© ¿SABEN AQUEL QUE DIU... La violencia engendra violencia?
Pues eso.
Cuando dos se pelean seguro que cada uno de ellos tiene sus
razones, que no comparte el otro, pero cuando se empieza una trifulca a los
cinco minutos ya no se sabe quién ha sido el primero en tirar la piedra. La
cuestión es que, una vez empezada, ya no se sabe cómo terminarla.
Este fenómeno de la violencia se da tanto a nivel individual
como colectivo y con las mismas consecuencias. Hablamos sólo de la violencia explícita
sobre la que vale la pena distinguir algunas modalidades.
Existe la violencia básica, lo de acción-reacción. Uno te agrede y tú se la devuelves, que puede quedar sólo en ese intercambio de golpes.
Existe la violencia, podríamos llamar atávica, que se da
entre razas, religiones, etc. y que se arrastra a lo largo de los tiempos.
Existe la violencia institucional, digamos legítima, que se
aplica en teoría para contrarrestar desórdenes o para controlar la
delincuencia.
Consideración aparte son las guerras, provocadas siempre por
intereses político-económicos que tienen como víctimas propiciatorias a los
combatientes de ambos bandos forzados a tomar parte en ellas sin que les vaya
nada.
También cabe mencionar como una derivada de lo anterior las
“manifestaciones” violentas instigadas por intereses soterrados que se amparan
en algunas reivindicaciones legítimas que acaban con lo de los desórdenes
públicos.
Pero la violencia para mí más odiosa es la que se produce de
forma gratuita para obtener unas finalidades predeterminadas. Son lo que se
llaman “falsas banderas” que consiste en ocasionarse un mal en el ámbito propio
para poder cargarlo a un enemigo que públicamente no sería considerado como
tal.
En cualquier caso la premisa es siempre la misma: la
violencia engendra violencia por tanto nunca es un recurso válido para dirimir
nada que pretenda ser perdurable.
La tendencia humana a la violencia podría ser considerada
como una reminiscencia ancestral de cuando debíamos defendernos de peligros
externos siempre al acecho.
La vida en sociedad no comporta los antiguos peligros,
aunque siempre existe alguna amenaza que hace estar en tensión, pero el
elemento violento ya no tiene cabida en la convivencia social.
Si todavía hay tantos casos de violencia podríamos
interpretarlos como la reacción ancestral frente a unos miedos que se generan
por diversas causas en el mundo actual.
Los actos violentos no dejan de ser un desahogo por
frustraciones y rabia interiorizada, cuando se cree que no hay otra vía para
expresarlo, pero la violencia no lleva a ninguna parte, tanto si se cree
“justificada” como si es gratuita, caso en el que se descalifica por sí sola.
De reivindicaciones la historia está llena y cabe destacar
las que se consiguieron por la vía de la no violencia propiciada por seres
clarividentes como Gandhi, Mandela, Luther King...
Nos podríamos alargar porque el tema se las trae pero el
objetivo de estas reflexiones sólo pretende dejar claro que con violencia no se
logra ni la paz, ni nada.
Aquí es necesario recordar aquello de que todo lo que
quieras conseguir “dalo”. Por tanto si quieres paz, sé pacífico. Si quieres conseguir
un derecho, practícalo. Si quieres responder a una agresión, intenta entender
antes lo que la ha motivado para aclararlo.
No es un tema fácil, pero los efectos de la violencia son
los que son y por eso va bien evitar siempre emplearla.
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Joan Martí – elcamidelavida@gmail.com – 8 noviembre 2023
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https://masacriticaconsciente.blogspot.com/p/escritos-propios.html
La convivencia es una ciencia, que con paciencia y con sapiencia tu puedes cultivar. Mil abrazos Paz amor y libertad Gracias por seguir al pie de esta tu Atalaya Joan, AMIC
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