MENSAJE DE MARTE AL PUEBLO DE LA TIERRA
El encabezamiento de este texto, evidentemente y con
toda seguridad, suscitará sonrisas en la mayoría de aquellos que lo lean… ¡Es
lógico! Pero esa sonrisa, surgida probablemente del más profundo escepticismo,
o incluso de la más profunda ignorancia, podría cambiar su expresión en el
rostro si se conocieran, o hubieran conocido, ciertas informaciones científicas
relativas a la astronomía que, por desgracia,
ignora la inmensa mayoría de la población mundial.
En la actualidad, muy pocos saben que la práctica
totalidad de los científicos astrofísicos y astrónomos de las dos grandes
potencias mundiales EE.UU. y Rusia, están totalmente de acuerdo en algo
sorprendente, en la teoría que afirma que los dos satélites de Marte, Fobos y
Deimos, ¡¡SON DE CONSTRUCCIÓN ARTIFICIAL!! y que, obviamente, no pudieron ser
construidos por nuestra civilización. Entonces, ¿QUIÉN CONSTRUYÓ LOS DOS
SATÉLITES ARTIFICIALES DE MARTE?, Y ¿POR QUÉ?
Los astrofísicos de la Agencia Espacial
Norteamericana, la NASA, y los rusos, saben desde comienzos de los años 60,
aproximadamente, que tanto Fobos como Deimos son, satélites artificiales. El
primero que barajó esta posibilidad fue el astrónomo y astrofísico ruso Dr. J.
Samuílovich Shklovsky que ya en el año 1959 publicó los resultados de sus
investigaciones sobre los dos satélites marcianos. No tardaron mucho en apoyar
pública y abiertamente esta teoría varios colegas norteamericanos y astrónomos
de otros países.
Y, el hecho de descubrir que los dos satélites de
Marte eran, realmente, de construcción artificial, fue el motivo fundamental
que impulsó a los militares dirigentes de la NASA a llegar a Marte, ¡lo más
rápidamente posible!
Y, así lo hicieron. Después de tres años,
aproximadamente, de que la NASA hubiera dado por finalizado “oficialmente” el
Programa Apolo, estaban ya en condiciones de enviar una nave no tripulada al
planeta Marte. Después que los militares dirigentes de la NASA encontraron “lo
que encontraron” en la cara oculta de la Luna, estaban ansiosos por ver lo que
encontrarían en la superficie del llamado planeta rojo.
Después de un largo viaje que duró prácticamente un
año, el 20 de julio de 1976, y siete años después de que el ser humano pisara
la Luna, la sonda espacial de exploración norteamericana Viking I, descendía
sobre la superficie marciana, en la región conocida como la Planicie de los
Dioses.
Al día siguiente del descenso, en la Tierra, un
famoso contactado recibió por vía telepática, un sorprendente
mensaje extraterrestre de amonestación que procedía, ni más ni menos, que del
máximo representante de Marte ante la Confederación de Mundos, La Alianza. Un
mensaje que estaba dirigido, expresamente, a los científicos y gobernantes de
las dos principales grandes potencias mundiales, en aquel entonces.
Pero…, ¡¿cómo es eso posible si en Marte, todo el
mundo sabe que no hay vida, porque no hay agua, ni oxígeno ni una atmósfera y
temperatura adecuada como en la Tierra?! Se preguntarán muchos, con toda
lógica. ¡En Marte, no hay vida…, pues así lo afirma la ciencia y, si lo dice la
ciencia…, tiene que ser cierto! Por lo demás, ¿por qué iban a mentir los
científicos astrofísicos de la NASA, que son, junto con los astrofísicos de la
Agencia Espacial rusa, los que más conocimientos poseen sobre el Universo?
(No dejar de ver el muy interesante trabajo de
investigación: “Marte al descubierto: Desde la Viking a la Curiosity.
¿Civilizaciones perdidas?”. de StarViewerTeam)
El 3 de septiembre de ese mismo año descendió,
también, sobre la superficie marciana la otra sonda espacial norteamericana, la
Viking II. Ambas sondas espaciales enviaron datos sobre la atmósfera, el suelo
e imágenes del desértico paisaje marciano que eran recibidas en la NASA al cabo
de unos 25 minutos. Entre las fotos que envió el Viking I, y que filmó la
cámara de televisión de la nave, aparecieron entre otras muchas cosas
“extrañas” y sorprendentes que no vamos a enumerar aquí, dos signos bien
definidos. Esos signos eran, el signo del “infinito”, y el signo del “bumerán”.
