EL IMPERIO SIN ENEMIGO ESTRATÉGICO
El “mundo único”: La falsa guerra
de la “izquierda” contra la “derecha”
Cambian los escenarios, cambian los contenidos ideológicos, cambian los objetivos estratégicos, cambian las metodologías de lucha, pero la dinámica de los procesos y los actores son los mismos. La "izquierda" y la "derecha" ya no están en guerra permanente por la resolución de un orden internacional de bloques enfrentados como "sistemas " diferenciados (como en la guerra fría URSS-bloque occidental), sino que disputan por el control de los gobiernos del sistema capitalista vigente como "mundo único".
En términos
doctrinarios y estratégicos, la "nueva izquierda" ya no lucha contra
la "derecha" para sustituir al Estado capitalista, sino que
lucha para "socializar" el sistema capitalista desde adentro
sin tocar sus estructuras históricas de dominio y de poder.
1) La vieja guerra
Ya no se trata de una guerra excluyente por la
eliminación del contrario (izquierda comunista vs. derecha capitalista), sino
de una competencia política
para imponer proyectos alternativos dentro del mismo sistema.
Ni la izquierda es "revolucionaria" ni la derecha es
"contrarrevolucionaria":Ambas
son la expresión del mismo sistema capitalista sólo diferenciadas por
el discurso. Ya no se utiliza la calificación de "izquierda" entendida en
los parámetros de la Guerra Fría entre el sistema capitalista y el sistema
comunista, sino en los términos de "reformar" el sistema controlado por la
"derecha".
De la misma manera se utilizan y califican las posiciones de izquierda
(como expresión de "progresismo y democracia") contra la derecha
(como expresión de "retrógrado y fascista"), en los
términos de la inserción de ambas como alternativas dentro del mismo sistema.
En el marco internacional, se trata de un reposicionamiento de
la "Guerra Fría", no ya entre dos sistemas opuestos (el
capitalista y el comunista) sino entre potencias capitalistas que se disputan
la hegemonía del poder mundial.
La antigua "Guerra Fría" de la URSS con EEUU (y el bloque
aliado de naciones capitalistas) era principalmente por áreas de influencia
militar y política: el sistema comunista vs. el sistema capitalista
occidental.
Se trataba de una "guerra entre
sistemas", económicos, políticos y militares, diferenciados que
se disputaban el planeta dividido en áreas de influencia. Como
consecuencia irradiadora, en el mundo y en los cinco continentes
confrontaban" dos sistemas": la "revolución
socialista" por vías del poder armado, o del poder político (exportada
por la URSS), y la"civilización capitalista de libre
mercado" (exportada por EEUU y sus aliados).
El marco operativo y estratégico se definía por el objetivo buscado: La
izquierda quería eliminar de raíz al sistema capitalista (o sea a la
"derecha") de la propiedad privada y sustituirlo por otro
sistema de reparto social igualitario y sin explotación del hombre por el
hombre. Y la "derecha" quería lo contrario: destruir a la izquierda
para preservar al sistema capitalista.
Esta guerra de "sistemas", de la "derecha", -el
sistema- contra la "izquierda", -el antisistema- donde se
enfrentaban los que querían el "hombre nuevo" de la revolución y los
que defendían el statu quo del "hombre viejo" del sistema capitalista,
experimentó un cambio cualitativo, un salto transformacional
histórico, cuando el capitalismo terminó con el sistema socialista de la URSS
en la década del 90.
Con la derrota y desaparición de la URSS (punto de referencia
geopolítico y logístico de la "revolución socialista" y de sus
movimientos armados) desaparece el sistema comunista, y el sistema
capitalista occidental de "libre mercado" ingresa al nuevo
"orden mundial" convertido en sistema hegemónico
unipolar liderado por EEUU como potencia locomotora.
