LAS FUERZAS QUE GOBIERNAN EL MUNDO
El papel de la humanidad en una nueva era
En los primeros
meses de 2025, el mundo se encuentra en una encrucijada crucial, un momento en
el que las mareas de la geopolítica mundial están cambiando con una intensidad
impresionante.
Estamos presenciando
una profunda transformación, un giro lento pero innegable de las sombras de la
destrucción hacia las posibilidades radiantes de la creación.
El viejo paradigma de una estructura globalista unipolar y depredadora se está desmoronando, dando paso a una comunidad vibrante y multinacional arraigada en los valores atemporales de igualdad, libertad y progreso colectivo.
Esto no es simplemente un cambio político; es un
despertar del espíritu humano, un llamado a trascender las narrativas
obsoletas que han limitado durante mucho tiempo nuestra comprensión de la
realidad.
Sin embargo, en medio de este cambio sísmico, el mundo sigue
cautivado por las figuras polarizadoras y los debates interminables. El
nombre Donald Trump, por ejemplo, continúa provocando fervientes
argumentos, y algunos lo presentan como un presagio de la oscuridad y otros lo
elevan al estado de salvador mesiánico. Los círculos esotéricos zumban con
la especulación, oscilando entre demonizarlo como una marioneta de fuerzas
sombrías y anunciarlo como un catalizador para la salvación global.
Pero esta fijación en las etiquetas dualistas, el bien
contra el mal, la luz contra la oscuridad, pierde la verdad más profunda. El
mundo no es tan binario, y las
fuerzas que dan forma a nuestra realidad son mucho más complejas de lo que
permiten estas categorías simplistas.
Las fuerzas multidimensionales en el juego
Las fuerzas que dirigen el curso de nuestro planeta son tan
diversas como intrincadas, operando dentro de una interacción dinámica de
jerarquía y libre albedrío. En los niveles más altos, estas fuerzas existen más
allá de la cruda dicotomía del bien y del mal, encarnando una esencia
multidimensional que desafía nuestros marcos convencionales. Lo que muchos se
refieren como el estado profundo o gobierno en la
sombra, a menudo vilipendiado como la raíz de los problemas de la
humanidad, es simplemente un engranaje en una máquina mucho más grande.
Este aparato
sombrío, aunque influyente, no es el ápice del poder. Sirve
como un conducto, canalizando energías y directivas de niveles superiores de
existencia, entidades y civilizaciones que operan en planos muy alejados de
nuestra percepción terrenal.
Estas fuerzas superiores a menudo se clasifican en campos
opuestos: las llamadas entidades “ligeras” y “oscuras”. Los “oscuros”, a menudo
representados como seres reptiles, grises o insectoides, con frecuencia son
considerados parásitos, alimentándose de los miedos y las energías negativas de
la humanidad para sostenerse.
Sus métodos están arraigados en la manipulación, sembrando
la discordia para cosechar la agitación emocional que alimenta su existencia.
Por el contrario, las fuerzas de la “luz”, como las asociadas con la Federación
Galáctica de Luz, que emana de sistemas estelares como las Pléyades, Arcturus y
Sirio, trabajan a través de la inspiración, fomentando la creación y la
cooperación. Sin embargo, esta
dicotomía es engañosa.
Ninguno de los lados es inherentemente bueno ni malo; son
dos caras de la misma moneda cósmica, cada una jugando un papel vital en la
evolución de la humanidad. Las fuerzas “oscuras” nos desafían, poniendo a
prueba nuestra resistencia y fortaleza, mientras que las fuerzas de “luz” nos
guían hacia estados superiores de conciencia. Juntos, forman una dinámica simbiótica, empujando a la humanidad a crecer
a través de la tensión de su interacción.
La manifestación terrenal de los juegos cósmicos
Este drama cósmico se manifiesta en nuestra realidad
terrenal a través de una compleja red de influencia. Las civilizaciones superiores supervisan
el gobierno en la sombra, que, a su vez, manipula las instituciones terrenales (políticos,
magnates de los medios de comunicación, iconos culturales y titanes
corporativos) para promulgar sus agendas. La industria del entretenimiento moderno, por ejemplo, sirve como un
espejo vívido de estas fuerzas.
La reciente producción de Hollywood, con su énfasis en
narrativas distópicas, tramas impulsadas por el miedo e ideologías divisivas,
refleja la influencia de aquellos que buscan mantener el control a través del
caos. De manera similar, los medios de comunicación, ya sea a sabiendas o sin
saberlo, amplifican estas narrativas, dando forma a la percepción pública para
que se alineen con los objetivos de sus supervisores invisibles. Algunas
figuras de los medios operan a ciegas, sin darse cuenta del juego más grande,
mientras que otras sirven conscientemente como conductos para estos poderes
superiores, totalmente conscientes de su papel en la jerarquía global.
Sin embargo, dentro de este intrincado tapiz de control e
influencia se encuentra una verdad profunda: la humanidad no es impotente.
Cada individuo posee una chispa indestructible de libre albedrío, la capacidad
de elegir su realidad y salir de los roles de escritura que se les
imponen.
