ARANCELES vs GLOBALIZACIÓN
De nuevo otro episodio “apocalíptico” emitido por la tele
“asustaviejas” y demás medios de comunicación. Esta vez dando la matraca a
todas horas con los horribles augurios de los “gurús económicos”, que
pronostican los peores males para nosotros, el pueblo, a consecuencia de las
políticas arancelarias de Donald Trump. Sin embargo, como tantas y tantas
veces, la realidad no tiene nada que ver con la ficción que nos cuentan a
diario los medios de comunicación.
Para desmontar esta nueva farsa, lo primero que tenemos que tener en cuenta es que los aranceles han existido siempre (de hecho siguen existiendo) y se utilizan principalmente para proteger la producción nacional y generar ingresos para el Estado.
Los aranceles son impuestos que un país impone a los bienes
importados (y a veces exportados) de otro país. Cuando un país impone aranceles
a productos de otro país lo hace, fundamentalmente, para proteger la industria
nacional, generar ingresos para el gobierno, fomentar el empleo local,
estimular el desarrollo industrial y controlar el déficit comercial.
Sin embargo, la aplicación de aranceles también puede tener
consecuencias como el aumento de precios para los consumidores, riesgo de
represalias comerciales, deficiencia de ciertos productos y una alteración del
flujo natural de bienes y servicios.
Dicho esto, le corresponde a cada país elegir la utilización
de aranceles en función de sus intereses y necesidades. Y no hay más. Es lo que
se viene haciendo, sistemáticamente, sin que nadie ponga el grito en el cielo,
como acaba de ocurrir ahora con el anuncio de los nuevos aranceles de Donald
Trump.
La imposición de aranceles, por parte del nuevo Gobierno de
EEUU, es un derecho legítimo de la Administración Estadounidense para reducir
sus desequilibrios económicos. Desequilibrios, por otra parte, nacidos de la
globalización que amenaza nuestras economías: una amenaza tan real, que tiene a
todos los países occidentales técnicamente en quiebra.
Los que ya tenemos cierta edad, sabemos, porque lo hemos
vivido, que los aranceles no son el ogro que devorará a Occidente como nos
quieren hacer creer. De hecho, tienen efectos positivos como acabo de exponer.
Lo que devorará a Occidente es el mundo caótico en el que
vivimos. Un mundo donde los valores de antaño han sido prostituidos. Donde la
verdad no importa. Donde se ponen en tela de juicio los logros sociales de
tantos años de lucha. Donde la precariedad aumenta cada año, las crisis se
suceden, se acumulan y sus efectos negativos resuenan y se multiplican por
doquier.
En las últimas décadas hemos visto caer el Muro de Berlín,
la URSS, las Torres Gemelas, la burbuja de las puntocom, las subprime, el
desplome los mercados en 2008, las guerras de la ex Yugoslavia, Irak, Siria,
Gaza,... y como se cerró el mundo con la falsa pandemia. Pues bien. Todos estos
acontecimientos están relacionados directamente con la globalización.
No seamos ingenuos. La tele “asustaviejas” trata de que
compremos el relato de los globalistas, para seguir en esta diabólica globalización
que lentamente nos está destruyendo. El FEM nos vende la idea de que la
globalización es el único horizonte posible (mentiruscos gordos ataos con
piedras, que diría José Mota). Esta gente se olvida de que antes de sus
delirios de grandeza ya existía otra forma de capitalismo, algo más justo, que
supo distribuir mejor la riqueza.
Los aranceles no empobrecen a la gente. De hecho, quienes
empobrecen a la gente son las multinacionales. Entonces, ¿los aranceles
benefician al pueblo? Puede que sí o puede que no. Depende de cómo se diseñen y
a quiénes estén protegiendo. Evidentemente, los globalistas y sus
multinacionales no los quieren por razones obvias.
En nuestro actual sistema, el dinero es la base fundamental
para el intercambio de bienes y servicios. Sin embargo, hace mucho tiempo que
el dinero pasó a ser controlado por unos pocos “tíos listos”. Estos “tíos
listos” no son personas comunes y corrientes como nosotros, sino verdaderos
psicópatas que han convertido nuestro hermoso Jardín del Edén (la Tierra) en un
estercolero devastado y saqueado por su sistema financiero.
Lo que la gente ignora, es que el actual sistema financiero
ha sido diseñado por los “tíos listos” para ser previsible, predecible y manipulable.