El bumerán, es el símbolo de una Ley Universal: la Ley de Causa y Efecto.
Evidentemente, y dado el actual grado de ceguera e
ignorancia de la práctica totalidad de la población mundial, este mensaje
extraterrestre que veremos a continuación, a muchos les sonará a guión
entresacado de una mala película de ciencia-ficción. Sin embargo, el mensaje extraterrestre
procedente de Marte, del Supremo Representante, es real, como la vida misma. La
vida, “vida inteligente”, en Marte es una realidad, y mucho más antigua de lo
que jamás podríamos llegar a imaginar los seres de la Tierra. Realidad que,
“aquellos” que manejan en la sombra todas las palancas (incluida la NASA) del
verdadero poder que gobierna realmente este mundo, se empeñan en seguir
ocultando a la Humanidad.
Nunca es tarde y, por eso, no estaría mal que todos
aquellos, buscadores sinceros de la verdad, tuvieran acceso a este sorprendente
y esclarecedor mensaje extraterrestre. No son muchos los que lo conocen y, los
que lo conocieron en su día, posiblemente, ya lo hayan olvidado. Por otra
parte, y obviamente, muy pocos serán los que leerán este mensaje y creerán en
la veracidad de su origen extraterrestre porque, simplemente, desde siempre los
científicos nos han hecho creer que ni en Marte ni en ningún otro planeta de
nuestro Sistema Solar hay vida, “vida inteligente”. ¡Y, todo el mundo, se lo creyó!
¡Y, una vez más, toda la población mundial pecó, y sigue pecando, de
ingenuidad!
Y, por otro lado, tenemos a aquellos (que son una
inmensa mayoría) que negarían hasta la evidencia más tangible, hasta el punto
que, aunque aterrizara una auténtica nave extraterrestre en el mismo centro de
la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, enseguida aparecerían en los diferentes
medios de comunicación, como expertos en “estas materias”, y que “ahogarían” la
presencia del objeto extraterrestre o lo considerarían un engaño con apoyo de
la retórica.
Según aquellos que, algunos llamamos, Hermanos
Mayores de las estrellas, todos los mundos de nuestro Sistema Planetario
albergan vida inteligente. ¡Todos! Incluso algunos de sus satélites. Sin
embargo, según los científicos terrestres, ¡no hay “vida inteligente” en ningún
planeta de nuestro Sistema Solar! ¿A quién debemos creer?
Antes de nada, habría que hacer aquí un inciso para
advertir a la población mundial para que lo tenga bien presente, en un futuro
ya muy próximo, que todo lo que procede “de las estrellas” no es necesariamente
“luminoso”, y de alma caritativa.
El simple hecho de que una civilización del espacio
exterior posea unos avanzados conocimientos científicos y tecnológicos, no
implica que su alma sea bondadosa y de naturaleza altruista. Pues una cosa no
tiene nada que ver con la otra. ¿A quién, pues, deberíamos creer? Que cada cual
saque sus propias conclusiones, pero, ciertamente, no deberíamos confiar, al
menos, en “aquellos” que desprecian y se ríen abiertamente de las libertades
fundamentales y los derechos humanos más elementales, que sólo les mueve las
ansias de poder y dominación, que tienen por meta el control absoluto del
planeta y la esclavización de todas las conciencias, tanto a nivel individual
como colectivo. (ver: “¿Qué sabemos del Gobierno Mundial oculto?”)
Pero, esa “vida inteligente”, que existe en todos y
cada uno de los planetas de nuestro Sistema Solar, por lo demás, mucho más
antigua y avanzada (en todos los casos, en millones de años) que la humana, se
manifiesta, y esto hay que entenderlo bien, en otra frecuencia vibratoria
interatómica que no es accesible al ojo humano, el cual, está adaptado,
lógicamente, a las longitudes de onda y frecuencias vibratorias que expresa la
vida en la tercera dimensión, en la que vive.
