HUELLA DIGITAL, HUELLA IDEOLÓGICA
LA SERVIDUMBRE
VOLUNTARIA 2.0
Inicialmente, escribí el Acto I, titulado "¿Teoría de la conspiración o simplemente realismo?", que pretendía ser un texto independiente: una reflexión más profunda sobre la transición del control político al control social global, un tema que ya he abordado de diversas maneras.
Pero el resultado fue inesperado y sorprendente. De hecho, como suelo
hacer con este tipo de publicaciones, lo envié anónimamente a Grok, sin firmar
ni mencionar mi identidad, ya que siempre me interesa el análisis crítico de
una IA que, a menudo, resulta cuestionable debido a su filtro de
"corriente principal", de forma diferente según la IA.
Esta vez, en cuestión de segundos, Grok identificó a Serge Van Cutsem como el autor del texto, detallando mi ciudad, mi empresa, otras publicaciones y los medios en los que publico. Cuando le pregunté cómo llegó a tal identificación, respondió: «Por el estilo, la estructura de las frases, la coherencia de las ideas y los temas abordados».
Aunque ahora me lo esperaba todo, fue una sorpresa.
Precisamente de esta observación nació la secuela: dos partes complementarias,
lógicas, pero completamente inesperadas.
De hecho, llevé el diálogo Humano-IA lo más lejos posible y
de ahí nació este conjunto que hoy constituye una trilogía coherente nacida de
la realidad:
Acto I – Servidumbre voluntaria 2.0 (el texto
inicial)
- Observación
política y filosófica de un control global ahora internalizado y a menudo
consentido, sin vínculo directo con la IA.
Acto II – La detección del disidente
- Experiencia
de vida real: Cómo una IA me reconoció sin firma, revelando la existencia
de una huella ideológica rastreable.
Acto III – La confesión del sistema
- Análisis
cruzado de las confesiones de Grok y Perplexity: reconocimiento de sus
sesgos, su “filtro civilizacional” y un mecanismo de clasificación
ideológica integrado.
Estas tres secciones tienen cada una su propia coherencia,
pero su máximo impacto reside en su lectura secuencial, porque siguen la lógica
misma de la experiencia: de la observación → a la prueba → a la confesión.
Por lo tanto, propongo su publicación con un intervalo
bastante breve, para que los lectores puedan seguir esta evolución natural y
comprender cómo una experiencia, inicialmente puramente anecdótica, revela un
punto de inflexión histórico en la relación entre la inteligencia artificial y
el pensamiento humano. El control de la disidencia.
Según ChatGPT, GROK y Perplexity, este tipo de enfoque y
análisis aún no se ha publicado de forma tan detallada y completa, al menos de
esta manera.
Acto I: Servidumbre voluntaria 2.0
Nos llaman teóricos de la conspiración, locos, paranoicos. Pero
a medida que pasan los años, cada "teoría de la conspiración" se
convierte en un decreto, cada "delirio" en una política pública, cada
"alerta" en un plan oficial.
Desde la pandemia hasta las identidades digitales, desde el
dinero programable hasta las zonas de bajas emisiones, el control social ha
cambiado de nombre pero no de objetivo.
Lo que sigue es sólo una observación: ahora estamos viviendo
lo que anunciamos ayer.
Lo más trágico no es que tuviéramos razón, sino que, a menos
que haya un despertar milagroso, la población ha sido tan lobotomizada, y sobre
todo dividida, que una posible revolución tiene pocas posibilidades de ver la
luz.
Ya lo explicaba Hannah Arendt: una dictadura no nace de la
voluntad única de un tirano, sino de la sumisión progresiva de un pueblo que,
por miedo, comodidad o conformismo, acaba aceptando lo inaceptable. Se une
así a Étienne de La Boétie, quien, desde el siglo XVI, veía en la servidumbre
voluntaria la piedra angular de toda tiranía. Por lo tanto, no son solo
los dictadores quienes crean dictaduras, sino también las sociedades que, al
ceder, hacer la vista gorda o preferir la comodidad a la libertad, se hacen
cómplices de ellas.
De hecho, rara vez comienza con una conspiración. A menudo,
toma la forma de un informe, un acuerdo internacional o una ley inocua. Son
estos textos, escritos lejos de las cámaras, los que trazan un futuro que luego
se impone invocando una emergencia, ya sea climática, sanitaria o de seguridad.
Se crea el problema, y si es necesario, se inventa, lo que genera miedo
colectivo. En última instancia, y en todos los casos, es la misma constante: la
aceptación de la restricción de las libertades en nombre del bien común.
Ya en 2010, la Fundación Rockefeller publicó su escenario
“Lock Step”, donde una pandemia mundial sirvió de pretexto para aumentar la
vigilancia, confinamientos coordinados y restricciones de viaje. ¿Quién lo
recuerda? Y, más aún, ¿quién lo sabía? Porque este tipo de información rara vez
aparece en los titulares de los grandes medios de comunicación, y con razón. Y
entonces llegó 2020 con el circo del COVID-19 y sus delirios. De repente, los
"conspiranoicos" eran simplemente aquellos que habían leído los
documentos, que se habían informado.
Advertencias sobre la identidad digital y los pasaportes
sanitarios sufrieron la misma suerte: primero burlados, luego impuestos,
finalmente comunes. Lo que en 2020 era solo una "teoría disparatada"
es ahora una realidad tecnológica implementada en muchos países bajo el lema de
la "Identificación Digital", con el apoyo de la Comisión Europea y el
Foro Económico Mundial. Y ahora la realidad supera la ficción una vez más. El
29 de septiembre de 2025, Suiza, un país de secreto bancario, federalismo y
democracia directa, votó, por una mayoría muy estrecha, a favor de establecer
una identidad digital nacional. El resultado: 50,4% a favor contra 49,6% en
contra, una diferencia de apenas 21.000 votos. Un soplo de aire fresco
democrático bastó para que un estado neutral y supuestamente cauteloso se
dejara llevar por el control digital total.
