HAY QUE PREPARARSE PARA EL SAQUEO
Nos van a chupar la sangre para alimentar la falacia del cambio climático
La teoría de la amenaza sobre el clima viene gestándose
desde hace décadas, pero ahora ha llegado la hora de la verdad, y estamos empezando
a sufrirla. En realidad, muy pocos conocían las aviesas intenciones de los
mandamases del mundo; o si las conocían no creían que estos planes
maquiavélicos fuesen en serio. Pero lo eran.
Frente a la tesis oficial del cambio climático, gestada en las cloacas malolientes del Estado profundo, en connivencia con expertos que se han vendido por dinero, Premios Nobel y otro tipo de reconocimientos y prebendas, existen cientos de científicos que refutan el relato oficialista, y otros tantos que explican y denuncian los experimentos realizados con el clima desde hace décadas; desde aquella Operación Popeye que los norteamericanos pusieron en práctica en la guerra del Vietnam, consistente en la prolongación de la temporada de los monzones, con el fin de inundar la ruta Ho Chi Minh e impedir el paso de soldados y víveres al Viet Cong.
Desde esas fechas, la geoingeniería no ha dejado de dar
pasos hacia adelante. El proyecto HAARP, aunque lo seguimos nombrando por lo
que representa en el imaginario colectivo, ha quedado obsoleto. En concreto, se
desmanteló en 2014 y pasó a formar parte de la Universidad de Alaska Fairbanks.
Hoy funciona la Asociación Científica Europea de Radares de Dispersión
Incoherente (EISCAT), mucho más moderno y de acuerdo a los últimos avances
tecnológicos.
En el año 1966, el profesor Gordon McDonald, director del
Instituto de Geofísica planetaria de la Universidad de California y miembro del
comité científico de Lindon Johnson, durante cuyo mandato se pusieron en
práctica los proyectos contra India, Filipinas y Vietnam, pronunció las
siguientes palabras, que nos ayudarán a comprender mejor el asunto de la
manipulación del clima a voluntad y provocar toda suerte de fenómenos por medio
de la geoingeniería.
“En un contexto de
paridad nuclear, hay que destacar el potencial del hombre para controlar y
manipular el medio ambiente y el planeta. Cuando logre este poder sobre el
propio entorno, el ser humano tendrá una nueva capacidad para hacer un daño
incalculable e indiscriminado. Estas armas son particularmente apropiadas para
guerras secretas u ocultas”.
No estaba bromeando. La geoingeniería, de facto, es un arma
de guerra.
Continuemos echando la vista atrás en el tiempo. En el año
2002, el Ministerio de Exteriores y Defensa ruso presentó en el Parlamento el
siguiente comunicado: “Estados Unidos está creando nuevas armas integrales de
carácter geofísico que pueden influir en la troposfera con ondas de radio de
baja frecuencia. Este salto cualitativo es comparable a la transición de las
armas blancas a las de fuego o al de las armas convencionales a las nucleares.
Este nuevo tipo de armas difiere de las de cualquier otro tipo conocido, ya que
la troposfera y sus componentes se convierten en objetos sobre los cuales se
puede influir”.
Esto tampoco era broma, si bien la nación americana negó
tales afirmaciones, alegando que se trataba de una acción de propaganda
soviética. Rusia también cuenta desde 1961 con su propio proyecto de
Instalación de Calentamiento Ionosférico (SURA), equivalente a su competidor el
HAARP. Esto no se trata de “cositas” de despacho entre gobernantes, sino de
nefastos proyectos de megalómanos, que influyen en la vida y equilibrio del
planeta, presente y futuro. Pero de esto no se habla, o se hace solo de tarde
en tarde.
El tiempo pasa y la mayor parte de la población sigue sin
enterarse de lo realmente importante, completamente a merced de unos medios de
comunicación al servicio de las mentiras y el “encubrimiento” del sistema. Sin
embargo, del gran fraude del cambio climático penden casi todas las leyes y
normativas internacionales. Todo cabe en este cajón de sastre: desde no tener
hijos hasta la destrucción de la agricultura y la ganadería, pasando por el
derribo de presas, sustitución de frutales por paneles fotovoltaicos, demonización
de las energías fósiles, coches eléctricos, tarjetas verdes, y un sinfín de
ocurrencias, dicen que para minimizar la huella de carbono.
Pura falacia, pero la falta de información impide a los
ciudadanos diferenciar el bulo oficial o desinformación, de la información
veraz que aporta el periodismo libre; y cada vez el público lo tiene más
complicado, porque desde las altas esferas están haciendo todo lo posible para
frenar la información de medios y periodistas independientes. ¿Nos tienen miedo?