Este concepto lo explica muy bien el máximo
representante de Marte, Ithacar. Menos en la Tierra que, aún la vida (aunque
por poco tiempo ya) se expresa en los valores y leyes físicas de la tercera
dimensión, en todos los demás planetas de nuestro Sistema Solar la vida se
manifiesta en un nivel superior y más sutil, es decir, en los valores y leyes
físicas que configuran la cuarta e incluso, en algunos, la quinta dimensión…
Los científicos terrestres siempre quieren encontrar
rastros de vida hechos “a su medida”, y a semejanza de cómo se manifiesta en la
Tierra, pero la Vida en el Universo se manifiesta de mil formas y de mil
maneras. En muchos casos, bajo formas muy diferentes a la humana y, también, en
otras frecuencias vibracionales, o dimensiones, no accesibles al ojo humano.
¡Hay muchísimas cosas que el ojo humano no puede captar, pero no porque no las
pueda percibir, necesariamente no existen!
Sobre el planeta Marte, la ciencia terrestre escruta
su superficie con medios en consonancia con las facultades humanas actuales,
propias de la tercera dimensión en la que se desenvuelve, pero no puede
percibir el movimiento de intensa vida que hay en Marte, aún teniéndola al lado
mismo, y que hace muchos milenios que dejó de ser genéticamente tridimensional.
Ahora, no puede, pero muy pronto llegará el día en que, entre otras muchas
cosas, el ser humano podrá percibir con sus ojos físicos el campo magnético de
un simple cuerpo metálico imantado, de un imán.
Por otra parte, hay que “subrayar” un dato
importante que muy pocos conocen y es que la Viking I, tuvo algunos problemas,
que obligaron a la NASA a retrasar el descenso de la nave sobre el suelo de
Marte. Incluso el sofisticado brazo mecánico de la sonda espacial de
exploración se estropeó y no pudo realizar todas las “misiones” previstas.
Hay que advertir que el mensaje de amonestación, que
el máximo representante de Marte, hizo llegar a los científicos y gobernantes
de las dos grandes potencias mundiales, a través de uno de los más conocidos
(en aquel entonces) contactados, no fue por el simple hecho de que se posara la
sonda espacial norteamericana sobre la superficie marciana sino porque una de
las “misiones” (que no fue consentida por el pueblo de Marte) de la Viking I
era provocar, ¡UN TERREMOTO ARTIFICIAL!:
“DE MARTE A LA TIERRA, DE MASAR A SARAS, ITHACAR,
SUPREMO REPRESENTANTE DE MARTE, EN NOMBRE DE LA CONFEDERACIÓN DE MUNDOS”
La alianza, hace llegar la voz de su pueblo a los
científicos e investigadores del planeta tierra. Hijos de este mundo
escuchadme:
El oasis de paz de nuestro planeta ha sido turbado
por un ingenio de primitiva fabricación. Vuestra inconsciente y delictuosa onda
destructiva está extendiendo peligrosamente su radio de influencia hacia la
superficie externa de vuestra atmósfera. Ya hemos tenido ocasiones, cada vez
más frecuentes, de constatar la perversa cualidad de muerte que son capaces de
aportar los monstruosos ingenios fabricados en vuestros laboratorios.
La especie humana, totalmente incapaz en este tiempo
de llevar a cabo una asimilación positiva de los valores cósmico energéticos y
dinámico espaciales, los sustituye intentando compensar la propia debilidad de
los circuitos interiores mediante el prometeico potenciamiento de su propia
capacidad vital y su extensión cuantitativa.
Habéis fabricado una prodigiosa combinación de
mecanismos donde poder incluir lo que en sí no resulta ser ni mecánico ni
prodigioso, sino pura y cualitativamente vital, dinámico y por tanto ajeno e
inaccesible a vuestra capacidad de investigación físico-química y
técnico-mecánica. Actualmente, vuestros valores científico-astronómicos no son,
como cualidad cognoscitiva, más que rudimentarias estructuras de investigación
sobre terrenos en los que todavía no sabéis proceder.
Habéis montado la investigación del espacio externo,
sobre la misma insuficiente estructura mental por donde camina la investigación
de vuestro espacio interno. Procedéis en una línea exasperada y exasperante de
una continua y neurótica acción cuantitativa y una absurda relativización de lo
que nos une a vuestro conocimiento.
