GEORGE
SOROS, EL MULTIMILLONARIO ANTI BREXIT
(Al que odian Donald
Trump y Vladimir Putin)
“Ganar mucho dinero no
es difícil. Lo realmente complejo es intentar cambiar el mundo”.
El multimillonario George Soros (Budapest, 1930) ha amasado una
inmensa fortuna gracias a la especulación financiera, aunque su
sueño siempre ha sido encontrar un principio filosófico o económico
para mejorar la sociedad. Europeísta y antinacionalista convencido,
su última campaña polémica es contra el Brexit. La Rusia de Putin
le parece un Estado mafioso, a lo que aspira Trump en EEUU, donde el
sistema vencerá la prueba. Es la personalidad viva que cuenta con
mayor número de enemigos poderosos.
Ese odio hacia Soros, de
origen judío, que alimentan desde el líder ruso, Vladimir Putin,
hasta el primer ministro húngaro, Viktor Orban, que en su día se
benefició de una beca de la fundación del magnate para ir a Oxford,
o el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no se debe a su
abultada cartera de inversiones.
Soros es uno de los
gestores de fondos que más éxito ha tenido en la historia. “Cuanto
más tensa es una situación, menos se necesita para revertirla y
mayor es el potencial de ganancias”, es uno de sus lemas en el
mundo de las finanzas. Entre 1970 y 1980 logró unos beneficios de un
3.365%. Su fortuna actual se estima en 23.000 millones de dólares,
la vigésima en EEUU, según Forbes.
La animadversión que le
profesan muchos dirigentes en el mundo, tanto en la vieja derecha
como en la vieja izquierda, tiene que ver con lo que hace con su
dinero. Admirador del filósofo vienés Karl Popper, que le dio
clases en la London School of Economics, Soros es un filántropo muy
activo, un defensor de la llamada “sociedad abierta”, la
democracia liberal, con sus incertidumbres, (donde la libertad
individual es prioritaria y se desarrolla gracias a la educación).
Así creó la Open Society Foundation en honor a La sociedad abierta
y sus enemigos, obra de su maestro Popper. Empezó con ayudas a
estudiantes negros en Sudáfrica en 1979.
En su última acción de
impacto público Soros ha donado 500.000 libras a Best for Britain,
una plataforma que pretende concienciar a un número relevante de
diputados del grave error del Brexit para revertir el proceso.
Primero dio 400.000 y elevó la suma al ver la reacción en la prensa
conservadora británica. “Soy un orgulloso defensor de Best for
Britain, un grupo que quiere que el Reino Unido siga siendo miembro
de la Unión Europea. El Brexit es un grave error”, ha declarado el
magnate, que vive en EEUU y se declara anglófilo.
En su justificación en el
Daily Mail, Soros señala que se siente con todo el derecho a apoyar
la campaña, como hacen otros como Murdoch en contra, y que su vida,
y sobre todo cómo logró sobrevivir al nazismo, le ha enseñado “qué
tipo de régimen político prevalece”.
El ex líder del UKIP, el
nacionalista Nigel Farage, le acusó en la cadena Fox de “querer
destruir los Estados nacionales” y pretender “inundar Europa de
refugiados”. Recordó Farage cómo Soros es conocido como “el
hombre que hundió el Banco de Inglaterra” al sacar partido de la
devaluación de la libra esterlina y ganar 1.000 millones en el
llamado miércoles negro en 1992.
En el Reino Unido ha
actuado entre las bambalinas mediáticas durante años el magnate
australiano, Rupert Murdoch. Su prensa afín, especialmente el
popular The Sun y también The Times, aplaudieron el Brexit y mucho
antes fomentaron el miedo al extranjero. Murdoch, que presumía de
tener gran ascendencia sobre Trump, sería la antítesis de Soros.
Coinciden en que quieren cambiar el mundo. No en la misma dirección.
También le acusa el
primer ministro húngaro, Viktor Orban, de querer llenar el país de
refugiados y con dinero público ha articulado una campaña contra el
magnate, su fundación y las organizaciones que apoya llamada Stop
Soros. Aún así todavía pueden trabajar en Hungría. Tienen
prohibido, como “organización indeseable”, hacerlo en Rusia
desde 2015. Tampoco en Uzbekistán, China, Egipto o Irán. Nunca han
podido acceder a Arabia Saudí o Turkmenistán.
“La filantropía
dedicada a derechos humanos, libertades y práctica democrática,
suele criticarse como injerencia desde fuera. Nuestra filosofía es
que los derechos humanos y las libertades básicas son universales.
Defenderlas es legal y legítimo. Es nuestro compromiso”, señala
Jordi Vaquer, director para Europa de Open Society Foundations, con
sede en Barcelona.
Según Vaquer, “la
figura de Soros resulta un buen señuelo para activar a algunos
grupos agresivos en redes sociales, desde antisemitas, a extremistas
de izquierda y también de derecha, o amantes de conspiraciones. Y
por supuesto los medios rusos o controlados por el Kremlin”.
