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13.10.25

La única salida digna es recuperar nuestro destino para volver a ser un país libre

SALIRSE PARA SOBREVIVIR              

España frente a una OTAN convertida en instrumento de hegemonía y una UE servil a intereses del Sionismo Revisonista. El euro se ha devaluado un 300% frente a la peseta.

España vive bajo un espejismo fatal: que sigue siendo un Estado libre en el concierto internacional. Pero la OTAN, lejos de ser aliada para su defensa, se ha transformado en la maquinaria estratégica de quienes quieren imponer conflictos, controlar geopolíticamente y hacer de las naciones piezas negociables. Nuestra permanencia en esa estructura es una rendición silenciosa.

Durante décadas nos vendieron la OTAN como pacto de seguridad colectiva y la UE como espacio de prosperidad compartida. Pero la trayectoria concreta nos ha demostrado lo contrario: que la independencia se suspende ante mandatos exteriores, que las decisiones clave se toman fuera, y que somos una pieza más dentro del tablero de intereses mayores.

Si la OTAN exige que todos los miembros dirijan al menos el 5% del PIB al gasto militar, eso no es una “norma de equidad”: es una exacción política. España, con su deuda excediendo el 100% del PIB, con salarios mediocres y servicios públicos saturados, no puede soportar ese peso. Al aceptarlo, estaríamos destruyéndonos desde dentro para sostener una estructura extranjera.

La Unión Europea, con su política monetaria, sus normas de libre competencia y su diseño institucional, ha sido un arma silenciosa de dominación: sometiéndonos desde el lado económico, estructural, tecnológico. Quienes esperaban que “Europa nos salvara” han sido engañados.

La entrada de España fue vendida como paso hacia la modernidad estratégica, bajo el paraguas de “defensa colectiva”. Pero desde entonces, hemos cedido nuestras capacidades de decisión militar, política exterior y alianzas autónomas.

El referéndum de 1986 prometió límites: no integración completa en estructuras militares, no armas nucleares, retirada progresiva de bases extranjeras. Pero esos límites fueron decorativos: jamás se respetaron. En cambio, España se transformó en plataforma logística para intervenciones globales sin tener voz real.

Hoy, sin embargo, la OTAN ya no actúa como alianza defensiva, sino como instrumento activo de expansión militar. Como dice Meyssan, los belicistas expulsados del aparato estadounidense han reubicado su influencia en la OTAN y la ONU, usándolas como palancas de guerra. Esa estrategia revela que las estructuras multilaterales que se suponen “pacificadoras” pueden ser colonizadas por agendas belicistas.

Además, la OTAN ya controla partes fundamentales del “Grupo de Contacto sobre la Defensa de Ucrania”, imponiendo doctrinas de guerra y centralizando decisiones estratégicas. Eso no es defensa: es manipulación militar de conflictos que escapan al interés español.

La demanda de un 5% del PIB no pretende defendernos: pretende convertirnos en engranaje militar global. Nuestra deuda con la OTAN no se salda en seguridad, sino en servidumbre.

Desde Maastricht y la Unión Monetaria, España sacrificó su política monetaria, sus mecanismos de protección industrial, su soberanía energética. Sectores como la minería, la siderurgia, la agricultura rentable, la construcción naval y la tecnología han sido sacrificados en función del gran diseño europeo.

El euro, lejos de igualarnos, ha sido diseñado para favorecer el excedente alemán: con una moneda fuerte controlada desde Berlín, con reglas rígidas de déficit, con políticas de austeridad que asfixian las posibilidades de reindustrialización en el sur de Europa.

Desde el 1 de enero de 2002, el euro se ha devaluado frente a la peseta en una proporción real del 300 %. Ésa es la evidencia que nadie quiere mirar. Lo que entonces costaba 100 pesetas hoy cuesta 300, y ese simple hecho resume el fracaso de la integración europea. El euro no fortaleció nuestra economía: la vació. Por eso, salir de la Unión Europea y de la OTAN ya no es una consigna ideológica, sino una cuestión de supervivencia nacional. Permanecer es aceptar el expolio; salir es empezar a recuperarnos.

Los fondos europeos, muchas veces presentados como ayudas, han sido instrumentos de condicionamiento: inversiones sujetas a normas, a concursos competitivos, a dependencia de cumplimiento de políticas dictadas desde Bruselas.

Bruselas impone liberalizaciones, regulaciones, competencia sin fronteras, pero no reconstruye el tejido productivo: eso queda para los Estados subordinados. Así, hemos sido condenados a especializarnos en servicios turísticos, mano de obra barata, energía importada.

La Transición fue celebrada como liberación política, pero su diseño fue supervisado desde poderes externos que buscaban evitar rupturas radicales. La Constitución misma, los mecanismos de control del Estado, las fuerzas armadas, los pactos del 78: todo fue pensado para encajar en un sistema internacional dominado.

Los partidos mayoritarios (PP y PSOE) funcionan como operadores directos de las élites financieras y las agendas externas. La alternancia es una puesta en escena, una forma de conjurar disenso sin alterar la subordinación estructural.

