15.9.25

No se trata de matarse entre iguales, sino de cortar los hilos que manejan la farsa

HACERTE DESEAR LA III GUERRA MUNDIAL            

Continuamente vemos en los medios de comunicación justificaciones de las guerras existentes y de las futuras. Justificaciones de tipo político, raramente de tipo económico —aunque este suele ser el fundamento real—. Pero lo más inquietante es otra cosa: la insidia de esas noticias, el empeño en sembrar en la población el deseo mismo de la guerra. 

Porque la guerra no es un fenómeno independiente de la voluntad de las personas. Si nadie la quisiera, ¿qué ejércitos podrían enfrentarse? Sin ese respaldo popular, la guerra no sirve: no es más que una ruina para las élites. Por eso necesitan que la gente la pida, que la reclame, que cargue con la responsabilidad.

Se está fabricando, a plena luz del día, el deseo popular de una nueva guerra mundial. La propaganda trabaja con precisión: a unos les venden beneficios, a otros dominio de recursos, a otros viejas venganzas, y hasta a quienes se llaman pacifistas los arrastran a clamar por bombas sobre Tel Aviv cuando contemplan injusticias atroces, como el genocidio en Gaza. Cada grupo, por distintas razones, es empujado hacia la misma conclusión: la guerra.

No es un fenómeno nuevo. La historia se repite con exactitud termodinámica: primero las élites exprimen a sus pueblos hasta dejarlos exhaustos; después, cuando ya no queda nada que sacar, ofrecen la salida de siempre: un fusil en una mano, un mendrugo en la otra. Es la válvula de escape de un sistema que se devora a sí mismo en beneficio de la Sinarquía Financiera Internacional.

Y mientras tanto, se enseña a la gente que “la paz” consiste en callar, aceptar la humillación y seguir obedeciendo. Una paz entendida como sumisión no es paz: es tiranía disfrazada.

El enemigo no está en Rusia, ni en China, ni en ninguna frontera. Está dentro. Está en los bancos, en los fondos de inversión, en las dinastías financieras que lo poseen todo y aún desean más. No se limitan a la usura tradicional —prestar dinero a interés alto—, sino a algo mucho más corrosivo: crear dinero de la nada, endeudar con él a pueblos enteros y cobrar intereses sobre humo. Está en las marionetas políticas que simulan gobernar mientras obedecen. Ese es el verdadero adversario de cada pueblo.

La conclusión es simple: la guerra no debe ser entre naciones, sino contra esas élites. No se trata de matarse entre iguales, sino de cortar los hilos que manejan la farsa. La única revolución que importa es aquella que señala hacia arriba. Porque ningún imperio, por poderoso que parezca, es eterno.

Y el suyo, basado en el miedo y en la usura, caerá. Caerá, como han caído todos.

EL SEXTANTE

https://acratasnet.wordpress.com/2025/09/09/ya-han-logrado-las-elites-hacerte-desear-la-iii-guerra-mundial/

 

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