¿QUÉ PODEMOS HACER?
Se ofrecen en esta sección algunas propuestas para oponer resistencia a las agresiones que actualmente se están perpetrando contra la humanidad en su conjunto y contra el medio natural, centrándonos en algunas de las áreas: La manipulación del clima, el envenenamiento generalizado, la contaminación electromagnética, la monitorización de los seres humanos y la agresión a nuestros cerebros.
A todo lo anterior se suma el genocidio que actualmente se está llevando a cabo en numerosos países con la excusa de una pandemia, y que a muchas personas buenas les provoca un sentimiento de impotencia tal que las sume en la desesperación. Pero no hay que desesperar, no hay que perder la esperanza. La mayoría de los seres humanos son buenas personas y cada día que pasa aumenta el número de aquellos que son conscientes de lo que nos están haciendo. No estamos solos.
No hacer daño y ser selectivos a la hora de comprar
A modo de introducción, recordemos las tres pes de Ilya
Sandra Perlingieri, que se pueden aplicar a cualquiera de los ámbitos
mencionados, e intentemos ponerlas en práctica a diario:
PRECAUCIÓN. Si uno no está seguro de algo,
lo mejor es que no lo haga.
Cuando tengamos sospechas razonables de que algo nos
pueda dañar, o bien cuando hay incertidumbre científica, entonces tenemos
el deber de actuar para impedir el daño. Esta es la verdadera precaución.
PREVENCIÓN. Antes de dedicarnos a una tarea
o de planear algo, si ello supone que podemos hacer algún daño, entonces
detengámonos y no lo hagamos.
PODER DEL MONEDERO. La responsabilidad
es nuestra ante la caja registradora. No ayudemos a ninguna compañía que
obtenga beneficios haciéndonos daño. Ahorraremos millones y sus ganancias se
vendrán abajo.
Esto último se llama boicot, y es lo
mínimo que podemos hacer. Un boicot sin violencia, pero bien organizado, puede
hacer mucho daño a las empresas que de una manera u otra colaboran con el mal.
Estudiar a fondo para poder transmitir nuestros
conocimientos a los demás
Frente a una maquinaria tan colosal como la que lleva
décadas destruyendo nuestra biosfera y envenenando y radiando a los seres
humanos, lo normal es que se apodere de nosotros un sentimiento de indefensión
y de impotencia que nos conduzca al abatimiento y que nos lleve a refugiarnos
en conductas que nos ayudan a evadirnos de la realidad pero que terminan
perjudicándonos. Pronto descubriremos que esta realidad es difícil de asumir
por las personas de nuestro entorno, que no querrán saber nada del tema, lo
cual hará que nos sintamos más aislados.
No obstante, estudiar a fondo todo lo relacionado con la falsa pandemia, la ingeniería del clima, la eugenesia, las radiaciones, etc., para transmitirlo a los demás con información creíble y documentada es
de momento lo que podemos hacer, al menos hasta que la mayor parte de la
población sea consciente de este gran engaño.
La salud es nuestro bien más preciado
Aquí se trata de darle la importancia que merece al hecho de
que nos están envenenando no solo a través del aire, sino también a través de
los alimentos, del agua y de los medicamentos que en teoría sirven para
curarnos. Hay que abandonar la idea de que «bueno, qué más da, si de algo hay
que morir», y ser conscientes de que estamos en guerra y de que nos están haciendo daño a nosotros y a
nuestros seres queridos, y de manera premeditada, por lo que
tenemos que pasar a la acción con el fin de protegernos. La salud es nuestro
bien más preciado, y todo lo que hagamos por preservarla será poco.
Lo ideal es tener un terreno en el que cultivar nuestros propios alimentos y criar a
nuestros propios animales. Como, lamentablemente, la mayoría de la gente
no lo puede hacer, habrá que optar por comprar todos los alimentos ecológicos que se
pueda. Si resultan algo caros (aunque algunos están cada vez más accesibles),
habrá que prescindir de otros gastos que en realidad son superfluos. Invertir
en los alimentos ecológicos es invertir en nuestra salud. Podrá argüirse que la
porquería que cae del cielo también afecta a los cultivos de la agricultura
ecológica, y seguramente sea así, pero al menos estos cultivos no llevan los
pesticidas cancerígenos con que muchos agricultores embadurnan el fruto de su
trabajo.
Protegernos frente a la contaminación electromagnética
Lo primero que hay que hacer es reducir la
exposición a la radiación ya existente en la medida de lo
posible: desconectar el wifi y sustituirlo por la conexión a Internet por cable
(si no es posible, al menos desconectarlo cuando no se esté usando y apagarlo
por la noche); superar la adicción a las aplicaciones de mensajería en las que
TODO queda guardado, reduciendo su uso al mínimo; nunca llevar el teléfono
pegado a los genitales ni a los senos, y procurar evitar pegarse el móvil a la
oreja (lo recomendable es usar el altavoz); proteger a los niños, que son más
vulnerables que los adultos a la radiación de microondas (el modo avión permite
ver vídeos y juegos sin que el aparato emita radiación).
