16.1.24

Es un hecho irrevocable que esta historia, en la que estamos metidos, va a acabar bien

DESPERTAR Y CREAR REDES               

Como antes decíamos, viven ahora en la Tierra un gran número de seres humanos con formas de consciencia de lo más dispares. Entre ellos se cuentan los que aún están profundamente dormidos, los que ya se han despertado un poco y los que están algo más despiertos. 

Todo lo relativo al proceso de despertar, sin embargo, es un tema complicado. En el fondo, ninguno de nosotros puede decir en qué medida está despierto o dormido. Uno no sabe lo que no sabe. Si la realidad se compone de diversas dimensiones y planos de percepción y si en nuestra consciencia diurna solo podemos saber lo que ya sabemos, entonces ninguno de nosotros está en situación de decir qué planos de la realidad multidimensional aún no  puede percibir. De ahí que nadie pueda saber con exactitud en qué medida está ya despierto y en qué medida dormido. 

En otras palabras: no todos los que se consideran a sí mismos completamente despiertos lo están de verdad. Justamente en relación a este tema existe un enorme potencial para el autoengaño. Puede ocurrir que te encuentres con tres seres humanos diferentes y que los tres estén convencidos de que ya se han despertado. “Estar despierto” no siempre significa lo mismo. 

Pese a ello, es evidente que entre los seres humanos de hoy en día algunos están completamente dormidos, mientras que otros están considerablamente más despiertos respecto a esto o aquello. En correspondencia, la responsabilidad de que el actual estado de cosas dé un giro hacia algo positivo recae sobre todo, como es lógico, en los que están más despiertos. Estos tienen otro modo de percibir la globalidad de las cosas, y pueden por ello valorarlas y configurarlas de otra manera. Pueden tener otros pensamientos y sentir otros sentimientos y también pueden llevar a cabo otras acciones en el plano físico.

Los seres humanos que siguen dormidos no pueden hacer estas cosas, porque ni siquiera se les pasa por la cabeza, ya que en su consciencia diurna carecen por ejemplo del conocimiento de que es posible erigir un mundo pacífico en el que reine el amor, amén de esto, tienen el problema de que en el fondo su pensamiento no es realmente autónomo. Cuando leen algo en el periódico, cuando se dice algo en la televisión o en la radio, o cuando algo está escrito en un libro de texto ellos parten de la base de que eso es la verdad. No ven razón alguna para ponerlo seriamente en cuestión. 

Yo opino que hay que tomar todas estas cosas con pinzas. La totalidad del sistema en el que vivimos actualmente se alza sobre un conjunto de mentiras fundamentales.

Si queremos transformar este sistema y volver a conocer la verdad y vivir en ella, depende de nosotros introducir ese cambio. Para comenzar, hemos de volver a pensar de un modo más autónomo, y cuestionar críticamente tanto los acontecimientos que nos rodean como a nosotros mismos. 

Lo siguiente será que modifiquemos nuestra propia conducta individual poniendo con ello en marcha un cambio colectivo. 

En cuanto comenzamos a pensar autónomamente dejamos de seguir dócilmente el camino que nos han escrito, y en lugar de ello nos preguntamos:

¿Es eso realmente acertado para mí?

¿De verdad es eso lo que quiero?

¿O lo hago porque pienso que tengo que hacerlo, o porque alguien me lo ha ordenado?  

En resumen: si queremos vivir en un mundo más bello y perfecto, si queremos acercarnos un poco más al paraíso que todos añoramos, tenemos que ponernos nosotros mismos manos a la obra. No podemos esperar que lo hagan los que aún están durmiendo. 

Para conseguirlo es esencial que establezcamos contactos con personas que piensan como nosotros y que también desean trabajar en favor de lo positivo, lo amable y lo luminoso.

La creación de redes entre las fuerzas luminosas es la clave para que el cambio global se haga efectivo. 

No debemos esperar de los que aún están perdidos, confusos y asustados que elijan ahora la luz. Podemos hablar con ellos, por descontado, e intentar explicarles cómo vemos nosotros las cosas, pero es posible que la consciencia de muchos no esté lo suficientemente abierta, y que aún no tengan acceso a este modo de ver las cosas. No tiene mucho sentido discutir largamente sobre estos asuntos, porque si alguien no se abre a ciertas cosas debemos aceptarlo sin más, y también debemos respetarlos. 

Cuando en cambio establecemos vínculos en clave constructiva con personas que piensan igual que nosotros y ya están preparadas, nos llenamos de fuerza y confianza, porque nos damos cuenta que no estamos solos, que ya hay en el mundo, en todas partes, considerables puntos de luz, y que por esa razón, al final todo va a salir bien. 

Es un hecho irrevocable que esta loca historia, en la que el mundo está metido, va a acabar bien. Y va a terminar bien porque a estas alturas ya son muchas las personas despiertas o que están despertando, las personas que ya no están dispuestas a seguirles el juego, que asientan activamente la luz aquí en la Tierra, que optan activamente por lo bueno y positivo, y que están dispuestas a hacer todo lo que en cada caso y con arreglo a su actual situación personal está en sus manos. 

Según mis estimaciones, el número de personas que han despertado es ya teóricamente lo suficientemente grande como para que la situación de la Tierra mejore significativamente.