Reconoce que son “incómodos para los que quieren menos pluralismo,
más nacionalismo, menos derechos de las minorías, menos libertades,
es decir, sociedades cerradas”, añade el responsable de la
organización en Europa.
En España les han
asociado con los independentistas catalanes, si bien Soros no ha
hecho declaraciones públicas sobre la cuestión. Lo hizo en contra
del separatismo escocés, por ejemplo. La acusación se basaba en un
foro sobre populismo en Europa que financió Open Society en
colaboración con diplocat (el servicio diplomático de la anterior
Generalitat), antes de que estallara el desafío independentista.
A su vez, la fundación
Open Society encargó una consultoría sobre cómo se veía el
conflicto de Ucrania en España, al igual que en otros países, y
salió a la luz cuando unos hackers rusos difundieron material de la
organización. Según fuentes de Inteligencia, la actividad de estos
hackers estaría monitorizada, o quizá incluso controlada por el
Kremlin. El informe sobre este ataque forma parte de la investigación
en curso en EEUU sobre la interferencia rusa en las últimas
elecciones presidenciales.
Medios rusos como RT y
Sputnik interpretaron este panorama sobre cómo veían la situación
los diferentes actores como un intento de hacer listas negras de
creadores de opinión prorrusos. Los enemigos de Soros en España van
desde el líder de Vox, Santiago Abascal, que le califica como “lo
peor” por sus programas de apoyo a la llegada de refugiados a
Europa, hasta el eurodiputado, antes de IU, Javier Couso, que
considera ese informe sobre la cobertura de Ucrania “una amenaza a
la libertad de expresión” y una “muestra de injerencia”.
En el caso del Brexit, el
investigador del Real Instituto Elcano, Salvador Llaudes, duda de que
iniciativas como la de Soros tengan éxito. “Incluso puede azuzar
el debate de los partidarios de un Brexit duro o inminente. De
momento no plantean una batalla muy fuerte porque saben de la
debilidad de May y así no pierde más poder de negociación”,
señala.
Llaudes confirma cómo
Soros “tiene tanto dinero como enemigos, sobre todo en Europa del
Este, en Hungría y Serbia. Le ven como un agente externo que se
inmiscuye en política. Es un firme partidario de la democracia
liberal”.
Otro punto de vista es el
del experto en geopolítica Pedro Baños, autor de Así se domina el
mundo, que ve a George Soros como “un manipulador” a escala
global. Según ha declarado Baños en diversas entrevistas y expone
en el libro, “Soros a través de sus fundaciones intenta
condicionar nuestra forma de vida hacia un camino liberal, un modelo
que se opone al mundo conservador o neoconservador, representado por
Trump y también por Putin”. Baños cree, por ejemplo, que estaba
detrás del Maidán y que así lo demuestran las filtraciones sobre
las actividades de su fundación.
En palabras de Eli Hazan,
director de relaciones exteriores del Likud israelí, en el Financial
Times,“Soros no puede ganar en elecciones nacionales por lo que
promueve sus ideas por otros medios”. Quienes así piensan le ven
detrás de todas las revoluciones liberales en el globo, desde las
primaveras árabes al Maidán pasando por los Balcanes o Asia
Central.
En 2017 anunció que
transfería la mayor parte de su fortuna, unos 18.000 millones de
dólares, a Open Society Foundations, que cuenta con un presupuesto
de 1.000 millones anuales aproximadamente y actúa en 140 países.
Con estos ingresos se convierte en la segunda fundación dedicada a
fines sociales del mundo, después de la creada por Bill y Melinda
Gates.
Soros expuso en la
reciente conferencia de Davos cuál era su visión del mundo actual.
Habló de cómo la ideología predominante es “el nacionalismo” y
de cómo “la sociedad abierta está en peligro también en Estados
Unidos y en Europa”. Según Soros, “vivimos un momento doloroso,
de crisis, donde varias formas de dictadura y estados mafiosos se
abren paso. En EEUU, el presidente Trump ha querido establecer un
estado mafioso, pero no puede porque la Constitución, y otras
instituciones, así como una vibrante sociedad civil, se lo impiden”.
Alertó también de lo que
denominó “otro problema global”, el auge del comportamiento como
monopolios de los gigantes de Internet como Facebook y Google. “Lo
más alarmante en el horizonte es la alianza entre estados
autoritarios y estos monopolios de internet que podría dar lugar a
sistemas de vigilancia de un control totalitario que ni siquiera soñó
George Orwell”, dijo Soros, que a sus 87 años ha dejado más de
lado su faceta de inversor para dedicarse a su filantropía
activista.
Su vida se edifica
ladrillo a ladrillo sobre el incierto pilar del riesgo, asociado al
principio a su origen judío. “No nos sometimos a nuestro destino.
