17.10.16

Si es una simulación mental ¿QUIÉN se supone que soy “YO” realmente?

REALIDAD VIRTUAL: Simular una recreación mental  

SINOPSIS: con la presentación incipiente de varios dispositivos de realidad virtual (RV) orientados al mundo de los videojuegos, parece que el asunto empieza a encontrar definitivamente su lugar entre el gran público.

En adición al sistema Oculus Rift para PC presentado en marzo de este mismo año, en cuestión de días el gigante PlayStation prepara su propio asalto a la realidad virtual de la mano de su PS VR.

Como aficionado a los videojuegos confieso que jamás pude entender la brecha temporal entre la primera versión de RV para PC allá por los años 80 y su comercialización definitiva en 2016. Lo digo porque si bien es evidente que la potencia gráfica de aquellas máquinas resultaba ridícula comparada con las de hoy día, la metodología sin embargo ya existía, aunque limitada ¿cómo no? a la tecnología de la época.

La pregunta del millón es por qué, con tanto como prometía, el interés por la RV no avanzó en el mundo del PC a la par que las aceleradoras gráficas, los microprocesadores y las tarjetas de sonido.

Intuyendo ya en la década de los 80 que cuando llegara esta tecnología al gran público por fin la gente debería empezar a sospechar de la naturaleza virtual de nuestra atesorada “realidad” no cuesta comprender, tal vez, por qué las grandes multinacionales no han querido apostar definitivamente por la RV hasta la fecha… a las “puertas” de la esperada Graduación misma del Espíritu del Planeta.




Claro, imaginad por un momento que el apabullante realismo de los modernos sistemas de RV consiguiera finalmente DESPERTAR entre los usuarios aquella relación (para algunos ya imposible de ignorar) entre los mundos virtuales representados hiperrealísticamente en sus dispositivos y su mundo “real”. Imaginad un día en que los cascos comercializados incorporen además una cámara y un aplicativo que convierta, por ejemplo, la imagen externa en un escenario virtual completamente explorable a través del mismo sistema de RV e indistinguible del mundo de la vigilia.

Sí, ya sé que resulta redundante y que parece una gilipollez, pero imagina por un instante que estás sentado en tu habitación delante de tu consola y ves la pantalla, el escritorio, la pared, etc. Ahora te colocas el casco, enchufas su cámara y empiezas a ver, a través de la RV esta vez, una perfecta réplica hiperrealista de tu pantalla, tu escritorio… y tu pared. Y todo, casi, sin posibilidad alguna de DISTINGUIR entre ambas “realidades”. ¿Te lo puedes imaginar?
¿Estás seguro de que no empezarías a hacerte preguntas sobre la verdadera naturaleza de la “realidad”?

Con la nueva tecnología VR, lo que para mí fue siempre un “experimento mental” como suele decirse, algún día no muy lejano se terminará convirtiendo en conocimiento fehaciente. De ahí, sospecho, no ya que la industria del videojuego haya conspirado para retrasar todo lo posible el lanzamiento de estos productos, sino que han sido los responsables mismos del Juego quienes han impedido que dicha tecnología llegara a los mercados antes de tiempo tal vez.

Total, no sería ésta la primera ocasión en la que interceden para limitarle a los Secuenciales el uso y disfrute de determinada maquinaria. De ahí que el imperio Romano, muy posiblemente, hubiera de contentarse con su formación en “tortuga” en aquellos tiempos o que ni siquiera el genial Leonardo pudiera materializar apropiadamente sus tanques, submarinos y demás artilugios voladores prestados de un futuro todavía lejano. ¡Jódete “marciano”!

Pensad si no. ¿Y si a la vuelta de unas décadas buena parte de la población mundial se percata sin remedio (gracias a la RV) de que se hallan inmersos en una especie de VIDEOJUEGO?

Con las actuales condiciones económicas que vinieron para quedarse y teniendo en cuenta el estado de neoesclavitud en el que nos han sumido los gobiernos de nuestros gobiernos, llegado el caso no me cuesta imaginar a un buen puñado de Simultáneos SALTANDO literal y voluntariamente por la borda de este barco inmundo en el que cada día en mayor medida se convierte nuestro mundo.

Naturalmente, si en algún momento de la Historia los protagonistas estelares de la experiencia del Juego en la Tierra desaparecieran pues “mundo, ¿para qué te necesitamos?”. Y este mismo escenario que hipotetizo parece ser ahora la preocupación de algunos ricachones de Silicon Valley a tenor del enlace que hace unos días me hiciera llegar “El Abuelo”. ¡Gracias por ello!

