RESQUICIOS DE LIBERTAD PARA EL SUBHUMANO
Cuatro subhumanos con cara de tontos y un humano cuya mirada penetrante muestra su inteligencia superior. |
En primer lugar, voy a autocalificarme como subhumano
respecto al súper hombre que nos esclaviza. Hay que ser justos. Somos
inferiores porque son ellos los que están arriba y nosotros abajo desde
siempre.
Los «extraterrestres» que manejan a la humanidad, según los conspiranoicos, son, en realidad, bien terrestres, aunque tan superiores a los humanos que pueden considerarse como súper-humanos y están mucho más avanzados que nosotros.
Lo primero que les sucede a esas élites de súper-humanos es
que experimentan un desprecio hacia el resto de los humanos similar al que
nosotros sentimos por los primates o el resto de animales a los que encerramos
en zoológicos. La única diferencia es que ellos nos tratan sin el paternalismo
que nosotros mostramos hacia los animales. Porque, a diferencia de los primates
para nosotros, somos sus enemigos: porque somos estúpidos, sí, pero muchísimos
y, por lo tanto, peligrosos.
Debiéramos leer a Yuval Harari con las pocas neuronas que
nos queden bien despiertas. ¿Qué nos dice cuando habla de los «tragones
inútiles»? Sólo tendrán acceso a los recursos mientras la Inteligencia
Artificial y los robots no se hagan cargo del trabajo en el mundo. Este tipo de
pensamiento conduce a las horribles políticas públicas de eugenesia y
eutanasia. Harari no se refiere a sus propios ancianos, a los de su etnia, sino
a los de los subhumanos, que somos nosotros. Y no habla solamente de ancianos,
sino a subhumanos sin utilidad, como los menos inteligentes, los deficientes o
los menos dotados físicamente. Cuando se lee atentamente a Harari, parece
pensamiento de lo que ellos mismos han calificado como discurso nazi. Pero sin
el señorío de los auténticos nazis, que respetaban a todas las etnias puras.
Por eso fueron aliados de árabes y de orientales.
Harari no es nadie, tan sólo un egocéntrico sobrevalorado,
pero es un difusor de ideas que tiene la etnia sagrada respecto a nosotros, los
subhumanos. Por eso hay que leerlo atentamente, porque nos transmite lo que los
líderes de esa etnia nos tienen preparado.
Así que, como subhumano, me planteo si puedo rechazar ante
mí mismo y ante vosotros la tesis de que un millón de nosotros no valemos la
vida de uno solo de ellos.
Ellos tienen un único premio Nobel de Literatura, Yosef
Agnón. Pero nosotros también los tenemos, como Knut Hamsun, nazi confeso. O
como el japonés Kazuo Ishiguro («Lo que queda del día»). O escritores como
Murakami, que aún no ha logrado el Nobel por ser demasiado occidental, no por
no ser de la etnia. O Thomas Mann (luterano)… En el campo literario creo que
nos defendemos. Que no merecemos (del todo) tanto desprecio.
¿Y en el mundo de la inteligencia pura? Hablemos de ajedrez.
Israel tiene 16 jugadores por encima de 2.500 de rating. El primer ajedrecista
de la etnia sigue siendo Boris Gelfand, nacido en 1968. Es el número 11 del
mundo en rating. No está nada mal, porque la etnia tiene solamente 25 millones
de personas y el mundo 8.000 millones. Sin embargo, cuentan sus leyendas que,
entre los diez primeros, siempre ha habido 3 ajedrecistas de la etnia sagrada o
con uno de sus ancestros de la etnia. No sé si cabe preguntarse: Llegado el
caso, ¿exterminaría la etnia a jugadores como Kramnik, Anand, Ivanchuck o
Carlssen? Más nos vale que lo dudemos, por si acaso.
En el mundo de la Ciencia la cosa está difícil en cuanto a
defendernos. Porque el judío Einstein ha marcado la Física hasta el punto de
llevarla a un callejón sin salida. Su teoría es falsa seguramente. Pero los
intereses creados, sobre todo en lo que se refiere a la verosimilitud de la
existencia de «La Bomba», que se basa en la ecuación E=mc², hacen imposible
salir airosos de ese atolladero. Los ingenieros saben que, si quieren que sus
artefactos funcionen, deben olvidarse de la Teoría de la Relatividad. Aunque
los ingenieros no son de la etnia, en general. A la etnia no le interesan las
cosas prácticas, como la electricidad o la mecánica.
En fin, en realidad nunca hay defensa en este juego en el
que unos ponen el hacha y otros el cuello.
