6.5.19

El ritual eclesiástico de adoración es de temor, aunque se encubre como amor

LA ESPIRITUALIDAD EN EL SIGLO XXI                    

Según afirman algunos. el siglo XXI es el de la tolerancia y la apertura religiosa, el de la aparición de nuevas opciones, cuando las viejas instituciones se remodelan a sí mismas. Sin embargo, esto no es más que una declaración vacía. Desde hace miles de años atrás, la espiritualidad ha sido deformada con un propósito que se cumple claramente en el presente. Y ya no podemos seguir siendo irresponsables al respecto.

El creyente de religiones abrahámicas (cristianos, musulmanes, judios), aferrado a un conocimiento superficial de sus libros sagrados (en especial los cristianos con la Biblia), han llevado al mundo al estado en que hoy está, de catástrofe y corrupción.

Claro que ellos alegan que los no-creyentes son  los culpables del mal, simplemente por no creer en dios. Y en su juicio, incluyen a los que tienen otra forma de verlo.

La Biblia es un compilado, una copia agiornada de mitos de otras civilizaciones, especialmente de la sumeria. Como, a su vez, el nuevo testamento con su figura central, Jesús, es la copia de un mito que se repite hasta en la India.

Pero cómo habrían de saberlo los seguidores ciegos de los dioses abrahámicos, si no se caracterizan por ser serios estudiosos, sino “creyentes por fe”.


La desprolijidad, favorecida por la ignorancia del vulgo, caracteriza a las interpretaciones religiosas de estos mitos, que omiten, aquí y allá, datos que son de vital importancia para conocer el drama de la creación.

Cuando surgieron grupos capaces de comprender la creación y manifestar en su práctica la verdadera pureza original, como sucedió con los Templarios y los Cátaros, fueron aniquilados cruelmente por la iglesia romana, la gran prostituta.

Por más que las nuevas versiones del cristianismo, protestantes, adventistas, evangelistas, testigos de Jehová, etc. critiquen a la vieja iglesia, ellos son continuadores del error y la ignorancia.

Y el resultado de esta ignominia es el mundo de hoy: sucio, contaminado, injusto, plagado de ambiciosos y envidiosos. Un mundo de muerte.

Los relatos gnósticos testimonian que Yaldabaoth, el engendro gestado por Sophia, nació de espaldas al verdadero Dios y por eso negó su existencia, pero al mismo tiempo envidiaba a sus dos hijos que sí habían reconocido al verdadero dios. Desde entonces, la envidia mancha la creación de este arconte. Y la envidia es, cabalmente, la mayor debilidad de la humanidad.

Y los estudiosos conocemos la triste realidad, Yaldabaoth es Jehova, Jehova es Allah, Allah es Brahma…

Cuando en la Biblia se habla de las dos creaciones:
  1. La de los Elohim, creadora de la raza llamada Adam Kadmon, el hombre original.
  2. La de Jehova (probablemente uno de los elohim), creadora de la raza llamada Adámica, continuada en el hombre pos-diluviano.
(Aunque el diluvio ocurrió entre la creación elohímica y la jehovática, cuando se destruyó el planeta Tiamata o Ceres y el diluvio bíblico es posiblemente el del hundimiento de la última porción de la Atlántida, hace 12.000 años)

Pero, se omite hacerlo con la claridad suficiente como para que el lector entienda de qué se trata. Incluso no se trata de creaciones, sino manipulaciones genéticas y en el caso de los Elohim, la copulación directa con hembras humanas.

El caos es la materia primordial, prakriti, la gran madre cósmica, la partícula de dios, la energía consciente existente desde siempre, el Ser. No es un caos decadente, es espiritualidad pura, en reposo, en silencio.

El verbo es el ordenamiento de ese caos para formar el universo, un universo regido por la ley de la vida, donde la muerte no existe, donde todo se transforma y nada se pierde. Es decir: el de la energía de vida mutando en sustancia y en organismos.

El caos es quietud, la creación es movimiento.

Ese verbo (vibración) puede ser considerado el Logos, Dios, el único y verdadero Dios, el Creador. El Buen Padre Caballero Solar, como lo llaman los cátaros.

Y la energía primordial, espíritu puro, de la que todos formamos parte, nuestro espíritu increado.

Parte de eso está relatado en el antiguo testamento, pero, de pronto, se salta de la creación cósmica a la terrestre, como si fuera lo mismo, como si el dios fuera el mismo, como si sólo la tierra existiera (y de hecho es lo que estas religiones han defendido hasta que la evidencia demostró lo contrario).