Además de proteger nuestro hogar, no debemos caer en la
trampa del Internet de las cosas y no debemos consumir productos inalámbricos. Como consumidores, si nos organizamos,
también podemos ejercer una fuerte presión sobre estas empresas estafadoras que
se creen que ya tienen la batalla ganada.
Y tendremos que estudiar la documentación
disponible para comprobar lo que ya está demostrado que las ondas de
radiofrecuencia de la tecnología inalámbrica son muy dañinas para los
seres vivos. Entonces estaremos en condiciones de informar a
los demás y de apoyar a los grupos que están protestando en
distintas ciudades y países.
Los sitios web de las asociaciones que denuncian el daño que
nos está haciendo la tecnología inalámbrica contienen abundante información
sobre los campos electromagnéticos y sobre las medidas que podemos adoptar para
protegernos; una lista se puede consultar aquí.
No facilitarles la tarea de controlar todos nuestros
movimientos
Eso de que las videocámaras y los microchips están
ahí por nuestra propia seguridad es una bola que por desgracia muchísima gente
sigue tragándose. Para nuestra desgracia, la realidad es que, con la tecnología
que ya existe, se podría acabar con la delincuencia en cuestión de horas, y si
no se hace es sencillamente porque los que verdaderamente mandan se llevan
comisión. Ellos son los peores
criminales; son los dueños de los líderes políticos y de los medios de
comunicación, y los sicarios que trabajan para ellos tienen acceso a todas
nuestras conversaciones telefónicas, a todos nuestros correos y a todos los
mensajes que escribimos, así como a todas las cámaras y micrófonos instalados
en los aparatos electrodomésticos y en los dispositivos informáticos que
tenemos en nuestros hogares. Lamentablemente, muchas instituciones, pagadas con el dinero
de todos, están ahí para tenernos bien controlados y para machacar a todo aquel
que saque los pies del tiesto, esto es, a todo aquel que sea capaz de darlo
todo por los demás y por el bien común y que se atreva a denunciar la
corrupción, las injusticias y las barbaridades que actualmente se están
perpetrando contra nosotros.
¿Quién puede estar tranquilo cuando existen tantas
desapariciones, tantos crímenes sin esclarecer y tantos atentados por resolver? Por
ello hay que decir NO a esa tecnología que registra todos nuestros movimientos;
hay que decir NO a la dependencia del teléfono móvil; hay que decir NO a las
videocámaras omnipresentes; hay que decir NO al 5G y al Internet de las cosas,
y hay que decir NO a la desaparición del dinero físico, porque todo ello atenta
contra nuestra libertad y nos esclaviza aún más bajo el yugo de los opresores.
Hay que hacerles frente, superar la adicción a los juguetes con los que nos la
han metido doblada y decirles que NO, sencillamente porque toda esta monitorización de todos y cada uno
de nuestros movimientos NO es por nuestro bien; de verdad, NO es por
nuestro bien. Es para tenernos en la diana de manera permanente, para eso es.
Apagar la televisión
En esta falsa pandemia ha quedado claro que la mayoría de las cadenas de televisión
trabajan para el mal, y por lo tanto merecen nuestro desprecio. Incluso
las películas y series de televisión (dibujos animados incluidos) tienen como
objetivo conformar nuestra visión del mundo y ofrecernos modelos de comportamiento, siempre de acuerdo
con los intereses de las élites genocidas. ¿Habría ganado tantos
adeptos el discurso oficial de la plandemia sin las series de
televisión que llevan décadas mostrándonos cómo los médicos y los policías velan
por nuestra salud y por nuestra seguridad?
Cuidar y proteger nuestro cerebro
El cerebro humano es
una maravilla de la creación, y los psicópatas que dirigen el mundo nos lo
quieren atrofiar y a ello dirigen todos sus esfuerzos. Nos quieren
tontos perdidos para poder manipularnos mejor, y aquí también hay que oponerles
una fuerte resistencia.
Han destruido los sistemas educativos bajando los niveles de exigencia y han
fomentado las adicciones
destructivas entre los niños y los jóvenes sin el más mínimo escrúpulo
de conciencia. Y no solo han hecho imprescindible el uso del teléfono móvil para espiarnos; lo
peor es que este dispositivo genera cáncer en la cabeza, y sabiéndolo lo
niegan, al igual que niegan el hecho de que la tecnología inalámbrica atenta contra nuestra salud y en
especial contra nuestro cerebro.
También ocultan la existencia de una tecnología invasiva de la mente a
través de la cual pueden manipular nuestros pensamientos sin que nos demos
cuenta y también pueden hacernos enloquecer. De hecho, actualmente están
utilizando a muchas personas inocentes como cobayas de esta tecnología; razón
de más para rechazar de plano la instalación de antenas por todas partes con la
llegada de la tecnología 5G.
