© SEGUIR GOLPEANDO HIERRO FRÍO
Por mucho que lo vemos venir, por mucho que nos conste de
forma inapelable, por mucho que hablemos, seguimos parados sin tomar las
decisiones que la realidad nos reclama con urgencia.
El apagón general de hace unos días es una demostración más
de por dónde van los tiros. No querer verlo es una constatación más de la línea
de control en la que estamos sumergidos de hace tiempo.
Con un simple clic todos quedamos en el desvalimiento más miserable y todavía nos entretenemos con el “sexo de los ángeles” en vez de encarar de una vez la trascendencia de este sometimiento.
Cuando la gente vivía en entornos rurales donde cultivaban
los alimentos, no existían las "comodidades" de las que ahora "disfrutamos"
pero era autosuficiente e independiente.
Llegó la “industrialización” y todos hacia las ciudades en
las que, encajonados y controlados, se perdió la autonomía, la solidaridad y la
dignidad humana... a cambio de un sueldo miserable.
La devaluación humana empezó el camino que nos ha llevado a
donde estamos, atrapados en la telaraña del “progreso” y la “tecnología”
sustitutos de los valores que nos hacen humanos.
La dinámica en la que estamos inmersos, además de sernos
perjudicial, cuenta con nuestra aparente aquiescencia porque es más cómodo
dejarse llevar que plantarse y reflexionar.
Es evidente que hoy en día se nos hace muy cuesta arriba
plantearnos renuncias que permitan despegarnos del sistema en el que estamos
atrapados.
Pero no hay otra si lo que queremos es recuperar nuestra
razón de ser, nuestra libertad de pensamiento y acción...
Por el contrario, si nos dejamos llevar por la inercia de
los acontecimientos, nos tendremos que “comer con patatas” lo que vayan decidiendo
para nosotros quienes tienen las riendas de todo.
Una vida de sumisión puede ser denigrante pero no será la
muerte de nadie (física se entiende). Otra cosa es la desnaturalización anímica
y espiritual que comporta.
Así que el dilema sigue en pie y cada vez más radical. El
tiempo de las palabras ha terminado y toca tomar decisiones, por iniciativa
nuestra o por obligación ajena.
Cuando los retos se vayan materializando no habrá más
escapatoria y entonces necesitaremos tomar alguna de las dos opciones: Seguir
lo que nos marquen o desobedecer.
Quizás ahora lo más importante es tratar de identificar qué
es lo que queremos realmente, teniendo en cuenta el precio que habrá que pagar,
para estar listo cuando llegue el momento de decidir.
Y si no cambiamos de pensamiento y no tomamos ninguna
decisión previa... pues ya nos lo encontraremos y será lo que deba ser porque
la vida no se detiene.
O así me lo parece
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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 9 mayo
2025
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