EL JUEGO ES EL JUEGO
YO NO DESEO QUE ME DEVUELVAN MI DINERO
El actual estado del
mundo es el caldo de cultivo estrictamente necesario para empezar a desengancharnos de nuestra milenaria adicción a la experiencia de “vida
física”
En octubre de 1993 el cantante norteamericano Meat Loaf publicaba
un sencillo titulado: La vida es un limón y yo quiero que me devuelvan
mi dinero.
En “La vida es un limón” el cantante maldice amargamente
por la Vida en general, y hasta se lleva el puto Oscar -metafóricamente
hablando- a la mejor representación de víctima de
toda la historia.
Será por aquello de estar a la moda, digo yo, porque de un tiempo a esta parte el victimismo se ha convertido en la dichosa canción del rebaño, digo, del verano, del invierno y de todas las estaciones a uno y otro lado del espectro.
Sea como fuere, el caso es que el autor lloriquea como un crío entre sus versos; porque por lo visto jamás consigue nada de cuanto se propone. Como si él mismo fuera tonto y manco y su Yo Superior -ya que estamos- gilipollas; o aquel no precisara realmente una mierda de cuanto dice desear, que también podría ser).
Continúa el “festi-mal” victimista afirmando
que todo va como el ojete (pero
en sus palabras); que el mundo entero funciona exactamente del revés (gobiernos,
familia y amigos, colegios; la esperanza, la fe y hasta el mismísimo Creador de
pacotilla…
En cierto modo, Meat Loaf se muestra
realmente frustrado porque la Vida no está cumpliendo ninguna de sus
expectativas. Porque por lo visto él jamás se equivoca en
ninguna cosa y la culpa de cada uno de sus males, por supuesto, la tiene todo
el mundo menos él. De ahí que no se canse de exigir en cada estrofa
que le devuelvan el importe de su “viaje”.
Junto a la métrica de sus versos y a la melodía de la
canción, lo único que se salva de todo el tema es la metáfora de la
Vida cual “viaje” por el que uno -de un modo u otro- “paga” voluntariamente
en fase pre-natal. Porque ya me diréis cuándo si no.
Aventura a la que todos accedemos en pelotas vía aquello que
llamamos “nacimiento” pero finamente pertrechados -cosa
que nadie recuerda- con las habilidades y con el sistema de creencias
necesarios para poder completar con cierta
holgura todos y cada uno de los objetivos que
nos acercaron a la Tierra.
Escenario, ya de paso, que tan solo abandonamos
definitivamente -vía “muerte”- una vez completada la totalidad de los
objetivos preescogidos (antes de nacer,
vuelvo a insistir).
Porque la Muerte no es ninguna
pena ni es un castigo, salvo que así lo creas, faltaría
más (que para eso la Vida te otorga la facultad de convertir todas tus
creencias en realidad).
La Muerte es la salida natural -o
la vía de escape, según se mire- de la experiencia de “vida
física” tal cual la conocemos.
De ahí que la pena de muerte a los reos
esté casi extinguida aquí en la Tierra (menudo premio, si no) y la
práctica del suicidio goce de prensa tan mala en
mundo y medio incluso a pesar de ser tan vieja como el fuego y, por ende, se
trate de una experiencia perfectamente válida según las
reglas del Juego. En caso contrario, os aseguro que no se habría producido ni
un suicidio tan siquiera en toda la loca historia del asedio secuencial a
la Humanidad.
Ya de vuelta a la pataleta de la estrella ya difunta del
rock, lo que no se puede negar es que el cantante sufre como si le acabasen de
mangar el bocadillo en el recreo. Pero no porque la Vida sea una puta mierda -con
todas las letras- como él piensa en realidad, sino porque ni asimila ni
comprende que la Vida no transcurra según sus pareceres y gustos tal
vez.
Así que mucho cuidadito con lanzarse a aquello de “cambiar
el mundo” a la imagen de uno porque, bien mirado, el sueño de
los “Justos” (de una y otra polaridad, Luz y Oscuridad)
no es más que el desvelo de los aprendices de tiranos encubiertos; encarnaciones quienes a lo único que aspiran a la postre es a que predomine
o se termine imponiendo su visión archiegoísta, marcial y parcial de la
Vida y de las cosas (sin importarles un bledo lo que opinen, o les
pase en el camino a los demás). El lado Oscuro es egoísmo en
estado puro.
Dicho esto, creo que la mayoría estamos de acuerdo en que:
- la
Vida en la Tierra ya no es lo que era, y jamás volverá
a serlo (¡que viva la tecnología!);
- en
términos generales, cada día que pasa la experiencia de “vida terrestre”
se vuelve pelín más desagradable, limitante y restrictiva.