Cuidarnos mucho y no hacernos daño
Cuidémonos mucho y tratémonos con respeto. Dejemos de
hacernos daño y superemos todas nuestras adicciones. Respiremos bien, hagamos
deporte, adoptemos hábitos sanos y no nos dejemos llevar por sentimientos
negativos como el miedo y el estrés. Luchemos por conseguir nuestros sueños
pero también por construir un mundo mejor. Y leamos y estudiemos con
tranquilidad todo lo que podamos, sin asociar nunca el hábito del estudio con
la angustia o el sufrimiento. Estudiar placenteramente
para convertirnos en personas más cultas y en mejores personas es, y siempre lo
ha sido, un acto revolucionario,
un ir contra corriente, una reafirmación de uno mismo frente a un sistema
totalitario que nos quiere ignorantes y sumisos.
Centrémonos en
mejorar nuestro entorno y
en proteger y salvar a quienes amamos
Estudiar las leyes y apoyar la lucha en los juzgados
Puede que se nos antoje pesado y lo acometamos con desgana,
pero lo cierto es que al final es lo único que nos queda: conocer las leyes que nos amparan para
hacer valer nuestros derechos y para denunciar a aquellos que los pisotean. Hay
asociaciones y equipos de abogados, como Liberum, Scabelum o Coronavirus legal, que
están llevando a cabo iniciativas interesantes que necesitan de nuestro apoyo.
No caer en la trampa del recurso a la violencia
Los organizadores de la nueva normalidad están
deseando que los opositores al régimen genocida provoquemos algún altercado con
muertos para justificar un
incremento de la represión y del control totalitario de los ciudadanos, por
lo que no dudarán en aprovechar las manifestaciones para provocarnos mediante
contramanifestaciones o utilizando a elementos infiltrados. Estemos atentos y
no caigamos en la trampa, por mucho que nos toquen las narices.
No seguir ciegamente a ningún líder
Porque todos somos humanos y todos tenemos fallos, tarde o
temprano nuestros líderes, también humanos, nos terminarán defraudando, y
precisamente por eso no hay que
poner a nadie en un altar. Fijémonos en sus aspectos positivos
sabiendo que no podemos estar de acuerdo con su manera de pensar al cien por
cien, y no esperemos que un líder venga a sacarnos las castañas del fuego. No
idealicemos a nadie, y menos cuando tenemos la certeza de que existen bichos pagados para conducirnos hacia
una dirección determinada o para generar desconfianza, división y
enfrentamiento. En fin, el tiempo termina poniendo a cada uno en su sitio.
No tener miedo
“El miedo es el más ignorante, el
más injusto y el más cruel de los consejeros», según Edmund
Burke. El miedo nos paraliza, nos bloquea, nos
hace sufrir más de lo necesario, nos amarga el carácter y nos hace enfermar.
Hay que aceptar que estamos en guerra y que vamos a ver muchas cosas, pero
también hay que aceptar que aquí estamos de paso, que nuestro tiempo en este
mundo es limitado, y que el miedo nos impide vivir con plenitud. Hagamos lo que
esté en nuestra mano para intentar mejorar las cosas y para tener la conciencia
tranquila, y librémonos de ese lastre que son el miedo y otros sentimientos
negativos. Las guerras no se ganan con miedo.
Optar por ser felices a pesar de todo
Como dice el autor de Nuevo
Mundo Pozkast, tenemos dos opciones: vivir amargados o ser
felices, y lo recomendable es optar por ser felices a pesar de la que está
cayendo, dado que aquí todos estamos de paso y si sufrimos inútilmente no vamos
a solucionar nada. En cambio, una actitud positiva sí que puede empujarnos a
inventar y poner en marcha nuevas soluciones.
Hacer lo contrario de lo que quieren que hagamos
Se trata, en definitiva, de llevarles la contraria. ¿Que a
través de los medios de comunicación nos muestran modelos de comportamiento
dañinos con el fin de que los imitemos y nos hagamos daño? Pues les llevaremos
la contraria y no nos haremos daño. ¿Que nos animan a darle muchísima
importancia a quién se acuesta con quién? Pues no le daremos ninguna
importancia y viviremos nuestra vida sin meter las narices en las vidas de los
demás. ¿Que no hacen más que meternos miedo en el cuerpo? Pues apagaremos la
televisión y la radio y no veremos películas a través de las cuales se nos
infunde miedo. ¿Que no quieren que sepamos ni latín ni griego para que no
accedamos a las fuentes de nuestra civilización? Pues haremos lo posible por
aprender latín y griego. ¿Que no quieren que estudiemos filosofía para que no
tengamos sentido crítico? Pues hala, a estudiar filosofía, que se ve que les
fastidia. ¿Que nos animan a ir por la vida dando codazos? Pues fomentaremos con
nuestro comportamiento la cooperación en lugar de la competitividad. ¿Que nos
incitan a la delación? Pues no delataremos a nadie. ¿Que nos dicen que no nos
toquemos los unos a los otros? Pues nos daremos abrazos, que resulta que son
curativos. Y así.
https://resistenciafrentealaviolencia.wordpress.com/que-podemos-hacer-frente-a-las-fumigaciones/
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