La identificación de la vida con la sobrevivencia es una
de las mentiras fundadoras de la civilización mercantil
La sobrevivencia es la forma economizada de la vida. En
cualquier tiempo, la existencia de individuos y colectividades no ha sido más
que un infierno con aire acondicionado. Los únicos cambios apreciables se
limitaron a traducir, de acuerdo con las tormentas y apaciguamientos de la
historia, las variaciones de lo intolerable.
Porque la vida economizada, la vida sin vida, ha sido
siempre un lugar de decepción y de desolación, a tal punto que la imaginación
angustiada ha abogado por otro lugar tan admirable pero que es preciso morir
para poder alcanzarlo.
Ciertamente, los ricos vegetan más cómodamente que los
pobres, pero en términos de ser feliz, ¡nada de nada! La culpabilidad, el
miedo, la frustración, la amenaza de la morbosidad omnipresente los persigue
del mismo modo, como si su absurda carencia de vida, multiplicara los espectros
de esta locura evocada por Erasmo, Brandt y Quevedo.
Explotadores y explotados
se relacionan con terror endémico, temiendo a la daga que puede brotar de cada
mano amiga o enemiga. El desliz mental y la explosión de violencia
indiscriminada tienen caprichos en cada esquina.
Pero desde esta esquina callejera rabiosa, la conciencia
humana también está abriéndose camino. Fue necesaria una renuncia a toda prueba
para acomodarse a lo largo de las horas y de los siglos a este exilio de sí
mismo donde vemos los deseos más ardientes volverse su contrario y son
empujados a la tumba a cualquier edad.
¿A qué masoquismo religioso y profano nos entregamos para
atribuir – a un castigo divino, a una caída decretada por mandato celestial o
debida a alguna malformación ontológica – esta frustración que nos lleva a
desgarrarnos y a desgarrar a otros?
El saqueo de la Tierra con fines de lucro la ha reducido
a un “valle de lágrimas” donde la mujer, el hombre y el niño deben “ganarse el
pan con el sudor de su frente”. La expresión bíblica expresa con una loable
precisión a qué ruptura y a qué desviación el proceso de evolución ha estado
confrontado luego que, en unos pocos milenios, las civilizaciones basadas en el
nomadismo y la recolección de recursos naturales, la igualdad del hombre y de
la mujer pasaron a una civilización que desarrollaba la agricultura intensiva y
comercio competitivo al basarlos en sociedades sedentarias jerárquicas,
patriarcales y militarizadas.
En resumen. El homínido se vio
involucrado en una civilización donde el humano ha sido desposeído de su ser en
beneficio del tener. La empresa del trabajo hasta nuestros días ha vampirizado
el potencial de creación que es la verdadera riqueza de las mujeres y los
hombres. Reducida a producir ganancias, cualquier criatura que se vea obligada
a trabajar se equipara con un objeto de mercado. Ya sea que se apropie de la
función intelectual que establece el dominio de la cabeza sobre el cuerpo y del
amo sobre el esclavo, o que su condición manual lo someta y lo ponga bajo las
órdenes de un jefe, todo trabajador tiene ni más ni menos que el estatus de una
mercancía.
La sobrevivencia es la vida desnaturalizada. La evolución de nuestra especie nos ha conferido el privilegio de
transformarnos transformando el mundo. Lo que se bosquejaba en el paleolítico
implementó la facultad de crear un entorno natural recogiendo lo que hay en el
maná terrenal, favoreciendo las potencialidades creativas del hombre y de la
mujer en proceso de humanización. Encontrarse obligado a renunciar a la exuberancia
experiencial de la vida para invertir esta energía vital en una fuerza laboral
que transforma el mundo y sus habitantes en mercancías, no tiene lugar sin que
se produzca una cierta morbilidad psicológica, un desequilibrio donde no
sabemos quién, si el homínido o la bestia, trazan el siempre árido camino del
Destino.
Confundir la vida con la sobrevivencia hace de la
realidad una realidad de falsedades establecida por el sistema de explotación
del hombre por el hombre, que es la base de nuestra civilización mercantilizada
¿Quién aún cree que garantizar el pan diario justifica la necesidad de trabajar
mientras que todo el tiempo una minoría se enriquece a expensas de una
laboriosa mayoría, obligada a pagar por los bienes que produce?
