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25.11.24

Hemos de tener presente, que si hemos elegido entrar, es porque se puede salir

MANIFESTACIÓN Y CONTRATOS FAMILIARES    

Una familia es un lugar donde las mentes entran en contacto. Si estas mentes se aman, el hogar será tan hermoso como un jardín de flores. Pero si estas mentes dejan de estar en armonía, es como una tormenta que causa estragos en el jardín. — Buda

No voy a hablar de misión de vida porque, empezando por ahí, sería de base un contrato como una casa. Esto no quiere decir que no exista, y es posible que lo hayamos asumido en una vida presente o pasada, o incluso en un espacio intervidas, como condicionante para acceder a esta 3D y manifestar todo aquello que hayamos considerado necesario.

Desde el punto de vista del acceso, es muy difícil separar conceptualmente lo que entendemos como una misión de vida, de lo que entendemos como una mera manifestación de nuestra frecuencia, allá donde sea necesario. Es un tema que depende más de la interpretación y del discernimiento que de la verdadera motivación original.

Y aunque esto pueda sonar contradictorio, ya que todas las decisiones las hemos tomado en origen y, ahora mismo, lo que estamos haciendo es reproducir esa secuencia de eventos en manifestación, en la cual sabíamos que tenía cabida un margen —podríamos decir— de error debido al libre albedrío, lo peor que podemos hacer es escarbar desde nuestro contexto, esa hipotética directriz original para buscar un esquema fijo.

El alma funciona de manera fluida, unilateral, espontánea y creativa.

SE SUPONE QUE LA FAMILIA ES UN APOYO DE BASE

Este es un texto que me cuesta mucho escribir, porque debo reconocer que me duele desde el interior. Más allá de la experiencia individual, he llegado a entender, consultando a otros autores, mucha de la casuística que demuestra que, a la hora de venir aquí, se viene pagando peaje. Ese peaje, si tienes una vocación definida y concreta, pasa por ponerte a prueba desde el minuto cero dentro de la familia en la que has accedido.

El egregor de la familia es una entidad que, de una forma subyacente y constante, desde el origen de tu manifestación —tu nacimiento, tu vida, tu niñez, tu adolescencia, tus relaciones—, te condiciona de tal manera que puedes llegar al punto en el que, pensando racionalmente, te digas: "Pero bueno, es que nada de lo que estoy haciendo es iniciativa mía; todo está contaminado o interferido por este núcleo de personas que me han servido de soporte material para llegar al mundo, pero que, sin embargo, parece que no han hecho nada más que...(esto tengo que decirlo con mucho cuidado): ¿joderme la vida?

Se supone que la familia es un núcleo de seguridad; es desde donde aprendemos a ser nosotros, con un respaldo para enfrentarnos y saber acomodarnos al mundo. Humanamente, es lo mejor que hay, ya que la familia es la base desde la que te vas a desenvolver y desde donde vas a tener todos los recursos que te puedan dar para manifestarte. Mejor o peor, podemos decir que la familia es la que te ha tocado. Uno puede elegir sus amistades, su pareja o su trabajo, pero, cuando se trata de la familia, todos asumimos que esto es incondicional.

El tema es: ¿en qué momento hemos aceptado este condicionante de acceso? Porque te puedo garantizar que no se trata de otra cosa que un condicional de acceso, y más aún si tienes la vocación de manifestar una frecuencia concreta, que genere los eventos que realmente necesiten de tu intervención para poder estar aquí.

EL EGO CONDICIONADO POR IMPLANTACIÓN

¿Te das cuenta de que estoy haciendo todo lo posible para evitar el concepto de misión de vida? No estoy utilizando ese concepto porque, en sí mismo, supone un contrato familiar heredado; y, si no familiar, transferido o aceptado desde vidas o espacios intervidas anteriores. Tendemos a creer culturalmente mucho en el karma, pero, como no tenemos memoria directa consciente de lo que negociamos durante el espacio intervidas, podemos asumir como deuda, misiones kármicas que nos desvían del verdadero sentido de nuestra manifestación.

Y el tema es que tenemos muy ligado el concepto de misión de vida al ego. El ego no es otra cosa que un instrumento vehicular que, como la mente, nos hace capaces de desenvolvernos dentro de esta tercera dimensión. No diría que es malo porque, como el instinto, puede salvar vidas. Todo depende de quién lo pilote.

Si tu ego es conducido por la implantación ajena a tu esencia primordial, puedes tener la idea de que todos tus actos, originados desde tus pensamientos y tu voluntad, son los correctos. Para empezar a desmontar esto, los términos "correcto" e "incorrecto", sometidos a la dualidad absoluta, no tienen demasiado sentido, ya que no dejan lugar al libre albedrío primordial del alma, para el cual siempre hay infinitas posibilidades.

