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2.1.23

Solo abandonamos "el juego" una vez completada la totalidad de nuestros objetivos

 EL JUEGO ES EL JUEGO                        

YO NO DESEO QUE ME DEVUELVAN MI DINERO

El actual estado del mundo es el caldo de cultivo estrictamente necesario para empezar a desengancharnos de nuestra milenaria adicción a la experiencia de “vida física” 

En octubre de 1993 el cantante norteamericano Meat Loaf  publicaba un sencillo titulado: La vida es un limón y yo quiero que me devuelvan mi dinero.

En “La vida es un limón” el cantante maldice amargamente por la Vida en general, y hasta se lleva el puto Oscar -metafóricamente hablando- a la mejor representación de víctima de toda la historia.

Será por aquello de estar a la moda, digo yo, porque de un tiempo a esta parte el victimismo se ha convertido en la dichosa canción del rebaño, digo, del verano, del invierno y de todas las estaciones a uno y otro lado del espectro.

Sea como fuere, el caso es que el autor lloriquea como un crío entre sus versos; porque por lo visto jamás consigue nada de cuanto se propone. Como si él mismo fuera tonto y manco y su Yo Superior -ya que estamos- gilipollas; o aquel no precisara realmente una mierda de cuanto dice desear, que también podría ser).

Continúa el “festi-mal” victimista afirmando que todo va como el ojete (pero en sus palabras); que el mundo entero funciona exactamente del revés (gobiernos, familia y amigos, colegios; la esperanza, la fe y hasta el mismísimo Creador de pacotilla…

En cierto modo, Meat Loaf se muestra realmente frustrado  porque la Vida no está cumpliendo ninguna de sus expectativas. Porque por lo visto él jamás se equivoca en ninguna cosa y la culpa de cada uno de sus males, por supuesto, la tiene todo el mundo menos él. De ahí que no se canse de exigir en cada estrofa que le devuelvan el importe de su “viaje”.

Junto a la métrica de sus versos y a la melodía de la canción, lo único que se salva de todo el tema es la metáfora de la Vida cual “viaje” por el que uno -de un modo u otro- “paga” voluntariamente en fase pre-natal. Porque ya me diréis cuándo si no.

Aventura a la que todos accedemos en pelotas vía aquello que llamamos “nacimiento” pero  finamente pertrechados -cosa que nadie recuerda- con las habilidades y con el sistema de creencias necesarios para poder completar con cierta holgura todos y cada uno de los objetivos que nos acercaron a la Tierra.

Escenario, ya de paso, que tan solo abandonamos definitivamente -vía “muerte”- una vez completada la totalidad de los objetivos preescogidos (antes de nacer, vuelvo a insistir).

Porque la Muerte no es ninguna pena ni es un castigo, salvo que así lo creas, faltaría más (que para eso la Vida te otorga  la facultad de convertir todas tus creencias en realidad).

La Muerte es la salida natural -o la vía de escape, según se mire- de la experiencia de “vida física” tal cual la conocemos.

De ahí que la pena de muerte a los reos esté casi extinguida aquí en la Tierra (menudo premio, si no) y la práctica del  suicidio goce de prensa tan mala en mundo y medio incluso a pesar de ser tan vieja como el fuego y, por ende, se trate de una experiencia perfectamente válida  según las reglas del Juego. En caso contrario, os aseguro que no se habría producido ni un suicidio tan siquiera en toda la loca historia del asedio secuencial a la Humanidad.

Ya de vuelta a la pataleta de la estrella ya difunta del rock, lo que no se puede negar es que el cantante sufre como si le acabasen de mangar el bocadillo en el recreo. Pero no porque la Vida sea una puta mierda -con todas las letras- como él piensa en realidad, sino porque ni asimila ni comprende que la Vida no transcurra según sus pareceres y gustos tal vez.

Así que mucho cuidadito con lanzarse a aquello de “cambiar el mundo” a la imagen de uno  porque, bien mirado, el sueño de los “Justos” (de una y otra polaridad, Luz y Oscuridad) no es más que el desvelo de los aprendices de tiranos encubiertos; encarnaciones quienes a lo único que aspiran a la postre es a que predomine o se termine imponiendo su visión archiegoísta, marcial y parcial de la Vida y de las cosas (sin importarles un bledo lo que opinen, o les pase en el camino a los demás). El lado Oscuro es egoísmo en estado puro.