Sacrificar sus deseos en el altar del trabajo es
sacrificar el ser por el tener y el gusto por la apropiación. Un propietario no
disfruta de sus bienes, trabaja para hacerlos producir. La usurpación sustituyó
el ejercicio de la creatividad por una miserable actividad mecánica,
establecida por el imperio del dinero que envenena las acciones de los vivos.
¿Acaso los amantes no sienten los efectos devastadores cada vez que los
refinamientos de la ternura dan paso al apaciguamiento sin amor?
La sobrevivencia es la adaptación a un malestar fabricado
a sabiendas. Que la metafísica continúe a ver ahí una malformación ontológica o
una falla natural es sólo una de las afirmaciones cínicas de quienes hasta
ahora han mantenido la mentira permanente en la que nuestra existencia está
envuelta.
¿Hasta qué grado de desesperación frenética vamos a
tolerar lo intolerable? ¿Es que vivir y encontrarse desde la infancia hasta la
muerte, se reducirá a una existencia de bestia de presa y de bestia de carga?
Tener un diploma, un trabajo, un ascenso, tarjetas
bancarias, una autoridad, un rol, una función, no es el ser. Ser significa
tomar conciencia de su deseo de vivir a fin de aprender a vivir según sus
deseos.
¿Hasta qué punto de degradación y servidumbre voluntaria
vamos a caer y arrastrarnos a un estado de sobrevivencia) en un mundo donde la
desgracia y la muerte se adornan con más atractivos que la felicidad y la vida?
No hago la pregunta para agregar a la resignación el peso de la culpa. Es el
fruto de mi ira, de mi impaciencia de ver los ojos y los oídos deshacerse de lo
que los obstruye: la omnipresencia otorgada al dinero, las ganancias, el poder,
a los negocios y su odioso privilegio de sofocar los gritos de la vida
oprimida.
No hay lugar para la alegría en el laberinto donde la
existencia arrastra sus esperanzas y decepciones. Los rincones donde la
penumbra, la melancolía, la desesperación están tratando de exorcizarse son
sólo callejones sin salida: las drogas, el trabajo, la liberación y la
violencia de la frustración caen en el cesto que la rentabilidad extiende en
todas partes.
¿Cómo la vida prohibida no prestaría encanto a la muerte? Porque
la muerte también es fuente de ganancias. La muerte de los paisajes, de las
poblaciones, de los animales, de los océanos, de los bosques. El ejército de
las multinacionales, las mafias políticas y los resignados que hacen los
plebiscitos que las favorecen forman el partido del Ángel de la Muerte o de los
Grandes Segadores, el único que domina hoy.
Raoul Vaneigem
Fragmento de Llamado a la vida contra la tiranía
del estado y del mercado, libro de Raoul Vaneigem, publicado íntegramente
en http://comunizar.com.ar/ en
traducción para América Latina de Itzamná.
Está empezando la cosecha de almas.
ResponderEliminarAceptar la vacuna es ir para un lado: aceptas seguí esclavizado.
NO A LA VACUNA,es ser libre. Pero la verdadera libertad no se regala, hay que ganársela a pulso.
La criba empezará a notarse en el 2031.
Que cada uno elija con su saber y responsabilidad.
Todos sabemos de antemano que habrá más vacunados que sin vacunar, es un echo irrefutable que las sociedades siempre avanzan, o creen avanzar siguiendo los consejos de los diversos "mesias" que el sistema manipulador y dueño del relato social imperante maneja, no tengo ninguna duda de ello, es más, nunca en la historia de la humanidad la masa borrega a ganado luchas inventadas del sistema, siempre hay guerras ya sean físicas o mentales y siempre ha ganado el sistema, algunos aún creen que la revolución francesa surgió por una sociedad pobre contra la monarquía y burguesía rica de la época, como las revueltas de colores en oriente medio, nos pasa todo por ser creyentes y de eso se vale el sistema para manejarnos y manipularnos, repito, el 99% de la población mundial se pondrá en la cola de los ambulatorios para la vacuna, admito apuestas.
ResponderEliminarNo sólo formarán colas, la exigirán.
ResponderEliminarLos pocos que la revisemos seremos apuntados con el dedo.......
como poco.
Quise decir, reusemos.
ResponderEliminarPor supuesto, totalmente de acuerdo...
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