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2.7.25

El mal está demasiado arraigado. No necesitamos una venda sino una amputación

EN ESTE PAÍS...                                        

En este país, el gobierno es una casta de administradores ilegítimos de un cadáver con tiempo prestado. Ya no administra un país, sino una renta. Ya no gobierna, se aferra. Su único don es sembrar el vacío con palabras vacías. Cada frase que pronuncia es una traición. Ya no tiene visión, ya no tiene proyecto de civilización, ya no tiene conexión con el pueblo.

Gobierna solo para mantener la ilusión de control y, sobre todo, sus privilegios. Su única prioridad es perdurar, cueste lo que cueste. Y en este mundo donde este gobierno nos ha encarcelado, la corrupción no es una desviación, es su matriz. Su ilegitimidad ya ni siquiera proviene del fraude, pues es moral, espiritual, existencial. Este gobierno no está compuesto por hombres de Estado, sino por parásitos trajeados, injertados en la piel del pueblo, chupándole la sangre en nombre de principios que pisotean a diario.

1.7.25

Una forma más alta de libertad: aquella en que ya no se vive, sino que se es vivido

TODO ES ESPONTÁNEO                          

Hay en el fondo de toda búsqueda espiritual una trampa sutil: la ilusión de que somos sujetos autónomos que pueden alcanzar la verdad, apropiarse de ella y hacerla suya. Pero, hemos de darnos cuenta de que no somos el centro desde el cual emana la experiencia; somos, más bien, la expresión momentánea e impersonal de una totalidad que no se deja poseer.

Pensarse como dueño de la propia existencia es aún moverse dentro de los límites del ego, ese artificio que se aferra a la idea de control. Pero la vida verdadera —la que fluye sin nombre, sin medida, sin propósito— no obedece a ese yo construido. Ella se vive a sí misma a través de nosotros de forma espontánea.