A ver, si no: que levante la mano quien no tenga
meridianamente claro, que todo, absolutamente todo cuanto
nos rodea es en muchos sentidos una mentira, una puta
engañifa, una completa hipocresía o una simple
ilusión (como la “democracia”, las redes sociales y
los medios de “comunicación”, la “sanidad”, la “coñapandemia”,
el consumismo, el “diablo” ruso o las “emergencias” prefabricadas); o, en el mejor de los casos, una copia descafeinada y burda o un
sustitutivo de la experiencia o del producto original (como el trabajo,
las relaciones humanas, el neofeminismo,
las farmacéuticas o los subproductos alimentarios en
general, etc.)
Pero una cosa es que nos percatemos de cómo se
manipulan y depauperan por múltiples vías las condiciones a nuestro
alrededor (cosa vital para todo aquel Jugador que
se proponga salir del escenario terrestre por la puerta grande), y
otra cosa bien distinta es que cada maniobra del Sistema se interprete
como un atentado deliberado hacia mi persona (por mucho que tales
cambios -de un modo u otro- nos afecten a casi todos, y muchas
veces sin remedio).
Que la Vida no es ningún caramelito todos lo sabemos, pero
tampoco es que sea siempre un limón. Lo mejor de todo esto es que la
Vida no es nada en sí misma. Porque, a fin de cuentas, lo que “es” y
“no es” la Vida lo deciden solamente tus papilas
gustativas.
Es por eso que digo que interpretando, no ya los hechos,
sino simplemente lo percibido de manera recurrentemente catastrofista,
lo único que conseguimos es colocarnos en la frente una diana y
un cartel que nos declara como víctimas de
todas las “conspiraciones” de las élites y del gobierno y,
por ende, como seguros perdedores en la trifulca.
Y claro, en ese marco, como en el fondo la “Vida” y el
“Juego” nos aman y nos miman a todos y cada uno de nosotros con locura,
pues al Genio de la Vida no le queda más remedio que
entregarnos cuanto le pedimos:
“Anda,
mira, otra víctima autodeclarada pidiéndome a gritos
un agresor y una agresión de la cual lamentarse; exigiéndome,
en resumen, un guion de vida que por favor le permita continuar
con su papel en su obra otro año u otra década
adicional.”
Entendido lo cual, la inteligencia que
gobierna el Sistema de Vida terrestre se dispone servilmente
a generar un nuevo “escándalo” que los recursos
interpretativos de la víctima de libro volverán a traducir
como el enésimo “atropello” hacia su persona.
Y así eternamente, vuelvo a dejar caer, hasta que la
encarnación se decante por interpretar un rol distinto en su
día a día (pero eso solamente si su Plan personal de Vida lo
contempla, claro está, que podría ser perfectamente que no, porque
el papel de “víctima” está tan codiciado y es igual de válido como
el de su contraparte o “agresor”).
Si no me creéis a este respecto echadle narices (u orejas,
que tenéis dos) y modificad temporalmente vuestra forma de
relacionaros con el Universo. Veréis como de repente cambian el cuento…
y el mundo entero con él.
Dicho esto: Prohibido lamentarse a todas horas de todas
las putas cosas por mucho que en principio nos afecten.
Bueno, y eso si es que llegan a afectarnos, la verdad.
Porque a veces hacemos comentarios (nos quejamos) de escenarios y
sucesos que nos pillan a miles de kilómetros de nuestra casa; cuando no de
puros chismorreos y asuntos totalmente especulativos que,
si se piensa, no le pillan a nuestra generación ni de rebote.
Pero, ¡ay, amigo! es que los “informa-timos” están
exactamente para eso: Para que conviertas los problemas ajenos en propios no
importa cuán lejos -sus dramas- te pillen a ti de tu casa.
Los medios de comunicación son la factoría de tristezas
y dramones por antonomasia. Pero como nos encanta flagelarnos,
pues pasemos el santo día mirando la tele o buceando por la red.
En realidad no es que nos encante machacarnos por
ser simplemente gilipollas (si bien ese mismo sería el primer diagnóstico de la
mayoría de los psicólogos); sino que si nos comportamos de manera consistente y cotidiana de
tal modo, es porque nuestros vehículos físicos han sido diligentemente programados
para así hacerlo, lo podáis creer o no.
