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8.11.23

Los efectos de la violencia son los que son y por eso va bien evitar siempre emplearla

© ¿SABEN AQUEL QUE DIU... La violencia engendra violencia?

Pues eso.

Cuando dos se pelean seguro que cada uno de ellos tiene sus razones, que no comparte el otro, pero cuando se empieza una trifulca a los cinco minutos ya no se sabe quién ha sido el primero en tirar la piedra. La cuestión es que, una vez empezada, ya no se sabe cómo terminarla.

Este fenómeno de la violencia se da tanto a nivel individual como colectivo y con las mismas consecuencias. Hablamos sólo de la violencia explícita sobre la que vale la pena distinguir algunas modalidades.

Existe la violencia básica, lo de acción-reacción. Uno te agrede y tú se la devuelves, que puede quedar sólo en ese intercambio de golpes.

Existe la violencia, podríamos llamar atávica, que se da entre razas, religiones, etc. y que se arrastra a lo largo de los tiempos.

Existe la violencia institucional, digamos legítima, que se aplica en teoría para contrarrestar desórdenes o para controlar la delincuencia.

Consideración aparte son las guerras, provocadas siempre por intereses político-económicos que tienen como víctimas propiciatorias a los combatientes de ambos bandos forzados a tomar parte en ellas sin que les vaya nada.

También cabe mencionar como una derivada de lo anterior las “manifestaciones” violentas instigadas por intereses soterrados que se amparan en algunas reivindicaciones legítimas que acaban con lo de los desórdenes públicos.

Pero la violencia para mí más odiosa es la que se produce de forma gratuita para obtener unas finalidades predeterminadas. Son lo que se llaman “falsas banderas” que consiste en ocasionarse un mal en el ámbito propio para poder cargarlo a un enemigo que públicamente no sería considerado como tal.

En cualquier caso la premisa es siempre la misma: la violencia engendra violencia por tanto nunca es un recurso válido para dirimir nada que pretenda ser perdurable.

La tendencia humana a la violencia podría ser considerada como una reminiscencia ancestral de cuando debíamos defendernos de peligros externos siempre al acecho.

La vida en sociedad no comporta los antiguos peligros, aunque siempre existe alguna amenaza que hace estar en tensión, pero el elemento violento ya no tiene cabida en la convivencia social.

Si todavía hay tantos casos de violencia podríamos interpretarlos como la reacción ancestral frente a unos miedos que se generan por diversas causas en el mundo actual.

Los actos violentos no dejan de ser un desahogo por frustraciones y rabia interiorizada, cuando se cree que no hay otra vía para expresarlo, pero la violencia no lleva a ninguna parte, tanto si se cree “justificada” como si es gratuita, caso en el que se descalifica por sí sola.

De reivindicaciones la historia está llena y cabe destacar las que se consiguieron por la vía de la no violencia propiciada por seres clarividentes como Gandhi, Mandela, Luther King...

Nos podríamos alargar porque el tema se las trae pero el objetivo de estas reflexiones sólo pretende dejar claro que con violencia no se logra ni la paz, ni nada.

Aquí es necesario recordar aquello de que todo lo que quieras conseguir “dalo”. Por tanto si quieres paz, sé pacífico. Si quieres conseguir un derecho, practícalo. Si quieres responder a una agresión, intenta entender antes lo que la ha motivado para aclararlo.

No es un tema fácil, pero los efectos de la violencia son los que son y por eso va bien evitar siempre emplearla.

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Joan Martí – elcamidelavida@gmail.com  – 8 noviembre 2023

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1 comentario:

  1. La convivencia es una ciencia, que con paciencia y con sapiencia tu puedes cultivar. Mil abrazos Paz amor y libertad Gracias por seguir al pie de esta tu Atalaya Joan, AMIC

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