19.10.16

El contacto espiritual y llegar a la muerte en la mejor condición posible.

GUSTOS EN LA FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN

Una vez, una persona que había sido entrenada en un templo en India, me contó que lo más dificultoso no era cumplir con el voto de castidad, sino disminuir o eliminar el placer por el “gusto”.

A esto, en su caso, como en muchos otros, se sumaba el hecho de que, luego de varios meses de no ingerir carne, su cuerpo entraba en un estado de debilidad acompañado de fatiga y anemia cerebral.
He conocido personas que se adhieren al régimen  vegetariano por muchas razones, pero, durante la semana, necesitan ingerir un poco de carne o suplementos, a riesgo de enfermar si no lo hacen.
Sin embargo, el placer por el gusto va más allá. ¿Quién no ha experimentado la necesidad de agregar azúcar al café o sal a la comida? Muchas veces sin ninguna razón biológica, por el sólo hecho de que la comida “sepa mejor”.
Marcada la diferencia entre comer cierto tipo de alimentos por necesidad biológica y adherirse al gusto de los mismos, me pregunto cuál es la utilidad de la abstención.
Ya he argumentado muchas veces en contra y a favor del vegetarianismo y he dejado claro que si bien hay una restricción válida y moral contra la matanza de animales, el comerlos o no, no implica mayor o menor espiritualidad.
Esta vez quisiera profundizar en el hecho de que, al rechazar todo lo que el universo material nos “ofrece”, es probable que estemos, necesariamente o no, sumergiéndonos en la experiencia de llevar una vida miserable.

La pregunta es: Con el fin de liberarnos de la prisión de la materia ¿es necesaria la renuncia a todo lo que sea material? o ¿tiene alguna importancia dicha renuncia?
Partamos de la base de que somos individuos solitarios, sin carga familiar y estamos en disposición de elegir. Ya que si somos muy pobres no podemos, realmente, elegir.
En una galaxia lejana o en algún lugar del espacio infinito, nuestro espíritu increado se encuentra en estado de concentración, ligado por un fino hilo a sus avatares manifestados en diferentes dimensiones y lugares del espacio sideral.
Entre esos avatares, hay algunos que están en planetas-prisión. Específicamente, este que ocupamos ahora.
Las razones pueden ser variadas, pero lo más probable es que seamos prisioneros de guerra, derrotados en alguna batalla celestial  y que debido a la imposibilidad de morir, somos destinados a planetas prisión.
Obviamente queremos escapar, porque, además de querer vencer al tirano, la vida en este planeta es una tortura constante.
Pero no sabemos cómo escapar, estamos sumergidos en una ilusión de tiempo y cada tanto, se finge nuestra muerte, cambiándonos de avatar y suprimiendo todos los recuerdos anteriores, de manera que nacemos ignorando qué somos y viéndonos en la tarea de recapitular y re-descubrirnos, por los siglos de los siglos.
Pero no es esa la única limitación que sufrimos. Debemos alimentar nuestro cuerpo, armonizar un agregado de emociones y pensamientos que fluctúan constantemente por nuestra conciencia, evitar que alguien nos coma, cuidar de no enfermarnos, etc.
Todo esto con muy pocos poderes a nuestro alcance y ninguna capacidad de reservas de energía.
En muchos lugares de la Tierra no hay elección con respecto a la alimentación, no hay más remedio que cazar o criar ganado para comer, pues la existencia de vegetales es mínima. En otros sitios es al revés o hay recursos equilibrados.
Nosotros debemos sobrevivir en cualquiera de estos entornos, con el sólo objetivo de redescubrir nuestra consciencia y liberarnos.
Está claro que si sufrimos hambre, estaremos concentrados en obtener alimentos y brindaremos poca atención a la expansión de la conciencia. Cualquier carencia básica nos impedirá evolucionar en ese sentido. La carencia absoluta nos conducirá a la enfermedad y la muerte por debilitamiento, con lo cual pocas probabilidades tenemos de presentarnos en plena conciencia ante tal importante evento.
Mientras tanto, recordemos que el espíritu increado no evoluciona, ni crece, ni se completa. Lo único importante es mantener vivo ese hilo de plata que nos relaciona con él.
Por otra parte, entiendo que puede ser un objetivo importante llegar al momento de la muerte con un buen estado físico y la conciencia lo más despierta posible. El objetivo incluirá conseguir que no nos borren la memoria y, en lo posible, que no nos “lleven” a ningún lado.
Tanto el karma como la ley de causa y efecto son recursos para atemorizarnos y no debiéramos tomarlos en cuenta para nada.
Está claro, entonces, que no nos sirve especialmente ser buenos, malos o andar cuidando nuestras acciones, toda nuestra atención debiera concentrarse en solidificar nuestro contacto espiritual y llegar a la muerte en la mejor condición posible.
Aislarnos de los otros humanos no es bueno, ya que la conversación, y sobre todo la risa, nos alimenta favorablemente. El roce, la controversia, la argumentación, alimentan nuestro vínculo con la conciencia. Siempre y cuando controlemos nuestras emociones.
Con todo esto deduzco que las pocas reglas para lograr lo que buscamos deben incluir cosas como estas:
  • Recordar que la INTENCION guía nuestro destino.
  • Alimentarse lo mejor posible de acuerdo con el medio ambiente que habitamos.
  • Hacer el menor daño posible al medio ambiente y otras criaturas.
  • Vivir lo mejor posible sin que nos quite tiempo para ejercer nuestro nexo consciente
  • Ganar el mayor dinero posible, trabajando las menos horas posibles
  • Evitar las relaciones encadenantes como matrimonio y paternidad/maternidad.
  • Tener relaciones no encadenantes con personas que piensen similar.
  • Educar sin generar controversias innecesarias.
  • No prestarse a situaciones donde la inversión de energía no se justifica.
  • Ejercitar el cuerpo adecuadamente.
  • No mantrams, no adoración de dioses, no rituales, no compromisos juramentados.
  • Medita concentrado en la respiración y aumenta la relación con el espíritu increado
  • Pasar tiempo al aire libre, nadar, caminar y realizar tareas que den sabor a la vida.
  • Evitar espectáculos que despierten bajas emociones como miedo, violencia, lujuria
  • No permitas que las noticias te inunden de amargos pensamientos

Puede haber muchas más, pero lo importante es entender la filosofía que da soporte a las antedichas. No entramos en exageraciones en ningún sentido, sobrevivimos holgadamente, nos convertimos en maestros de la sobrevivencia y del no llamar la atención. No nos prestamos gratuitamente al sufrimiento y no alimentamos emociones y pensamientos de baja vibración.
Sugiero agruparse como amigos (no como logias, ni instituciones, por favor) para conversar y salir a acampar y otras actividades. También para ayudarse y sostenerse mutuamente. Los malos se agrupan, los buenos suelen ser solitarios; esto debe cambiar.
¿Qué piensas?
Juan Laborde La Croce - Centinela Nocturno

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