1.4.25

Para mí lo importante no es la duración de la existencia sino el modo en que se vive

LA ELECCIÓN DE UNA VIDA MEJOR

Por supuesto, también formo parte del pueblo pero ya no se trata sólo de la ilusión de compartir la misma tierra bajo nuestros pies. Ya no nos unen los mismos ideales, los mismos valores, las mismas ambiciones, ni el significado que le damos a la palabra Humano. La división ya es demasiado profunda y mi única lucha ahora es iluminar a las últimas almas vivas que, como yo, se niegan a mezclarse con la masa de esta sociedad enferma. 

Pero más allá de escribir mis libros, me concentraré en lo que mejor hago y lo que me hace feliz, es decir, mi trabajo como magnetizador taumaturgo. Porque ante este mundo en decadencia, me parece que el único camino honorable es ayudar lo mejor que pueda a quienes aún lo desean. Sanar, calmar, restaurar la energía y la vitalidad de quienes aún saben que vale la pena vivir, incluso en este contexto caótico, es por definición la esencia misma de la vida en la Tierra. 

Por lo que a mí respecta, ya es hora de dejar de perder el tiempo predicando en este desierto estéril. A partir de ahora, centraré mis esfuerzos en fortalecer mis capacidades personales, prepararme para un futuro donde la solidaridad no será más que una palabra sin sentido y encontrar formas de vivir mi vida sin preocuparme por la vida de los demás. Porque llega un momento en que resulta psicológicamente imposible sacrificarse por individuos que están demasiado inclinados a resignarse a vivir en la mediocridad. 

El mundo pertenece a quienes luchan por su supervivencia, no a quienes esperan desplomados lo que sus autoproclamados amos les dan. Ahora opto por dejarlos donde están, en su letargo voluntario, envueltos en su negación y su rencor. Los mejores, aquellos que aún tienen energía y voluntad para luchar, lo lograrán por sí solos o abandonarán esta tierra mortal... Y tal vez, en un futuro incierto, algún día regresarán para reconstruir lo que aún se pueda reconstruir. 

Odio esta sumisión silenciosa, esta vida de manada donde todos se contentan con vivir sin alma, sin rebelión. Preferiría vivir un día como un león, orgulloso, libre, dueño de su destino, capaz de rugir contra la injusticia, que pasar mil años como una de esas ovejas, reducido a la condición de mera víctima, sin saborear nunca la verdadera grandeza. ¡Para mí lo importante no es la duración de la existencia sino el modo en que se vive! Es mejor brillar en la intensidad de un momento que quemarse lentamente en la oscuridad del conformismo. Es mucho más honorable afrontar la tormenta con valentía que dejarse llevar por la debilidad de quien, de todos modos, no quiere luchar.

Frente a esta deriva, me niego a suicidarme pero también a luchar por los que ya están muertos a mis ojos, a hundirme en esta apatía general que, a pesar de mí mismo, me aleja de lo que constituye mi identidad. Seguiré, pues, publicando mis libros, no para convencer a una masa dormida, sino para ofrecer a las últimas mentes iluminadas algunos caminos de reflexión, tablas de salvación en un océano de oscurantismo. Para estos últimos, todavía hay tiempo de despertar, de tomar las llaves de su propio destino, lejos de las ilusiones que nos sirve este sistema condenado al fracaso. Sólo puedo sembrar semillas de pensamiento y esperar que entre los pocos individuos aún capaces de ver la verdad, algunas germinen.

Siempre estaré ahí para aquellos que buscan un camino, para aquellos que, a pesar de todo, todavía tienen la fuerza para luchar por su bienestar. Y en cuanto a los demás, aquellos que han elegido dejarse absorber por este letargo colectivo, los olvidaré sin demasiada dificultad. Porque la verdad es que no tiene sentido luchar por individuos que están atados a un sistema que prospera gracias a su sumisión.

Phil BROQ.

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