La sociedad no debate la soberanía porque la normalización de la dependencia ha sido eficiente: se ha naturalizado que nuestras decisiones “reales” no existan. La izquierda institucional muchas veces legitima el sistema con retórica progresista mientras sus actos se someten a normas externas.

Así, la partitocracia se fusiona con el aparato del Estado, y el ciudadano queda convertido en espectador.

¿Por qué salirse?

  • Porque seguir dentro es seguir hipotecándonos.
  • Porque la soberanía no es un lujo, es condición de supervivencia nacional.
  • Porque no es aislamiento: es recuperar capacidad de decisión sobre moneda, comercio, defensa, alianzas.
  • Porque el mundo cambia: necesitamos estructuras flexibles, no alianzas rígidas de dominio.
  • Porque financiar guerras de otros con nuestro presupuesto es perder dignidad.

¿Cómo salir?

  1. Conciencia colectiva: explicar que no somos libres, que nuestras élites entregaron el mando.
  2. Movimiento soberanista transversal: unir izquierdas críticas, regionalismos, sindicatos, jóvenes.
  3. Referéndum constitucional: plantear a la ciudadanía la opción de salir de la OTAN y la UE.
  4. Negociaciones inteligentes: proyectar una salida ordenada, con alianzas mediterráneas, ibéricas, del Sur global.
  5. Reestablecer moneda propia / control monetario y un banco central al servicio del desarrollo.
  6. Neutralidad activa en defensa: fuerzas propias, sin bases extranjeras, rechazando guerras ajenas.
  7. Reconstruir industria estratégica: tecnología, energía, alimentación, soberanía productiva.

Este camino exige rupturas, debates duros, sacrificios. Pero la alternativa es seguir siendo colonia disfrazada de democracia.

Permanecer en la OTAN y en la UE hoy no es una opción pasiva: es una traición activa a nuestros intereses nacionales. La OTAN ya no es un escudo: es una máquina de guerra internacional que pretende integrarnos en sus ordres mayoritarios. La UE no es comunidad: es un corsé estructural que nos inmoviliza.

Salir no es rechazar el mundo, sino recobrar nuestro lugar en él: no como súbditos, sino como sujetos con derechos y decisiones propias.

España no merece seguir como colonia. Podemos y debemos reconstruir una política autónoma, una economía soberana y una defensa digna.

Con la mirada clara en la OTAN actual —dominada por agendas de guerra global que ya han desplazado al “Tío Sam” como autor directo, pero actúan por mecanismos supranacionales como la OTAN y la ONU — la elección ya no es teórica: es urgente y existencial.

El expolio europeo: el euro frente a la peseta (3 a 1)

La gran mentira europea empieza a caer por su propio peso. Nos prometieron estabilidad, prosperidad y convergencia. Nos dieron deuda, precariedad y sumisión. Desde el 1 de enero de 2002, fecha en que España adoptó el euro, la realidad económica demuestra que el euro se ha devaluado frente a la peseta en una proporción de tres a uno.

Dicho de otra forma: lo que en 2002 costaba 100 pesetas hoy cuesta 300. El café, el pan, la vivienda, la gasolina… todos los precios confirman lo mismo: el euro, esa “moneda fuerte”, ha perdido tres cuartas partes de su valor real frente a la peseta.

La consecuencia es devastadora. El ciudadano español, que creía integrarse en la Europa del bienestar, ha visto cómo su salario se estanca, sus ahorros se disuelven y su país se endeuda. La peseta se devaluaba —sí—, pero lo hacía para proteger la economía nacional. El euro, en cambio, se devalúa contra el ciudadano y a favor del sistema financiero que lo gobierna.

Veinte años después, la conclusión es incontestable: El euro ha sido el instrumento perfecto del expolio. Ha vaciado la industria, ha reducido la soberanía y ha transferido la riqueza real de los pueblos del sur a los bancos del norte.

España no se ha beneficiado de Europa: ha sido saqueada por Europa. La moneda común, lejos de unirnos, nos ha dividido entre los que mandan y los que obedecen, entre los que imprimen dinero y los que lo mendigan.

Y nadie lo dice. Nadie recuerda que, desde el punto de vista de la vida real, la peseta valía tres veces más que el euro de hoy.

Ésa es la medida exacta del fraude europeo: una devaluación del 300 % en la moneda del pueblo, camuflada bajo el nombre de integración.

Por eso, salir de la Unión Europea y de la OTAN ya no es una opción ideológica, sino una necesidad vital. Permanecer en estas estructuras significa seguir entregando nuestra soberanía económica a Bruselas y nuestra soberanía militar a Washington; seguir financiando guerras ajenas y empobreciéndonos en nombre de una “seguridad” que no existe.

La única salida digna es recuperar el control de nuestra moneda, de nuestras fronteras, de nuestra defensa y de nuestro destino: volver a ser un país libre en un continente sometido.

EL SEXTANTE

https://acratasnet.wordpress.com/2025/10/11/salirse-para-sobrevivir-espana-frente-a-una-otan-convertida-en-instrumento-de-hegemonia-y-una-ue-servil-a-intereses-del-sionismo-revisonista-el-euro-se-ha-devaluado-un-300-frente-a-la-peseta/

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