Estáis continuamente atados a un concepto
primordial, que perennemente os constriñe a referir a vuestro nivel lo que
habita y vive en las dimensiones superiores de la vida del espacio y de la
energía. Estáis empeñados en una afanosa y casi histérica búsqueda de vida
orgánica allí donde las estructuras orgánicas y genéticas han alcanzado un
nivel de velocidad vibratorio dinámico orgánica tal que no les hace orgánicas
ni genéticas, sino cosmodinámicas y orbitantes sobre el plano genético
planetario de una estructura dimensional diferente a la vuestra.
Sabed, hijos de la ciencia terrestre, que la
estructura vital de nuestro pueblo ha cesado de ser genéticamente
tridimensional desde aquel lejano tiempo en que la total destrucción del
planeta mallona (planeta que orbitaba entre marte y júpiter, destruido por una
serie de conflagraciones nucleares producto de sus habitantes) determinó la
necesidad de la repentina construcción de las dos lunas artificiales que
todavía hoy orbitan en torno a la masa de nuestro mundo y que vuestra ciencia
ha denominado Phobos y Deimos.
El pueblo de marte, duramente probado en aquel
tiempo por una catástrofe que determinó la desaparición de un tercio de su
civilización, siguió el mismo cambio vital y evolutivo que todo planeta, en el
tiempo de su calvario, debe sufrir genéticamente.
Mientras millones y millones de nuestros hermanos
perecían en el remolino de fuego de la reacción hiper-tensiva
geológico-estructural que la explosión del planeta vecino había provocado, la
conciencia vital de nuestro mundo programaba la regeneración de su raza y el
consiguiente salto cualitativo que aquella dura selección había permitido. La
explosión física del planeta mallona, del cual las primeras colonias terrestres
no fueron más que un residuo en busca de una nueva patria, provocó la gran
catástrofe que en nuestra historia es conocida como el origen del tipo actual
de evolución que estamos conduciendo.
Uno de los tres continentes sobre los cuales, en
aquella época, estaban establecidos nuestros padres, sufrió la casi total
destrucción por causa de los meteoritos llegados del espacio y por las
descompensaciones magneto-esféricas provocadas en él anillo vital del geoide.
El holocausto diabólico de una célula del cosmos,
destruida por la inconsciencia y la maldad, fue para nosotros, en virtud del
supremo equilibrio de la ley que todavía veneramos, un medio de dolor y por
tanto, de purificación y de ascenso evolutivo. La selección golpeó los elementos
no adecuados al nuevo ritmo que desde aquel momento el circuito magnético vital
del planeta había establecido, pudiéndose verificar de este modo el nacimiento
de una élite que determinó la nueva vida de la raza.
Estando reunidos como unidad colectiva en el justo
nivel de evolución, y habiendo la catástrofe seleccionado, según una superior
conciencia (la jerarquía de los señores del planeta), los elementos más
evolutivos interiormente, se pudo realizar la estructura de un nuevo tipo
biológico social apto para transmitir los circuitos vitales apropiados en una
dimensión superior.
En ese mismo tiempo fueron construidas las dos lunas
artificiales que vosotros conocéis bajo el nombre de Phobos y Deimos. Sobre la
onda portadora de sus circuitos vibratorios de influencia, toda la masa vital
del planeta fue equilibrada nuevamente sobre un plano evolutivo más elevado.
El poder de las lunas, por tanto, es idéntico al que
en la tierra es ejercido por complejos cosmogeneradores situados bajo la gran
pirámide de Egipto: el de restablecer primeramente un equilibrio
cosmo-gravitacional en la estructura portante del globo y en segundo lugar el
de alimentar mediante circuitos de inmisión de tipo solar, la lenta y
progresiva transformación del gen vital del planeta y las estructuras genéticas
y vitales de toda la raza.
Desde aquel tiempo, el nivel vibratorio de nuestras
estructuras vitales aumentó su ritmo, hasta evolucionar nuestra materia sobre
el plano de una realidad que a vosotros y a vuestro espectro visual resulta
invisible e intangible, pero no por ello menos vital.
Después, los maestros solares de nuestro mundo
activaron al máximo la potencia de Deimos, y la ya producida transmutación
genético espiritual de nuestra estirpe fue ampliamente alimentada. Mientras,
nuestros propios cuerpos físicos iniciaron lentamente el proceso de volver
menos grosera nuestra propia materialidad. Toda estructura atómica, por tanto,
fue permutada y transmutada, y la onda de vida marciana penetró sobre un plano
vital en el que existe un total equilibrio entre materia, energía y espíritu.
