© QUERERSE UNO MISMO
Quererse uno mismo
es darse el respeto y el amor que todos merecemos. Significa tener en
cuenta nuestras necesidades y aceptarnos en todas nuestras facetas,
atreviéndonos a ser quienes somos. Implica también no juzgarnos ni criticarnos
por cada error que cometemos.
Cuando parece que todo son incertidumbres, cuando se han
casi desvanecido todos los asideros morales, cuando el porvenir no se vislumbra
con claridad, hay que centrarse en lo más importante de la vida: Cuidar de uno
mismo, arroparse, acariciarse, escucharse, apoyarse incondicionalmente.
Debemos rehacernos de los zarandeos que nos llegan de todos lados. Necesitamos cultivar la calma, la integridad, la confianza. Nuestra fortaleza interior es nuestro objetivo prioritario.
Nos quieren bien desorientados, aplastados, desencantados...
y en general parecen salirse con la suya, por eso debemos concentrarnos en
nosotros mismos y reactivar nuestro potencial.
Ahora se necesitan hombres y mujeres con las ideas claras y
los corazones sensibilizados que floten por encima del desbarajuste propiciado
en contra del ser humano.
Debemos restaurar los valores que siempre han sustentado
nuestra estancia en este mundo y han facilitado nuestras relaciones y
convivencia.
Es el momento de primar lo que es importante en la vida:
honestidad, dignidad, compasión y en esta lista cada uno puede añadir los
valores que crea oportunos.
Hay que salir de este pasotismo fruto del desencanto
inducido por tantas y tantas ideologías banales y malintencionadas que
contaminan las mentes de todos.
La perversión de las ideas y del significado de las palabras
ha sembrado el desconcierto y el desánimo en todos los niveles provocando la
dispersión y el nihilismo producto de tal manipulación.
Nuestra respuesta es hacernos cargo de nosotros mismos y, en
la medida de lo posible, acoger a todos aquellos que se sientan perdidos y
pidan ayuda.
Somos la “carne de cañón” de quienes se creen ostentar el
poder en la Tierra. Así continuaremos si no nos responsabilizamos de nuestra
vida y de nuestra trascendencia
Cada uno lo tiene todo a mano y no hace falta que busque fuera
soluciones mágicas. Sólo volver a ponerse de pie y con el corazón limpio nos
dará la fuerza para seguir nuestro camino.
Todas las calamidades que nos rodean pueden y deben
despertar nuestra compasión pero no debemos dejarnos atrapar por dos razones:
No está a nuestro alcance hacer nada y debemos mantenernos íntegros para los
retos que nos afectan.
Es fastidioso tener que decidir “hacer o no hacer”, el
eterno dilema entre la cabeza y el corazón, pero la realidad es la que es y hemos
de saber movernos siempre cuidando de nosotros mismos en primer lugar.
Hay mucho trabajo por hacer y hay para todos, para el nivel
de cada uno. No debemos dejarnos agobiar ni deslumbrar por tareas excesivas que
nos sobrepasan.
Por poco que hagamos ya será de utilidad, al menos, para
afirmarnos como seres solidarios con los demás a los que se puede ayudar de
muchas formas, no necesariamente de forma física.
En resumen, no debemos tener miedo al agua pero hemos de velar por que la riada no se nos lleve. Ser conscientes de nuestro sitio en
este juego inmenso nos irá guiando por donde sea necesario estar.
Mantenernos fuertes y enteros nos permitirá ser más útiles
cuando nos toque actuar.
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Joan Martí – elcamidelavida@gmail.com – 26
octubre 2023
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