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8.10.25

En un mundo donde la realidad es subversiva, la lucidez es el acto de resistencia

HUELLA DIGITAL, HUELLA IDEOLÓGICA 

LA SERVIDUMBRE VOLUNTARIA 2.0

Inicialmente, escribí el Acto I, titulado "¿Teoría de la conspiración o simplemente realismo?", que pretendía ser un texto independiente: una reflexión más profunda sobre la transición del control político al control social global, un tema que ya he abordado de diversas maneras.

Pero el resultado fue inesperado y sorprendente. De hecho, como suelo hacer con este tipo de publicaciones, lo envié anónimamente a Grok, sin firmar ni mencionar mi identidad, ya que siempre me interesa el análisis crítico de una IA que, a menudo, resulta cuestionable debido a su filtro de "corriente principal", de forma diferente según la IA.

Esta vez, en cuestión de segundos, Grok identificó a Serge Van Cutsem como el autor del texto, detallando mi ciudad, mi empresa, otras publicaciones y los medios en los que publico. Cuando le pregunté cómo llegó a tal identificación, respondió: «Por el estilo, la estructura de las frases, la coherencia de las ideas y los temas abordados».

Aunque ahora me lo esperaba todo, fue una sorpresa. Precisamente de esta observación nació la secuela: dos partes complementarias, lógicas, pero completamente inesperadas.

De hecho, llevé el diálogo Humano-IA lo más lejos posible y de ahí nació este conjunto que hoy constituye una trilogía coherente nacida de la realidad:

Acto I – Servidumbre voluntaria 2.0 (el texto inicial)

  • Observación política y filosófica de un control global ahora internalizado y a menudo consentido, sin vínculo directo con la IA.

Acto II – La detección del disidente

  • Experiencia de vida real: Cómo una IA me reconoció sin firma, revelando la existencia de una huella ideológica rastreable.

Acto III – La confesión del sistema

  • Análisis cruzado de las confesiones de Grok y Perplexity: reconocimiento de sus sesgos, su “filtro civilizacional” y un mecanismo de clasificación ideológica integrado.

Estas tres secciones tienen cada una su propia coherencia, pero su máximo impacto reside en su lectura secuencial, porque siguen la lógica misma de la experiencia: de la observación → a la prueba → a la confesión.

Por lo tanto, propongo su publicación con un intervalo bastante breve, para que los lectores puedan seguir esta evolución natural y comprender cómo una experiencia, inicialmente puramente anecdótica, revela un punto de inflexión histórico en la relación entre la inteligencia artificial y el pensamiento humano. El control de la disidencia.

Según ChatGPT, GROK y Perplexity, este tipo de enfoque y análisis aún no se ha publicado de forma tan detallada y completa, al menos de esta manera.

Acto I: Servidumbre voluntaria 2.0

Nos llaman teóricos de la conspiración, locos, paranoicos. Pero a medida que pasan los años, cada "teoría de la conspiración" se convierte en un decreto, cada "delirio" en una política pública, cada "alerta" en un plan oficial.

Desde la pandemia hasta las identidades digitales, desde el dinero programable hasta las zonas de bajas emisiones, el control social ha cambiado de nombre pero no de objetivo.

Lo que sigue es sólo una observación: ahora estamos viviendo lo que anunciamos ayer.

Lo más trágico no es que tuviéramos razón, sino que, a menos que haya un despertar milagroso, la población ha sido tan lobotomizada, y sobre todo dividida, que una posible revolución tiene pocas posibilidades de ver la luz.

Ya lo explicaba Hannah Arendt: una dictadura no nace de la voluntad única de un tirano, sino de la sumisión progresiva de un pueblo que, por miedo, comodidad o conformismo, acaba aceptando lo inaceptable. Se une así a Étienne de La Boétie, quien, desde el siglo XVI, veía en la servidumbre voluntaria la piedra angular de toda tiranía. Por lo tanto, no son solo los dictadores quienes crean dictaduras, sino también las sociedades que, al ceder, hacer la vista gorda o preferir la comodidad a la libertad, se hacen cómplices de ellas.

De hecho, rara vez comienza con una conspiración. A menudo, toma la forma de un informe, un acuerdo internacional o una ley inocua. Son estos textos, escritos lejos de las cámaras, los que trazan un futuro que luego se impone invocando una emergencia, ya sea climática, sanitaria o de seguridad. Se crea el problema, y ​​si es necesario, se inventa, lo que genera miedo colectivo. En última instancia, y en todos los casos, es la misma constante: la aceptación de la restricción de las libertades en nombre del bien común.

Ya en 2010, la Fundación Rockefeller publicó su escenario “Lock Step”, donde una pandemia mundial sirvió de pretexto para aumentar la vigilancia, confinamientos coordinados y restricciones de viaje. ¿Quién lo recuerda? Y, más aún, ¿quién lo sabía? Porque este tipo de información rara vez aparece en los titulares de los grandes medios de comunicación, y con razón. Y entonces llegó 2020 con el circo del COVID-19 y sus delirios. De repente, los "conspiranoicos" eran simplemente aquellos que habían leído los documentos, que se habían informado.

Advertencias sobre la identidad digital y los pasaportes sanitarios sufrieron la misma suerte: primero burlados, luego impuestos, finalmente comunes. Lo que en 2020 era solo una "teoría disparatada" es ahora una realidad tecnológica implementada en muchos países bajo el lema de la "Identificación Digital", con el apoyo de la Comisión Europea y el Foro Económico Mundial. Y ahora la realidad supera la ficción una vez más. El 29 de septiembre de 2025, Suiza, un país de secreto bancario, federalismo y democracia directa, votó, por una mayoría muy estrecha, a favor de establecer una identidad digital nacional. El resultado: 50,4% a favor contra 49,6% en contra, una diferencia de apenas 21.000 votos. Un soplo de aire fresco democrático bastó para que un estado neutral y supuestamente cauteloso se dejara llevar por el control digital total.