Resistimos y ayudamos a otros. Un desastre de proporciones
impensables se convirtió en una aventura excitante. Así surge mi
apetito por el riesgo”, decía en un artículo en The New York
Review of Books en 2011.
Su progenitor escapó de
Siberia de un campo de concentración en la Primera Guerra Mundial.
Nacido Dzjchdzhe Shorash en 1930, se libró del exterminio nazi
porque su padre le hizo pasar por católico, adoptado por un
funcionario húngaro. Tvadar Soros facilitó identidades falsas a su
familia y otros judíos. George Soros sobrevivió a los primeros años
del comunismo y en 1947 emprende camino a Londres.
Asiste a las clases de
Popper en la London School of Economics, que en aquellos tiempos se
refería al “charlatán nacionalista” de Hegel, y exponía su
teoría de la incertidumbre de la sociedad abierta, un concepto que
completa cómo entiende la vida.
En Londres se gana la vida
como puede, bedel en una estación ferroviaria, camarero en un club
nocturno, comerciante de productos de piel, y solicita empleo al
terminar los estudios en todos los bancos de la ciudad. Sólo le
contesta uno, Singer and Friedland, cuyo dueño era húngaro. De su
época británica le queda su pasión por el tenis, que suele
practicar siempre que puede, subiendo a la red y en posición de
ataque. Siempre usa bolas nuevas y las deja en la pista.
Aprende los rudimentos del
oficio en la City para dar el salto a Wall Street en 1956. Después
de trabajar en banca 13 años, se lanza a fundar el Quantum Fund en
1969 con Jim Rogers, base de Soros Fund Management. Consigue una
rentabilidad espectacular y operaciones como la del Banco de
Inglaterra en 1992, pero también pierde 300 millones en el crack de
1987, por ejemplo.
El nombre de Quantum hace
referencia al principio de incertidumbre de Heisenberg, que señala
que no es posible predecir el comportamiento de partículas
subatómicas en mecánica cuántica. Es lo que Popper aplica a la
sociedad. Y Soros a las inversiones: prueba y error, para desde el
error aprender del sistema y mejorar. En su vida privada, de la que
intenta ser celoso guardián, se ha casado tres veces, la última en
2013, con una instructora de yoga 40 años más joven, y tiene cinco
hijos.
“Su filantropía se
basa en la aguda conciencia de que las personas nos equivocamos.
Vivimos en sistemas susceptibles de mejora. Ha hecho una fortuna
dándose cuenta de los fallos del sistema. Como no somos perfectos
hemos de vivir en sociedades abiertas para mejorarlas. Cree en la
falibilidad humana”, señala Vaquer, de Open Society en Barcelona.
Reconoce Soros haberse
equivocado al confiar, por ejemplo, en el líder georgiano, Mijail
Saakashvili, que acabó siendo objeto de investigación criminal y
poco comprometido con los valores de la sociedad abierta. Confesaba
el magnate en un artículo en FT que aprendió la lección. “He de
mantener distancia de la política interna de los países donde
tenemos fundaciones”, afirma. Sobre el Maidán, la revolución de
2014 en Ucrania contra el poder prorruso, aseguraba: “No estuvimos
involucrados en la lucha real, porque va contra nuestros principios,
pero apoyamos a los combatientes”.
El nuevo presidente de
Open Society Foundation, Patrick Gaspard, que fue director de
política de la Casa Blanca con el presidente Obama, afirma que hay
procedimientos para garantizar la independencia de las organizaciones
a las que ofrecen apoyo, aunque considera inevitables los errores
políticos pues actúan en 140 países.
En 36 años se han
destinado 14.000 millones de dólares fundamentalmente a programas
educativos y sanitarios. En los 90 se volcaron con la reconstrucción
de los Balcanes, con ayudas millonarias a restablecer el agua y la
luz en Sarajevo, por ejemplo. Ahora prestan asistencia a colectivos
marginales, desde gitanos, a refugiados, LGTB, y también se centran
en la defensa de la libertad de prensa, asociación y la lucha contra
la corrupción. En 2018 el presupuesto global es de algo más de
1.000 millones de dólares.
En su libro La Alquimia de
las Finanzas, publicado en 1987, reconoce: “Siempre he albergado
una visión exagerada de mi propia importancia. Para decirlo
claramente, me imaginaba como una especie de dios o un reformista
económico como Keynes, o incluso mejor, como Einstein. Mi sentido de
la realidad me hizo ver que estas expectativas eran excesivas, y las
guardé ocultas como un secreto. Durante mi vida adulta esto era una
fuente de infelicidad. A medida que he ido haciéndome camino en el
mundo, la realidad se ido acercando a mi fantasía lo suficiente como
para permitirme admitir mi secreto, al menos reconocérmelo a mí
mismo. Ahora me siento más feliz”.
Si maneja una agenda
oculta y mueve los hilos de un mundo a la deriva, o es ese Einstein
soñado con vocación de Robin Hood, nos lo dirá la Historia.
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