Muchas personas que trabajan en Silicon Valley (California, Estados Unidos) se han
obsesionado con la hipótesis que presentaba la película ‘Matrix’, según la cual ‘lo que
percibimos como la realidad realmente es algo fabricado por las computadoras’, reza un
artículo de la revista The New Yorkerdedicado a Sam Altman, el presidente de un fondo de inversiones que impulsa empresas innovadoras llamado Y Combinator.
Esta publicación especifica que ‘dos multimillonarios del sector tecnológico’ convencidos de esta idea —cuyo nombre no menciona— ‘han llegado al extremo de financiar en secreto a científicos para que estudien COMO LIBRARNOS de esta SIMULACIÓN’.

Dos multimillonarios financian en secreto a científicos para salir de «Matrix»”


De la lectura del artículo se deduce por un lado que, efectivamente, hay cosas que Don Dinero es incapaz de comprar: como la evolución espiritual. Y, por el otro, que ni la imaginación ni la creatividad están en venta para que los minions las adquieran por capricho. En cualquier caso la solución es bien sencilla. ¿Quiere usted escapar de la simulación Don Ricachón? Pues súbase a lo más alto de su ático en Manhattan, salte sin paracaídas ni remordimiento y le juro que abandona usted la simulación nada más tocar el cemento.

Me parece la idea tan, tan ridícula, que solo me ocurre interpretar el artículo que comento como una nueva oportunidad para hacernos a todos reflexionar sobre la verdadera naturaleza de nuestra “realidad”.

Cosa que la moderna neurociencia, por cierto, ya no parece precisar. Y es que hace días caía en mis manos la siguiente editorial publicada en un portal web dedicado al estudio y la divulgación del fenómeno de la percepción. El redactor es un tal Jaume Estruch cuyo currículum a continuación comparto para que os deis cuenta de que quienes así piensan no es que sean precisamente unos iletrados:

Ingeniero de procesos químicos y bioquímicos y editor científico, se ha especializado en la gestión del conocimiento, la comunicación de la ciencia y los proyectos de ciencia e
ingeniería sensorial. En este último campo ha creado y desarrollado el proyecto Percepnet, dirige el portal de contenidos científicos del mismo nombre y es el promotor de los International Percepnet Symposium, de periodicidad bienal y de los Simposios de Química Sensorial, trienales. Actualmente es presidente de la Sociedad Española de Ciencias Sensoriales (SECS), cargo desde el que impulsa la investigación en ciencias sensoriales, un programa de educación sensorial para escolares y de formación y gestión del talento para profesionales de los distintos sectores de la economía sensorial, en colaboración la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).


Y la parte que deseo destacar de su editorial dice así:

La realidad, como suelen decir los neurólogos mediáticos, es una CONSTRUCCIÓN de la mente. Porque lo único cierto es que NO HAY una realidad ahí fuera. Solo impulsos de origen energético y molecular que nuestro sistema sensorial procesa para confeccionar con ellos, y con diversos ingredientes añadidos, un escenario que sea favorable a nuestra SUPERVIVENCIA y/o confort [¿dónde, ahí “FUERA”?… @|#~$&%!!!!…]. Por eso, no percibimos el mundo como [realmente] es, sino como somos nosotros.”

Nuestro cerebro no nos engaña. Y tampoco es «nuestro».”

Vayamos por partes.

De entrada el Sr. Estruch afirma sin dudar que el mundo que experimentamos es una mera SIMULACIÓN MENTAL o un simple subproducto de nuestra IMAGINACIÓN en otras palabras, que es exactamente lo que viene a significar en román paladino aquello de que “La realidad […] es una CONSTRUCCIÓN de la mente”. (Recordad las implicaciones lógicas de semejante afirmación: si todo lo percibido como “material” es resultado de una manufacturación mental, entonces mi cerebro físico por fuerza ha de reducirse a LO MISMO. De ahí que ya vaya siendo hora de empezar a buscar al verdadero responsable de la recreación de la simulación en cualquier otro lugar FUERA
de ella, además de investigar sobre qué clase de SUPERFICIE se proyecta como para parecernos a todos la “realidad” tan auténtica.

[En mi próximo libro encontraréis la posible solución al dilema]).

Seguidamente el autor destruye en una simple frase el mito de la existencia de toda realidad física externa afirmando sin rodeos que “lo único cierto es que NO HAY una realidad ahí fuera”. [Venga, repetidlo para vosotros mismos… NO HAY ninguna realidad ahí “fuera”, todo está en la MENTE solamente, disfrutamos de un mundo IMAGINARIO… porque las consecuencias son EXTRAORDINARIAS.]

