Sobre todo después de aquélla película
de 1999, The Matrix, se ha hablado mucho de este mecanismo regulado
por “el sistema” para el control de la población del planeta,
aunque la idea proviene de mucho antes, a partir de filosofías como
la budista y vedanta. No obstante, la comprensión de su relación
con la fisiología de nuestro sistema nervioso y los medios que
utiliza este régimen, no han sido necesariamente entendidos por la
gran masa de la población.
Todo el universo es energía en vibración, no
existe tal cosa como una célula o un gato o un humano en sí mismo,
como no sea como una combinación de partículas de energía en
vibración. Por esta razón debemos comenzar por comprender que lo
que vemos, tocamos, olemos, oímos y gustamos es la apariencia de esa
energía vibrando, combinada, formando sustancias.
En el filme The Matrix, el protagonista podía
percibir la composición real de la ilusión existencial como
“códigos de programación” (que eran producidos por un ordenador
central). Pensemos, ahora, en una percepción similar, pero
reemplazando dichos códigos por unidades de energía.
Esta energía que compone el universo y todas las
cosas que hay en él, sin embargo, no es simplemente una carga
eléctrica, recordemos que la informática se basa en que dicha carga
puede tener significado válido como información, basándose
principalmente en los valores 1 y 0 de la matemática binaria, donde
uno es equivalente a encendido y cero a apagado, sus múltiples
combinaciones producen la información que albergamos en celdas
dentro de nuestro ordenador.
De la misma manera, las partículas
básicas del cosmos tienen esa capacidad de albergar significado o
información, por lo cual podríamos comparar a nuestro universo como
un gran almacén de cargas electro-magnéticas con consciencia y
memoria, combinadas en millones de variantes.
Estas variantes se deslizan por espacios
matriciales (x, z, y) componiendo nuestra realidad aparente de 3D.
Partiendo del entendimiento de la materia prima de
la realidad existencial, podemos comprender que la misma debe ser
ordenada por “algo”. De allí podría surgir la idea de un dios
(Theos) que ordena a estas partículas (Chaos) conformando la
realidad (Cosmos) y allí tenemos la base de la teogonía de Hesíodo,
la que explica el concepto de la trinidad que aparece en todas las
religiones del mundo.
Como parte del programa de dominación de la
especie humana se ha insistido, a través de la religión y los
medios, que ese “dios” es una criatura externa que
controla todo (omnipotente), desde siempre (eterno). Pero, esto que
trato de decirles, se entenderá mejor a medida que avancemos en la
lectura de este artículo.
Nuestro cerebro, compuesto por esas mismas
partículas (como todo) especializa ciertas células, llamadas
nerviosas, en la conducción y combinación de mensajes portados por
energía.
Ya dentro de la masa cerebral, las cargas se
trasladan por los axones, combinándose a través de las dendritas,
que establecen diferentes conexiones entre ellas, las cuales tienen
un significado variable como información.
Dicho órgano puede realizar millones de
operaciones, pero cuando “almacena” una información (como
creencia, ley, concepto, juicio) “fija” un cierto número de
axones y dendritas en una sola combinación, la permanencia de esa
cristalización en una idea forma lo que denominamos “fanatismo”.
Es obvio que la abundancia de conceptos fanáticos produce la
paralización de gran parte de estas funciones.
Pero, regresemos ahora a la idea del productor del
orden que impera sobre el caos, es decir, ese “dios” que nos han
enseñado que está fuera de nosotros.
La realidad, en verdad, es proyectada desde
nosotros (que poseemos voluntad e intención) sobre los espacios
matricialesque controlamos, produciendo el universo que nos
rodea. Esto es similar a lo que sucede con la producción y
modificación del espacio virtual en
nuestras computadoras.
Claro está, que como somos muchas criaturas con
esta capacidad y hay, además de los pobladores de la Tierra,
millones de galaxias habitadas, existen CONVENCIONES entre nosotros,
algunas conscientes (como el lenguaje y la cultura) y otras
inconscientes (como la forma, color, olor, sabor y sonido del todo).
Esta conexión es universal (recordemos los
experimentos realizados en física cuántica que probaron la relación
permanente entre partículas de energía separadas a grandes
distancias) y el hecho de que, en realidad, todo el universo es un
“caldo energético” y no un espacio vacío con astros dispersos
en él (ver boson de higgs).
En otras palabras, la matrix es algo natural en
nosotros, algo que proyectamos en forma consciente o no; pero que nos
es “robada” anulando nuestra consciencia de que somos los
productores de la misma, a través de creencias que nos imponen que
todo es creado y gobernado por alguien más, externo
a nosotros.
La religión y la educación se ocupan de ello y
en forma activa somos presionados por nuestros propios congéneres
para creer en ello bajo pena de quedarnos completamente solos o ser
encerrados en una casa para enfermos mentales. La penetración se
produce a través de nuestro centro emocional (el cual gobierna al
mental) comenzando por la relación madre-hijo y continuando toda la
vida a través de educadores, parejas románticas, amigos,
sacerdotes, etc.
Y todo este engaño es reforzado desde afuera a
través de ciertas herramientas que poseen y controlan aquellos que
se benefician con nuestra sumisión:
-
Los medios de difusión masiva (desde mantener una vibración negativa a través de malas noticias, peliculas y series violentas, hasta promover las creencias religiosas oficializadas).
-
Un supuesto servidor ubicado en la Luna que emite ondas que modulan nuestras emociones y pensamientos.
-
Antenas wifi utilizadas en telefonía celular, internet y tv que, además de realizar su tarea oficial, también modularían nuestras emociones y pensamientos.
-
El famoso HAARP, con la misma función.
Toda esta parafernalia ha suspendido nuestra
evolución hacia planos de menos densidad (5D) y es sostenida no sólo
por quienes se benefician de ella, sino por aquellos que, siendo
víctimas, han sido convencidos de que esta matrix es algo bueno para
ellos, ya sea a partir de la aceptación del sufrimiento, los
placeres sensoriales, la santidad ilusoria, la bondad de la ciencia,
etc.
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