No os maravilléis, por tanto, hermanos de la tierra,
si no encontráis más que polvo y “residuos mortales” sobre la lisa superficie
de la tercera dimensión de Marte, en la cual nuestra vida no se desarrolla ya
desde hace muchos milenios.
Es un amargo destino, hermanos nuestros, que
precisamente vosotros… los lejanos herederos del pueblo homicida que destruyó
el propio habitáculo y provocó la violenta purificación del nuestro, volváis
ahora sobre vuestros pasos, en una lenta aproximación al circuito magnético de
la zona límite de la que huisteis, y hacia la cual vuestro propio karma os está
reconduciendo (zona de los asteroides). Aterrizáis en nuestro mundo buscando
aquello que destruisteis.
Recordad pues, investigadores de la tierra, que lo
que estáis fotografiando, buscando y pisando, no es más que la sombra de la
vida real de nuestro mundo, y las huellas desprovistas de la primitiva forma de
vitalidad orgánica, demuestran la existencia de un antiguo proceso vital físico
que todavía hoy está siguiendo un lento proceso de absorción dimensional hacia
el real plano de actual manifestación de la vida. De hecho, en el tiempo de la
gran mutación, la sombra vital de la estructura física de nuestro planeta permanece
sobre el plano de la tercera dimensión, donde mantiene un puente dimensional
con el aspecto físico denso de todo el sistema solar.
Orientad, por tanto, científicos de la tierra,
vuestra atención investigadora sobre estas huellas vitales y os daréis cuenta
de que habéis violado inútilmente una paz que no os pertenece. Haced vuestra
esta paz. Haced vuestra la potencia vital del espíritu… y nada impedirá a
vuestro pueblo y nuestro pueblo encontrarse y amarse en un vértice único de
existencia. Enormes y resplandecientes ciudades, paisajes de ensueño….
montañas, valles, mares de agua cristalina, extienden su resplandor en la
superficie de nuestra patria…
Pero vuestros ojos de polvo no descubrirán más que
polvo. Vuestras manos fangosas no sacarán más que fango. Vuestros corazones de
piedra no palpitarán de alegría de la vida, en un reino que deberéis conquistar
vosotros solos.
Nosotros no mostraremos las maravillas de nuestro
mundo a quienes no han sabido convertir en maravilloso su propio mundo. No recogeréis
más que piedras, porque sois seres de piedra. Aprended a convertiros en
diamantes y una lluvia de luz investirá vuestros ojos estupefactos, mientras
que de la oscuridad de los muertos desiertos, surgirán las luminosas auroras de
nuestra civilización que será también la vuestra.
No emitáis más órdenes de piedra, sino luminosos
pensamientos de cristal a un cosmos de gloria que de otro modo no os
pertenecerá jamás. Elevad vuestra evolución, hermanos de la tierra. y de las
supremas playas de la gloria solemne de los espacios surgirá también para
vosotros la onda luminosa de vuestra civilización. La misma civilización que
habéis venido buscando sobre nuestro suelo y que deberéis por el contrario
realizar sobre el suelo de vuestro planeta.
Desde los rojos desiertos de Masar, veréis alzarse,
entonces, el majestuoso templo de nuestro milenario imperio. De Masar a Saras,
paz a vosotros.
ITHACAR.
Este mensaje fue recibido por el contactado,
mundialmente conocido, Eugenio
Siragusa, el 21 de julio de 1976 y enviado posteriormente a los dirigentes
de las grandes potencias mundiales.
Es muy probable que algunos conceptos, un tanto
técnicos, que se expresan en este mensaje, no sean de fácil comprensión en un
primer momento, para muchos, lógicamente. Pero, aún así, es bueno que el mundo
conozca, analice y reflexione, sobre este mensaje, de innegable procedencia
extraterrestre, porque además de desvelar algunos misterios, como el que
concierne al origen de las dos lunas de Marte: Fobos y Deimos; o uno de los
secretos sobre las varias funciones que desempeña la Gran Pirámide de Keops; o
el origen extraterrestre de la raza humana; también se explica, en líneas
generales, el proceso de “transmutación” genético espiritual, y su paso a la
cuarta dimensión, que vivió el pueblo de Marte hace cientos de miles de años, a
consecuencia de una hecatombe planetaria apocalíptica, indescriptible, que
provocó la muerte casi instantánea de una tercera parte de su población.
