EL SUPREMACISMO DE LAS CREENCIAS
¿Por qué será que muchas veces parece como si nos pagasen por intentar convencer a los demás de que nuestras creencias son infinitamente más acertadas y valiosas que las suyas?
Hace ya meses, cada vez que me cruzaba en pleno
campo con gente con la mascarilla bien subida hasta
los ojos, primero les saludaba y después les recordaba amablemente
que la “coñamascarilla” no era obligatoria ni en aquellas condiciones ni en
aquel lugar.
Pero ahora, hace ya mucho tiempo que no lo
hago aunque me los siga topando por decenas por las calles y andurriales de un
municipio cuasi desierto.
Y ahora viene lo mejor, incluso a pesar de seguir portando en mi interior un puto programa que no se calla el hijo de la gran lagarta ni debajo del agua: “pero ¿le quieres decir a ese retrasado que se quite la mascarilla de una vez? ¡venga, dile algo o te reviento a base de productos neuroquímicos!”.
Dicho esto debo confesar que, a título privado, la
“coñapandemia” me está viniendo de perlas para reflexionar profundamente
sobre una lista inmensa de cosas. Para que luego digan que este chanchullo
pseudo-sanitario solo sirve para joderle la vida al personal.
Porque claro, no será esta la vez primera que la basura de
muchos se convierte en alimento para unos pocos. Y a mí
personalmente, como Simultáneo, os juro que me nutren hasta los latigazos.
Pero mucho ojito con pegarme ni uno más de la cuenta.
Ya de vuelta a mi “trabajo” no remunerado por los campos
como consejero sanitario-espiritual de pacotilla, debo decir que la observación
de mi conducta secuencial me ha llevado finalmente a
comprender tan irreverente proceder.
Y es que, bien mirado, cada vez que me acercaba a un
viandante para recordarle que podía prescindir de su
“coñamascarilla”, lo que de verdad le estaba diciendo con boca pequeña era…
“Pero ¿se puede saber, pedazo de gilipollas,
por qué no te quitas la puta mascarilla y empiezas a pensar y actuar
como YO hago de una santa vez?”
El “supremacismo de las creencias” es
exactamente eso: el estimar que nuestra forma de ver y
entender la Vida es la más eficiente de todas para
TODO el mundo y en TODO rincón sin discusión; MÁS el
encendido deseo de IMPONERLA a cada hijo de vecino con amenazas,
coerciones… o con bonitas palabras, qué más dará. Y es
que la estrategia que se use para ello poco importa, porque en el fondo y en
todos los casos sin falta se trata de la misma basura genético-secuencial (aunque
como veremos la subrutina original sea estrictamente simultánea a
mi parecer).
Dicho esto, si nos ponemos serios y si se medita la cuestión
¿de dónde creéis que nos surge ese impulso incontenible de
aleccionar a todos aquellos quienes –según nosotros- no saben
iluminarse los pobres a sí mismos?
¿De verdad consideráis que semejante acto de entrometimiento brota
de un ejercicio deliberado y sincero de filantropía y de reflexión,
o por contra nos enfrentamos con un mero resorte de carácter cero reflexivo
y archiemocional?
Lo digo porque si al final simplemente se tratara de un
mecanismo que se dispara por sí solo como una bala cada vez que
nos topamos con alguien que no comparte nuestra noción de
“realidad”, entonces no cabe duda de que lidiamos con una subrutina de
carácter INTELIGENTE y AUTÓNOMO preinstalada -o insertada a toro pasado- en
nuestro genoma, y ya te puedes imaginar el para qué.
Bueno, pues según mis observaciones personales, la respuesta
correcta es la segunda: el intento de “enderezar” las
actitudes AJENAS a toda costa y de SUPLANTAR su visión de los
acontecimientos con la MÍA propia, es un impulso irrefrenable
seguramente con base en alguna región cuasi-intocable de mi ADN.
Pero la cosa no queda ahí, porque lo que yo de veras percibo
en esa “pelea” por quitarse o dejarse la “coñamascarilla” -siguiendo con el
ejemplo, pero teniendo miles distintos de ellos- son dos subrutinas
en vez de una funcionando al unisón; y cada una intentando arrimar el ascua a
su sardina según lo previsto: por un lado el subprograma que dispara en
el agresor la necesidad de IMPONER sus idearios a los
demás a cualquier precio; y, por el otro, el procedimiento que se ejecuta
en las entrañas de la víctima para IMPEDIR la SUSTITUCIÓN
de sus creencias particulares con otras extrañas (por muy bien intencionadas
que de entrada le pudieran a cualquiera de las partes parecer).
¿Y os podéis creer que en este caso los psicólogos se ponen
siempre de lado del agresor? Pues seguid leyendo si no.
La Psicología refiere como “perseverancia de las creencias” a: “la tendencia de un individuo a aferrarse a una creencia pese a recibir nueva información que la contradiga o refute de forma concluyente.” (Wikipedia)
Y quien se atreva a terminar de leer dicha entrada de la
Wikipedia descubrirá por sí mismo que todas las explicaciones de los expertos
al fenómeno de la “perseverancia de las creencias” se reducen a una sola…
Y es que la gente es básicamente GILIPOLLAS por aferrarse
con uñas y dientes a conductas y a creencias desfasadas (a
criterio de sus jueces) incluso después de ofrecerles cálidamente otras
creencias mucho más “VÁLIDAS” (como por ejemplo las de los consejeros
sanitario-espirituales de tres al cuarto entre quienes yo mismo
me incluía más arriba y tiempo atrás).