2) La nueva guerra
Colapsado el sistema socialista de la URSS y el esquema del orden
mundial "bipolar", el sistema capitalista se licuó en un orden
internacional "unipolar" con EEUU como potencia regente. En el
vértice del triángulo, terminó la "guerra entre sistemas", y
comenzó la era de la "guerra intersistema" con las
potencias mundiales compitiendo entre sí por áreas de influencia (geopolítica,
militar y económica) y sin romper el ordenamiento internacional del sistema
capitalista.
En este nuevo escenario, emergente del fin de la "guerra entre
sistemas", la guerra de la "izquierda" contra la
"derecha" también experimentó un salto cualitativo y
transformacional.
El teatro de confrontación supervivió, pero su marco cambió de
contenido doctrinario y de objetivo estratégico. La "nueva izquierda"
y la "nueva derecha" ya no combaten militarmente desde polos
diferenciados y excluyentes ("sistema" y "antisistema"),
sino que disputan una guerra político-ideológica conviviendo dentro de un
mismo sistema.
En el nuevo marco de disputa, "izquierda" y "derecha" ya
no son enemigos excluyentes (revolución vs. contrarrevolución), sino
rivales políticos-ideológicos que conviven y compiten por el control del Estado
capitalista. El teatro de confrontación ya no es económico-político-militar,
sino ideológico-político-electoral dentro de normas fijadas por la preservación
del sistema dominante.
La polarización ideológica, ya no se define por una guerra por el
exterminio de uno u de otro ("sistema" vs.
"antisistema") sino por una competencia establecida dentro del
ordenamiento (y las reglas) de la "gobernabilidad", la
"estabilidad" y la "paz social" del sistema capitalista.
La "izquierda" y la "derecha" ya no pelean su
guerra en escenarios clandestinos asimétricos de la lucha armada, o en
marcos sociales de huelgas y conflictos violentos, sino que lo hacen por
medio de movilizaciones pacificas o de procesos electorales enmarcados dentro
de la "legalidad" del sistema
Por lo tanto, a la contradicción fundamental de la "guerra
intersistemas" (comunismo vs. capitalismo) por áreas de influencia y
dominio geopolítico-militar, le sucedió la "guerra intercapitalista" por áreas de influencia y de control de
recursos productivos y de mercados, dentro de un mismo sistema.
Como emergente, los conflictos sociopolíticos ya no se desarrollan
en el radio de influencia de "sistemas diferentes" (comunismo vs.
capitalismo) sino como contradicciones económicas, políticas y sociales de
un"sistema único": el capitalismo de libre mercado nivelado como
"única civilización" para todo el planeta.
En consecuencia, y tras la caída de la URSS y de los movimientos
revolucionarios armados, el mundo gira (o lo hacen girar) hacia la derecha del Imperio, o hacia
la izquierda del Imperio.
La nueva "izquierda democrática" post-Guerra Fría ha
subvertido el significado histórico y funcional de la palabra
"revolución": Hacer la
revolución ya no es cambiar el sistema capitalista, sino adaptar el discurso
revolucionario al sistema capitalista.
Su ideología es "reformista" (comprendida dentro
del sistema capitalista) y no revolucionaria. No es anticapitalista, sino
crítica al capitalismo de derecha al que quiere sustituir en el gerenciamiento
de los Estados capitalistas. No lucha para derrocar al sistema capitalista,
sino para derrotar a la "derecha" que administra el sistema
capitalista.
La izquierda asimilada plantea una "guerra" no ya en los
términos de la Guerra Fría, donde la izquierda se referenciada en la Unión
Soviética y en Cuba y la derecha en EEUU y el bloque occidental, sino en los
términos de la guerra entre un capitalismo
"democrático" y un capitalismo "fascista" y
militarista.
Asimilada dentro de la nueva estrategia de
dominio "democrático" y del "Estado trasnacional"
exportados por Washington, la "izquierda democrática", sigue los
parámetros de la lucha contra el "militarismo" y la
"derecha" de la década del 70, sin los objetivos concretos de
toma del poder que guiaban a la izquierda armada revolucionaria de
entonces.