Dicho esto, creo que la mayoría estamos de acuerdo en que:

  1. la Vida en la Tierra ya no es lo que era, y jamás volverá a serlo (¡que viva la tecnología!);
  2. en términos generales, cada día que pasa la experiencia de “vida terrestre” se vuelve pelín más desagradable, limitante y restrictiva.

A ver, si no: que levante la mano quien no tenga meridianamente claro, que todo,  absolutamente todo cuanto nos rodea es en muchos sentidos una mentira, una puta engañifa, una completa hipocresía o una simple ilusión  (como la “democracia”, las redes sociales y los medios de “comunicación”, la “sanidad”, la “coñapandemia”, el consumismo, el “diablo” ruso o las “emergencias”  prefabricadas); o, en el mejor de los casos, una copia descafeinada y burda un sustitutivo de la experiencia o del producto original (como el trabajo, las  relaciones humanas, el neofeminismo, las farmacéuticas o los subproductos alimentarios en general, etc.)

Pero una cosa es que nos percatemos de cómo se manipulan y depauperan por múltiples vías las condiciones a nuestro alrededor (cosa vital para todo aquel Jugador que se proponga salir del escenario terrestre por la puerta grande), y otra cosa bien distinta es que cada maniobra del Sistema se interprete como un atentado deliberado hacia mi persona  (por mucho que tales cambios -de un modo u otro- nos afecten a casi todos, y muchas veces sin remedio).

Que la Vida no es ningún caramelito todos lo sabemos, pero tampoco es que sea siempre un limón. Lo mejor de todo esto es que la Vida no es nada en sí misma. Porque, a fin de cuentas, lo que “es” y “no es” la Vida lo deciden solamente  tus papilas gustativas.

Es por eso que digo que interpretando, no ya los hechos, sino simplemente lo percibido de manera recurrentemente  catastrofista, lo único que conseguimos es colocarnos en la frente una diana y un cartel que nos declara como víctimas  de todas las “conspiraciones” de las élites del gobierno  y, por ende, como seguros perdedores en la trifulca.

Y claro, en ese marco, como en el fondo la “Vida” y el “Juego”  nos aman y nos miman a todos y cada uno de nosotros con locura, pues al Genio de la Vida no le queda más remedio que entregarnos cuanto le pedimos:

“Anda, mira, otra víctima autodeclarada pidiéndome a gritos un agresor y una agresión de la cual lamentarse;  exigiéndome, en resumen, un guion de vida que por favor le permita  continuar con su papel en su obra otro año u otra década adicional.”

Entendido lo cual, la inteligencia que gobierna el Sistema de Vida terrestre se dispone servilmente a generar un nuevo “escándalo” que los recursos interpretativos de la víctima de libro volverán a traducir como el enésimo “atropello” hacia su persona.

Y así eternamente, vuelvo a dejar caer, hasta que la encarnación se decante por interpretar un rol distinto en su día a día (pero eso solamente si su Plan personal de Vida lo contempla, claro está, que podría ser perfectamente que no, porque el papel de “víctima” está tan codiciado y es igual de válido como el de su contraparte o “agresor”).

Si no me creéis a este respecto echadle narices (u orejas, que tenéis dos) y modificad  temporalmente vuestra forma de relacionaros con el Universo. Veréis como de repente cambian el cuento… y el mundo entero con él.

Dicho esto: Prohibido lamentarse a todas horas de todas las putas cosas por mucho que en principio nos afecten.

Bueno, y eso si es que llegan a afectarnos, la verdad. Porque a veces hacemos comentarios (nos quejamos) de escenarios y sucesos que nos pillan a miles de kilómetros de nuestra casa; cuando no de puros chismorreos y asuntos totalmente especulativos que, si se piensa, no le pillan a nuestra generación ni de rebote.

Pero, ¡ay, amigo! es que los “informa-timos” están exactamente para eso: Para que conviertas los problemas ajenos en propios no importa cuán lejos -sus dramas- te pillen a ti de tu casa.

Los medios de comunicación son la factoría de tristezas y dramones por antonomasia. Pero como nos encanta  flagelarnos, pues pasemos el santo día mirando la tele o buceando por la red.

En realidad no es que nos encante machacarnos por ser simplemente gilipollas (si bien ese mismo sería el primer diagnóstico de la mayoría de los psicólogos); sino que si nos comportamos de manera consistente y cotidiana de tal modo, es porque nuestros vehículos físicos han sido diligentemente programados para así hacerlo, lo podáis creer o no.