Era obvio que había que matar a los científicos del medioevo que declaraban que la Tierra es un planeta más, girando alrededor del Sol, de pronto podía ser evidente y alguien notaría, que la creación es algo mucho mayor que lo que se relata en génesis.

Los que hoy se llaman terraplenistas, de alguna manera, están trayendo de vuelta esa creencia geocéntrica, donde es plausible un dios único, una tierra única, un hombre creado de barro.

Pero una cosa es el glorioso universo espiritual y otra, muy diferente, la Tierra.

Resumiendo, en orden, este relato sería como sigue:
  1. Caos (Prakriti, energia primordial de vida), increada, eterna.
  2. Buen Padre Caballero Solar: Teos (Logos, Verbo, Creador), el Caos manifestándose a si mismo.
  3. Cosmos (La creacion), el caos en movimiento producido por la vibración del verbo.
  4. Generacion Elohimica (la de los 7 elohim o Dyanchohans del hombre original, Adam Kadmon),. Probablemente cada elohim representa a una raza o pueblo ya que los elohim fecundaron a las hembras humanas para generar estas razas. Mientras que, en verdad, Adam Kadmon es el hombre sin pecado original, el que no aceptó la mancha que pesa sobre Adan.
  5. Destrucción de Tiamata y caída del agua de ese planeta a la Tierra (diluvio). El hombre no se extingue con este diluvio.
  6. Generación Jehovática de la raza Adámica, con dos sexos. Esta es una generación demiúrgica, donde coexisten el bien y el mal en lucha constante, al igual que la vida y la muerte. Esto, posiblemente, sucede a mitad de la evolución de la raza Atlante.
  7. Segundo diluvio. Intento de extinguir a la raza pre-adamica, la adámica se continúa a través de los sucesores de Noe (probablemente un pueblo), pero luego estos se mezclan con los sobrevivientes de las razas previas.
Quien concibió de la última gota a Adan Kadmon fue El Elyon-Ahura Mazda-Brahma-Allah-Mirroteos… como nuestra Madre, tiene 1500 hipóstasis según el tiempo y la civilización (Fuente: Dita Urania)

La inclusión de los mitos sumerios (según explican Z. Sitchin y A. Parks) pueden hacernos llegar a la conclusión de que el suceso “annunakis” (pueblo de Anu) corresponde a la creación Jehovática, es decir a la manipulación de la raza original para convertirlos en esclavos y es allí cuando se incluye adn reptiliano.

Dicho esto, la creencia y adoración de Jehova (Anu, Adonay, Yahve, Brahma, Allah, etc.), quien, al igual que los elohim, no es El Creador, sino un manipulador de la especie humana, esclavizador y sostenedor del sistema de vida-muerte imperante en la Tierra, es equivalente a venerar a los dueños de esclavos. Y si lo vemos bien, todo el ritual eclesiástico de adoración es uno de temor, aunque se encubre como amor. Nada más tenebrosamente falso y engañoso, que ha mantenido a la gran masa humana aferrada sus propios verdugos.

Este verdugo se ejemplifica en la figura del Dragón, el gran reptil, contra el cual luchan los caballeros de todos los mitos de la caballería blanca.

En tanto, los Cátaros y Templarios dirigían su devoción a la Gran Madre, la Teogestadora, en la figura de la mujer virgen que gesta el universo y a los dioses. Y de allí surgía todo su poder: de la pureza y la bondad.

Ingentes esfuerzos realizaron los inquisidores de la religión draconiana de Jehová/Allah para eliminar a la mujer y su poder generador de vida de la ecuación espiritual. La madre, todo amor, traía liberación.

Por eso el caballero no se arrodilla para rezar, mantiene una rodilla en el suelo y la otra pronta a ponerse de pie: devoto amoroso, no esclavo. Mientras el dios dragón corta la cabeza de sus seguidores, la diosa toca amorosamente sus hombros con la espada.

Hoy más que nunca, ubicados, como estamos, en el fondo del más oscuro Kali Yuga, requerimos del resurgimiento de la caballería blanca, de los caballeros del Rey Arturo, del renacimiento de los guerreros Cátaros, amantes de la vida en su forma primigenia, no de la muerte, devotos de la virgen gestadora, no del hijo crucificado, símbolo del triunfo de la materia sobre el espíritu, amenaza velada sobre todos aquellos que quieran liberarse del yugo del gran esclavizador.

Aquellos que se autodenominan pastores de hombres, debieran llevar a su redil a la verdad y no continuar ya nunca más con la cómoda mentira que han sostenido hasta ahora.

Este es el último llamado de los Caballeros Templarios:
¡Regresad al culto de la verdad!¡El laurel ha florecido!


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