SILENCIAR LA VERDAD
El alto costo de la
honestidad en un mundo desinformado
Imagine un mundo donde las verdades incómodas, como fragmentos incómodos de la realidad que exigen reflexión, humildad y cambio, ya no se reciben con curiosidad ni preocupación, sino con burla y desdén. En este mundo, quienes transmiten la verdad no son bienvenidos como catalizadores del progreso, sino señalados como enemigos del statu quo.
En lugar de incitar a la
introspección, estas verdades son recibidas con la risa petulante de quienes se
han casado con ilusiones reconfortantes. La risa, no como alegría, sino como un
arma aguda, burlona y calculada, se convierte en la herramienta con la que los
poderosos desvían la responsabilidad y silencian la disidencia.
Los denunciantes, antaño símbolos de valentía que revelaban la corrupción institucional o el abuso sistémico, ahora son vistos como traidores o lunáticos.