23.5.19

Se puede proyectar otra realidad más harmónica y benévola al ser humano.

LA MATERIA NO EXISTE                                            


Vivimos esclavizados en una realidad virtual

En la serie Vida Consciente del canal de comunicación Vida Coherente, el catedrático Carlos Delfino expone al menos tres argumentos  —avalados con experimentos de neurociencia contemporánea— que junto con otros argumentos filosóficos e históricos como los de Parménides (500 A.C) y el propio Descartes (XVII) muestran que no hay nada fuera de los cuatro cerebros humanos. De acuerdo a estas investigaciones, lo que nosotros vemos no es lo que verdaderamente es, sino la proyección de una realidad falsa —realidad virtual— producto de una intervención prehistórica del ADN humano y una posterior programación milenaria de origen sumerio-babilónico diseñada e implantada de forma deliberada por sociedades secretas a lo largo de la historia para controlar a la especie humana.

¡No hay una realidad material, nosotros creamos la realidad! Y para liberarnos de la programación babilónica es necesario alcanzar una masa crítica de 9,000 individuos para manifestar una realidad coherente con la conciencia absoluta y no con la egóica con la que fuimos intervenidos. Sólo de ese modo la humanidad logrará cambiar la línea de tiempo y por lo tanto la realidad por una más humana y benévola.

Hans Peter Düer: “La materia no existe”
Hans Peter Düer, el físico y filósofo que trabajó 20 años con W. Heisenberg, y que fue Director del Instituto Max Planck, respondió de este modo cuando le preguntaron qué fue lo que más le impresionó en sus 60 años de trabajo en física: “Llegar a la conclusión que la materia no existe.” Según él, darse cuenta de esta realidad y de que nos han engañado durante toda la historia es fundamental para entender el proceso de la manifestación cuántica.

Francisco J. Rubia Vila: “La realidad no existe, es proyectada por el cerebro”

El 21 de mayo de 2013, el neurocientífico materialista Francisco J. Rubia Vila, publicó en la revista electrónica Tendencias21, que nuestro sentido del yo, lo que llamamos ego, no tiene un centro cerebral. Según él, todos tenemos centros cerebrales para ver, para hablar, para respirar, para caminar, etc. Pero no hay ningún núcleo para el sentido del yo. El ego no existe, es una construcción ilusoria de todo el cerebro. Además, Rubia Vila agrega que toda la realidad que uno ve, no existe, sino que es internamente proyectada por el cerebro. Hoy se sabe gracias a 25 años de investigación del Instituto Heart Math, que el corazón es un “cuarto cerebro” (además de los 3 que hay en la cabeza) también es capaz de proyectar realidad a través de sus más de 40,000 neuronas de tipo cerebral y piensa por sí mismo.

Lo que nosotros creemos que somos, no lo somos, sino que es un sentido del yo falso e implantado. No hay nada fuera del cerebro. Este sentido del yo está lleno de miedo, prejuicios, creencias falsas, programaciones históricas de 8,000 años de antigüedad (y tal vez más antiguos, pues los registros que existen proceden de Babilonia, pero la hermandad de sacerdotes de Babilonia venía de Sumeria, y las últimas dataciones controvertidas del Diluvio Universal son del 9,500 A.C.), es decir 10,000 años en total agregando los 2,000 años de la era cristiana. Toda esa programación está en nuestro ego y es lo que nos domina, es lo que creemos que somos sin serlo.

Dra. Susana Martínez Conde: «El hombre crea un modelo de realidad»

En 2016, en Barcelona, los científicos Dra. Susana Martínez Conde, Dr. Raúl Rojas, y Dr. Facundo Manes confirmaron lo expuesto en 2014 por Rubia Vila, al exponer que el hombre no tiene una relación directa con la verdadera realidad sino que crea un modelo de la realidad. En dicha exposición, la Dra. Martínez Conde presentó una cantidad impresionante de pruebas que demuestran que lo que nosotros vemos no es lo que es.