La nueva izquierda vive mentalmente en la "guerra fría", en
el escenario ideológico de los militares de la "doctrina de seguridad
nacional", mientras Washington (en un claro desfasaje histórico) ya no
domina con los militares sino con elecciones, políticos y un orden
blindado basado en el respeto al "orden constitucional".
La izquierda (asimilada a la filosofía del "único mundo
posible") ya no piensa el mundo en función de la guerra a muerte para
terminar con el sistema capitalista (el dueño del mundo), sino en función
de terminar con la "derecha" dentro del marco del mismo sistema.
3) La integración de los opuestos
Vaciada de su contenido "antisistema", hoy la izquierda sigue
en guerra contra la "derecha", no ya para destruir al Estado
capitalista sino para gerenciarlo en su lugar. La "nueva izquierda"
revirtió el marco ideológico-doctrinario: Ya no pelea estructuralmente contra
la "derecha" para destruir al sistema capitalista, sino para
"transformarlo" (reformarlo sin tocar la substancia esencial del
sistema de la propiedad privada y de la dominación del hombre por el hombre).
En su tesis teórica liminar, la "nueva
izquierda" plantea "socializar" el
capitalismo sin guerra militar ni toma del poder, con la misma herramienta
(el Estado) que utiliza el capitalismo para hacer lo contrario: Concentrar
riqueza y propiedad privada en pocas manos y expulsar a las mayorías a la
pobreza y a la exclusión social.
Esta teoría presupone que el sistema capitalista (cuya esencia
histórica es la concentración de riqueza en pocas manos) podría de pronto
reconvertirse en "socialista" con los multimillonarios
renunciando pasivamente a sus fortunas y las corporaciones y bancos
trasnacionales repartiendo sus activos y estructuras empresariales entre los
que menos tienen.
Y esto implicaría también que EEUU renunciaría a la hegemonía del
dólar, clausuraría el templo financiero de Wall Stret y convertiría a sus
arsenales, sus bases militares y flotas nucleares en santuarios pacifistas
entregándoles el poder a los que quieren transformar el capitalismo
en socialismo sin disparar un solo tiro.
En términos doctrinarios y estratégicos, la "nueva izquierda"
(en su expresión gubernamental) ya no lucha contra la "derecha" para
sustituir al Estado capitalista, sino que lucha contra la "derecha"
para "socializar"
el sistema capitalista desde adentro sin tocar sus estructuras históricas de dominio y de poder.
En otras palabras, competir con la "derecha" por el
gerenciamiento político sin destruir el "ordenamiento económico"
(sistema económico-productivo controlado por el capital privado), el
"ordenamiento político" (Estado capitalista controlado por los grupos
y las corporaciones capitalistas) , y el "ordenamiento social"
(valores basados en el individualismo y la sociedad de consumo).
Por lo tanto, la nueva izquierda y sus teóricos carecen de una
visión totalizada y actualizada de la estrategia de dominio (y del
control de la "gobernabilidad") que utiliza el Imperio capitalista
para concretar sus objetivos de conquista de mercados y de apoderamiento de
recursos vitales a escala global.
En un momento en que el sistema capitalista (exceptuando unos pocos
países donde aplica la ocupación militar) controla el mundo con
el "sistema democrático" (el control político), con
la sociedad de consumo (la ideología y los valores consumistas
impuestos como máxima creencia social), y con los medios de
comunicación (los nuevos represores y controladores sociales sin uso de
las armas), la izquierda asimilada al sistema sigue identificando
al "viejo orden" (los militares y la "derecha militarista"
de la Guerra Fría) como el principal enemigo estratégico a derrotar.
En resumen, la izquierda "antimilitarista" rechaza los
movimientos "fascistas" como el golpe militar-institucional
de Honduras (expresión modificada y actualizada de los golpes setentistas),
pero acepta y apoya golpes
"democrático-institucionales", como el ejecutado en Ecuador contra
Lucio Gutiérrez que finalmente culminó en el gobierno "izquierdista"
de Rafael Correa.