Y después concreta que el universo que experimentamos cotidianamente no es más que el subproducto de ciertos “impulsos de origen energético y molecular que nuestro sistema sensorial procesa” descodificados siguiendo determinados protocolos internos (los “diversos ingredientes añadidos”) en la forma de este mundo que supuestamente nos acoge.

ATENCIÓN: nótese que en ningún momento del texto se afirma que dicha “construcción” mental guarde PARECIDO alguno con ningún otro genuino mundo alternativo.

El problema surge, si acaso, con el uso habitual del término “simulación”, que es quien acarrea por defecto la sensación de que el escenario que experimentamos resulta ser una fiel “réplica” de cualquier otro mítico mundo material externo. Cosa la cual, advierto, ni puede ser demostrada de forma alguna, ni tiene por qué ser necesariamente cierta… ya que bien podría ser que estuviéramos disfrutando un universo meridianamente distinto de la Realidad maestra responsable en última instancia de su generación.

Lo mejor del texto viene sin embargo después, cuando devuelve extrañamente el argumento al ámbito de la supervivencia física. Para quien no lo sepa, el colectivo de expertos materialistas (la inmensa mayoría del estamento científico) se sigue aferrando con uñas y dientes a la hoy ya ridícula creencia de que ahí “fuera” existe realmente un mundo físico, tridimensional, objetivo y solidariamente compartido por todos y en el cual debemos por imperativo biológico, según ellos, intentar “sobrevivir”.

Sinceramente, no soy capaz de pensar en nadie que no vaya a relacionar inconscientemente y por defecto el acto de sobrevivir con el paso del tiempo y la degradación del cuerpo, con la trasnochada teoría de la evolución y, por tanto, con la mera existencia de un escenario FÍSICO y MATERIAL que dé soporte al proceso evolutivo de Gaia al completo como tradicionalmente nos vienen contando los libros de texto.

Que es precisamente de lo que se trata si os dais cuenta, de que nos olvidemos de los hechos expuestos sobre la “realidad” para devolvernos de nuevo al terreno de juego que al Sistema más le interesa: el del mundo material físico, inmutable y “externo”.

De ahí tal vez que me confirmen primero que el mundo es una recreación mental y en la siguiente línea me aseguren que el objeto de dicha simulación es nada menos que la disposición de “un escenario […] favorable a nuestra SUPERVIVENCIA” (de uno mismo y de la especie, lógicamente).

Ya… de nuestra supervivencia ¿dónde?

¿Pero no acaba de decirnos el experto que ahí fuera no hay nada? ¿De qué “supervivencia” me hablan entonces?…

Mejor todavía, ¿de la “supervivencia” de QUIÉN?

Claro, si en verdad habito dentro de mi PROPIA simulación mental ¿QUIÉN se supone que soy “Yo” realmente?

Según los neurocientíficos materialistas y localizacionistas (quienes consideran que el órgano maestro es el alfa y el omega de todos los fenómenos de la experiencia) cada nueva faceta descubierta del cerebro humano se explicaría como alguna presunta solución de la “Naturaleza” en respuesta a cualquier desafío evolutivo. De una evolución, insisto, en un universo de carácter MENTAL en exclusividad que por fuerza solo puede existir “dentro” de nuestras cabezas.

Salta a la vista, pues, que al menos tiene que ser uno ingeniero para afirmar sin perder el pelo que nuestro cerebro utiliza las sensaciones de un mundo que NO EXISTE
para construir mentalmente otro en el que poder “sobrevivir”.

¿Vosotros entendéis algo? Yo sí.

  • Que cuando se nos menciona el tema de la supervivencia se dispara automáticamente nuestro sistema límbico, nos recuerda que “somos” mortales y, de paso, reaccionamos como simios al perder el control de nuestra capacidad de raciocinio impidiéndonos reflexionar sobre la gilipollez que acabamos de escuchar;
  • Que todo lo que nos han contado sobre la “realidad” es MENTIRA y que, cuando algún experto se escapa con una verdad, pues corriendo se tapa él solito para que sigamos viviendo en los mundos de Yupi;
  • Y que el Sistema tiene en nómina a toda suerte de agentes de formación intachable para decirnos a todos en qué cosas podemos creer y en cuales no, no vaya a ser, tal vez, que nos dé a unos cuantos por saltar por la ventana y se quede su puta madre en este mundo para seguir pagando los impuestos.

¡Que os den!

¡Animo!, que ya queda menos.

BIENVENIDOS A LA TIERRA.




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