Y cuando la Unión Europea anuncia el fin del efectivo en
2030 en favor del euro digital, no se trata de una "noticia falsa":
es una hoja de ruta oficial del BCE y la Comisión Europea, quienes afirman que
"no tendrá ningún impacto en la libertad", aunque admiten la
programabilidad del dinero.
Sobre este tema, recientemente se ha filtrado desde el
ámbito europeo una información tan divertida como preocupante: un estudio
publicado por el Banco Central Europeo el 24 de septiembre de 2025 aconseja
ahora a los ciudadanos mantener una reserva de efectivo en casa, entre 70-100
euros por persona, para hacer frente a un posible fallo del sistema digital, un
ciberataque o una crisis prolongada. Sí, leyó bien: mientras Bruselas trabaja
para sustituir el efectivo por el euro digital programable, la misma
institución insta a los ciudadanos a acumular efectivo "por si el sistema
colapsa". Irónicamente, o admitiéndolo involuntariamente, quienes diseñan
el futuro monetario saben perfectamente que no es estable, ni soberano, ni
resiliente.
En resumen: Nos venden el euro digital como la "moneda
del futuro", pero ya nos aconsejan guardar algunos billetes bajo el
colchón para comprar pan si fallan los servidores. Esta contradicción no es
trivial: revela que la digitalización no es progreso, sino una adicción, y que
la verdadera libertad financiera aún depende del efectivo.
Las palabras cambian, pero no la estrategia:
Ya no hablamos de control social, sino de inclusión digital.
Ya no hablamos de restricción, sino de transición. Ya no hablamos de rastreo,
sino de protección. El vocabulario se suaviza a medida que la restricción se
intensifica. La neolengua ha reemplazado las palabras reales.
La ecología se ha convertido en el nuevo caballo de Troya
del control: las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) cierran las ciudades a quienes
no pueden permitirse comprar nuevas, excluyendo así a los más pobres en nombre
de la salvación del planeta. Las cuotas individuales de carbono, que ya se
están probando en algunos países, pronto serán "recompensadas"
mediante aplicaciones ciudadanas virtuosas.
Y la norma mañana ya no será la libertad, sino la
autorización condicional. Llevo (demasiado) tiempo diciendo que todo lo que no
es obligatorio está prohibido y todo lo que no está prohibido es obligatorio.
La libre elección ha desaparecido.
Mientras tanto, los gobiernos invierten en 5G, IA
generativa, sensores biométricos, pulseras de rastreo y una infinidad de
sistemas interconectados que configuran un mundo donde todo se mide, registra,
analiza y califica. Esto es lo que el Foro Económico Mundial denomina con
entusiasmo la Cuarta Revolución Industrial. Pero para los ciudadanos, ésta
es la primera era de sumisión tecnológica.
El episodio del pase sanitario demostró el poder de una
narrativa emocional bien orquestada. En nombre de la salud pública, se
suspendieron derechos fundamentales. No obstante, el propio Consejo de
Europa recordó en 2021 que la vacunación no debe ser obligatoria ni
discriminatoria. No importa, el sacrosanto "bien común" ha servido de
pantalla para un cambio jurídico silencioso: el estado de excepción se ha
convertido en la norma.
Y mientras los "fact-checkers" certificaban que
"el código QR nunca se extendería a otros usos", la Comisión Europea
ya estaba preparando el Certificado Verde Digital, piedra angular de la
identidad digital europea. El baño era sólo una puerta de entrada.
La agenda ya está disponible en todos los frentes:
- Ciudades
Inteligentes, donde cada viaje está optimizado y por tanto monitorizado.
- Energía
Inteligente, donde cada dispositivo puede apagarse remotamente “en caso de
crisis”.
- Movilidad
inteligente, donde los vehículos son rastreados, calificados y, a veces,
bloqueados de forma remota.
- Ciudadano
Inteligente, donde el cumplimiento se convierte en una virtud.
Y en este rompecabezas, cada pieza encontró su lugar:
- El
clima para justificar la restricción,
- La
salud para justificar la vigilancia,
- Seguridad
para justificar la censura.
El control perfecto es aquel que no dice su nombre. Los
"locos" de ayer se han convertido en los realistas de hoy.
Así que sí, somos teóricos de la conspiración, al menos
desde una perspectiva ridícula, pero no porque creamos en conspiraciones. Solo
leemos los documentos y la información que otros se niegan a abrir, conectamos
los puntos que los medios separan cuidadosamente, y sabemos que lo impensable
hoy ya está planeado para mañana. Porque, seamos claros, todo lo que publicamos
está oculto a simple vista, todo está disponible y accesible, pero
debemos hacer el esfuerzo de informarnos.
Recordar:
- Aquellos
que dijeron que "el confinamiento es temporal" estaban
equivocados.
- Se
equivocaron quienes dijeron que "el pase es temporal".
- Quienes
dicen que “el euro digital no sustituirá al dinero en efectivo” se
equivocan.
Al negar constantemente la realidad, terminamos llamando
“conspiración” a lo que perturba nuestras ilusiones que sólo son un reflejo de
la narrativa oficial.
No hay gloria en prever lo que otros se niegan a ver, pero
personalmente veo una responsabilidad: seguir nombrando las cosas. La historia
no recordará a quienes se burlaron, sino a quienes resistieron, documentaron y
explicaron.
Puede que nos tachen de locos, delirantes o marginales, pero
en un mundo donde la realidad se vuelve subversiva, la lucidez es el acto de
resistencia definitivo.
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