Se adivina que actitudes como el victimismo, el  catastrofismo (y cualquier otra manera de  arrojarnos piedras contra nuestro tejado) son artificiales porque tales comportamientos  chocan de nariz contra el instinto o el programa capital: el de autoconservación o  supervivencia.

Y si alguien se quiere creer que la “naturaleza” nos ha programado ella solita para tratar de  sobrevivir a toda costa, por un lado; y a la vez para autosabotearnos constantemente esa misma vida que en teoría deberíamos proteger, pues perfecto. Coño ¿acaso no hay gente hiper culta  que todavía cree en el “coñavirus”, en el nacimiento de Jesucristo y en los putos Reyes Magos?

Sea como fuere y ya de vuelta al tema que nos ocupa, lo importante es recalcar que, a mis ojos, la Vida NO se ha convertido en los últimos años en ninguna agresión  constante. Sino todo lo contrario más bien, que la vida (el juego) trabaja de manera consistente para nosotros  (para Quienes Somos Realmente) con nuestro conocimiento de ello y sin él.

No en vano, la aventura de la “vida física” pone a disposición de entidades SUPRA físicas  un  catálogo de experiencias  totalmente inexistente allá de dónde venimos.

Y para garantizar nuestra inmersión total en esta suerte de “parque temático” terrestre, se nos obliga a bloquear  temporalmente todos nuestros recuerdos pre-juego. Creedme que si no fuera por dicho control, a la primera  dificultad que se nos pusiera por delante más de uno se quitaba de en medio por la vía rápida. De ahí que, en mi opinión, el Sistema -en connivencia directa con los responsables del Juego- se venga esforzando durante milenios para darle al fenómeno de la Muerte la malísima  prensa de la que disfruta.

En “connivencia” decía porque la experiencia de “vida física” no es sino el teatrillo que algún equipo de “ingenieros” de otros “lugares” y de otros “tiempos” ha codificado  primorosamente  para nuestro disfrute. Entendiéndose, “disfrute”, como el simple acto de experimentar una serie de situaciones o vivencias; pero sin entrar a valorar de ningún modo si lo vivido nos resulta desagradable o placentero.

Más allá del propio enfoque, lo verdaderamente revelador de la comprensión del fenómeno de la vida en la Tierra como una especie de “parque temático” o hasta de “videojuego”, es que la absoluta totalidad de los personajes y de las facciones disponibles, de las interacciones previstas y cada regla -por más nimia que sea- de funcionamiento u operación, tiene por único objeto ayudar a cada espíritu encarnado a superar sus objetivos evolutivos prefijados.

Ninguna vivencia, por tanto, se ha diseñado para hacernos  simplemente daño, por ejemplo. La experiencia no es sino el medio del que el jugador de turno se sirve para completar su Misión global en la tercera densidad (que es como parece que se conoce a la experiencia de “vida física” desde fuera del presente “videojuego”).

Dicho esto, no puedo estar más en desacuerdo con Meat Loaf: El mundo está perfectamente bien como está. Y eso porque está como tiene que estar, según lo previsto.

La presente coyuntura de la Vida es el propio del estado del proceso de Secuencialización del escenario terrestre.

Magistralmente escondido tras la “amorosa” y “filantropiquísima” fachada de la Globalización, a estas alturas de Juego ya son innegables los milenarios esfuerzos de los jugadores Secuenciales (extraterrestres) por tomar  subrepticiamente el control del planeta Simultáneo de turno (la Tierra en esta ocasión).

Es solo por eso que a nivel global estamos presenciando tantos cambios, y tan radicales, en tan poco tiempo (y de los que ni siquiera nos enteramos, pues ni especular). Cambios todos ellos relacionados íntimamente con nuestras posibilidades de experimentación y con nuestra libertad  para variar. (Ya habéis visto cuánto ha dado de sí una puta “COÑApandemia”).

Porque el hecho de alterar (descafeinar), suprimir (prohibir bajo cualquier sucia excusa) o tornar  inaccesible (impagable) buena muestra de las experiencias disponibles desde los tiempos de los tiempos, sabedlo, no es sino el intento secuencial de arrebatarnos el disfrute de nuestro planeta.

Estrategia, por cierto, que tan solo recibe luz verde de los Directores del Juego cuando le quedan “tres telediarios” (en términos evolutivos) a su propuesta. De cualquier otro modo, sería como jodernos la “partida” a los demás… al muy poquito de empezar.

