UN PUENTE ENTRE EL ALMA Y EL EGO
Las enseñanzas orientales
sostienen que tenemos que volvernos “nada” desde el punto de vista de la
personalidad para ascender.
Por el contrario, en las enseñanzas occidentales, a
veces exageradamente, se pone énfasis en el desarrollo del ego para fortalecer
nuestra individualidad. Integrar el ego se considera un paso saludable y
necesario para movernos con confianza. Sin embargo, muchos siguen viendo la
satisfacción del ego como el enemigo de una vida verdaderamente espiritual.
(Todo en nuestra vida es espiritual, ya que somos espíritu encarnado)
Nunca me ha resultado trabajar desde el vacío del
Alma, porque no podemos comenzar desde lo que aún es una meta, desde los
aspectos más difíciles ¿cómo pretender actuar desde el vacío sin aprender a
vaciarme de asuntos pendientes?
Los que siguen demonizando al ego, sostienen que si hay
demasiado ego, éste obstaculiza la puerta hacia el alma…y la sofoca. ¿Qué tal
si aceptamos que el ego puede ser un puente a la realización del alma? ¿Porqué
existiría entonces hasta el final de nuestros días si no tuviera un papel
equilibrante de importancia? ¿Cómo obtendría el alma sus aprendizajes sin el
ego que los experimente en éstos planos?
¿Podemos en estos momentos disipar el yo egoico y
movernos solo desde el alma? ¿No sería más acertado integrar el ego a la tarea,
dejando de verlo como una carga para comenzar a considerarlo un aspecto amado a
través del cual el alma derriba uno y mil castillos hasta llegar a lo esencial?
Cuando comenzamos por el ego, este nos ayuda primero
a identificarnos temporalmente con una identidad, que si bien no es la definitiva,
es aquella desde la cual, al principio, tenemos que trabajar, para saber qué es
el poder personal, sus limitaciones y su campo de acción. Está claro que al
expandirnos espiritualmente esos límites ya no nos detienen…y esa es una
revelación maravillosa a la cual ha contribuido el ego limitado….
Para vaciarnos, tenemos que llenarnos, para
desaprender, primero tuvimos que aprender, y para expandir, primero debimos
centralizar. Ram Dass lo expresa a sí…”Usted tiene que convertirse en algo
antes de convertirse en nada”
Llega el momento en que el aspecto limitado del ego
nos sofoca, y es entonces cuando aspiramos a algo más vasto y reencontramos la
conexión con nuestra alma, que tiene un acuerdo con el ego y espera paciente a
que éste cumpla su tarea.
A veces, no distingo entre el alma y el ego. Mi
intuición me dice que no están tan alejados como imaginamos.
El problema verdadero es que no creemos en que todo,
incluso el ego, es una herramienta para nuestra realización. El ego es como una
abejita laboriosa que va y viene por el polen, chocando con la experimentación,
mientras la abeja reina (el alma), lo observa todo logrando el alimento del
aprendizaje, vía ego.
El Ego despeja las nubes, desilusión tras
desilusión, para que la luz del alma pueda brillar.
También considero el estado de mi ego como una señal
del estado de mi alma…como reflejándola.
Por ejemplo, la manera en que actúo,
fragmentadamente ante una herida, refleja seguramente la manera en que está
respondiendo mi alma en su plano menos fragmentado. Todo está relacionado con
todo y lo que ocurre en un plano refleja lo que ocurre en los otros.
El verdadero peligro con el ego está en que nos
identificamos con él pensando que SOLO ESO SOMOS, en lugar de considerarlo un
vehículo para la transformación espiritual.
Todas nuestras partes son vehículos necesarios y
sagrados. En lugar de desecharlo, como algo secundario o molesto, reconozcamos
que refleja el material que traemos para transformar y expandirnos.
Pero ¿cómo molemos ese grano de ego para
transformarlo en nutritivo?
No seguramente por medios intelectuales. La
verdadera transformación trasciende la mente y surge de SENTIR nuestras
experiencias, del sumergirnos (no ahogarnos) en la cotidiana experiencia del
día a día, EN PLENA CONSCIENCIA. Sumergirnos para conocer esos procesos y que
la consciencia sola los transforme, sin ponerle mente.
Nuestros cuerpos (físico, mental, emocional) son el
campo en que cosechamos las lecciones kármicas que el alma necesita trascender.
El ego es su amado mensajero.
¿Dónde está el grano para moler que nos transforma,
si no en nuestra vida diaria? ¿Qué significa amar al mundo, si nuestro corazón
está lleno de ira no resuelta? ¿Qué significa estar en el momento presente, si
nos sentimos obstruidos por el pasado? ¿Cómo podemos liberar nuestra alma a la
siguiente etapa, si no tratamos con el material emocional que emana de nuestras
experiencias
Es hora de construir un puente entre el ego y el
alma, si no lo tenemos consciente.
Solo así actuaremos en el mercado como en el templo,
y tendremos como sagrado tanto un pequeño acto de amor, como un voto en elevado
grado de consciencia.
No
hay planeta sagrado, sin humanidad sagrada… No hay humanidad sagrada si no hay
ego sagrado… pues traer el cielo a la tierra también significa tornar santo aún
lo que hasta ahora considerábamos inapropiado.
Libres de identificación…sabiendo que el puente
llega solo hasta que otro proceso inmaterial lo haga innecesario…pues el ego
será reconocido como parte del alma y el alma, fragmento del espíritu…QUE ES LO
REAL.
El camino místico comienza con los dos pies bien
plantados en la madre Tierra, como base para que el Alma decida cuándo es
tiempo de un más alto vuelo.
Con
los dos pies bien afirmados y las alas preparadas…
Mi corazón les abraza!
Tahíta
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