Entonces, ¿qué debemos hacer los subhumanos para sobrevivir
a los designios de esta etnia superior o sagrada?
En primer lugar, lo que hacen el resto de los animales con
nosotros los humanos: huir de ellos. Aprender lo peligrosos que son y apartarse
de su camino.
En segundo lugar no dar valor a aquello que los encumbra
sobre nosotros, como es el dinero que ellos crean del puro aire. No debemos
ansiar lo que nos proporciona porque ello nos esclaviza.
En tercer lugar, llevar una vida lo más natural posible. No
caer en depresiones y crisis. Por cierto, la etnia es el sector de nuestra
sociedad que más crisis, depresiones y enfermedades mentales graves padece,
proporcionalmente. Hay enfermedades mentales que solamente se dan en la etnia,
como ya dijo Sigmund Freud en su tiempo. Y él era de la etnia. Sabía lo que se
decía.
En cuarto lugar, analizar sus movimientos. Adivinar en toda
novedad su papel tras las bambalinas. Por ejemplo: el plan de vacunaciones es
cosa suya. Cualquier enfermedad nueva es falsa. No nos dejemos asustar. El
miedo paraliza el cerebro. Y puesto que somos subhumanos, no podemos
permitírnoslo.
En quinto lugar, dudar de todo lo que nos cuentan los medios
de comunicación, porque son de su propiedad. Los medios les sirven para
controlar su ganado, nosotros.
En sexto lugar, desconfiar de las nuevas tecnologías porque
ellos controlan todas las multinacionales que las inventan e implementan. Son
los principales accionistas de todas las empresas de éxito como Google,
Facebook, Twitter, Whatsapp, etc. Todas sirven a sus múltiples agendas que
conducen a nuestro quizás merecido exterminio. Por lo tanto debemos mantenernos
incógnitos, en medio del montón, sin señalarnos, porque disponen de medios de
último recurso para deshacerse de las moscas cojoneras.
En séptimo lugar, jamás hablemos de defendernos de ellos, y
menos de atacarlos, porque nos llamarán anti-etnia e iremos a la cárcel o a una
fosa para perros con un agujero de bala en el cráneo. Y sabed que estamos
vigilados cada minuto de nuestra devaluada vida. Como bien decía el filósofo
Voltaire, si quieres saber quién te controla, busca quiénes son aquellos a los
que no puedes criticar.
En octavo lugar, y este es el punto más importante, ser
felices. A pesar del peligro que representan, que es mayor que el resto de
peligros que nos acechan, como el tráfico, los infartos o la iatrogenia. Ser
felices relacionándonos con otros subhumanos que sean bellos, buenos y
positivos. Mientras existan.
En un alarde de osadía, voy a añadir desde mi subhumanidad
confesa algo que se me ocurrió en estado de contemplación de una belleza
italiana mientras me tomaba una horchata en la terraza de un bar. El humano
superior es posible que lo sea en inteligencia e incluso en tenacidad. Pero no
lo es en todo. No lo es en belleza. No lo es en valentía. No lo es en
solidaridad. Y no lo es en número. Bastaría con que el subhumano le perdiera el
respeto al dinero que inventa el hombre superior para que éste desapareciera
como un sombrero en un vendaval. Eso es lo que sucedería en todo escenario
madmaxista. Por eso, a lo que más teme el súper-humano es a la hiperinflación
que destruye el valor del dinero que inventa cada día. Y acopia oro y diamantes
como una urraca. O tierras. Como si eso les fuera a servir de algo ante una
revolución popular espontánea.
Espero que este artículo os resulte de alguna utilidad. Lo
principal es que asumáis lo que sois, no os vengáis arriba. Sois subhumanos y
vivís de milagro, a expensas de cualquier decisión de vuestros amos.
Recapacitad sobre las máximas de los epicúreos o de los cínicos.
La humildad salva más vidas que todas las medicinas juntas.
Saludos.
DEMÓFILOS
Nada impide suponer
que en el estrecho círculo social de la etnia sagrada surgiera y se conservara
una predisposición genética que favoreciera la creatividad intelectual. Esto
ayudaría a comprender el que un grupo étnico tan pequeño cuente
proporcionalmente con un número tan elevado de “grandes creadores”. Sin
embargo, científicos como Galileo, Newton, Leibniz, Euler, Darwin, Hilbert,
Heisenberg y millones más, fueron gentiles. ¿Cómo puede un subhumano inventar
el cálculo infinitesimal y toda la Física que funciona realmente en el mundo?
Misterios de la vida.
https://acratasnet.wordpress.com/2024/05/10/resquicios-de-libertad-para-el-subhumano/
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