Se adivina que actitudes como el victimismo,
el catastrofismo (y cualquier otra manera de arrojarnos
piedras contra nuestro tejado) son artificiales porque
tales comportamientos chocan de nariz contra el instinto o
el programa capital: el de autoconservación o
supervivencia.
Y si alguien se quiere creer que la “naturaleza” nos ha
programado ella solita para tratar de sobrevivir a toda
costa, por un lado; y a la vez para autosabotearnos constantemente
esa misma vida que en teoría deberíamos proteger, pues perfecto. Coño ¿acaso no
hay gente hiper culta que todavía cree en el “coñavirus”, en
el nacimiento de Jesucristo y en los putos Reyes Magos?
Sea como fuere y ya de vuelta al tema que nos ocupa, lo
importante es recalcar que, a mis ojos, la Vida NO se ha convertido en
los últimos años en ninguna agresión constante. Sino todo
lo contrario más bien, que la vida (el juego) trabaja
de manera consistente para nosotros (para Quienes Somos
Realmente) con nuestro conocimiento de ello y sin él.
No en vano, la aventura de la “vida física” pone a disposición de entidades SUPRA físicas un catálogo
de experiencias totalmente inexistente allá de dónde
venimos.
Y para garantizar nuestra inmersión total en
esta suerte de “parque temático” terrestre, se nos obliga a bloquear temporalmente todos
nuestros recuerdos pre-juego. Creedme que si no fuera
por dicho control, a la primera dificultad que se nos pusiera
por delante más de uno se quitaba de en medio por la vía
rápida. De ahí que, en mi opinión, el Sistema -en
connivencia directa con los responsables del Juego- se venga
esforzando durante milenios para darle al fenómeno de la Muerte la malísima prensa de la que
disfruta.
En “connivencia” decía porque la experiencia de “vida
física” no es sino el teatrillo que algún equipo de
“ingenieros” de otros “lugares” y de otros “tiempos” ha codificado primorosamente
para nuestro disfrute. Entendiéndose, “disfrute”, como el simple acto
de experimentar una serie de situaciones o vivencias; pero sin
entrar a valorar de ningún modo si lo vivido nos resulta desagradable o
placentero.
Más allá del propio enfoque, lo verdaderamente revelador de
la comprensión del fenómeno de la vida en la Tierra como una especie de “parque
temático” o hasta de “videojuego”, es que la absoluta totalidad de los
personajes y de las facciones disponibles, de las interacciones previstas y
cada regla -por más nimia que sea- de funcionamiento u operación, tiene por
único objeto ayudar a cada espíritu encarnado
a superar sus objetivos evolutivos prefijados.
Ninguna vivencia, por tanto, se ha diseñado para
hacernos simplemente daño, por ejemplo. La experiencia
no es sino el medio del que el jugador de turno se sirve para completar su
Misión global en la tercera densidad (que es como
parece que se conoce a la experiencia de “vida física” desde fuera del
presente “videojuego”).
Dicho esto, no puedo estar más en desacuerdo con Meat
Loaf: El mundo está perfectamente bien como está. Y eso porque
está como tiene que estar, según lo previsto.
La presente coyuntura de la Vida es el propio del
estado del proceso de Secuencialización del escenario
terrestre.
Magistralmente escondido tras la “amorosa” y
“filantropiquísima” fachada de la Globalización, a estas alturas de
Juego ya son innegables los milenarios esfuerzos de los
jugadores Secuenciales (extraterrestres) por tomar subrepticiamente el
control del planeta Simultáneo de turno (la Tierra en esta
ocasión).
Es solo por eso que a nivel global estamos
presenciando tantos cambios, y tan radicales, en tan poco tiempo (y de
los que ni siquiera nos enteramos, pues ni especular). Cambios todos ellos
relacionados íntimamente con nuestras posibilidades de experimentación
y con nuestra libertad para variar. (Ya habéis visto cuánto ha dado de
sí una puta “COÑApandemia”).
Porque el hecho de alterar (descafeinar), suprimir (prohibir
bajo cualquier sucia excusa) o tornar inaccesible (impagable)
buena muestra de las experiencias disponibles desde los
tiempos de los tiempos, sabedlo, no es sino el intento secuencial de arrebatarnos
el disfrute de nuestro planeta.
Estrategia, por cierto, que tan solo recibe luz verde de
los Directores del Juego cuando le quedan “tres telediarios” (en términos
evolutivos) a su propuesta. De cualquier otro modo, sería
como jodernos la “partida” a los demás… al muy poquito de
empezar.