Imaginad si no que os pasáis un finde de estos por el parque de atracciones; os pagáis la pulserita para subir a todos los cacharritos, y resulta que cuando llegáis a pie de pista se os impide por la fuerza acceder a la atracción.

Pues los Directores del Juego no desean que nos caguemos en sus muertos, porque ellos sí que saben Quienes Somos Realmente. 

Sea como fuere y se ponga nadie como se ponga, me da que el que la Vida en la Tierra se vuelva cada día más desagradable y frustrante es la mejor manera de indicarnos a una serie de jugadores que esto se acaba, y que ya va siendo hora de ir haciendo las maletas.

Enganchados a la Vida y a las leyes físicas por contrato pre-Juego y asistidos para ello por una legión de programas o de condicionamientos genéticos, parece que la única manera de  desengancharnos de este mundo (a todas luces virtual, como ya descubriréis en mi próximo libro) es que empecemos a repudiarlo con todas las ganas, mientras que al mismo tiempo se filtra conocimiento sobre realidades alternativas (a fin de rellenar, no queda otra, los agujeros dejados en nuestras creencias por la caída de los palos del sombrajo de la fantasiosa narrativa oficial).

Y para repudiar este mundo con todas las de la ley ¿qué mejor fórmula que tornarlo cada día un poquito más hipócrita, más injusto, más aburrido, desesperante e incoherente para sus jugadores?

Pues ahora ya tenéis una idea alternativa de porqué el mundo que conocimos de pequeños ya no existe; y porqué cada año que pase se irá volviendo más desesperante todavía y nos irá privando de más y más oportunidades de desarrollo personal.

Así, hasta que la secuencialización del planeta se complete. Momento para el cual, si la Graduación del Espíritu de la Tierra no lo impide,…

  • La totalidad de los gobiernos mundiales ya habrán sido absorbidos en UN organismo común;
  • Los bancos habrán dado su último zarpazo para erradicar el dinero físico y controlar  hasta el último céntimo de nuestras finanzas;
  • Las familias trabajarán de sol a sol para poder pagar una lista infinita de impuestos y llegar muy malamente a fin de mes. (Los humanos del siglo XXI son los únicos esclavos  de toda la historia que, trabajando como tales, además deben pagar de su dinero su alojamiento, su entretenimiento y su manutención. En la antigua Roma el circo era gratis ¿ok?);
  • La totalidad de los puestos de poder serán copados por mujeres (algunas más capaces que otras, obviamente, pero lo mismo dará) y, los hombres, machacados de mil formas y relegados a la categoría de “basura”;
  • Los neoesclavos irán a sus lugares de “trabajo” en transporte público porque no podrán costearse los gastos de un vehículo propio y porque tampoco les dejarán circular por la mayoría de los sitios con aquellos. Pero lo harán dando palmas porque se creerán que están ayudando a salvar el planeta;
  • Se homogeneizará completamente la forma de sentir, de hablar, de “pensar” y de actuar de todos los ciudadanos;
  • Las gallinas ya no podrán ser “violadas” por los gallos  porque los lobbies animalistas  habrán llegado a base de billetes y “cristomonedas” a la cúpula de poder; y el Parlamento Europeo será presidido por un oso panda (que será el menos malo de toda esa panda de hijos de puta asentada desde tiempos inmemoriales en los puestos de gobierno de cada país);
  • El fenómeno de la “inclusión” formará por fin parte del catecismo secuencial neoprogresista, y todo el mundo tendrá derecho a hacer de todo sin importar los talentos  de los que dispongan para hacerlo. Si no sabes escribir ni cantar no pasa nada, ¡tú te haces rapero y a tomar viento! Cuando la secuencialización de la Tierra sea total, todos seremos “iguales” ¡hurra! (menos los ricos y los gobernantes, obviamente). El derecho a la inclusión  garantizará que cualquier enano pueda jugar de pivot en la NBA (sin que les miren por encima del hombro ¿eh?); que un tetrapléjico pueda correr los 100 metros vallas… sin perder la puta carrera, que es lo mejor; o que los niños puedan pasar de curso sin aprobar ni una sola asignatura…;
  • Y bla, bla, bla…;

Las «cristomonedas» son el último grito de la estrategia para que los «conspiranoicos» se animen a pasarse al dinero  digital

Pero bueno ¿sabéis qué? pues que me la pela lo que suceda en este mundo dentro de “tres” décadas (si es que sucediese), momento para el cual espero estar ya en el astral. Sí por mí fuera, de hecho, os juro que ahora mismito le pegaba al botón rojo y ¡pim, pam, pum! todos a tomar por culo a la siguiente densidad. 

