30.11.12

¿Cómo obtendría el alma sus aprendizajes sin el ego que los experimente en estos planos?


UN PUENTE ENTRE EL ALMA Y EL EGO

Las enseñanzas orientales sostienen que tenemos que volvernos “nada” desde el punto de vista de la personalidad para ascender.

Por el contrario, en las enseñanzas occidentales, a veces exageradamente, se pone énfasis en el desarrollo del ego para fortalecer nuestra individualidad. Integrar el ego se considera un paso saludable y necesario para movernos con confianza. Sin embargo, muchos siguen viendo la satisfacción del ego como el enemigo de una vida verdaderamente espiritual. (Todo en nuestra vida es espiritual, ya que somos espíritu encarnado)

Nunca me ha resultado trabajar desde el vacío del Alma, porque no podemos comenzar desde lo que aún es una meta, desde los aspectos más difíciles ¿cómo pretender actuar desde el vacío sin aprender a vaciarme de asuntos pendientes?

Los que siguen demonizando al ego, sostienen que si hay demasiado ego, éste obstaculiza la puerta hacia el alma…y la sofoca. ¿Qué tal si aceptamos que el ego puede ser un puente a la realización del alma? ¿Porqué existiría entonces hasta el final de nuestros días si no tuviera un papel equilibrante de importancia? ¿Cómo obtendría el alma sus aprendizajes sin el ego que los experimente en éstos planos?

¿Podemos en estos momentos disipar el yo egoico y movernos solo desde el alma? ¿No sería más acertado integrar el ego a la tarea, dejando de verlo como una carga para comenzar a considerarlo un aspecto amado a través del cual el alma derriba uno y mil castillos hasta llegar a lo esencial?

Cuando comenzamos por el ego, este nos ayuda primero a identificarnos temporalmente con una identidad, que si bien no es la definitiva, es aquella desde la cual, al principio, tenemos que trabajar, para saber qué es el poder personal, sus limitaciones y su campo de acción. Está claro que al expandirnos espiritualmente esos límites ya no nos detienen…y esa es una revelación maravillosa a la cual ha contribuido el ego limitado….

Para vaciarnos, tenemos que llenarnos, para desaprender, primero tuvimos que aprender, y para expandir, primero debimos centralizar. Ram Dass lo expresa a sí…”Usted tiene que convertirse en algo antes de convertirse en nada”

Todo es perfecto, y el ego cumplió y sigue cumpliendo ese papel en millones de seres.

Llega el momento en que el aspecto limitado del ego nos sofoca, y es entonces cuando aspiramos a algo más vasto y reencontramos la conexión con nuestra alma, que tiene un acuerdo con el ego y espera paciente a que éste cumpla su tarea.

A veces, no distingo entre el alma y el ego. Mi intuición me dice que no están tan alejados como imaginamos.

El problema verdadero es que no creemos en que todo, incluso el ego, es una herramienta para nuestra realización. El ego es como una abejita laboriosa que va y viene por el polen, chocando con la experimentación, mientras la abeja reina (el alma), lo observa todo logrando el alimento del aprendizaje, vía ego.

El Ego despeja las nubes, desilusión tras desilusión, para que la luz del alma pueda brillar.
También considero el estado de mi ego como una señal del estado de mi alma…como reflejándola.

Por ejemplo, la manera en que actúo, fragmentadamente ante una herida, refleja seguramente la manera en que está respondiendo mi alma en su plano menos fragmentado. Todo está relacionado con todo y lo que ocurre en un plano refleja lo que ocurre en los otros.

El verdadero peligro con el ego está en que nos identificamos con él pensando que SOLO ESO SOMOS, en lugar de considerarlo un vehículo para la transformación espiritual.

Todas nuestras partes son vehículos necesarios y sagrados. En lugar de desecharlo, como algo secundario o molesto, reconozcamos que refleja el material que traemos para transformar y expandirnos.

Pero ¿cómo molemos ese grano de ego para transformarlo en nutritivo?

No seguramente por medios intelectuales. La verdadera transformación trasciende la mente y surge de SENTIR nuestras experiencias, del sumergirnos (no ahogarnos) en la cotidiana experiencia del día a día, EN PLENA CONSCIENCIA. Sumergirnos para conocer esos procesos y que la consciencia sola los transforme, sin ponerle mente.

Nuestros cuerpos (físico, mental, emocional) son el campo en que cosechamos las lecciones kármicas que el alma necesita trascender. El ego es su amado mensajero.

¿Dónde está el grano para moler que nos transforma, si no en nuestra vida diaria? ¿Qué significa amar al mundo, si nuestro corazón está lleno de ira no resuelta? ¿Qué significa estar en el momento presente, si nos sentimos obstruidos por el pasado? ¿Cómo podemos liberar nuestra alma a la siguiente etapa, si no tratamos con el material emocional que emana de nuestras experiencias

Es hora de construir un puente entre el ego y el alma, si no lo tenemos consciente.

Solo así actuaremos en el mercado como en el templo, y tendremos como sagrado tanto un pequeño acto de amor, como un voto en elevado grado de consciencia.

No hay planeta sagrado, sin humanidad sagrada… No hay humanidad sagrada si no hay ego sagrado… pues traer el cielo a la tierra también significa tornar santo aún lo que hasta ahora considerábamos inapropiado.

Libres de identificación…sabiendo que el puente llega solo hasta que otro proceso inmaterial lo haga innecesario…pues el ego será reconocido como parte del alma y el alma, fragmento del espíritu…QUE ES LO REAL.

El camino místico comienza con los dos pies bien plantados en la madre Tierra, como base para que el Alma decida cuándo es tiempo de un más alto vuelo.

Con los dos pies bien afirmados y las alas preparadas…
Mi corazón les abraza!
Tahíta

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