De este modo se ha comprobado que el hombre crea su propia realidad —que no es la verdadera realidad, ya que de acuerdo al maestro Carlos Delfino, la verdadera realidad es la conciencia absoluta, es decir la Fuente y su flujo de energía e información. Técnicamente, decir que el hombre proyecta una realidad virtual es inexacto, ya que virtual implica sólo información y no energía. Pero el vocablo es explícito y se ha popularizado culturalmente.

La intervención de la raza humana y la gran mentira de la materia

La intervención de la raza humana se dio por poder. Fueron las sociedades secretas de la época sumeria-babilónica, concretamente la hermandad de sacerdotes de Babilonia, que es la madre de todas las sociedades secretas que existen hoy en día, tales como la masonería, el sionismo, la iglesia católica, la mafia jázara, los iluminati, etc. Todas ellas forman una pequeña élite que a lo largo de la historia logró convencer a la gente que hay un Dios externo que creó una cosa llamada materia, lo cual es totalmente imposible desde el punto de vista de la física teórica porque la materia al ser energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma de acuerdo a la ley de conservación de la energía, una de las leyes más sólidas de toda la física.

La materia no sólo es una ilusión, sino que es proyectada por el cerebro. Cualquier físico teórico sabe que lo que uno cree tocar en realidad nunca llega a tocarlo, siempre queda un espacio debido a la repulsión de dos cargas negativas iguales entre los electrones del átomo del objeto que se cree tocar y nuestra mano. Esa repulsión de fuerzas es lo que acaricia las terminales nerviosas y el cerebro interpreta que el objeto es sólido, aún cuando el objeto está formado de átomos y los átomos son puro vacío.

Pero a la masonería y a todas las sociedades secretas les conviene hacer creer a la gente que la materia existe, pues ellos tienen el poder sobre la materia, son los dueños del dinero, de los bancos y del sistema financiero con el que controlan el mundo. Pero si todos entendiéramos que la materia no existe, seríamos libres pues ellos no tendrían modo alguno de justificar su sistema de poder.
Las sociedades secretas representan aproximadamente el 1% de la población del mundo. Y logrando la masa crítica podríamos quitarles el poder. Los grados menores de la masonería ni siquiera saben de lo que forman parte. Sólo los grados superiores conocen el secreto.

Es cierto que hemos sido conciencias experimentando una realidad de tercera densidad desde un principio. Pero en un momento dado hubo una intervención prehistórica del ADN de la raza humana, que posteriormente se terminó de confeccionar con la programación de las élites.

Masa crítica y conciencia colectiva

Lo importante de saber todo esto es que nosotros mismos proyectamos la realidad, colectiva e individualmente, y no un Dios externo. Recibimos energía e información de la conciencia absoluta (La Fuente). Esta conciencia transfiere esa información a la conciencia colectiva y después al cerebro que la decodifica y proyecta, motivo por el cual todos vemos más o menos lo mismo. Es una realidad consensual. Pero dentro de ella cada uno percibe y proyecta sus propios matices, por eso a algunas personas les produce felicidad y a otros depresión o tristeza.

Es muy importante saber que uniendo una masa crítica (un número porcentual crítico de seres humanos), se puede cambiar la cadena de sucesos para activar otra línea de tiempo y proyectar otra realidad más harmónica y benévola al ser humano.

En 1993, el Dr. en física cuántica John Hagelin, descubrió que se puede trabajar en la raza humana con una masa crítica que sea total a la raíz cuadrada del 1%. Es decir que sí la raíz cuadrada del 1% de la población del mundo se mantiene en el proceso de despertar de la conciencia, la realidad cambiaría. En este momento la raíz cuadrada del 1% de la población humana es alrededor de 9,000 personas. Entonces si 9,000 personas trabajan enfocadas en una sola cosa, podrían cambiar la línea de tiempo.

Al parecer eso ya está sucediendo por lo que es posible que algunos de nosotros lleguemos a presenciar el cambio de conciencia de la humanidad, y por lo tanto de la realidad humana. El problema es que la raza humana está dividida entre los que todavía viven programados y convencidos en la existencia de la realidad de la materia, y los que ya sabemos que es una mera ilusión.


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