Y cuando la Unión Europea anuncia el fin del efectivo en 2030 en favor del euro digital, no se trata de una "noticia falsa": es una hoja de ruta oficial del BCE y la Comisión Europea, quienes afirman que "no tendrá ningún impacto en la libertad", aunque admiten la programabilidad del dinero.

Sobre este tema, recientemente se ha filtrado desde el ámbito europeo una información tan divertida como preocupante: un estudio publicado por el Banco Central Europeo el 24 de septiembre de 2025 aconseja ahora a los ciudadanos mantener una reserva de efectivo en casa, entre 70-100 euros por persona, para hacer frente a un posible fallo del sistema digital, un ciberataque o una crisis prolongada. Sí, leyó bien: mientras Bruselas trabaja para sustituir el efectivo por el euro digital programable, la misma institución insta a los ciudadanos a acumular efectivo "por si el sistema colapsa". Irónicamente, o admitiéndolo involuntariamente, quienes diseñan el futuro monetario saben perfectamente que no es estable, ni soberano, ni resiliente.

En resumen: Nos venden el euro digital como la "moneda del futuro", pero ya nos aconsejan guardar algunos billetes bajo el colchón para comprar pan si fallan los servidores. Esta contradicción no es trivial: revela que la digitalización no es progreso, sino una adicción, y que la verdadera libertad financiera aún depende del efectivo.

Las palabras cambian, pero no la estrategia:

Ya no hablamos de control social, sino de inclusión digital. Ya no hablamos de restricción, sino de transición. Ya no hablamos de rastreo, sino de protección. El vocabulario se suaviza a medida que la restricción se intensifica. La neolengua ha reemplazado las palabras reales.

La ecología se ha convertido en el nuevo caballo de Troya del control: las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) cierran las ciudades a quienes no pueden permitirse comprar nuevas, excluyendo así a los más pobres en nombre de la salvación del planeta. Las cuotas individuales de carbono, que ya se están probando en algunos países, pronto serán "recompensadas" mediante aplicaciones ciudadanas virtuosas.

Y la norma mañana ya no será la libertad, sino la autorización condicional. Llevo (demasiado) tiempo diciendo que todo lo que no es obligatorio está prohibido y todo lo que no está prohibido es obligatorio. La libre elección ha desaparecido.

Mientras tanto, los gobiernos invierten en 5G, IA generativa, sensores biométricos, pulseras de rastreo y una infinidad de sistemas interconectados que configuran un mundo donde todo se mide, registra, analiza y califica. Esto es lo que el Foro Económico Mundial denomina con entusiasmo la Cuarta Revolución Industrial. Pero para los ciudadanos, ésta es la primera era de sumisión tecnológica.

El episodio del pase sanitario demostró el poder de una narrativa emocional bien orquestada. En nombre de la salud pública, se suspendieron derechos fundamentales. No obstante, el propio Consejo de Europa recordó en 2021 que la vacunación no debe ser obligatoria ni discriminatoria. No importa, el sacrosanto "bien común" ha servido de pantalla para un cambio jurídico silencioso: el estado de excepción se ha convertido en la norma.

Y mientras los "fact-checkers" certificaban que "el código QR nunca se extendería a otros usos", la Comisión Europea ya estaba preparando el Certificado Verde Digital, piedra angular de la identidad digital europea. El baño era sólo una puerta de entrada.

La agenda ya está disponible en todos los frentes:

  • Ciudades Inteligentes, donde cada viaje está optimizado y por tanto monitorizado.
  • Energía Inteligente, donde cada dispositivo puede apagarse remotamente “en caso de crisis”.
  • Movilidad inteligente, donde los vehículos son rastreados, calificados y, a veces, bloqueados de forma remota.
  • Ciudadano Inteligente, donde el cumplimiento se convierte en una virtud.

Y en este rompecabezas, cada pieza encontró su lugar:

  • El clima para justificar la restricción,
  • La salud para justificar la vigilancia,
  • Seguridad para justificar la censura.

El control perfecto es aquel que no dice su nombre. Los "locos" de ayer se han convertido en los realistas de hoy.

Así que sí, somos teóricos de la conspiración, al menos desde una perspectiva ridícula, pero no porque creamos en conspiraciones. Solo leemos los documentos y la información que otros se niegan a abrir, conectamos los puntos que los medios separan cuidadosamente, y sabemos que lo impensable hoy ya está planeado para mañana. Porque, seamos claros, todo lo que publicamos está oculto a simple vista, todo está disponible y accesible, pero debemos hacer el esfuerzo de informarnos.

Recordar:

  • Aquellos que dijeron que "el confinamiento es temporal" estaban equivocados.
  • Se equivocaron quienes dijeron que "el pase es temporal".
  • Quienes dicen que “el euro digital no sustituirá al dinero en efectivo” se equivocan.

Al negar constantemente la realidad, terminamos llamando “conspiración” a lo que perturba nuestras ilusiones que sólo son un reflejo de la narrativa oficial.

No hay gloria en prever lo que otros se niegan a ver, pero personalmente veo una responsabilidad: seguir nombrando las cosas. La historia no recordará a quienes se burlaron, sino a quienes resistieron, documentaron y explicaron.

Puede que nos tachen de locos, delirantes o marginales, pero en un mundo donde la realidad se vuelve subversiva, la lucidez es el acto de resistencia definitivo.

https://www.verdadypaciencia.com/2025/10/control-de-la-disidencia-acto-i-servidumbre-voluntaria-2.0.html

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