En la actualidad, sin embargo, existe el problema de que no todos remamos en la misma dirección, de que todavía no reina la unidad, sino que estamos divididos. 

Entre las personas que se consideran a sí mismas despiertas siguen surgiendo desacuerdos, disputas y rivalidades, y estos conflictos hacen que no empleen sus energías en remar en la misma dirección. Es lógico que existan distintos puntos de vista y, con ello, disparidad de opiniones en lo tocante a este o aquel punto, puesto que nadie conoce la verdad absoluta. Hay gente que opina por ejemplo que la Tierra es una bola redonda, mientras que otros defienden que la Tierra es un disco plano, o cualquier otra cosa. 

Pero seamos francos: en estos momentos nos enfrentamos a asuntos mucho más importantes que la disputa sobre semejantes cuestiones. Se trata de que juntos contrapongamos a este sistema global de destructividad algo constructivo y positivo. 

Se trata de aprender a convivir en paz y armonía, de que seamos respetuosos los unos con los otros y de que erijamos juntos algo nuevo. 

En lugar de eso, discutimos porque en alguna cuestión menor no tenemos la misma opinión. Eso es lamentable y deberíamos intentar cambiarlo con la mayor celeridad. Una acción conjunta a gran escala de muchas personas requiere ciertos acuerdos fundamentales. Las distintas imágenes del mundo, por ejemplo, tienen que ser compatibles y debe ponerse el acento en el amor y la paz. Para los demás basta con que los puntos de vista y la orientación de la consciencia sean parecidos. No tiene por qué ser siempre todo igual.  

Mientras las numerosas personas en el mundo que ya han avanzado en el proceso de despertar sigan estando enfadadas, divididas y no formen una unidad, careceremos de la fuerza necesaria para poner en marcha algo realmente grande. Puede que a día de hoy ya seamos suficientes en número, pero no lo somos en lo que respecta a la unidad.

El problema ya no es que seamos pocos, sino que no estamos unidos. 

El sistema imperante busca intencionadamente y fomenta diligentemente esta división entre los trabajadores de la luz. Pero nosotros también podemos tomar la decisión de no dejar que nos dividan y dirigir decididamente la energía de nuestra consciencia a la meta común. 

Que en este momento no todos los trabajadores de la luz remen en la misma dirección a escala global no implica que no podamos cambiar muchas cosas en el plano individual. 

Para hacer una valiosa contribución basta con erigir en nuestro propio medio vital una pequeña isla de luz y defender en ella la luz firmemente. 

De cara al viraje global hacia lo bueno que está por venir, somos necesarios, en primer lugar, nosotros los humanos de la Tierra. Aunque recibimos incesantemente ayuda y apoyo del mundo espiritual, al final somos nosotros, los seres humanos, los que vivimos físicamente aquí en la Tierra, los principales responsables de los acontecimientos terrestres. Las fuerzas luminosas que nos asisten no viven en su mayoría aquí físicamente, en la Tierra, por eso es importante que nosotros, como humanidad, hagamos lo que nos toca: hay ciertas cosas que solo pueden hacer seres humanos encarnados. 

Cada alma particular que se encarna en esta época aquí en la Tierra como ser humano constituye una parte esencial del plan divino superior. Los que actualmente están en el poder opinan en cambio que puede seguir implementando su propio plan, y están firmemente convencidos que lo coronarán con éxito. Pero su plan no va a hacerse realidad. ¿Por qué? Porque en lo más íntimo de nuestro ser somos amor, y porque no se puede detener el amor. Se puede intentar ralentizar el amor, o frenarlo de algún modo, pero no es posible erradicarlo. Desde el punto de vista de nuestro ser esencial originario somos amor, y por mucho que se intente sofocar nuestra naturaleza, en algún momento vamos a despertar. Esto va a ocurrir antes o después. La pregunta no es pues si va a ocurrir o no, sino cuándo. 

Las almas individuales despertarán, es solo una cuestión de tiempo. Algunos despertarán en su actual encarnación, otros quizás dentro de unas cuantas encarnaciones. Pero todos despertamos en algún momento, porque todos los seres humanos, todas las almas, somos amor, y el amor se manifiesta antes o después. Despertar no es otra cosa que abandonar el olvido y recordar quiénes somos en realidad. Gracias al despertar volvemos a ser conscientes de lo que ya siempre hemos sido y de lo que siempre seremos: seres de amor.

«En esta importante era del cambio se han encarnado desde los años sesenta muchísimas almas en este planeta que no proceden de una esfera cercana a la Tierra, sino de esferas mucho más lejanas. Todas ellas están marcando esta evolución humana.

En los siglos pasados ha habido también en todas las épocas casos aislados de almas semejantes. Eran santos, líderes religiosos, filósofos, investigadores, científicos, inventores, inconformistas, artistas, músicos y personas excepcionales en muchos ámbitos distintos que trabajaron constructivamente a favor del progresivo desarrollo de la humanidad. En nuestro días hay aquí innumerables almas semejantes, que tienen el mismo potencial, solo que en muchos casos ellos mismos no lo saben» 

https://loquepodemoshacer.wordpress.com/2024/01/16/humanidad-unida-ahora-2-despertar-y-crear-redes-por-christina-von-dreien/

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