Aun así, lo que parece pasar desapercibido para los
supremacistas del conocimiento es que puede que en el adeene de tanto “imbécil”
exista una subrutina que les impele (I) seguir creyendo como creen en
la parcela de la experiencia de Vida que corresponda; y (II) defender
a capa y espada su visión de las cosas… hasta que descubran por
ellos mismos otra más “válida” (si es que fuera menester,
que a lo mejor ni lo es en toda una santa vida. Será por VIDAS).
Entre los psicólogos, dicha subrutina o condicionamiento subconsciente
se conoce como “sesgo
de confirmación”: Es la tendencia a favorecer, buscar, interpretar, y
recordar, la información que CONFIRMA las PROPIAS creencias o
hipótesis, dando desproporcionadamente menos consideración a posibles
alternativas. (Wikipedia).
Tendencia que, mirada desde lo alto, no hace
sino ANTEPONER la validez de nuestros PROPIOS credos ante
los de todos los demás. Para «bien» y para «mal».
Desde “lo alto”, que digo, porque contemplada la vida en la
Tierra como una suerte de “videojuego”, parece enteramente razonable especular
con la existencia de una serie de objetivos -a cumplir en su
trascurso- por parte de cada participante, usuario, jugador o Yo
Superior.
Y en marco tal, creo que tiene todo todito el sentido del mundo que cada Yo Superior configure a sus avatares o encarnaciones con la lista de creencias que considere estrictamente necesarias para llevar a buen puerto las Misiones o Planes de Vida de cada uno de los miembros (Simultáneos) de su plantel. Y esto por supuesto, estaría bueno, con independencia de lo que sus creencias personales le parezcan a los putos avatares de otros jugadores de categoría similar.
De manera que en apariencia contamos con un
procedimiento preinstalado que nos impele i) a SER
como somos de fábrica; y ii) a pensar y a creer como
nuestra lista de OBJETIVOS en la Tierra nos DEMANDA.
Dicho lo cual ¿cómo creéis que se puede torcer la cosa?
Pues únicamente en el caso de que la manipulación de nuestros genomas por parte del colectivo Secuencial entre bambalinas nos consiga colar por la escuadra I) que nuestros valores individuales son los más adecuados para todo el mundo sin discusión y, ya de paso, II) que nuestra obligación moral de serie es endosarle nuestro credo al primer incauto con el que nos tropecemos por la calle.
Porque que nadie lo olvide: cada vez que recordamos a alguien lo “mal” que están haciendo las cosas en cualquier área de la Vida, nos estamos ENTROMETIENDO en los Planes de OTRO jugador como nosotros con unos OBJETIVOS exactamente igual de RESPETABLES que los nuestros. Actitud que, practicada en sentido contrario, es bien seguro que ninguno de nosotros ni disculpa ni tolera. ¿Me equivoco?
Me despido añadiendo que no hay conspiración
judeo-masónica ninguna para despreciar nuestra sabiduría ni nuestros talentos.
Y que si la gente no nos escucha, no nos sigue o no
nos comprende, no es porque no quieran ni porque sean gilipollas de la
cabeza a los pies, sino porque sencillamente NO pueden hacerlo.
Y no pueden porque sus territorios de creencias
tienen su residencia en las ANTÍPODAS de los nuestros (y viceversa) y
por ende se antojan rematadamente INCOMPATIBLES te pongas como
te pongas.
Hacerse uno la víctima tampoco es que ayude demasiado. Más
bien al contrario
Dicho esto, el problema no son las creencias de los demás,
sino el malestar que a mí puntualmente me genera una subrutina
secuencial disfrazada de “cosa mía en mis entrañas” que me incita
a imponerle tiránicamente mi visión de las cosas a
todo el mundo.
Y mientras –a base de resistencia– apagamos ese
“software” tocapelotas para siempre, me da que la única cosa que podemos hacer
para sobrellevarlo es estar bien alertas a cada llamado de un
ADN más manoseado que la Bolsa de valores… e IGNORAR sus
instrucciones haciendo todo lo posible por RESPETAR la
necesidad de todos los jugadores sin excepción de evolucionar por
sus propios caminos y a su propio ritmo.
Así que sembremos RESPETO allá donde vayamos y
ya veréis como el Genio de la Vida en persona se encarga de
que con nosotros no se meta ni Blas.
BIENVENIDOS A LA TIERRA
https://bienvenidosalatierra.com/el-supremacismo-de-las-creencias/
"Creilas non creilas pero habeilas haylas"
ResponderEliminarLos nuevos brujos. los que se apoderan de tu mente con sus brujerias
TECNICAS DE DESMORALIZACIÓN https://anunnakibot.blogspot.com/2022/03/27-17-anunnakibot-tecnicas-de.html