En lo substancial (y aunque se proponga "anticapitalista" en
el discurso), la izquierda asimilada identifica como enemigo al
imperialismo "político-militar" de la Guerra Fría, en un
escenario en que el sistema capitalista ha girado hacia el
dominio "politico-democrático".
Las nuevas estrategias de control con el "poder
blando" ya no están dirigidas a la supresión o al control físico de
sus enemigos, sino que utiliza técnicas psicológicas orientadas
a controlar los cerebros mediante la manipulación con el
"pacifismo" y la "democracia" como factores integradores al
sistema.
En consecuencia, los descendientes de la izquierda setentista
"democratizada", ya no pelean contra la depredación del sistema
capitalista, no pelean contra las columnas vertebrales de la nueva dominación
(políticos, medios de comunicación y sociedad de consumo) sino que pelean
contra los que infringen o ponen en peligro el sistema de gobernabilidad
democrático.
Como resultante, izquierda y derecha son complementarias (dentro de las
estrategias de control del sistema capitalista) y se articulan como
una"alternativa" dentro de lo mismo.
Por lo tanto, la única diferencia existente entre un "gobierno de
izquierda" y otro de "derecha", es el discurso cargado de
"ideología" (desfasada de la realidad) y sin aplicación práctica en
el presente.
4) La alternativa dentro de lo
mismo
Al abandonar sus postulados setentistas de "toma del poder" y
adoptar los esquemas de la democracia burguesa y el parlamentarismo como única
opción para acceder a posiciones de gobierno, la "nueva izquierda" se
convirtió en una opción válida para gerenciar el "Estado
trasnacional" del capitalismo en cualquier país de América Latina y del
mundo.
Precisamente, ese "orden" establecido estaba
amenazado por la "izquierda antisistema" militarizada de la
"guerra fría", y la respuesta a su accionar eran los golpes
militares de la "derecha" apoyados por EEUU. En este nuevo
marco de enfrentamiento (fijado por la guerra político-electoral), la
"nueva izquierda" (a diferencia de la izquierda de la "guerra
fría") ya no lucha contra el Imperio capitalista como totalidad estratégica
y funcional, sino que lucha para convertirse en alternativa a la
"derecha" de ese mismo sistema.
En resumen, el sistema capitalista unipolar (con EEUU como potencia
regente) no solamente terminó con el conflicto "entre sistemas" a
nivel internacional, sino que también terminó con la "izquierda
antisistema" integrándola como alternativa de gobierno a sus estructuras
de dominación planetaria.
Y ya hay laboratorios experimentales de procesos sociales y políticos
con experiencia de gestión de la "nueva izquierda" al frente del
Estado capitalista.
Dentro de este nuevo esquema de polarización "izquierda" vs.
"derecha", la guerra ya no se define por la "destrucción
mutua" asegurada, sino por la búsqueda de una posición dominante
dentro del mismo orden económico, político, militar y social
establecido.
Terminada la guerra político-electoral, la "izquierda", tanto
como la derecha", defienden los mismos valores institucionales del sistema
capitalista: "orden democrático", "estado de
derecho" y "paz social", como sustentos básicos de la
preservación del Estado y de la sociedad capitalista de la propiedad privada.
La asociación beneficiosa entre la "izquierda civilizada" y
el establishment del poder capitalista es obvia: El sistema (por medio de la
izquierda) crea una "alternativa de gobernabilidad" a la
"derecha neoliberal", y la izquierda (y los izquierdistas) pueden
acceder al control administrativo del Estado burgués sin haber hecho ninguna
revolución.
Y nació el distintivo axiomático que guía a los gobiernos
"progresistas" en la región: hacer discursos con la izquierda y
gobernar (con y) para los intereses de la derecha.