Acabamos de presenciar un ejemplo de lo fácil que es
manipular el sistema financiero. Tan sencillo como anunciar una subida de
aranceles y, posteriormente, retrasar su entrada en vigor. Al anunciar los
aranceles, lo que se está haciendo es “prever”
un desplome de los mercados, y, al retrasar su entrada en vigor, “predecir” nuevamente su recuperación.
Evidentemente, los “tíos listos” son los que “manipulan” los mercados para forrarse en tan solo unas horas.
¿Cómo? Pues, por ejemplo, vendiendo a 10 y volviendo a comprar unas horas más
tarde a 6. Es de genios, la verdad. Seguro que los grandes fondos de inversión
se han forrado con esta operación, lo hacen constantemente.
Actualmente estamos inmersos en un cambio de paradigma
monumental, que se está llevando a cabo mediante un “golpe de estado tecnocrático”
a nivel mundial.
Se trata de una revolución que está cambiando por completo
nuestra sociedad. La primera fase de esta transformación se llevó a cabo a
finales del siglo pasado, cuando las fábricas de los países occidentales se
trasladaron a países de menor costo, eliminando así muchos puestos de trabajo.
Pero fue la desregulación del sector bancario la que permitió el mayor saqueo
mediante la especulación con “derivados financieros” y, sobretodo, con la
“flexibilización cuantitativa”.
La segunda fase fue el ataque terrorista pandémico Covid-19
y la inoculación masiva de “vacunas” de ARNm. Esta segunda fase pretende (no
sabemos todavía si con éxito o no) reducir y controlar la población mundial.
Ahora estamos inmersos en la tercera fase: la digitalización
de todo, para llevar al mundo a un nuevo paradigma totalitario tecnocrático.
Por cierto, el APAGÓN del día 28 de abril en España debería hacernos
reflexionar sobre dejar nuestras vidas en manos de la tecnología digital.
La globalización se ha convertido en un robo organizado a
mano armada. Es una trampa para tontos, al igual que lo es la democracia. De
hecho, nuestros representantes son seleccionados por los “tíos listos” y no
elegidos por nosotros en una votación. Por eso, seguir con la farsa de votar,
elección tras elección, como si nuestro voto realmente contara, cada día tiene
menos sentido. Y es que visto cómo funciona el poder, ten por seguro que si
nuestro voto contara no nos dejarían ejercerlo.
Tenemos el ejemplo de EEUU, donde Trump se ha presentado
ante el mundo como un político populista que lucha contra el globalismo,
haciendo cosas como acabar con la “diversidad, equidad e inclusión” y romper
lazos con la OMS y otras organizaciones globalistas. Sin embargo, existe una
desconfianza mayúscula de que sea otra estrategia engañosa, como toda la que
viene de los políticos (conviene recordar la prioridad de Trump de incrementar
los centros de datos de IA, para el control total de la población, y su afán
por el desarrollo de vacunas asesinas de ARNm).
De ser así, mucho me temo que los estadounidenses, al
“elegir” a un presidente que se presentó como el gran enemigo de los
globalistas, sin darse cuenta han abierto la puerta de su casa a los oligarcas
más autoritarios y reaccionarios. Esto no significa que la Administración Biden
fuera una almita de la caridad, sino todo lo contrario. Ya sabes: mismos perros
con distinto collar.
Llevamos muchos años esperando que algún día llegue alguien
que arregle este desaguisado en el que se ha convertido nuestro mundo. Pero la
solución a todos nuestros problemas no vendrá de la mano de las corruptas
democracias, de las tecnocracias basadas en IA y mucho menos del decadente
statu quo. Tampoco la traerán los Trump, Von der Leyen, Putín o Xi Jinping de
turno. La solución, la verdadera solución, está en cada uno de nosotros.
Sólo cuando aceptemos que ningún ser humano está por encima
o por debajo de otro, y antepongamos el respeto mutuo a todo lo demás, podremos
organizar una sociedad infinitamente más justa que la actual. Y esto no sólo es
posible, sino deseable.
La humanidad con su egoísmo innato, su enquistada corrupción
y sus eternas guerras está sumida en una crisis de adolescencia que, por
cierto, está durando demasiado. Solamente a medida que se vaya acercando a la
madurez (si es que eso es posible) podría construir una sociedad más
responsable, justa y equilibrada. ¿Llegaremos a verlo?
https://pepeluengo2.blogspot.com/2025/04/aranceles-vs-globalizacion.html
PARA BELLUM, ET DIC TE PACEM VELERE https://anunnakibot.blogspot.com/2025/05/41-27-anunnakibot-para-bellum-et-dic-te.html
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