© EL HOMBRE ¿NATURAL O TECNOLÓGICO?
Con el desarrollo en los campos de la genética y la
biotecnología se plantean algunos dilemas en lo que se refiere a la esencia del
ser humano.
El estado natural del hombre está sometido a los azares de
la vida en todos los sentidos, tanto a los “buenos” como a los “malos” que van
configurando su devenir vital.
Hoy de forma acelerada se va acercando la posibilidad de
incorporar en su cuerpo y su mente unas “mejoras” o “capacidades” que pueden
darle un plus de opciones a su vida.
Hasta ahora las mejoras que se aplican al cuerpo humano son reparaciones o sustituciones de elementos estropeados, desde un implante dental hasta un corazón nuevo, siempre pero bajo la premisa de restaurar alguna función afectada para recuperar todo lo posible la normalidad vital.
Pero lo que se va concretando en el horizonte es actuar
sobre el ser humano para proporcionarle nuevas facultades o facultades más
desarrolladas, sean físicas o mentales.
Además, en el campo de la genética se abren posibilidades de
prevenir enfermedades o malformaciones ya desde el nacimiento, interviniendo en
los códigos genéticos.
Dejando a un lado que el acceso a estas posibilidades
-queridas o no- como en tantos otros ámbitos de la vida, quedarán limitadas a
quienes se lo puedan pagar.
Pero en el supuesto de que fueran accesibles –vía Seguridad Social
por ejemplo- la cuestión a valorar es su idoneidad ética y trascendente: ¿Nos
apuntaríamos a todas las “mejoras”?
De hecho sería una gran tentación poder disponer de más
capacidades y ampliar las básicas, pero ¿cómo quedaría entonces nuestra
idiosincrasia, seguiríamos siendo humanos? Y más aún, ¿no perderíamos otras
facultades como la sensibilidad, la empatía e incluso la capacidad de amar?
Decíamos que, en la vida, estamos sometidos a los azares
buenos y malos. Si cambiamos nuestras facultades parece lógico pensar que
también alteraremos los resultados y si, por un lado logramos nuevas metas, que
no sea a cuenta de perder otras porque no se avienen a los nuevos patrones que
vamos creando con las "mejoras".
En definitiva, podría ser aquello de “quien mucho abarca
poco aprieta”, por lo tanto deberíamos elegir entre unas facultades -las nuestras
básicas- o las “mejoradas”, dando por hecho que en muchos casos serían
incompatibles unas y otras.
Si convenimos que somos libres -todo lo libres que podemos
ser- las decisiones que tomemos serán un paso más en nuestra evolución -natural
o artificial- y nos beneficiaremos o sufriremos las consecuencias porque sólo
nosotros seremos responsables.
Por tanto, que sea lo que tenga que ser, al fin y al cabo
aquí hemos venido a experimentar y tampoco sabemos que vendrá después que es
cosa de creencias y no hay ninguna certeza.
Hay gente que desde hace tiempo no acepta ni siquiera
transfusiones de sangre o sea que todo depende de cómo valoremos el
“patrimonio” que somos: Si queremos conservarlo tal cual o queremos alterarlo.
Quizás sólo son disquisiciones ociosas pero no nos hace ningún
daño pensar en ello dado que estas y otras opciones “tecnológicas” las tenemos
ya a la vuelta de la esquina y nos afectarán de lleno en nuestro día a día.
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Joan Martí – elcamidelavida@gmail.com – 3 noviembre 2023
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