Imaginad si no que os pasáis un finde de estos por el parque
de atracciones; os pagáis la pulserita para subir a todos los cacharritos, y
resulta que cuando llegáis a pie de pista se os impide por la fuerza acceder a
la atracción.
Pues los Directores del Juego no desean que
nos caguemos en sus muertos, porque ellos sí que saben Quienes Somos
Realmente.
Sea como fuere y se ponga nadie como se ponga, me da que el
que la Vida en la Tierra se vuelva cada día más desagradable y
frustrante es la mejor manera de indicarnos a una
serie de jugadores que esto se acaba, y que ya va siendo hora
de ir haciendo las maletas.
Enganchados a la Vida y a las leyes físicas por contrato pre-Juego
y asistidos para ello por una legión de programas o de condicionamientos genéticos,
parece que la única manera de desengancharnos de este
mundo (a todas luces virtual, como ya descubriréis en mi
próximo libro) es que empecemos a repudiarlo con todas
las ganas, mientras que al mismo tiempo se filtra conocimiento
sobre realidades alternativas (a fin de rellenar,
no queda otra, los agujeros dejados en nuestras creencias por
la caída de los palos del sombrajo de la fantasiosa narrativa
oficial).
Y para repudiar este mundo con todas
las de la ley ¿qué mejor fórmula que tornarlo cada día un poquito más
hipócrita, más injusto, más aburrido, desesperante e incoherente para sus
jugadores?
Pues ahora ya tenéis una idea alternativa de porqué el mundo
que conocimos de pequeños ya no existe; y porqué cada año que
pase se irá volviendo más desesperante todavía y nos irá privando de
más y más oportunidades de desarrollo personal.
Así, hasta que la secuencialización del
planeta se complete. Momento para el cual, si la Graduación del Espíritu de la
Tierra no lo impide,…
- La
totalidad de los gobiernos mundiales ya habrán sido absorbidos en
UN organismo común;
- Los
bancos habrán dado su último zarpazo para erradicar el dinero
físico y controlar hasta el último céntimo de
nuestras finanzas;
- Las
familias trabajarán de sol a sol para poder pagar una lista infinita de
impuestos y llegar muy malamente a fin de mes. (Los humanos del siglo XXI
son los únicos esclavos de toda la historia que,
trabajando como tales, además deben pagar de su dinero su
alojamiento, su entretenimiento y su manutención. En la antigua Roma
el circo era gratis ¿ok?);
- La
totalidad de los puestos de poder serán copados por mujeres (algunas
más capaces que otras, obviamente, pero lo mismo dará) y, los
hombres, machacados de mil formas y relegados a la
categoría de “basura”;
- Los
neoesclavos irán a sus lugares de “trabajo” en transporte público porque no
podrán costearse los gastos de un vehículo propio y
porque tampoco les dejarán circular por la mayoría de los sitios con
aquellos. Pero lo harán dando palmas porque se creerán
que están ayudando a salvar el planeta;
- Se homogeneizará completamente
la forma de sentir, de hablar, de “pensar” y de actuar de todos los
ciudadanos;
- Las
gallinas ya no podrán ser “violadas” por los gallos porque
los lobbies animalistas habrán llegado a base de
billetes y “cristomonedas” a la cúpula de poder; y el Parlamento Europeo
será presidido por un oso panda (que será el menos malo
de toda esa panda de hijos de puta asentada desde tiempos inmemoriales en
los puestos de gobierno de cada país);
- El
fenómeno de la “inclusión” formará por fin parte del catecismo secuencial
neoprogresista, y todo el mundo tendrá derecho a hacer de todo sin
importar los talentos de los que dispongan para hacerlo. Si no
sabes escribir ni cantar no pasa nada, ¡tú te haces rapero y
a tomar viento! Cuando la secuencialización de la Tierra sea total, todos
seremos “iguales” ¡hurra! (menos los ricos y los gobernantes, obviamente).
El derecho a la inclusión garantizará que cualquier enano pueda
jugar de pivot en la NBA (sin que les miren por encima
del hombro ¿eh?); que un tetrapléjico pueda correr los
100 metros vallas… sin perder la puta carrera, que es lo
mejor; o que los niños puedan pasar de curso sin aprobar ni una sola
asignatura…;
- Y
bla, bla, bla…;
Las «cristomonedas» son el último grito de la estrategia
para que los «conspiranoicos» se animen a pasarse al dinero digital.
Pero bueno ¿sabéis qué? pues que me la pela lo que
suceda en este mundo dentro de “tres” décadas (si es que sucediese),
momento para el cual espero estar ya en el astral. Sí por mí fuera,
de hecho, os juro que ahora mismito le pegaba al botón rojo y
¡pim, pam, pum! todos a tomar por culo a la siguiente densidad.