La mayoría de las personas permanecen atrapadas en la lucha binaria del bien contra
el mal, sin saber que este marco es una construcción rudimentaria,
similar a una lección de jardín de infancia en un universo de complejidad
infinita. El verdadero crecimiento espiritual comienza cuando rechazamos esta
polaridad, abrazando la naturaleza multidimensional de la existencia y
aprendiendo a equilibrar las energías opuestas dentro de nosotros mismos.
“El verdadero crecimiento espiritual comienza cuando
rechazamos la lucha binaria del bien contra el mal, abrazando la naturaleza
multidimensional de la existencia”.
El despertar de la humanidad
Mientras estamos en el umbral de una nueva era, una ola de despertar está barriendo por todo
el mundo. Los individuos están empezando a recordar su poder inherente,
eligiendo vivir más allá de los límites de los extremos en guerra. Estas almas
despiertas no son meramente observadores pasivos; son creadores activos,
canalizando energías de alta frecuencia para curar las heridas infligidas por
el implacable tira y afloja entre la luz y la oscuridad.
Su resiliencia determinará el futuro de nuestro planeta,
especialmente a medida que disminuye la influencia de las llamadas fuerzas
“oscuras”. En su desesperación, estas fuerzas continúan sembrando discordia,
orquestando crisis y conflictos para mantener su control sobre el poder. Pero
su tiempo se está acabando, y la primavera de 2025 marcará un punto de
inflexión. Los cambios sutiles en el plano energético se extenderán hacia
nuestra realidad física, remodelando el paradigma global y desafiándonos a
alinearnos con nuestro potencial más alto.
Este período servirá
como una prueba de fuego cósmico, revelando la fuerza de nuestra
determinación interior. Para aquellos cuyas vidas están
marcadas por el caos, donde las relaciones flaquean, las finanzas se desmoronan
o la salud se deteriora, es un llamado a reevaluar su enfoque de la existencia.
¿Están viviendo en alineación con el propósito de su alma, o están atrapados en
la matriz del miedo y la dualidad?
Por el contrario, aquellos que encuentran armonía y alegría
en sus vidas probablemente están caminando por el camino de su corazón, un
camino que ofrece inmunidad de la turbulencia de este período transformador.
Marzo de 2025 será un espejo, que refleje las consecuencias de nuestras
elecciones y nos inste a volvernos hacia adentro, a centrarnos no en el ruido
externo de las agendas globales sino en nuestro estado interno.
La Tierra como un centro cósmico
Nuestro planeta es un gran experimento, un centro cósmico
donde diversas civilizaciones convergen para aprender, crecer y coexistir. Esta
convergencia no es aleatoria; es un
diseño deliberado para fomentar la evolución de la conciencia. Cada
crisis, cada guerra, cada narrativa que induce el miedo sirve para un
propósito: despertarnos a nuestro poder y cultivar nuestra voluntad de elegir.
El miedo, a menudo manejado como un arma por los que tienen el control, también
es un maestro. Protege contra decisiones apresuradas, forzándonos a enfrentar
nuestras limitaciones y crecer más allá de ellas.
Las llamadas medidas “obligatorias” del pasado, como las de
la era del COVID, no eran inevitables; eran pruebas de nuestra voluntad de
ejercer nuestra libertad. Aquellos que sucumbieron al miedo, confundiendo la
coerción por la inevitabilidad, aprendieron el costo de entregar su agencia.
Aquellos que se mantuvieron firmes, incluso a un gran costo personal,
descubrieron la fuerza de su soberanía.
En última instancia, las fuerzas que gobiernan el mundo,
ya sea terrenal o cósmica, son irrelevantes frente a una conciencia humana
madura.
Ningún gobierno, ninguna cábala sombría, ninguna entidad
extraterrestre puede mantener la influencia sobre un alma anclada en el
amor, el honor y la conciencia. El camino hacia la liberación radica en
asumir la responsabilidad de nuestra realidad, en elegir crear en lugar de
reaccionar. Esta es la esencia de nuestro papel como humanos: convertirse en
creadores conscientes, dar forma a nuestro mundo no a través de la resistencia
a las fuerzas externas, sino a través de la estructuración armoniosa de nuestro
espacio interior.
Abrazando la sabiduría del ermitaño
A medida que navegamos por las energías de 2025, estamos
llamados a encarnar la sabiduría del Ermitaño, a buscar respuestas dentro y a
confiar en nuestra fuerza interior. El mundo externo, con sus interminables
dramas y distracciones, es un escenario, una representación diseñada para poner
a prueba nuestra concentración y determinación. Al elegir salir de este
escenario, al decir “no” a los guiones que se nos entregan, recuperamos nuestro
poder.
No somos víctimas ni peones; somos creadores, capaces de
construir un mundo libre de las limitaciones de la dualidad, la conspiración y
el miedo.
El futuro de la
humanidad no descansa en las manos de fuerzas invisibles, sino en nuestra
capacidad de despertar, elegir y crear con intención y amor.
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