Dicho esto, entiendo que quien no comparta mis creencias y se enchufe en vena los “informa-timos”, pues lo perciba todo pelín más renegrío. Pero eso ya es cosa de cada cual porque, como ya he dicho en otras ocasiones, la gente no cree  realmente en lo que quiere, sino en lo que su Yo Superior le consiente.

Es por eso que siempre digo que todas las creencias personales son perfectamente válidas (con independencia del grado de aceptación, de comprensión o de respeto que le otorguen los demás).

Sea como fuere, el caso es que mis sensaciones me dicen que tras miles de años y cientos de encarnaciones  simultáneas explorando el mundo “físico externo” hacia afuera, lo que a estas alturas se nos pide es empezar a bucear en sentido contrario.

Y nada mejor que un escenario tan escasamente  estimulante como el actual para invitar a los jugadores simultáneos a dar un giro hacia adentro en el rumbo de su -en muchos casos-desnortada exploración.

La presente coyuntura se me antoja, por lo tanto, como el escenario inmejorable para enraizar en nuestro mundo interior; para ser uno mismo, o para dedicarse cada cual en cuerpo y alma a desarrollar su propio plan personal de Vida (tareas que, en el fondo, son todas la misma cosa).

Así que si eres uno de esos a quienes te empieza a decepcionar en demasía el mundo en general; si sientes como que ya no encajas casi con nadie y que, por ende, con cuanta menos  gente interactúas tanto mejor, entonces este discurso es un regalo para ti.

El estado del mundo te demanda que recuerdes que la única salida está hacia adentro; que la felicidad solamente se conquista siendo uno mismo, siendo eternamente fiel a tu espíritu y al propósito que te trajo a la Tierra.

Si hallas ese camino, amigo, entonces todas las artimañas y todos los actores del Juego tienen contigo su caso perdido.

No por casualidad, tu Yo Superior tiene apalabrado con los responsables del Juego un  contrato pre-entrada que le garantiza la consecución de cuantos objetivos se proponga  durante su estadía en la tercera densidad.

Y eso con independencia, obviamente, de todas las zorrerías; de todas las “coñavacunas”; de todas las antenas 5G que te coloquen en el tejado; de todas las guerras y de todas las mierdas  que broten del puto foro de Davos o de las pocilgas del Congreso o del gobierno.

Y si más allá de la simple experiencia o desafío, a algún gilipollas u organismo se le ocurre  pasarse con cualquiera de vosotros de la raya para interponerse seriamente en el desarrollo de vuestra Misión, quedad tranquilos, que ya veréis qué cacho hostia se lleva -sea quien sea- desde más allá de la “pantalla”, de vuestro Yo Superior

Eso porque, por las propias Reglas del Juego, los jugadores  Simultáneos tenemos potestad para intervenir, en caso necesario, en favor de nuestra encarnación.

Lo que quiero decir con esto es que nadie, absolutamente  NADIE, puede impedirnos completar nuestro Plan de Vida. Así que a relajarse un poquito, joder, que ya está bien.

Otra cosa bien distinta, sin embargo, es que nosotros mismos cedamos a sus miedos y a sus chantajes o  mordamos el anzuelo de su lista infinita de compromisos innecesarios, de distracciones y engaños.

Jugarretas todas estas, sin embargo, de las que todos y cada uno de nosotros como jugadores  literalmente precisamos  en una fase u otra de nuestra vida, a fin de poner a prueba nuestros niveles de implicación en la sociedad.

En este sentido, cuanto más metido comprometido con el Sistema, tanto más lejos de la Salida, obviamente. Pero como eso es exactamente a lo que venimos, pues que cada cual vaya avanzando a su propio ritmo, que no hay prisa ninguna. Para nada. 

A ver si aprendéis a sonreír, joder. Pero no os fieis, que este tío está así de contento porque dentro de 30 años ya no se verán más que negros y mestizos por las calles del Viejo Continente. Si no me equivoco, el plan secuencial consiste en dejar de todos nosotros, los blancos,  únicamente las  sombras.

“En el futuro lejano el Hombre será híbrido. La raza euroasiática-negroide del futuro  reemplazará a la diversidad de gentes [en Europa] con una variedad de personalidades  extranjeras”.

¡BIENVENIDOS A LA TIERRA SECUENCIAL!

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