El ego, bajo la dualidad, siempre te va a condicionar a un "sí" o un "no", a un "blanco" o "negro", a un "verdadero" o "falso". El ego, a través de la dualidad, es el que crea los bandos, los positivos y los negativos, y los amigos y los enemigos. Cuando, en realidad, todos venimos del mismo sitio y todos somos uno, siendo la verdadera esencia de la manifestación una vocación que entendemos como un sentir interno, que no tiene por qué venir de la mente, de un pensamiento o de un raciocinio.

LA MISIÓN DE VIDA, UN CONTRATO

Este sentimiento auténtico o primordial, por más épica que suene la idea, podemos manifestarlo en su máxima expresión desde la ausencia absoluta de condicionantes. Y esto, entendido dentro del mundo que nos rodea, nos puede suponer una ausencia de recursos, asociada a una situación real dentro del entorno. Porque, si estamos aquí, dentro de esta burbuja de manifestación, por llamarla de alguna manera, no podemos desconectarnos del entorno, porque precisamente hemos venido a aportar esa chispa o esa frecuencia necesaria dentro del entorno.

Por muy desligados que nos sintamos, o, en palabras llanas, por muy incómoda que nos resulte esta realidad y por mucha fricción que nos suponga con nuestra verdadera esencia, esta manifestación es necesaria. Porque, si no lo fuera, no habríamos comprometido unas condiciones de acceso.

Y en este punto, la familia juega un papel muy importante. Sin tener una certeza absoluta, he llegado a la conclusión de que la familia no es más que un condicionante de acceso que, a modo de test, te pone a prueba para ver si eres capaz de superarlo y poder manifestar cualquiera que sea el motivo o la vocación que tengas que manifestar. Y te das cuenta de que sigo sin explicitar o mencionar la misión de vida.

No es que no me guste el concepto, porque es muy honorable, muy épico y muy de tragedia griega en lo que se refiere al destino. Lo obvio, no porque no se dé, sino porque la creencia —y fíjate bien que utilizo el término "creencia"— de misión de vida no deja de ser un contrato. Y, aunque no esté ligado a tu familia o a tu línea genética —lo más probable es que sí lo esté—, es porque, de alguna manera, en algún momento has optado por aceptar implícitamente, el asumir una carga transferida que no te corresponde.

UN PEAJE FAMILIAR A SUPERAR

Y no es que no te corresponda, porque no quieras a aquellos que te rodean dentro de tu entorno familiar. Independientemente de que tu familia sea un apoyo o un golpe en la línea de flotación de tu papel aquí —o, dicho de forma consciente, que tu familia sea un impulso o un bloqueo de lo que has venido a hacer aquí, como si tuvieras que superarla a modo de test o examen a favor o en contra—, esto te lo puedo decir con más o menos dolor, pero no fue hasta consultar ciertas fuentes a través de las cuales, llegué a entender que, si en efecto tienes que hacer algo aquí, lo más probable es que tu familia, a menos que tengas con ella un enchufe desde... vete tú a saber dónde, sea más un obstáculo que un apoyo incondicional.

Es como que los dueños del entorno no te lo van a poner fácil y van a hacer todo lo posible para que tengas todos los factores en contra para poder manifestar cualquier cosa que hayas venido a hacer. Y lo digo así porque nos entendemos todos, pero esto no tiene por qué ser una misión de vida tal y como la conocemos o entendemos. Creemos que todo es hacer, pero yo te diría, que sería intervenir. No he encontrado otra palabra más eficaz, pero "intervención" o "intervenir" puede reflejarlo.

Y, antes de que nos pongamos todos la capa de Superman, en plan alma ayudante ("He venido a hacer algo muy importante aquí"), te invitaría a mirar el plano desde arriba. Porque lo que seguimos teniendo trabado en esta 3D es el hacer en lugar del ser. Ya te digo que, si lo tenías claro antes de entrar aquí, lo que tenías que hacer o manifestar, no te lo van a poner fácil para que puedas reproducir esa manifestación.

Cuando hablamos de esto, parece que no somos dueños del entorno y que hay unos seres siniestros que lo gobiernan todo, y unas entidades que nos tienen encerrados, acorde a unos requerimientos y condicionantes de frontera, estancia y permanencia, que parece que todo lo pueden y que nosotros tenemos que jugar a la contra, fugándonos de esta cárcel.

Hemos de tener presente, que si hemos elegido entrar, es porque se puede salir.

Algunas de las mejores referencias sobre el tema:

https://www.desesperadostv.com/2024/08/manifestacion-y-contratos-familiares.html  

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