Nos tienen miedo, sí ¿Por qué, si no, en el último Foro de
Davos, Ursula von der Leyen y Pedro Sánchez, al alimón, propusieron como medida
de rango prioritario luchar contra los “bulos”, es decir, la información
alternativa que airea sus vergüenzas, y controlar los medios de comunicación no
afines, y las redes sociales?
Y ahondando más en este miedo a quienes desvelamos las
mentiras del sistema, en la última reunión del G20, celebrada en Brasil, donde
Pedro Sánchez regaló 400 millones de euros para los desfavorecidos del mundo,
mientras en España la mendicidad crece por días, la ONU, organización enemiga
de la humanidad donde las haya, coordinadora, de facto, de cuanto organismo de
santo disfraz usurpa la fe y la esperanza en las instituciones, y portavoz, en
definitiva, de los ocurrentes inventores de embustes, también ha propuesto un
programa para luchar contra la “desinformación” sobre el clima.
Su denominación, Plan global, aglutina a los países más
punteros del mundo, y para su desarrollo han activado un “fondo de guerra”, es
decir, dinero habilitado para difundir el discurso oficial, en el que
participarán oenegés y toda suerte de chiringuitos y observatorios creados ad
hoc, destacando entre sus prioridades la financiación a medios de comunicación
generalistas para la difusión del relato oficial.
Es para echarse a temblar imaginando el plan de Pedro
Sánchez para la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el
Desarrollo. Como buen paleto y despilfarrador del dinero de los demás, ejercerá
de chulo y tirará la casa por la ventana, regalando lo que no tiene.
Como acabamos de expresar, por el clima pueden llegar a
extremos insospechados. ¿O sospechados? Desde restricción de todo tipo de
libertades, vigilancia las veinticuatro horas del día, presión, persecución y
extorsión a los ciudadanos ¡y a sus mascotas!, estados de alarma,
confinamientos, y, para rematar, censura y multas a quienes discrepen de las
mentiras oficiales. Ninguna novedad. Ya conocemos el juego.
Desde la oficialidad nos llaman “escépticos del clima”; y
somos muy peligrosos porque estamos destapando muchos bulos y descorriendo
muchos velos. Nos acusan de poner en peligro la Agenda 2030, ahora Agenda 2045,
y sus diecisiete mandamientos, que ya hemos descifrado con nuestra particular piedra
de Roseta, y aireado a los cuatro vientos. ¡Y seguiremos!
Cuando hablamos de prensa pagada y periodistas que se saltan
a la torera el código deontológico, completamente al servicio del sistema
representado por los políticos de turno, no es una simple afirmación retórica;
es un hecho constatado. Pero esta información no sería un secreto para nadie si
nos tomáramos el trabajo de leer la información importante de medios
alternativos, más allá de los chascarrillos políticos y anécdotas de los
puticlubs y mises colocadas en instituciones, y muy bien pagadas con dinero
público.
No queremos decir que esto no sea denunciable. Lo es, y hay
que hacer lo posible por desenmascarar a la chusma gobernante, lo peor de la
historia de la democracia, que supera las etapas más corruptas de los sátrapas
medievales. A los actuales solo les falta resucitar el derecho de pernada, el
tributo de las cien doncellas o incluso como un acto de multiculturalismo
imponer por decreto los sacrificios humanos y el canibalismo practicado por los
aborígenes de algunas tierras del otro lado del Atlántico. Hipérboles aparte,
bien es cierto, que las sociedades llamadas desarrolladas han ideado otros
métodos sutiles para chuparnos la sangre y arrancarnos el corazón. ¡Y la vida!
Por eso hay que insistir en ello. Aparte de la política diaria, es necesario
subir un escalón.
La manipulación orwelliana es su santo y seña, y la piedra
angular de la pirámide sacrificial es la gran mentira del cambio climático; un
fraude que da cobijo a todo tipo de anomalías del cielo y de la tierra: lluvias
torrenciales, huracanes, tornados, riadas, nevadas, olas de calor, sequías,
incendios y movimientos sísmicos. Fenómenos naturales todos, pero que también
se pueden producir a voluntad, y sin demasiada dificultad, en virtud de la
geoingeniería y las armas de energía dirigida. ¿Verdad que de esto no se habla
en los medios?
Entrar en según qué temas es descender a los infiernos, sin
ascenso posible. Quizá esto se acelere aún más y, por desgracia, se vea más
claro. “Lo del clima” es la gran trama contra la humanidad, el gran paraguas
que aglutina cuanta ocurrencia distópica brota de la mente de los psicópatas
que gobiernan el mundo y de sus jefes de las alturas al servicio del Mal.
Magdalena del Amo

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