Dicho esto, entiendo que quien no comparta mis creencias y
se enchufe en vena los “informa-timos”, pues lo perciba todo pelín más renegrío.
Pero eso ya es cosa de cada cual porque, como ya he dicho en otras ocasiones,
la gente no cree realmente en lo que quiere, sino
en lo que su Yo Superior le consiente.
Es por eso que siempre digo que todas las creencias personales
son perfectamente válidas (con independencia del grado de aceptación,
de comprensión o de respeto que le otorguen los demás).
Sea como fuere, el caso es que mis sensaciones me dicen que
tras miles de años y cientos de encarnaciones simultáneas
explorando el mundo “físico externo” hacia afuera, lo que a
estas alturas se nos pide es empezar a bucear en sentido contrario.
Y nada mejor que un escenario tan escasamente estimulante como
el actual para invitar a los jugadores simultáneos a dar un giro hacia
adentro en el rumbo de su -en muchos casos-desnortada exploración.
La presente coyuntura se me antoja, por lo tanto, como el
escenario inmejorable para enraizar en nuestro mundo interior; para ser
uno mismo, o para dedicarse cada cual en cuerpo y alma
a desarrollar su propio plan personal de Vida (tareas que, en
el fondo, son todas la misma cosa).
Así que si eres uno de esos a quienes te empieza a decepcionar
en demasía el mundo en general; si sientes como que ya no
encajas casi con nadie y que, por ende, con cuanta menos
gente interactúas tanto mejor, entonces este discurso es un regalo para ti.
El estado del mundo te demanda que recuerdes que la
única salida está hacia adentro; que la
felicidad solamente se conquista siendo uno mismo, siendo eternamente
fiel a tu espíritu y al propósito que te trajo a la
Tierra.
Si hallas ese camino, amigo, entonces todas las artimañas y
todos los actores del Juego tienen contigo su caso perdido.
No por casualidad, tu Yo Superior tiene
apalabrado con los responsables del Juego un contrato pre-entrada que
le garantiza la consecución de cuantos objetivos se proponga durante
su estadía en la tercera densidad.
Y eso con independencia, obviamente, de todas las zorrerías;
de todas las “coñavacunas”; de todas las antenas 5G que
te coloquen en el tejado; de todas las guerras y de todas las mierdas
que broten del puto foro de Davos o de las pocilgas del
Congreso o del gobierno.
Y si más allá de la simple experiencia o desafío, a algún
gilipollas u organismo se le ocurre pasarse con cualquiera de
vosotros de la raya para interponerse seriamente en el
desarrollo de vuestra Misión, quedad tranquilos, que ya veréis qué
cacho hostia se lleva -sea quien sea- desde más allá de la “pantalla”, de
vuestro Yo Superior.
Eso porque, por las propias Reglas del Juego, los
jugadores Simultáneos tenemos potestad para intervenir,
en caso necesario, en favor de nuestra encarnación.
Lo que quiero decir con esto es que
nadie, absolutamente NADIE, puede impedirnos completar nuestro
Plan de Vida. Así que a relajarse un poquito, joder, que ya
está bien.
Otra cosa bien distinta, sin embargo, es que nosotros
mismos cedamos a sus miedos y a sus chantajes o mordamos
el anzuelo de su lista infinita de compromisos innecesarios, de distracciones y
engaños.
Jugarretas todas estas, sin embargo, de las que todos y cada
uno de nosotros como jugadores literalmente precisamos en una
fase u otra de nuestra vida, a fin de poner a prueba nuestros niveles
de implicación en la sociedad.
En este sentido, cuanto más metido y comprometido con
el Sistema, tanto más lejos de la Salida, obviamente. Pero como eso
es exactamente a lo que venimos, pues que cada cual vaya
avanzando a su propio ritmo, que no hay prisa ninguna.
Para nada.
A ver si aprendéis a sonreír, joder. Pero no os fieis, que
este tío está así de contento porque dentro de 30 años ya no se verán más
que negros y mestizos por las calles del
Viejo Continente. Si no me equivoco, el plan secuencial consiste en dejar de
todos nosotros, los blancos, únicamente las sombras.
“En el futuro lejano el Hombre será híbrido. La
raza euroasiática-negroide del futuro reemplazará a
la diversidad de gentes [en Europa] con una variedad de
personalidades extranjeras”.
¡BIENVENIDOS A LA TIERRA SECUENCIAL!
No hay comentarios:
Publicar un comentario