la
inconsistencia entre la mecánica cuántica y la relatividad general
implica que una de las dos debe ser remplazada por una teoría que
incorpore la gravedad cuántica.
La
gravedad universal y la gravedad cuántica se comportan de forma
diferente, por lo que es necesario recurrir a esas omisiones. Por eso
“la teoría del todo” tampoco puede afirmar algo sobre la
totalidad.
Lo
que une a las partículas subatómicas no es una “señal” que
viaja más rápido que la luz, sino el hecho de que ya todo estaba
unido en un sistema holodinámico en el que cada elemento contiene la
información de todos los otros. Aquí la manifestación no tiene
nada que ver con el famoso “colapso de función de onda”, sino
que las distintas realidades se manifiestan gracias a una síntesis
de energía (sintergia).
NOTAS:
[1]
Aunque no todos siguen este criterio, cuando estamos hablando de la
CONCIENCIA como objeto, la escribimos solo con “C”, cuando nos
referimos a la CONSCIENCIA, como capacidad cognitiva, utilizamos
“SC.” Tampoco utilizamos el sistema de referencias APA, ya que
proviene de un disciplina específica (finalmente, para Hameroff
específicamente y para nosotros conciencia es sinónimo de alma).
[2]
Trabajo realizado por muchos años, del investigador Anirban
bandyopadhyay, en el Instituto Nacional de Ciencias Materiales del
Tsukuba, Japón.
[3]
Eduardo J. Carletti: recuperado el 29 de noviembre de 2019 en la
revista Noticias,
2014, Neurología.
[4]
Stuart Hameroff, Roger Penrose. Reply to criticism of the ‘Orch OR
qubit’ – ‘Orchestrated objective reduction’ is scientifically
justified. Physics of Life Reviews, Volume 11, Issue 1, March 2014,
Pages 104-112.
[6]
José Ignacio Latorre. Cuántica, tu futuro en juego. Editorial
Ariel. Barcelona, 2017. Página 26.
[7]
David Bohm en la recopilación de Ken Wilber. El paradigma
holográfico. Editorial Kairós. Barcelona 1987. Páginas 143 –
153.
[8]
Aunque los derechos de autor de este trabajo pertenecen al
investigador Anirban bandyopadhyay, del Instituto Nacional de
Ciencias Materiales del Tsukuba, Japón. Actualmente, también
trabaja en esto, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT),
institución líder en los EE.UU.
[10]
Rollin Mc. Craty. Intuitive Heart, 2005, página 12. Heart Math
Institute. California, EE.UU.
[11]
Mediavilla, Daniel (2016). “La realidad con la que convivimos es
una simulación de nuestro cerebro”, en: El País, 31 de enero de
2016.
[12]
Susana Martínez Conde es Directora del Laboratorio de Neurociencia
Visual del Instituto Barrow de Phoenix, en los Estados Unidos;
Facundo Manes es neurocientífico y rector de la Universidad Favaloro
de Buenos Aires, Argentina, y Raúl Rojas es experto en inteligencia
artificial de la Universidad Libre de Berlín.
[13]
Francisco J. Rubia Vila es Profesor Emérito de la Universidad
Complutense de Madrid, y cuenta con una amplia formación en
neurociencia alemana.
[14]
Ken Wilber. El paradigma holográfico. Editorial Kairós. Barcelona,
1987. Páginas 16 – 17.
[15]
Jacobo Grinberg. La Teoría Sinérgica: científicos mexicanos.
Universidad Nacional Autónoma de México e Instituto Nacional para
el estudio de la conciencia. México, 1991. Páginas 41 – 49.
No hay comentarios:
Publicar un comentario