Aquel planeta que, con su desintegración provocó un
terrible caos cósmico en todo el Sistema Solar e incluso fuera de él, y que se
encontraba en la cuarta órbita, entre Marte y Júpiter -en aquel tiempo no
existía Mercurio-, se convirtió en lo que hoy se conoce como, “el cinturón de
asteroides”. Inmediatamente después de la explosión de aquel planeta, el Sol,
para reequilibrar las órbitas de todos los planetas y mantener la armonía de
todo el Sistema Planetario, vibró y emitió una enorme masa incandescente que se
situó en una órbita cercana a él, que con el paso del tiempo fue llamada,
Mercurio.
Es por esto mismo, por ese proceso de transmutación
genético espiritual, y de ascensión a un plano de la vida más elevado y sutil,
que vivió el pueblo de Marte, que este mensaje reviste un gran interés, pues
también la población terrestre (Ver: “La Tierra, el Universo van hacia una
eterización. La Humanidad debe prepararse para una gran transformación”) se
encuentra, actualmente, inmersa y de lleno, sin ser consciente de ello, en un
proceso de “purificación” y “mutación”, (también conocido ese proceso en
nuestro mundo como: “Apocalipsis”, “Revelación”) que implica a toda energía y
forma de vida que hay sobre la Tierra, después del cual, también y al igual que
en Marte, los seres más aptos y capacitados (casi la tercera parte de la
Humanidad) accederán a otro plano existencial más elevado, a un nivel de
comprensión de la Vida y del Universo más amplio, regido por otros valores y
otras leyes físicas de la cuarta, e incluso, quinta dimensión.
Pero, a diferencia del pueblo de Marte, que vivió un
proceso de transmutación genético espiritual a nivel planetario y como
consecuencia de una catástrofe apocalíptica, en el caso de la Tierra será a la
inversa, pues la que parece ya inevitable (si nada cambia en el ser humano)
hecatombe planetaria, que sobrevendrá a nuestro mundo, ocurrirá, pero al final
del proceso de transmutación que está en curso, y ya, en estos tiempos, en su
fase final. Al final de este proceso de “mutación” genético espiritual de todo
cuanto vive en, y sobre la Tierra, cuando todos los grandes acontecimientos que
deberá vivir la Humanidad hayan transcurrido, nuestro planeta se
“reorganizará”, se “reestructurará”, se “sacudirá” y limpiará de todas las
escorias psíquicas y venenos de toda índole que la inconsciente y ciega Humanidad
dejó sobre “su piel”, y en “su aura”.
¡En pocas palabras, esto significa que dónde ahora
hay tierra, luego habrá mar y dónde ahora hay mar, luego habrá tierra! Aunque
nuestro planeta ya ha vivido esto mismo -“mudar su piel”- en muchas ocasiones,
desde el Alba de los Tiempos, la población terrestre actual no puede hacerse ni
idea de lo que esto significa.
Dentro, de un tiempo, al inicio de la Era de
Acuario, Era con la cual comenzará otro nuevo Gran Ciclo Cósmico de 25.625
años, la población terrestre tendrá la necesidad de construir, aunque con la
colaboración de nuestros Hermanos Mayores de las estrellas que pertenecen a la
Confederación de Mundos (de la cual, también la Tierra llegará a formar parte),
un gigantesco y sofisticado satélite artificial, a semejanza de Fobos y Deimos,
que quedará en órbita alrededor de la Tierra para, entre otras muchas cosas
(relacionadas todas con la energía solar), mantener el equilibrio
cosmo-gravitacional del propio planeta después de haberse verticalizado su eje,
y quedar perpendicular respecto al plano de la órbita que describe alrededor
del Sol.
La Tierra, en un futuro próximo tendrá dos lunas. La
nueva luna, que será más brillante que la actual, será…, ya lo dijo el buen
Benjamín S. Parravicini…, ¡LA AMNIS! No nos extrañe que Marte tenga dos lunas
artificiales. Y, por si a alguien le interesara saberlo, hay que decir que,
nosotros los “seres civilizados” de la Tierra, comparados con el pueblo de
Marte, ¡somos auténticos salvajes!, aunque, en el aspecto físico morfológico
seamos, prácticamente, idénticos.
Por Mario Zorrilla G.
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