Cualquier "tercera posición" frente a esta
alternativa dualista es descalificada inmediatamente
como "conspirativa - infantilista": Fuera del espacio de la
"izquierda" o de la "derecha" (la antitesis oficial
aceptada) sólo existe la crítica "sin propuestas y sin
trinchera", como califican los teóricos "progresistas" a la
posición de los que definen a la izquierda y a la derecha como alternativas
de lo mismo dentro del sistema capitalista.
En resumen, los que no toman partido por la "izquierda" o por
la "derecha" (aunque combatan y denuncien al sistema capitalista) son
"conspirativos" y están (como los marginales y expulsados del sistema
capitalista) excluidos del mercado de las ideas y creencias aceptadas.
¿Es malo ser de "izquierda" y proponer un capitalismo
asistencialista de rostro más "humanizado?.
Para nada: Lo malo es pertenecer a la izquierda asimilada al
capitalismo (el "progresismo" democrático capitalista),
y simular una pertenencia a la izquierda anticapitalista
revolucionaria (enemiga excluyente del sistema capitalista).
Lo alienante (y más allá de las posibilidades de existencia que hoy
tendría) es hablar de una "revolución de izquierda", cuando
claramente la izquierda (salvo excepciones minoritarias) se ha convertido en la
más férrea defensora de la "democracia",
la "paz" y el "orden
constitucional", los pilares esenciales de la
"gobernabilidad" del sistema capitalista.
Lo alienante (y engañoso), es hablar con el discurso de izquierda, y
ejecutar a rajatabla los programas operativos (económicos, políticos, militares
y sociales) del Imperio capitalista como hace la "izquierda
gubernamental" en América Latina y en el resto del mundo.
5) El "enemigo de paja"
¿Y para qué le sirve a Washington esta izquierda asimilada en América
Latina?
Reorientemos la pregunta: ¿Porqué el Imperio capitalista estadounidense
(no obstante la inserción probada de la izquierda dentro del
"sistema") sigue considerando a la izquierda como el"enemigo
número uno" de su sistema de dominio en América Latina?.
Hay un precepto estratégico (de naturaleza maquiavélica) que sostiene
que para evitar que surja un
enemigo real que ponga en peligro el sistema de poder vigente, es preciso
inventar un "enemigo de paja", controlable e inofensivo, al
que se presentará como si fuese el enemigo real, o la "principal
amenaza" al sistema.
En el actual sistema de poder capitalista imperialista controlado por
Washington, la estrategia con el "enemigo de paja" tiene
como objetivo principal el de "desactivar" los conflictos
sociales y las luchas populares (naturalmente violentos y
"antisistema") y encauzarlos por caminos "pacíficos" y
meramente "reclamativos", a través de su inserción en el
"sistema democrático" controlado por Washington y el establishment
económico en la región.
Ese es el rol concreto que cumplen los gobiernos de
"izquierda" integrados al capitalismo, cuya función principal es la
de ajustar a las reglas "democráticas" los conflictos
sociales que, de otra manera, romperían el orden vigente y pondrían en
peligro los negocios (hoy en "paz") de las transnacionales y bancos
capitalistas en América Latina.
Con el axioma de la izquierda "políticamente correcta" el Imperio
alienta un enemigo falso, inofensivo y controlable, para que opaque
y reste protagonismo al enemigo real que puede presentarse en
cualquier momento.
Lavar a la izquierda de su cara anticapitalista y
revolucionaria, desviar las luchas y conflictos sociales por caminos
pacíficos y "reclamativos", integrar los reclamos del dominado al
"sistema democrático", y evitar que grupos de resistencia
revolucionaria (el enemigo real) amenacen y pongan en peligro al sistema, es
la misión esencial del "enemigo de paja" del Imperio en
América Latina.
Y ésa es la función principal que cumple la "izquierda
democrática", en guerra permanente contra la "derecha fascista",
dentro de los marcos legitimados de la gobernabilidad capitalista.
Por Manuel
Freytas (*)
(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder,
especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Ver sus trabajos
en Google y
en IAR Noticias
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